El
domingo me desperté bastante tarde. Por la noche había salido con mis amigos
(hetero) a darnos una vuelta por las fiestas, beber un poco y llegar bastante
tarde. Me decían que dónde me metía últimamente y que si me había echado novia,
que me veían con cara de haber follado. Ay... qué ilusos, pero bueno, de ellos
hablaré en otro capítulo. Cuando cogí el móvil tenía varias llamadas de Sergio,
así que le respondí y quedamos en ir a la playa por la tarde. Mi familia estaba
un poco cabreada, que entre unas cosas y otras no paraba por casa, pero claro,
qué te van a decir ya con 22 años.
A
las 19h me pasé a buscar a Sergio, ya que su calle pillaba de paso para ir a la
playa y lo primero que me preguntó es si había hablado con Dani.
-
Ostias! Dani!
Tan
siquiera le había llamado para ver qué tal estaba su familiar ni nada, vaya
desastre, pero a ver cómo le contaba que me había follado a su amigo el primer
día que le conocía. No sabía qué relación habría entre ellos y si podría
molestarle. Vaya marrón era todo. Así que fui sincero con Sergio y le expuse
todo lo que pensaba, acordamos llamarle por la noche, al menos para contarle
cómo iban nuestras andanzas en el mundo del cruising.
Mientras
íbamos andando por la playa nos autoconvencíamos de que ese día tenía que ser
el día definitivo, teníamos que armarnos de valor y subir hasta la caseta en
ruinas. Y así lo hicimos. Al pasar el Gran Hotel, fuimos a la rampa de madera
con paso decidido y no nos detuvimos hasta cruzar la pinada y llegar arriba.
Habíamos tardado una hora, pero por fin estábamos allí. A la tercera había sido
la definitiva.
Efectivamente
había una caseta en ruinas que unos metros por detrás tenía a la carretera
nacional que une los pueblos costeros de la Vega Baja, a uno de sus lados, un
improvisado aparcamiento de arena al que se tenía acceso directamente desde la
transitada carretera, y por donde se subía, un mirador con unas vistas de
película. Por otro de sus lados, una de esas urbanizaciones en medio de la nada
fruto de una mala gestión urbanística. Había varios coches aparcados y varios
tíos rondando por la caseta y la pinada. Enseguida nos dimos cuenta de que se
trataba de un sitio de car-cruising, es decir, donde la gran mayoría de su
público viene en coche y no por la playa. Era lógico, 2,5 km en coche desde el
pueblo no es nada.
Sergio
me preguntó si nos separábamos o buscábamos juntos y lo cierto es que la
segunda idea me pareció más atractiva.
Hola tio me e leido ya todas tus historias y la verdad esq me encantan y me gustaría tener contacto contigo
ResponderEliminar