30 de octubre de 2013

CAPÍTULO 18: ESTERILLA-MAN

Tengo que decir que, aparte de ir de cruising, también disfrutaba mucho de mi estancia en la playa. Conseguía desconectar de prácticamente todo y me invadía un sentimiento de paz interior con el que conseguía disfrutar de un simple paseo por la extensa playa o de un baño en las aguas templadas del mediterráneo. Allí sentía lo que es el placer de la vida fuera de las prisas y los agobios que me esperaban el resto del año en Madrid; incluso me planteé irme a vivir allí cuando terminara la carrera, pero las pocas oportunidades laborales que ofrecía Alicante lo hicieron imposible.

Siempre iba andando por la playa a la zona de cruising y, la verdad, es que así cogía bastante colorcito del sol. Como dije antes, se había convertido en una especie de ritual: salir de casa, bajar a la playa, andar algo más de 2 kilómetros, subir por la rampa, atravesar la pinada y llegar a la caseta. Me servía para mantenerme en forma, desde luego.
En este ritual que seguía casi a diario empecé a encontrarme con gente que también parecía disfrutar de este lugar, gente que también iba allí a diario, que siempre estaban por allí independientemente de la época del año en la que nos encontráramos. Y una de esas personas era "esterilla-man".

"¿Esterilla-man?". Sí, nunca supe su nombre, así que fijándome en sus actos le bauticé con este apodo. Se trataba de un chico que ya había superado la primera mitad de la treintena, con el pelo rapado, cuerpo normal, que solía seguir unos pasos determinados. Siempre iba acompañado de una esterilla de playa en la mano y una mochila en los hombros en ocasiones, ya que antes de subir a la caseta disfrutaba de un rato tumbado en la playa. Solía ir sin camiseta mientras que el sol nos ofrecía su luz, para pasar a una pequeña camiseta de tirantes cuando comenzaba a anochecer. Debía de conocer el lugar desde hacía tiempo, ya que se conocía a la perfección todos sus recovecos y escondrijos, te encontrabas con "esterilla-man" en cualquier parte de la pinada cuando menos te lo esperabas.

No esperéis leer nada especialmente morboso en esta entrada, ya que nunca tuve nada con él, aunque creo que si por él hubiera sido, habríamos follado varias veces. No sentía ninguna atracción por él. Nunca nos saludábamos, aunque tras varios años de vernos por allí, nos conocíamos perfectamente. Creo que el era pasivo, solía pillar todas las semanas, generalmente por la tarde pronto, pocas veces le veías por allí al anochecer. Se conocía tan bien aquello que era difícil pillarlo en pleno acto, aunque muchas veces te pillaba a ti. Lo más cerca que he estado de verle en plena faena, sólo pude escuchar sus gemidos y las embestidas que le daba otro tío bastante fuerte y corpulento. Sin embargo, a pesar de que siempre estaba donde menos te lo esperaras, no era de los que solía quedarse mirando. Llegó un punto que hasta me daba confianza que estuviera por allí, ya que como yo, era de los pocos que venía andando por la playa al lugar de cruising. 

Un tiempo más adelante, quizá por el paso de los años, vete tú a saber, comenzó a perder peso y le veías por los alrededores de la caseta haciendo ejercicio y corriendo. Cada vez que venía a la zona, estaba por allí. Imagino que debía ser residente de alguno de los pueblos de alrededor, o bien, que también aprovechaba cualquier oportunidad para escaparse allí.

Definitivamente, esterilla-man era y es un clásico de este lugar. Puedes preguntar a personas que lleven algunos años yendo por allí, que todos coincidirán: "Ah, te refieres al chico que siempre va con una esterilla en la mano, ¿no?".


28 de octubre de 2013

CAPÍTULO 17: CHERINES

Y el verano volvió a llegar. Este año tenía las vacaciones partidas: 23 días en julio y una semana a finales de agosto. Me iba a marchar de la empresa un poco más adelante y quise juntar todos los días posibles para disfrutarlos allí. Lamentablemente en julio no coincidí con Dani ni Sergio, pero sí con mi familia, así que tuve que buscar momentos de morbo y como ya tenía el sitio era cuestión de ir de caza.

El ir de cruising a la caseta se convirtió en una especie de obsesión. Me daba un morbo increíble llegar allí y ponerme a ligar, a ver cuánta gente habría y si ese día follaría. Me convertí en un asiduo de aquel sitio y durante unos capítulos os relataré experiencias que allí viví.

La primera tarde que fui allí ese verano no era excesivamente calurosa, de hecho cuando se puso el sol refrescó bastante y como ya no había tanta luz empezó a llegar la gente. Había mucha más gente de la que esperaba encontrar, así que me interné en la pinada y empecé a buscar algo de mi interés. Al rato, apareció un chico de unos 25 años con cara aniñada, no muy alto, moreno, ropas anchas, majete y bien peinado, con gomina. Olía a colonia buena. Me gustó así que fui a por él.

En estos sitios el ritual es muy curioso: te miras, devuelves miradas, sonríes, sigues, das vueltas, guiñas, hasta que uno de los dos se decide, se baja los pantalones y muestra la herramienta. Eso hizo Cherines conmigo. Nos costó encontrar un sitio discreto con tantos hombres merodeando por allí, pero lo encontramos. Me dijo que buscaba que le hicieran una buena mamada, miré hacia abajo y descubrí una polla no muy gruesa de unos 16 cm, bastante apetecible. Me advirtió que venía de trabajar y que había intentado asearse un poco, así que me puse de rodillas y me la tragué. Cierto es que se notaba que no estaba recién salida de la ducha, pero no me disgustó. Hay pollas que cuando se encuentran en el término de medio de recién duchadas y un poco sudadas tienen su morbo. Empecé a mamársela despacio y le coloqué sus manos sobre mi cabeza para que fuera él quien marcara el ritmo, mientras con mis manos le cogía del culo. Un culo pequeño, pero prieto y duro. A los tíos que buscaban mamadas solía encantarles que hiciera esto, que les hiciera sentir que tenían el control. Antes de correrse, me pidió chupármela y accedí. La verdad es que lo hacía muy bien y no paró hasta que me corrí en su boca.

Cuando abrí los ojos después de haberme corrido, vi que teníamos a 3 chicos al lado, así que me agaché y me volví a meter la polla de Cherines en la boca, mientras que con otra mano pajeaba a un rubio que había aparecido de la nada, pero de él hablaremos otro día. Cherines no tardó en acabar y cuando terminó eran ya 4 los tíos que nos rodeaban. Cherines me dijo que le había encantado y que a ver si repetíamos con menos público, y mientras yo seguía de rodillas, los otros 4 chicos me ofrecían su polla haciéndome un círculo. Fue muy tentador, pero no. Ya había tenido mi ración.
Cuando llegué a la caseta vi como Cherines se iba en su Renault azul oscuro. Nos volvimos a ver en más de una ocasión, pero nunca repetimos. Pocas veces se repite con el mismo tío en estos sitios y aún no acabo de entender el por qué.


¿Si le contaba a Sergio que follaba con otros tíos cuando el no estaba? Esa pregunta la responderemos en otro capítulo.

24 de octubre de 2013

CAPÍTULO 16: CELOS

Poco más se habló de lo que había pasado la noche anterior. Si bien, tengo que reconocer que a la mañana siguiente tuve que hacerme una buena paja del calentón que aún acumulaba. A eso de las 14h del día siguiente fui el primero en despertarse pensando que todo había sido un sueño, pero al ver el condón y los restos de papel en el suelo, me di cuenta de que todo lo que había pasado había sido real. Al rato se despertaron los demás, como si nada hubiera pasado y Dani se marchó a correr un rato por la playa, lo que me dio pie a sacar el tema con Sergio:

- ¿Qué ? ¿Agujetas?- dije con sorna.
- Nos acordamos todos, ¿no? Me daba palo sacar el tema, pero la verdad es que disfruté de lo lindo con la follada de Dani... - dijo Sergio.
- Entonces, ¿repetirías?- contesté arqueando la ceja, en señal de desaprobación.
- Pues hombre, nunca digas nunca, pero creo que para mantener la amistad, será mejor que no vuelva a repetirse en un tiempo- respondió Sergio, un tanto forzado por la situación.

Y, efectivamente, en un tiempo, no volvió a ocurrir. El único que no sacó el tema fue Dani, con él nunca se habló de lo que había pasado y a mi, para ser sinceros, me daba rabia que Sergio hubiera disfrutado tanto cuando él se lo tiraba. Es que mientras me la chupaba, podía ver en su cara lo que le estaba gustando y después el mismo lo había confirmado. Lo que sentía podía resumirse perfectamente con una palabra: celos. Algo que nunca había experimentado antes.

Es cierto que Sergio y yo no éramos nada más que muy buenos amigos con derecho a roce, pero creo que después de pasar tanto tiempo con él y de habernos acostado tan a menudo, comencé a sentir algo. En fin, nunca encontré tiempo para pensar en parejas estables y tal, cosa de la que hoy en día tengo remordimientos.


Los dos días de vacaciones que nos quedaban por allí fueron de lo más normal, sin nada que ahora merezca la pena contar.

21 de octubre de 2013

CAPÍTULO 15: LA BORRACHERA

Resultó que el viernes santo era el cumpleaños de Dani, yo ya ni me acordaba, tras tanto tiempo.... Así que nos dijo que nos íbamos a pasar el día a Alicante y a la noche nos invitaba a cenar y a unas copas. El día fue normal: un típico de día de turismo, divertido, echándonos risas con anécdotas que Dani nos comentaba. Me daba un poco de reparo porque, al no saberlo, no le habíamos comprado nada. Cogimos el último autobús a nuestro pueblo y nos fuimos directamente a cenar a un conocido restaurante italiano del pueblo. Creo que cayeron 3 botellas de vino, más chupitos y un par de copas después. Vamos, que hablando mal y pronto, íbamos ciegos los tres.

De camino a casa, ya había pasado sobradamente la media noche, Dani nos dijo que se iba a la caseta, pero en el estado en el que estábamos, le convencimos para que no lo hiciera y nos fuimos a casa. No nos parecía buena idea ir de crusing por la noche tal y como íbamos de alcohol.

- Pero ahora no folléis cabrones, que os lo vais montando con todos menos conmigo. Y os presenté yo joder, os presenté yo, quiero que me la chupéis como lo hicistéis a ese en la pinada el otro día... Qué cabrones, follan con todo cristo menos con el que los presenta... - decía y repetía Dani, ya en casa.

No recordaba más palabras que decía y tampoco se lo tuvimos muy en cuenta, pero con la borrachera que llevábamos todos, se nos ocurrió dormir los tres juntos en la cama de matrimonio. Teníamos mucho calor, así que intentamos apaciguar a Dani, nos desnudamos completamente y nos acostamos los tres. Yo estaba en el medio de ambos, y aproximadamente, a los 30 minutos de acostarnos, ya casi dormidos, noto como me empiezan a pajear. Pensando que era Sergio, le susurré sin abrir los ojos: "ahora no tío". Paró, noté movimiento en la cama y sentí como me la empezaba a chupar hasta ponérmela dura. Claro, que para mi sorpresa, cuando abrí los ojos, era Dani quien me la estaba chupando, con ansia. Le miré y me devolvió una mirada pícara, mientras que con una mano empezaba a tocársela a Sergio, quien se despertó a los pocos segundos viendo la escena:

- Pero.... ¿qué coño...?- esbozó Sergio.

Entonces Dani me cogió la polla con la mano, mientras se metía la de Sergio en la boca.

- ¿Veis? Mola más así: tenéis a un tío que os la come a los dos- decía.

Se tragaba ambas pollas hasta el final y lo hacía con mucha ansia. Sergio y yo, imagino que fruto del alcohol, o no, dejamos de sentirnos incómodos y empezamos a colaborar. "Nos os corrais, eh, cabrones", decía Dani. "Todavía no". Entonces me fijé en algo que no había visto antes: la polla de Dani. La tenía totalmente empalmada y era grande, de unos 17-18cm, y gruesa. Me cambié de posición, le tumbé sobre la cama para que mientras se la seguía chupando a Sergio, yo se la chupara a él. Pero entonces, Dani dijo que quería follarse a Sergio. Nos quedamos un poco parados y Sergio me miraba como buscando una señal, así que asentí con la cabeza. Sergio se dio la vuelta y Dani comenzó a comerle el culo mientras me tocaba los huevos con una mano. Cuando sintió que Sergio estaba listo, fue a su habitación y volvió con el condón puesto. Se la metió directamente, de golpe y Sergio gritó, puesto que la polla de Dani era más gruesa que la mía, a la que estaba acostumbrado. Empezó a darle muy fuerte hasta que Sergio se acostumbró y empezó a jadear. Dani no bajaba el ritmo, así que me puse en el cabecero de la cama y le puse a Sergio mi polla en su boca, que empezó a mamar con brusquedad por las embestidas de Dani.

Fui el primero en correrse, la situación me había excitado mucho. Después terminó Dani dentro de Sergio, y Sergio se pajeó al terminar Dani.

- Esto sí que es un buen regalo- dijo Dani.

No hubo más palabras, nos limpiamos y nos quedamos dormidos.
Siempre me pregunté qué pensarían los vecinos de Sergio. No es que las paredes fueran demasiado fuertes y si se oía lo que los vecinos hacían o decían, pues imagino que a esas horas de la noche, tres tíos follando en la habitación, con gritos y gemidos, tenía que ser un tanto escandaloso. Claro, que todas estas cosas siempre las piensas al día siguiente.

18 de octubre de 2013

CAPÍTULO 14: JUEVES.... ¿SANTO?

El año había sido duro, no me pude escapar a la playa desde que vine en verano hasta que llegó la Semana Santa, para lo que pude juntar unos días. Sergio y Dani también pudieron y, como íbamos los tres sólos sin familia, nos quedamos en casa de Sergio, porque era la más grande.  Así tocábamos a menos gastos.

A mí se me hacía un poco difícil la situación. No era lo mismo quedar en Madrid a tomar algo o cenar de vez en cuando, y luego irme por ahí con Sergio cuando nos apetecía echar un polvo, que estar los tres conviviendo. Para Dani no iba a ser agradable, pero bueno. La primera noche Dani se fue a la caseta y nos dejó solos, imagino que a propósito, para poco después llegar a casa con tío y pasarse follando toda la noche. Se ve que venía con ganas. Al día siguiente, Dani propuso ir los tres a la caseta juntos, como para romper un poco el hielo, sabiendo que los tres buscábamos disfrutar a tope esa semana. Al llegar allí, Dani nos dejó solos y emprendimos la búsqueda por separado: Sergio y yo por un lado y Dani por otro.

Había bastante menos rollo que en verano y anochecía antes, pero Sergio y yo vimos a un chaval que nos gustó y fuimos detrás suya. Nos llevó por la pinada a un lugar bastante alejado, se apoyó en un árbol y se sacó la polla.
- Quiero me la chupéis los dos a la vez- dijo.

Miré a Sergio, asentimos y nos pusimos de rodillas. El chaval tenía una polla grande, de unos 18 cm, descapullada y aseada. Empezamos a mamársela pasándonos la polla de una boca a la otra y eso le ponía a mil, además empecé a chuparle los huevos y el chico no podía ni mantener los ojos abiertos del placer. LLevaba una esclava en su muñeca izquierda que ponía "María". Al rato, empezó a merodear gente alrededor y me pareció ver a Dani pajeándose entre los pinos mientras miraba... El chico estaba a punto de correrse, sacó la polla de nuestras bocas y se corrió en el suelo:

- Joder, los gays la chupaís mejor que nadie. Gracias chavales. A ver si os veo otro día.

Se fue rápido y al rato se escuchó un coche arrancar e irse. Como anochecía más temprano le dije a Sergio de irnos a la caseta a esperar a Dani para marcharnos, mientras le comentaba que me había parecido verle pajeándose mientras nos miraba:

- ¿Te imaginas?- Dijo. No creo, ¿no?


Al rato apareció Dani diciendo que había estado follando con el tío de ayer. No parecía muy entusiasmado ni animado, así que propuso irnos al pueblo a dar una vuelta y tomarnos algo.

16 de octubre de 2013

Capítulo 13: ¿Quién se lo cuenta a Dani?

Me marché de mi destino veraniego quedando todo agosto por delante, pero tenía que trabajar y las vacaciones se habían terminado. Ese verano había descubierto lo que se cocía en ese pequeño pueblo que parecía no tener nada, me había reencontrado con Dani, conocido a Carlos y establecido una fuerte amistad con Sergio. Quién me iba a haber dicho a mi que en este pueblo hubiera tanta posibilidad de echar un polvo con otros tíos, cuando años atrás mi única preocupación era cruzar miradas con alguien por la playa para ver si había suerte. 

Sólo había algo negativo: seguía sin haber llamado a Dani ni devuelto sus mensajes. Tras lo que había pasado, pensé que lo mejor era hacerlo en persona, con lo que una tarde, ya en Madrid, al salir de trabajar quedé con él y le conté todo lo que había sucedido.

- Qué cabrones! No conocíais el mundo del cruising y os habéis puesto las botas.- dijo Dani.

No se lo tomó mal, aunque reconoció que había estado detrás de Sergio hacía algún tiempo. Pude notar que se hacía el fuerte para no mostrar sus sentimientos verdaderos, pero su mirada lo decía todo: había un sentimiento por Sergio que no podía ocultarme. Quizá alguna vez lo había pensado, pero cuando le conté lo que había pasado entre nosotros, su mirada y expresión fueron tan reveladoras que pude comprender que, al menos hacía algún tiempo, había estado muy pillado por él. Obviamente, se hizo el fuerte y no dijo nada, pero no hizo falta. 

Dani se marchó a nuestro destino veraniego la última quincena de agosto y allí coincidió con Sergio. Nunca me dijeron si había pasado algo entre ellos, pero Dani me contaba sus andanzas en la caseta y Sergio me llamaba para hablar a diario y me decía que sólo iba a la playa y a tomar cervezas con Dani. Yo le decía que era tan libre como Dani de irse a pasar un buen rato, pero me decía que no, que no le apetecía.


De vuelta los tres en Madrid quedamos a menudo. Hicimos como una pequeña piña y me acosté con Sergio con bastante frecuencia; no obstante, el cruising quedaba reservado hasta la próxima vez que fuéramos a la playa. Pocas veces fuimos de cruising en Madrid, no me preguntéis por qué, pero jamás le encontré el mismo morbo ni interés que hacerlo en Alicante. 

14 de octubre de 2013

CAPÍTULO 12: El tórrido final del verano. Parte 2.

Sergio me había hecho ganar confianza y ante la petición del tío, nuestras miradas se cruzaron buscando aprobación mutua. Así que le puse a cuatro patas en la cama con sus manos apoyadas en la pared y se la empecé a meter, ésta vez costó menos que la primera vez. Mientras tanto, el otro tío me metió un dedo más y, sacando los cuatro suavemente, me escupió en el culo diciendo: "ya estás listo culito". Me lo chupó durante un breve rato mientras se la iba poniendo dura y miraba como me follaba a Sergio, que jadeaba sin parar y me pedía que le diera más fuerte. Sin esperármelo, me cogió del culo, nos paró y entonces, sin apenas cuidado, me la metió de golpe. Solté un leve quejido y empezó a darme fuerte hasta que le pedí que parara.

- No te has puesto condón, joder. Para y póntelo!- le dije.
- No me jodas tío. El otro día me dejaste con el calentón y ahora tu te lo follas a él a pelo y ¿a mi no me dejas? Eso no te lo crees ni tu- contestó él.
- Venga - dijo - vamos los tres al ritmo.

Se que fue una inconsciencia, pero le dejé hacer. Iba marcando el ritmo y apretando cada vez más fuerte, lo que propiciaba que yo le diera más fuerte a Sergio a también. Durante algunos minutos estuvimos manteniendo el ritmo como una máquina bien engrasada. Yo ya no podía aguantar más y me corrí dentro de Sergio.

- Ya te has corrido culito, ¿eh? Te voy a dar bien fuerte ahora mientras se la comes a tu amigo, yo me corro en tu culo y el en tu boca, vas a flipar, culito.

Empezó a darme mucho más fuerte y con más ansia de lo que lo había hecho hasta el momento, a mi me estaba gustando cada vez más y Sergio no tardó ni un minuto en correrse en mi boca. Cuando Sergio terminó, el tío me acercó a él cogiéndome del pecho y empujándome contra la pared. Sabía que se iba a correr. Empezó a morderme la oreja, apretó el ritmo y se corrió.

- ¿Ves, culito? Te he follado bien, ahora dime que no te ha gustado, porque bien que jadeabas.

Asentí levemente sin saber bien qué decir y fuimos pasando por el baño a asearnos; el primero en irse fue él, deseando repetir de nuevo y diciéndome que no me preocupara porque estaba limpio. En cuanto salió por la puerta, Sergio dijo:
- Joder, lo siento tío. Hice esto para darnos una buena despedida.

Lo sentía porque sabía que no me había gustado nada que me follara el otro sin condón, pero lo cierto es que disfruté muchísimo, aunque ello no implicó que me comiera la cabeza y al poco de llegar a Madrid me hiciera las pruebas serológicas. Afortunadamente, no pasó nada. Fue suficiente para aprender la lección.

12 de octubre de 2013

CAPÍTULO 11: El tórrido final del verano (Parte 1)

Apenas me quedaban 2 días y medio en la playa, así que pensé que debía dedicarle algo de tiempo a mi familia, tras unos días de no parar. Por las mañanas estaba con ellos y por las tardes me iba con Sergio a disfrutar simplemente de estar tumbados en la playa y bañarnos en el mar. No volví a ir a la caseta, pero en mi último día allí, Sergio me dio todo un homenaje.

Sus padres se habían ido a pasar la tarde a un centro comercial de Torrevieja y me invitó a su casa. Después de charlar un rato en su sofá y pasar unos momentos de risas, pasó a la acción y me dijo con sonrisa picarona:

- ¿Es que no vas a follarme de nuevo antes de irte? Cuando te diga, pasas a mi habitación.

Se levantó y fue a su habitación, donde lo habíamos hecho la primera vez, quitándose la camiseta y los calzoncillos y a los 5 minutos me dijo que pasara sólo si lo hacía desnudo y con la polla contenta. Así que me puse un poco a tono previamente. Sergio sabía que sus padres nunca volvían hasta casi la media noche cuando se iban a Torrevieja, así que estaba tranquilo. Teníamos tiempo.

Antes de entrar a la habitación me pidió que entrara con los ojos cerrados y así lo hice. Nada más entrar, escuché una voz grave y varonil que me resultó muy familiar:

- Hombre culito, ya pensaba que no iba a volver a verte,

Allí estaba el tío que me pajeó en la pinada el otro día. Tiempo después, me enteré de que Sergio fue a ver si se lo encontraba en la caseta el día anterior y, al encontrarle, le ofreció darme esa sorpresa.


La verdad es que la cosa pudo ir mejor de lo que fue. El tío en cuestión tendría alrededor de 35 años, cuerpo normal y polla normal, además era guapete. Quería recrear lo que pasó el otro día en la pinada, así que me puse de rodillas a mamarle a Sergio y el empezó a sobarme el culo. Con cuidado me iba metiendo los dedos envueltos en saliva, primero uno, luego dos... Volvía a escupir y seguía con sus dedos suavemente en mi culo, cada vez notaba que los metía más profundo y me iba empalmando con más dureza a medida que insistía. No estaba yo muy acostumbrado a hacer de pasivo, pero me dejé llevar y le dejé hacer mientras yo empezaba a trabajarle a Sergio su culo. 

- Quiero ver cómo te lo follas - me dijo el tío (nunca supe su nombre). Tíratelo a pelo.

10 de octubre de 2013

CAPÍTULO 10: Third time lucky (a la tercera va la vencida) - Parte 2.

Comenzaron a salir tíos de sus coches y de la pinada dirigiéndose a la caseta, que era donde estábamos. La mencionada caseta por dentro estaba hecha una pena: restos de basura, condones, botellas, un colchón y una vieja almohada. A pesar de tener las ventanas rotas y carecer de puertas en su interior, parecían haberle hecho indicaciones: "Sala bareback" (a pelo) se podía leer en la parte superior de acceso a lo que algún día fue una habitación. Decenas de mensajes de contactos se acumulaban escritos en sus viejas y quemadas paredes.
Cuando salimos de inspeccionar la caseta, entraron dos tíos. Miramos, desde fuera, por una de las ventanas y estaban con la polla erecta invitándonos a entrar.

- ¿Queréis mamar?- Dijo uno de ellos.

Era apetecible: una polla gorda y grande fue lo primero en lo que me fijé, pero al verle la cara, desistí. No me gustaba. Todo lo que había por allí eran cuarentones, nada de público juvenil o maduro-interesante.

En el transcurso que estuvimos allí nos invitaron a mamar unas cuantas pollas más, lo que nos puso muy cachondos y nos llenó de morbo, pero como no era lo que buscábamos ninguno de los dos, cogí a Sergio de la mano y le llevé a la pinada que quedaba pasado el aparcamiento de arena. Sergio la tenía dura, se le notaba totalmente el bulto en el bañador. Encontré un sitio que creí discreto, me puse de rodillas, le bajé el bañador y me metí su polla en la boca y empecé a mamar sin que Sergio pusiera la más mínima resistencia. Cuando me quise dar cuenta, unos cuántos tíos nos observaban entre los pinos a la vez que se pajeaban y acercaban con sigilo. No paré de mamar hasta que Sergio me advirtió de que se iba a correr. 

En ese momento, estábamos dentro de una especie de círculo que nos habían hecho unos 5 tíos maduros, que ya estaban a menos de 1 metro. Así que me bajé el bañador y empecé a pajearme a la vez que seguía mamando de Sergio. Uno de esos tíos se acercó y empezó a sobarme el culo, pero Sergio no aguantaba más, así que saqué su polla de mi boca, y le pajeé hasta que se corrió en mi lengua. 2 de los 5 tíos se corrieron más o menos al mismo tiempo que Sergio, viendo la escenita, para después irse. Mientras tanto, el tío que me sobaba el culo, me iba metiendo los dedos con calma, se agachó y con la otra mano me pajeó hasta que me corrí sin remedio.

En ese momento vi que ya sólo había un tío mirando, que se acercó y empezó a chupar del tío que me había hecho la paja. Me limpié, limpié a Sergio, nos pusimos el bañador y antes de irnos, el tío que me había hecho la paja me dijo: "Del próximo día no te libras de que te folle ese culito a saco, y tu amigo si quiere también le doy bien". Le lancé una sonrisa y allí les dejamos.

Mientras bajábamos a la playa para volver a casa antes de que fuera totalmente de noche, no pronunciamos palabra. Yo sentía un calor en mis mejillas tremendo y una flojera de piernas como nunca antes había sentido, producto de los nervios. Sergio se sentía igual. Había sido nuestra primera experiencia de cruising, pero también la segunda vez que lo hacíamos entre nosotros.

- ¿Te ha molestado que me dejara pajear por el tío ese?- Le pregunté, al ver que no decía nada.
- Qué va tío, me ha dado mucho morbo verte con mi leche en tu boca y al otro tío pajeándote. Cuando llegue a casa voy a tener que darle a la mano de nuevo, jajaja, que con la imagen tuya con el tío metiéndote los dedos mientras con la otra mano te zumbaba la polla, me he puesto malito.

- De eso nada- dije yo- pero, primero, vamos a por una cerveza. 

8 de octubre de 2013

CAPÍTULO 9: Third time lucky (a la tercera va la vencida). Parte 1.

El domingo me desperté bastante tarde. Por la noche había salido con mis amigos (hetero) a darnos una vuelta por las fiestas, beber un poco y llegar bastante tarde. Me decían que dónde me metía últimamente y que si me había echado novia, que me veían con cara de haber follado. Ay... qué ilusos, pero bueno, de ellos hablaré en otro capítulo. Cuando cogí el móvil tenía varias llamadas de Sergio, así que le respondí y quedamos en ir a la playa por la tarde. Mi familia estaba un poco cabreada, que entre unas cosas y otras no paraba por casa, pero claro, qué te van a decir ya con 22 años.

A las 19h me pasé a buscar a Sergio, ya que su calle pillaba de paso para ir a la playa y lo primero que me preguntó es si había hablado con Dani.

- Ostias! Dani!

Tan siquiera le había llamado para ver qué tal estaba su familiar ni nada, vaya desastre, pero a ver cómo le contaba que me había follado a su amigo el primer día que le conocía. No sabía qué relación habría entre ellos y si podría molestarle. Vaya marrón era todo. Así que fui sincero con Sergio y le expuse todo lo que pensaba, acordamos llamarle por la noche, al menos para contarle cómo iban nuestras andanzas en el mundo del cruising.

Mientras íbamos andando por la playa nos autoconvencíamos de que ese día tenía que ser el día definitivo, teníamos que armarnos de valor y subir hasta la caseta en ruinas. Y así lo hicimos. Al pasar el Gran Hotel, fuimos a la rampa de madera con paso decidido y no nos detuvimos hasta cruzar la pinada y llegar arriba. Habíamos tardado una hora, pero por fin estábamos allí. A la tercera había sido la definitiva.

Efectivamente había una caseta en ruinas que unos metros por detrás tenía a la carretera nacional que une los pueblos costeros de la Vega Baja, a uno de sus lados, un improvisado aparcamiento de arena al que se tenía acceso directamente desde la transitada carretera, y por donde se subía, un mirador con unas vistas de película. Por otro de sus lados, una de esas urbanizaciones en medio de la nada fruto de una mala gestión urbanística. Había varios coches aparcados y varios tíos rondando por la caseta y la pinada. Enseguida nos dimos cuenta de que se trataba de un sitio de car-cruising, es decir, donde la gran mayoría de su público viene en coche y no por la playa. Era lógico, 2,5 km en coche desde el pueblo no es nada.


Sergio me preguntó si nos separábamos o buscábamos juntos y lo cierto es que la segunda idea me pareció más atractiva. 

4 de octubre de 2013

CAPÍTULO 8: Mi compañero de cruising

Nos enrollamos desenfrenadamente tras cruzar la puerta de su casa y acabamos en su cama desnudos, recorriendo nuestros cuerpos con la lengua y acariciándonos con la mano en medio de pajas y felaciones mutuas. Descubrir su polla fue un placer: una polla de 16cm, gordita y no circuncidada que lubricaba muy bien por sí misma.  LLegó un momento en que Sergio me tumbó boca arriba y se puso a chupármela, a mi me quedaba poco y él lo sabía, así que me soltó:

- Nunca me han follado y quiero que lo hagas tú, quiero que te corras dentro.

Me puso un condón y la verdad que costó bastante hacerla entrar, pero una vez estuvo dentro, Sergió empezó a jadear como hasta ese momento no lo había hecho y me empezó a cabalgar. Tenía un culo que, al menos para mí, era casi perfecto: bien trabajado y con glúteos redondos y firmes.

- Quiero que nos corramos a la vez. Pajéame. -Dijo.

A los pocos segundos de empezarle a pajear echó un chorro de leche bastante grande en mi pecho y eso me excitó tanto que fue lo que me hizo correrme a mí. Como el quería, dentro de su culo.

Nos limpiamos y nos quedamos los dos boca arriba apretados en su cama, en silencio. Varios pensamientos pasaban por mi cabeza: "¿y ahora qué pasa? Marquitos, has desvirgado a un tío y eso une. Ya verás como se pille o algo". Tras pasar varios minutos, nos vestimos y me dijo que me invitaba a tomar una cerveza por ahí. Acepté. No hablamos mucho de lo que había ocurrido, tan sólo me dijo que había disfrutado muchísimo, a lo que yo también correspondí.


Sergio, que también era de Madrid, estudiaba económicas en la Universidad y lo cierto es que no le gustaba mucho su carrera. Vivíamos más cerca en nuestro destino veraniego que en Madrid, así que, ya que Dani no estaba por allí y apenas me quedaban 5 días de vacaciones, me eché un nuevo amigo íntimo con el que compartiría momentos muy buenos.

2 de octubre de 2013

CAPÍTULO 7: SEGUNDO INTENTO.

Tras la evidente decepción y el calentón acumulado, llamé a Dani para decirle que me iba con el esa noche al sitio de cruising. Sin embargo, no podría ser. Dani tenía que volver inmediatamente a Madrid a atender a un familiar que había sufrido un accidente. Antes de irse, me dio el teléfono de un amigo suyo que estaba por allí y que también quería descubrir el lugar de cruising.

- Llámale y vais juntos y mañana me contáis. No te cortes, que es un tío majo y muy legal.

Pues sí, le llamé. Me dijo que se llamaba Sergio, que también era de Madrid y que solía veranear allí, bastante cerca de mi apartamento. Quedamos para tomar algo y conocernos y lo cierto es que congeniamos enseguida. Sergio era un chico alto, moreno, de ojos castaños casi negros, cara fina con rasgos muy masculinos, aunque un poco aniñados, cuerpo trabajado en gimnasio, aunque nada exagerado. Me gustó lo que vi. Con esas, nos fuimos a la playa y nos animamos a ir al sitio de cruising que nos había contado Dani mientras quedara luz del sol. Había una complicidad tremenda entre ambos, como si nos conociéramos de toda la vida.

Fuimos caminando por la playa hasta pasar el Gran Hotel, coger el segundo acceso de madera de la playa y salir a la pinada. Estábamos nerviosos. Había un camino que seguimos durante unos 10 minutos hasta que estábamos internos en la pinada y tocaba subir. Según íbamos subiendo hacia la ya mencionada caseta en ruinas empezamos a ver restos de condones, clinex, botellas... Vamos, estaba claro que allí había tema. Empezamos a ver hombres por la pinada y nos asustamos, pero seguimos deambulando por allí. Topamos con un hombre de unos 40 años, que nos mira y se aprieta el paquete. Sergio y yo le devolvemos la mirada y el hombre se saca la polla medio erecta y nos invita a acercarnos. Nos miramos y como fue evidente que no era lo que buscábamos ninguno de los dos, seguimos deambulando. Para el hombre no fue suficiente y empezó a seguirnos con insistencia, siempre con la mano en el paquete. En esto que le digo a Sergio:

- ¿Qué te parece si le ponemos cachondo y se empalma, a ver cómo la tiene?
- Por mi bien, me apetece llevarme algo a la boca hoy. Respondió Sergio.

Y no se muy bien cómo surgió, pero Sergio y yo empezamos a comernos la boca. El hombre que nos seguía se acercó, pero aquello era más pequeño de lo que esperábamos. Sin embargo, cuando nos quisimos dar cuenta, vimos que estábamos rodeados de hombres escondidos entre los pinos que nos miraban y se acercaban sigilosamente. No recuerdo cuántos habría, unos 6. Se ve que les habíamos encendido.


Nos asustamos un poco y decidimos irnos. Tan siquiera llegamos a subir a la famosa caseta. En el trascurso de vuelta apenas hubo palabras, pero a sabiendas que su familia no estaba en casa, Sergio me invitó a subir.

Parecía que al final el segundo intento no había salido tan mal.