30 de enero de 2014

CAPÍTULO 47: NATHAN & ELLIS (Parte 2/2)


Esperamos un par de minutos para no salir con las estacas y que se relajaran un poco, no me gusta dar tanto el cante. Nos secamos, bebimos otra cerveza, charlamos, recogimos el tenderete y nos dirigimos a la pinada. Nos llevaron hasta un sitio bastante apartado al que, a día de hoy, creo que no sabría llegar. Se notaba que querían intimidad. Nos llevaron a una estancia arenosa y sombría, rodeada de pequeños setos, a modo de salita rural. Extendimos todas las esterillas y toallas, nos volvimos a quitar el bañador y nos tumbamos juntos a comenzar el jueguecito de besos, magreos, lametazos… La cosa se fue poniendo muy caliente, cuando Nathan se puso, de pronto, a cuatro patas y su hermano comenzó a comerle el culo y meterle los dedos. Fue un momento raro: parecía que estaban a su bola, así que Sergio y yo empezamos a enrollarnos para que no decayera el ánimo. Al rato, Ellis nos dijo que estaba listo y cuando miré al culo de su hermano pude ver que estaba totalmente dilatado y sentí la imperiosa necesidad de metérsela.

-      ¿Te lo follas a pelo? – preguntó Ellis – A Nathan le encanta sentirlo todo – prosiguió.

-      No tío, tengo un condón aquí en la mochila… no se tarda nada.

Susurraron en inglés algo así como que les habían tocado los españolitos concienciados, pero desde luego no me iba yo a llevar un mal rato por muy morbosa que fuera la experiencia.

-      Clávasela de golpe y déjate de preliminares – aconsejó Ellis.

Así que así lo hice: se la metí hasta que mis huevos chocaron con los suyos en medio de un grito ahogado de Nathan, que pedía que no me detuviera, que le follara lo más duro posible. Mientras le daba bien por ese culo, que a pesar de dilatado se contraía y me hacía ver el cielo de placer, Ellis empezó a comerme el cuello, la oreja y la boca, a la vez que Sergio le ofrecía su polla a Nathan. Pero a Nathan debe ser que no le  molaba mamarla, así que Ellis dejó su trabajo de besuqueos para liarse con Sergio. Yo estaba concentrado en Nathan y en ese culo que devoraba mi polla con ansia, pero al rato pude ver a Sergio tumbado boca arriba, con las piernas abiertas y apoyadas en los hombros de Ellis, mientras éste se disponía a metérsela. Vaya, uno es activo y el otro pasivo.

Nathan me pedía que no me corriera, que siguiera… así que pasados varios minutos tuve que bajar el ritmo y hacer ciertas pausas, ya que, cierto es, me quedaba muy poquito para acabar escupiendo mi leche en aquel agujero tragón. Entonces pasó otra cosa extraña: cuando Nathan me dijo que le quedaba poco para correrse (se pajeaba mientras le follaba), Ellis sacó su polla del culo de Sergio, se dirigió a su hermano, que abrió la boca y Ellis, haciéndose una paja, se corrió en la boca de Nathan, quien al sentir el chorro de su hermano en la boca, se acabó corriendo en la toalla. Nathan hizo como por parar, pero le dije que de eso nada, que no me había tenido todo el rato parando para ahora no correrme dentro, así que le cogí el culo con las dos manos fuertemente y le di con fuerza (casi brutalidad) hasta que me corrí en su culo. 

-      Y ahora tú – dije de forma severa dirigiéndome a Ellis – te pones el rabo duro de la forma que sea y le das a mi colega la follada que se merece hasta que se corra.

Me miró perplejo, estuvo tocándosela un rato, sin rechistar y cuando la tuvo dura de nuevo, se puso el condón y se la metió a Sergio dándole bien fuerte. Mientras tanto Nathan se vestía sin decir nada, así que le cogí del brazo y me lo llevé a un apartado, mientras Ellis miraba con cara de preocupación.

-      ¿Le echáis mucho morro no? Placer para vosotros y los demás que se las apañen, pues eso no se hace, no con nosotros.

No contestó. Se me quedó mirando fijamente y se acercó rápidamente hacia mi. Pensaba que me iba a calzar una leche, pero no, me besó con lengua de forma ciertamente apasionada:

-      Me ha puesto muy cachondo que me follaras con esa firmeza…- dijo - ¿Te molaría follarme así mientras mi hermano te revienta el culo?

-      Joder tío, eso tendría mucho morbo… - respondí.

-      Toma, mi teléfono. Pero vente sin el otro. Es guapo y está bueno, pero tu follas como un toro y la chupas como una puta aspiradora – dijo.

Cuando oímos a Sergio gemir, supe que se había corrido, así que decidimos volver. Justo llegamos en el momento en el que Ellis le estaba chupando la polla y la tripa, recogiendo toda la lefa que había soltado Sergio. Recogimos, nos vestimos, nos despedimos en un ambiente enrarecido entre cierta tensión y satisfacción sexual y Nathan me guiñó un ojo con una sonrisa picarona.
Sabía que se avecinaba un dilema.

27 de enero de 2014

CAPÍTULO 46: NATHAN & ELLIS (Parte 1/2)

Durante ese verano hubo experiencias que nunca podremos olvidar. De vez en cuando, las ocasiones que íbamos a la playa simplemente a tomar el sol, o cuando salíamos de cervezas, nos gustaba rememorar y hablar de experiencias pasadas que nos dejaron marcados. Y este verano habría unas cuantas de ellas. Para empezar a abrir boca os contaré la experiencia que, hasta el día de hoy, me ha parecido más sucia. No porque no me lo pasara bien, no porque practicáramos cosas escatológicas ni sexo sucio, sino por una razón que descubriréis más adelante.

Ese verano supuso la explosión auténtica de Grindr, ya sabéis, la app que instalamos en nuestros smartphones para buscar ligoteo; dedicaré una entrada a estas apps, pero lo cierto es que normalmente no me servían de mucho (mucho calientapollas y poca gente decidida). Una mañana, al abrir Grindr, me saltaron varios mensajes, pero sólo me llamó la atención uno de ellos: “2looking4fun”, ese era su apodo. Tras el intercambio típico de frases y fotos, quedamos un día en la playa gay. No mandaban foto de cara, pero eran muy morbosos: dos chicos de 24 años, con cuerpos fibrados, depilados y pollas normales, muy parecidas ambas, pero apetecibles, buscaban montarse una orgía. Habíamos quedado pasada la gran palmera seca, pondrían una sombrilla de color verde. Fue fácil localizarles y presentarnos.

¡Zas! Aquí vino la sorpresa, al verles las caras. No, no eran los típicos cocos que no mandan fotos de cara porque son feos o no están seguros de sí mismos, al contrario, eran guapos. ¿El problema? Eran gemelos. Idénticos. Dos gotas de agua. Ellis y Nathan.
He de decir que nos chocó bastante. Digo nos porque íbamos Sergio y yo. Gracias a que ellos eran muy extrovertidos y debían estar acostumbrados a ver la reacción que nuestra cara debió mostrar, la situación no se tensó. ¿Era esto una broma? ¿Será que sólo buscan amistad? ¿Con dos hermanos? ¿Se lo hacen entre ellos? Esas preguntas pasaban por mi cabeza como un torbellino en cuestión de segundos, mientras me imaginaba haciéndole una paja a mi hermano mayor. Puaj. Imposible.

Nos invitaron a sentarnos a su lado, sacaron unas cervezas de la típica nevera de playa y nos ofrecieron. El ambiente se fue relajando, hablando de todo un poco, tenían buen español, sabían chistes, contaban bromas e incluso nos fuimos a bañar juntos. Aquí fue el momento donde, sin esperarlo, empezó el tonteo. Estábamos en la parte nudista de la playa, así que nos zambullimos en el agua los 4 sin bañador. No calzaban mal, parecía que las fotos correspondían. Era un día caluroso y el agua del mediterráneo cada año está más templada, así que no era problema quedarse dentro del agua de cháchara, aguadillas y bromas típicas. Hasta que no me pude resistir y empezamos a hablar de sexo. Nos contaron que habían descubierto que eran gays porque empezaron a experimentar el sexo entre ellos con 12 años, aunque sólo limitado a pajas, sobeteos y mamadas. Nunca habían realizado penetración el uno con el otro (aparte de dedos, eso sí), para ello buscaban quedar, pero siempre juntos. Se veía que tenían un vínculo muy fuerte.

Mientras nos daban detalles lo más calenturientos de sus experiencias, Nathan cogió mi rabo debajo del agua y empezó a acariciarlo con suavidad, con mucho disimulo (más tarde me enteré que Ellis hacía lo mismo con Sergio en ese momento). Me la puso dura y empezó a pajearme con un poco más de intensidad, cuando ya pude ver que Sergio estaba pasando por lo mismo. 

Pensando que no entendíamos inglés, se dijeron el uno al otro que teníamos buenos rabos y que se los querían meter enteros, pero que eso sería más tarde. Mientras tanto seguían con su trabajo manual, que cada vez se aceleraba más… Siguieron contándonos historias de su juventud la mar de morbosas y llegó un punto en el que les tuvimos que decir que pararan porque nos íbamos a correr o nos faltaba poco.

-     -  Parece que tenéis duración… - dijo Nathan.
- ¡Qué cabrones! Pensé yo, lo tenían todo muy estudiado.
-      - Y no es lo único que os podemos enseñar… - dije yo, mientras cogía aire y metía mi cabeza dentro del agua buscando la polla de Nathan.

Se la empecé a chupar debajo del agua. Sólo sabía a sal, pero era morboso. El haber practicado natación durante 10 años me había enseñado a controlar bastante la respiración debajo del agua, podía aguantar cerca de minuto y medio. No hizo falta aguantar tanto, quedó totalmente empalmado. Cogí aire y me lancé a por la de Ellis mientras Sergio se ocupaba de mantener dura la de Nathan. Eran rabos de 16 cm, no circuncidados y que además no descapullaban, lo que daba juego para meter la lengua entre su glande y prepucio. Les gustaba.

Creo que aquello les encantó. Repetí en varias ocasiones, intentando quitarme de la cabeza que eran hermanos para poder disfrutar del momento.
-      Creo que va siendo hora de que salgamos a secarnos para ir a la pinada – dijo Sergio.
Nadie estuvo en contra.

23 de enero de 2014

CAPÍTULO 45: EL ENERGIZER

El siguiente verano llegó más pronto de lo que un principio parecía: había terminado el máster con nota y tenía ganas de un verano de los buenos, además había empezado a ir al gimnasio de nuevo para mantener la forma y estar de buen ver en la playa. Ese verano, aparte de ir a nuestro destino veraniego, los tres amigos pasamos 5 días en Gran Canaria, en la zona de Maspalomas, pero las vivencias que allí experimentamos os las contaré en otros capítulos.

Durante ese verano nuestros escarceos se tenían que dividir entre la caseta y la playa gay. Sergio siempre defendía ir a la playa gay, pero a Dani y a mí también nos gustaba la caseta y la tranquilidad que allí se respiraba aunque hubiera menos gente o hubiera días en los que no hicieras nada.

En la playa gay ese año conocimos a bastantes hombres con los que no necesariamente tuvimos sexo. Uno de ellos fue el energizer, también bautizado por varios chicos de la playa como “el viejo petón”. Se trataba de un hombre ya bien entrado en sus 60 años, pero con un físico envidiable para su edad, incluso me atrevería a calificarlo como excesivo. Tenía el cuerpo totalmente fibrado y trabajado en el gimnasio, pero además de eso, estaba ligeramente hinchado, ya sabéis, como si se tomara algún que otro suplemento para aumentar los músculos. Tenía un culazo bien trabajado y, sobre todo, lo que más llamaba la atención de él era su gorda y gran polla, objeto de deseo de muchos de los que por allí pasaban.

Nuestro primer encuentro con el energizer se produjo en la pinada de la playa. Más o menos el 80% de los hombres que andaban por allí lo hacían desnudos, mientras el 20% restante lo hacíamos en bañador, lo más pequeño y estrecho posible, pero siempre nos gustó dejar algo a la imaginación. Según nos vio entrar se dirigió inmediatamente a nosotros:
-      - Vaya, vaya… qué tres chavalitos por aquí. ¿Queréis que pasemos un buen rato los cuatro? – preguntó, sin más rodeos, mientras sobaba el torso de Sergio.

Con una mirada entre los 3 fue suficiente:

-    -  No es lo que buscamos – empezó Dani – Tenemos otro perfil en mente, aunque te conservas estupendamente, con esa herramienta seguro que follas más que muchos de por aquí.

El caso es que empezamos a darle cháchara y, a pesar de nuestra negativa mantuvimos cordialidad siempre que nos veíamos por allí. Era interesante observarle, no miento si afirmo que era de los que más pillaba cacho por allí. El hombre siempre lo intentaba con nosotros de forma disimulada: mientras te preguntaba qué tal te sobaba el paquete, te tocaba y masajeaba el culo, te pasaba la mano por el pecho... Debe ser que le dábamos morbo, pero nunca sucumbimos. En un día le llegamos a ver follando con 4 chicos distintos en diferentes momentos del día. La gente veía su polla y se lanzaban como locos, pero lo que realmente buscaba energizer era follar. Mantenía la erección siempre y durante largo rato, no sabemos si con ayuda o no, y siempre la metía hasta el fondo sin mucha delicadeza, lo que contentaba a los más pasivos del lugar. 

La cosa negativa es que le gustaba mucho el bareback, ya sabéis, follar a pelo, y digo que es lo negativo porque me encontré con que muchos chavales se dejaban follar a pelo por él… Y es una pena, porque con todos los tíos con los que estaba energizer a lo largo del día durante toda la semana, tenía grandes posibilidades de contraer alguna ETS y pasarla a los demás, que a su vez, también podrían seguirla transmitiendo. Todo hablando hipotéticamente claro, pero fue algo que me llamó extraordinariamente la atención, y ya no sólo por él, sino, sobre todo, por los chavales más jovencitos a los que era habitual ver pidiendo sexo a pelo. ¿Qué hemos hecho con toda la educación sexual? Una cosa es que la chupes a pelo, no por ello dejas de correr riesgo, pero dejarte follar a pelo por gente que no conoces de nada me parece jugar a una lotería en toda regla. ¿No creéis?

20 de enero de 2014

CAPÍTULO 44: LOS ACEITUNOS

Al día siguiente, cuando me desperté, sólo estábamos Sergio y yo en la cama, él también estaba despierto y bueno, sin hablar ni nada, nos fundimos en un abrazo y nos empezamos a besar. Nos besábamos con cierto desenfreno notando nuestros cuerpos desnudos juntos debajo de las mantas y nuestras pollas llegaron a juntarse, producto de la erección. Nos las sobamos un poco, pero no fuimos más allá. Había que levantarse.

El pueblo en invierno estaba bastante muerto, también tenía mucho encanto verlo así, así que aquel sábado por la tarde nos fuimos los tres a la caseta. Había que ir pronto: ahora en invierno a las 18:30 era de noche. El panorama allí era desolador: apenas había nadie. Tras un rato de estar de aquí para allá vimos que llegaba un coche que nos era familiar: un 5 puertas berlina verde color aceituna. Les habíamos visto en alguna ocasión anterior y nos daban una pereza tremenda. Se trataba de una pareja un poco extraña: un hombre de unos 45 años alto, con barba, cuerpo normal junto a un hombre de por lo menos 70 años, pelo blanco, barrigón y garrota. Nunca sabíamos por qué insistían tanto, ya que no les habíamos visto hacer nada con nadie, pero bueno, decidimos seguir a nuestro rollo y nos adentramos en la pinada para buscar un lugar al que habíamos bautizado como "el rincón de los tres árboles". Una especie de estancia creada por los pinos bajos y arbustos que culminaba en tres escuálidos árboles que formaban una línea recta.

Estaba todo lleno de condones y pañuelos, así que quedaba claro que nuestro rincón era utilizado por más personas.

Como sabía, visto lo visto, que ese día no íbamos a pillar nada con nadie que no fuéramos nosotros, en un momento de imprevisto con ambas manos apreté los paquetes de Sergio y Dani, que venían los dos con un chándal de algodón que facilitaba mucho las cosas:

- Ayer me dejasteis como mucha hambre... - les dije mientras frotaba sus paquetes y les lanzaba una miraba lasciva...
- ¿Quieres que te demos más cañita por el culo Marquitos? Al final le vas a quitar el puesto al Sergio - respondió Dani.
- No exactamente - dije, mientras me arrodillaba en medio de los dos.

Les bajé el chándal para ponérsela dura a ambos masájeandoles el rabo por encima del calzoncillo, cuando de pronto oímos un ruido: los aceitunos, que así llamábamos a la pareja que os describí unas líneas más arriba, observaban la escena.

Como ninguno de los tres dijo nada, les bajé el boxer y me lancé a por la polla de Sergio, que empecé a saborear con calma, mimo y cuidado. Me aseguraba de recorrer con mi lengua húmeda cada centímetro de su polla notando como crecía dentro de mi boca, mientras que con mi mano izquierda no me olvidaba de la estaca de Dani: ya estaba bien dura también, así que me lancé a por ella, también con calma y saboreando cada parte de ella, bajando a los huevos, volviendo a subir a la polla... Seguí así un rato hasta que ellos tomaron el control de mi cabeza: intentaron meterme sus dos pollas a la vez en la boca, pero no me cabían, tan sólo podía con sus capullos, así que los juntaba y me los metía para saborearlos, mientras ellos se comían la boca.

Los aceitunos se habían acercado y estaban a menos de medio metro viendo perfectamente como me turnaba con aquellas dos pollas, que seguía chupando ya con más ansia y fuerza. Llegado el momento, me centré en la polla de Dani, que como ya he dicho alguna vez, me volvía loco, empecé a darle caña y no paré hasta que tuve toda su leche en mi boca. Se corrió con un gemido más pronunciado de lo normal. Se notaba que, al menos a el y a mi, nos estaba dando morbo ser observados. Me giré a los aceitunos y abrí la boca para que vieran toda la leche dentro a la vez que me empezaba a comer la polla de Sergio. El más joven se tocaba, el viejo miraba como hipnotizado. La leche de Dani se me escurría por la boca y barbilla mientras chupaba la polla de Sergio, quien me cogió de la cabeza y, marcando el ritmo, no me soltó hasta que se corrió. Fui un poco lascivo y, de nuevo, mirando a la pareja adulta, escupí toda la leche al suelo de la forma más sugerente que pude.

Para terminar, Dani se apoyó en uno de los tres árboles, me recosté sobre el, quedando mi espalda apoyada en su pecho, me bajó los pantalones y empezó a cascarme una paja con fuerza. De pronto, el aceituno más joven se acercó hasta mi y se puso de rodillas abriendo la boca debajo de mi polla. No la quería chupar, tan sólo recibir mi leche en ella. Mientras me pajeaba, Dani, con la otra mano, me metió un dedo en el culo y ya tardé poquísimo en echarle al aceituno joven toda la leche en la boca, mientras gemía con todo el morbo del que fui capaz. El tío se tragó toda la leche. Me giré para ir a la bandolera a buscar unos pañuelos, mientras Dani y Sergio se ponían el chándal. Le ofrecí uno al aceituno, nos dio las gracias y todos nos fuimos.

De camino a casa, metí la mano en el bolsillo del pantalón y me encontré con dos billetes de 20€. En un primer momento, pensé que era broma de Sergio y Dani, pero no, en el momento que todos nos giramos a vestirnos, el aceituno debió aprovechar para meter los 40€ ahí.

Ostias. ¿Nos habían pagado por dejarnos ver? ¿Por dejarle recibir mi leche en su boca sin que tan siquiera me tocara o chupara? No dimos crédito, ni nos sentimos mal. No voy a contar la típica historia de: oh, me siento como si me hubiera prostituido, que mal estoy, porque sencillamente, no nos sentíamos así. Simplemente fuimos a casa, nos dimos una ducha y nos fuimos a un restaurante del pueblo de cena para festejarlo. 40€ por dejarnos ver, a modo de sorpresa, pues bienvenidos sean.

El puente pasó y nos volvimos a Madrid deseando que el verano llegara pronto.

16 de enero de 2014

CAPÍTULO 43: LA SORPRESA

Después de dejar que Guillaume cogiera el autobús, al volver casa, me estaban esperando Sergio y Dani en la cafetería que hacía esquina con mi edificio. Mientras Dani, con una sonrisa enorme, se acercaba a comentarme la envidia y el morbo que le había dado ver al negro dándome por el culo, Sergio tenía una cara que le llegaba hasta los pies. Apenas me dirigía la palabra. Podía entenderlo: una cosa es que de vez en cuando cada uno tuviera sus cosas por ahí y otra cosa presenciar como se follan a tu... a tu... amigo con derecho a roce, digamos. Habían venido para darme una sorpresa y pasar el fin de semana juntos, para lo cual, habían pedido un juego de llaves a mis padres, y como ya eran casi de la familia, pues no había habido problema.

A Sergio no tardó en pasársele el mosqueo, un par de bromas y carantoñas y ya era el Sergio de siempre. Y, entendiendo que ya lo tenían perfectamente hablado, me insinuaron que querían que los tres nos lo montáramos con Guillaume. Les conté toda la historia e insistieron:

- ¿Pero tu te dabas cuenta de cómo te follaba? - decía Dani, que era el más interesado.

Así que, pasado un rato, le mandé un mensaje a Guillaume para que me llamara. Cuando pudo, me llamó y le propuse el plan: 3 culitos para el. Pero lamentablemente no pudo ser, en ese fin de semana no podía encontrar ninguna excusa convincente para dejar a la mujer y venirse a follar a los 3 chavales, aunque me confesó que era muy tentador.
Notaba que Dani y Sergio estaban calentitos y no sabía cómo podía acabar aquello, así que sabiendo que no íbamos a ir a la caseta porque con el frío no se folla igual al aire libre, les propuse que se quedaran el finde en casa, para no tener que abrir las suyas para 3 días, y que ya que hacía frío y, todo hay que decirlo, aquellas casas de playa no están muy pensadas para el invierno, les propuse también que durmiéramos juntos en la cama de matrimonio. Estaba convencido de que con el calentón que ambos llevaban aquella noche pasaría algo entre los tres, algo para lo que no hicieron falta más que un par de cervezas para empezar a soltarnos.

Dani se lanzó a comerme la boca, cosa que me sorprendió, y Sergio se apuntó a un juego de tres lenguas que se encontraban, morreos, besos y sobeteos, mientras nos quitábamos la ropa y nos íbamos a la cama de matrimonio, en la que había puesto un radiador para estar más cómodos.

- Bueno, ahora que Marquitos se ha pasado al lado oscuro, habrá que darle lo suyo, ¿no? - dijo Dani.
- No me he pasado al lado oscuro, me molan ambas cosas... - dije.
- Ya, pero tu antes ibas de activazo por la vida...-contestó Dani.
- Pues igual que tú, jajaja - respondió Sergio.

Y eso era cierto. En el grupo el que siempre había sido más pasivo había sido Sergio, pero habíamos llegado a un punto de versatilidad casi total. Y estaba decidido: esa noche querían mi culo para ellos.

Estando ya en la cama los tres, desnudos y cubiertos con una fina manta, los besos, sobeteos y lenguas siguieron recorriendo nuestros cuerpos y pollas. A mi me habían colocado en el centro y tenía sus manos por todo mi cuerpo, mientras se pasaban mi boca de uno a otro y me levantaban el culo para meterme dedos envueltos en saliva. En esto que ambos se meten el dedo índice en la boca para después llevarlo al culo y follarme, cada uno con su dedo. Me dio un morbo tremendo tener el dedo de cada uno dentro de mi moviéndose casi a la vez, lo que me endureció la polla hasta llegar a un punto de dolor. Sergio se lanzó a mamarme la polla y Dani se fue directo a clavarme su lengua en el culo, como no pararan el ritmo no iba a tardar mucho en correrme, pero hacían lo necesario, las pausas correctas, para evitarlo. Todo era como si lo tuvieran planeado... Dani se incorporó en ese instante, me levantó el culo, y escupiéndose en la polla, me la clavó de golpe. Solté un gemido importante, mitad de dolor, mitad de placer y Dani empezó a follarme con fuerza, mientras Sergio me comía la boca y me pajeaba lentamente. No había nada como tener la polla de Dani dentro de mi, sentirla completamente (sí, entre nosotros solíamos hacerlo sin condón, ya que habíamos llegado a un pacto de siempre hacerlo con condón con el resto de tíos, para después poder disfrutar de estos momentos). Dani me miraba con cara de vicio mientras aceleraba el ritmo y yo le rogaba a Sergio que no dejara de pajearme, hasta que un chorro importante de leche me salpicó todo el pecho (lo que me sorprendió tras el polvo con Guillaume, del que hacía tan sólo unas horas). Tras lo cual, Dani me sacó la polla y se pajeó hasta correrse en mi pecho, lo que Sergio aprovechó para lamer hasta dejarme bien limpio.

Aunque estaba exhausto, la cosa no acabó ahí. Tumbamos a Sergio boca arriba y entre Dani y yo le comimos la polla y los huevos hasta que se corrió en nuestras caras. No se iba a quedar con el calentón... Nos limpiamos con una toalla y nos quedamos dormidos como tres angelitos que nunca habían roto un plato. Curioso. 

13 de enero de 2014

CAPÍTULO 42: ... PUES VAYA PILLADA

La llamada de Guillaume, a pesar de que no lo esperaba, llegó esa misma noche. Estaba tranquilo en casa, viendo una serie, con una manta encima, cuando el teléfono sonó. No pensé ni mucho menos que sería él, pero la pantalla no mentía.

- Qué pasa Marquitos... Oye me he quedado con muchas ganas de follarte, mañana puedo escaparme a tu pueblo y, si te hace, lo intentamos... con tranquilidad...- empezó la conversación.

No me gustaba que me llamaran Marquitos, pero a todo el mundo le daba por hacerlo. Espero entender por qué algún día. Por supuesto que acepté, claro, como no podía ser de otra manera. Había quedado en buscarle en la estación de autobuses a primera hora, por lo visto su mujer iba a estar fuera hasta el medio día, así que tendríamos unas horitas. Al bajar del bus nos saludamos de la forma más hetero y masculina posible: eso me atraía mucho de él, tenía una actitud masculina bastante marcada.

Nada más pasar por la puerta de casa, llegó el desenfreno. Se notaba que Guillaume estaba con ganas porque hasta me comió la boca jugueteando con mi lengua, mientras me iba a desnudando. En esos momentos echaba de menos el calor del verano, no era lo mismo en diciembre, así que se me puso toda la piel de gallina, completamente erizada y pude ver que a él le pasó lo mismo. Ambos olíamos a gel de baño, se notaba que nos habíamos duchado recientemente. Estábamos ya tumbados en el sofá del salón calentándonos con nuestros cuerpos, el suyo totalmente encima de mí, mientras me besaba con cierta pasión. Nuestras pollas estaban duras y hacíamos leves movimientos para que se frotaran mientras nos seguíamos besando. No tardé en bajar a comérsela ni el tardó en buscar su objetivo: mi culo. No iba con prisa, pero se notaba que ansiaba su objetivo. No me dejó chupársela mucho rato, por lo que me volvió a poner boca arriba en el sofá, y levantándome las piernas me clavó la lengua en el agujero de mi culo, que me había intentado asear previamente todo lo bien que pude. Creo que puse los ojos en blanco, sentir su lengua jugueteando ahí abajo me ponía muy malito. Cogió de su cazadora un tarrito de vaselina dilatadora y empezó a meterme sus gordos dedos, siguiendo un ritual que la mayoría de activos solíamos seguir: un dedo, dos, tres, cuatro.... Con cinco ya fue imposible, así que estuvo follándome el culo con cuatro dedos un buen rato. Sentía placer y él lo sabía.

Me quería follar a cuatro patas, así que me puso en esta posición y empezó a meterla con suavidad pero sin parar. Creí que mi culo se rompía. Era lo más grande que había entrado por allí jamás. Solté un grito de dolor cuando noté que me la había metido entera, se me nubló la vista y se me bajó la dureza de la polla. Pero Guillaume la dejó ahí, sin moverla, sin sacarla, sin decir nada. Poco a poco comenzó a mover su polla y, como en otras ocasiones, noté como el dolor se iba transformando en intenso placer. Así, mi culo iba indicándole cómo proceder. Noté que ni de lejos era el primer culo que se follaba, ni el primero que le oponía resistencia. Sabía muy bien cómo hacerlo todo. Al rato, ya me empezó a follar a tope y mi polla se volvió a endurecer con cada embestida que me daba, con cada vez que sus melocotones chocaban contra los míos. Me follaba como un conejo, sin descanso, sin tregua. Y a mi me encantaba.

Se escuchó un ruido, como algo desquebrajándose, pero no le di importancia. Hasta que escuché pasos, giré la cabeza y vi cómo Dani y Sergio contemplaban la escena con la boca abierta. Guillaume también se giró al ver la expresión de mi cara y paró en seco, mirándome. Sergio y Dani soltaron sus mochilas y se marcharon sin decir nada.

- Sigue, joder - le ordené a Guillaume.

Y me siguió follando como si no hubiera un mañana. Cuando le quedaba poco, me dio la vuelta poniéndome boca arriba, me levantó las piernas y me la clavó mientras con una mano me pajeaba con intensidad. Mi polla estaba repleta de líquido preseminal y no tardé en correrme, echando, creo, la mayor cantidad de leche que nunca me había visto a mi mismo. Debió de excitarle tanto ver como mi polla se convertía en una fuente, que aceleró el ritmo y se corrió dentro mi, echando toda su leche en el plástico que envolvía su polla. Cuando la sacó y se quitó el condón, aquello estaba llenito de lefa.
Le ofrecí una ducha conjunta, pero su actitud machorra volvió, con un:

- Bah tío, déjate de rollos, me ducho yo y luego tu, ¡ni que fuerámos novios!- rió Guillaume.

Tengo que reconocer que es la primera vez que me follaban que notaba molestias para andar. "Se te pasará, como a todos", me dijo él. "Tienes un culo de la hostia", dijo también.

Mientras le acompañaba a coger su bus me preguntó por los dos chicos que habían entrado y expliqué quienes eran.

- ¿Y le das las llaves de tu casa a tus amigos? - preguntó extrañado.


Y ahí empecé a pensar. Es verdad, ¿cómo habían entrado a casa?

9 de enero de 2014

CAPÍTULO 41: DE COLOR CHOCOLATE

El año estaba siendo duro, había empezado a hacer un curso de posgrado en la universidad que me estaba exigiendo mucho más tiempo y dedicación de la que inicialmente había previsto. Como estaba un poco agobiado, vi la oportunidad de aprovechar un puente que había en diciembre, así que me compré un billete de tren destino Alicante y me puse en marcha. Me marchaba un miércoles y volvería un domingo, no iba a ser mucho tiempo, pero sí el suficiente para desconectar. Le propuse el plan a mis dos amigos, pero ellos no vendrían hasta el viernes a pasar el fin de semana.

Al estar estudiando me marché un día antes de que empezara el puente, para que el tren no fuera tan lleno como otras veces, y para que me saliera más barato compré tarifa mesa, esta tarifa en la que compartes un espacio para 4 asientos. Cuando me monté en el tren de las 07:20 de la mañana en la madrileña estación de Atocha, aquella fría mañana de diciembre, me encontré con que el vagón iba casi vacío y que hacía mucho calor dentro del mismo. Llevaban la calefacción a tope, así que pronto me quité la chaqueta para quedarme en manga corta. Cinco minutos antes de que el tren saliera, se montó un chico de unos 30 años y se sentó enfrente de mí: también había comprado la tarifa mesa. Prácticamente íbamos sólos: él y yo en un extremo del vagón y 2 personas más en el otro extremo. “Bien”, pensé, “va a ser un viaje tranquilito”.

El chico que estaba enfrente mía era un chico de color, negro, vamos, como decía Dani, del color del chocolate, bastante guapete. Iba vestido con un pantalón vaquero y un par de jerseys gordos encima. Así que con el calor que hacía en el tren empezó a sudar cosa mala, me daba hasta cierto reparo ver cómo sudaba el muchacho. El tren ya había salido y ya habían pasado los encargados a ofrecernos cascos y comprobar los billetes. No habría paradas hasta Albacete.

A los 20 minutos de haber salido, e imagino que sin poder aguantar más, el chico se empezó a quitar los jerseys con la mala suerte, o buena, según se mire, de que al tirar de los jerseys, se le subió la camiseta y yo me quedé embobado mirándole los marcados abdominales y pectorales que tenía. Sin un solo pelo. Al quedarme así como extasiado y levantar la vista con cierto disimulo, pude ver que el negro me estaba mirando fijamente a los ojos con media sonrisa dibujada en su cara, mientras se bajaba la camiseta que se le había quedado enroscada en el cuello.

-      - Hace calor aquí, ¿eh? – dijo en un perfecto español, mezclado con acento de no se muy bien dónde.
-    -  ¡Y que lo digas! – contesté, mientras notaba como mis mejillas se ruborizaban y mi pantalón mostraba lo empalmado que estaba. (Sí, siempre fui de erección fácil).

El chico no dejaba de mirarme con esa especie de sonrisita y, llegado un momento, miró para ver si había alguien cerca y, al ver que no, se subió la camiseta de nuevo:

-     - ¿Te gusta lo que hay aquí? – dijo, pasándose la mano desde los pectorales a los abdominales.
-     - Tienes un cuerpo muy currado… - acerté a decir con tono bobalicón. 

Después bajó la mano hasta el paquete y se estrechó la polla pudiéndome dejar ver lo empalmado que estaba:

-      - ¿Y esto te gusta? – preguntó.
-      - Pues tiene buena pinta, pero mucha ropa encima… - dije, ya tonteando en serio. 

Volvió a mirar a un lado y otro del pasillo y se empezó a desabrochar el pantalón y bajarse la cremallera. Sacó una enorme polla gorda de unos 19cm, circuncidada que culminaba en un glande rosáceo, provocando un curioso contraste con su polla negra. Así me lancé y empecé a pajearle suavemente, pero me frenó:
-      - Aquí no tío, sígueme…

Como podréis imaginar me llevó al baño del tren. Esos minúsculos baños que hacen las cosas complicadas. Nunca fui mucho de baños, no me gustaban, pero esa vez merecía la pena. Cuando entré, me estaba esperando con el pantalón bajado, sentado en el W.C., masajeándose la polla y mirándome desafiante. No lo dudé, me puse de rodillas (menos mal que estaba limpio) y me tragué esa polla que colmaba toda mi boca y parte de mi garganta. Era mi primera vez con un chico de color y aquella polla sabía más fuerte que otras, pero estaba deliciosa. La saboreaba con mi lengua y le daba pequeños mordisquitos, mientras que con una mano le tenía bien apretados esos huevos, que parecían un gran melocotón. Le lamí las pelotas con ansia y volví a la polla mientras el chico gemía cada vez más y comenzaba a expulsar esas deliciosas gotas de líquido preseminal.
Estaba a punto de correrse, lo sabíamos los dos. Me detuvo en seco, me levantó con fuerza y me bajó los pantalones bruscamente para ponerse como loco a hacerme un dedo en el culo, envuelto en su saliva.

-       - Quiero follarte tío… quiero clavártela entera…- decía.

Sin embargo, no le dejé. No me habían follado muchas veces y menos con una polla tan grande y gorda, tenía miedo. A pesar de que me insistió con el típico “iré despacio” o “sólo te dolerá al principio”, al final tuvo que ceder. Me volví a poner de rodillas, me cogió la cabeza con las dos manos y me obligó a mamarle la polla sin piedad ni descanso, hasta que pude notar un abundante chorro de leche caliente que no pude contener en la boca y se me fue escurriendo. Cuando se la había dejado bien limpia, me levantó y me comió la boca con ansia…

-      - ¿Quieres que te haga una paja para aliviarte? – se ofreció.
-     -  Hombre, si me la chupas…- dije.
-      - Paso tío, como mucho una paja… No me va comerla.

Así que me senté en el WC, él se puso de rodillas y empezó su trabajo manual hasta que le llené la mano de leche. Se notaba que lo hacía por puro compromiso, por cumplir, pero que no era lo suyo. Al menos me quedé a gusto y con el calentón quitado.

Cuando nos limpiamos, volvimos al asiento y pasamos hablando el resto del viaje. Guillaume, que así decía llamarse, había nacido en un país de África que no recuerdo donde sólo estuvo de bebé, se había criado en Francia, y desde los 11 años estaba en España. Estaba casado con una mujer y vivían en un pueblo cercano al pueblo en el que yo veraneaba. Afirmaba no ser gay, pero decía que no había orgasmo igual que follarte el culo prieto de un tío o que un tío te comiera la polla. Había ido a Madrid a una entrevista de trabajo, pero no había habido suerte. Además, también cogió el autobús al sur de Alicante y fuimos hablando más tiempo. Había tan buen rollo que me dio su número de teléfono y yo le di el mío.

6 de enero de 2014

CAPÍTULO 40: LOS TRES ORIGINALES

Cada vez que se aproximaba un fin de verano la misma pregunta recorría mis pensamientos: ¿cómo puede ser que cada vez pase más tiempo en este pueblo y a su vez ese tiempo pase tan rápido? Sin darnos cuenta las vacaciones llegaban a su fin y en la estantería nos esperaban los billetes con la fecha impresa de vuelta. De vuelta a la realidad, a la rutina, al estrés, a la gran ciudad. Adoraba Madrid, las cosas como son, pero pensar en volver me ponía el mundo patas arriba. La desconexión a la que llegaba pasando aquellos largos veranos era brutal, me permitía recargar las pilas a tope, sin embargo aquella sensación de llegar a Madrid cada vez se correspondía más con lo que los medios de comunicación han bautizado como "depresión posvacacional".

Era consciente de que esos veranos eternos no podrían repetirse durante mucho tiempo: en cuanto acabara mis estudios y volviera a empezar a trabajar, tendría 15 días o un mes, como mucho, para disfrutar de todo aquello en verano. Sólo de pensar en lo pronto que pasarían 15 escasos días me ponía de mala leche.

Después del trío que nos habíamos montado con Santi, no volví a saber más de él aquellos días. Nos quedaban pocos días y Sergio estaba deseoso de intentar repetir, tanto que incluso llegó a cogerme el móvil sin yo saberlo y escribirle. Santi no contestó. Para mí, estaba claro que quería experimentar, descubrir una sexualidad que llevaba tiempo enterrada en él, y una vez satisfecho, volvería a su vida hetero. Al menos por un tiempo, mientras le fuera posible reprimir sus verdaderos sentimientos.

La última noche la rutina se repitió: Dani, Sergio y yo de cena y posterior borrachera por el pueblo. En esta ocasión era Dani quien estaba con la casa vacía y allí nos dirigimos a terminar la noche. Eran ya las tantas de la madrugada y seguíamos con un par de copas que nos había puesto Dani en casa haciendo el tonto, viendo canales que a esas horas sólo emitían anuncios de contactos eróticos. Chica busca chico, chico busca chica y chico busca chico. No recuerdo exactamente cómo pasó, pero sí que en determinado momento empezamos a ver una peli erótica y estábamos los tres en el sofá con los rabos fuera pajeándonos mutuamente. Era la primera vez que nos lo volvíamos a montar los tres desde aquel día en casa de Sergio...

"De perdidos al río", recuerdo que pensé, y me lancé a comerme la polla de Dani, que poco había podido saborear antes, a lo que, por supuesto, Sergio me siguió y comenzamos a comernos aquel pirulo como si fuera el último helado de chocolate del mundo. Sabíamos del aguante de Dani, así que no era problema darle bien de caña, al contrario, a él le encantaba tenernos ahí y ver cómo nos tragábamos su polla. Poco a poco noté que mi culo pedía guerra, no se exactamente explicar la sensación, pero mi culo pedía follada y empecé a moverlo de forma sugerente, a la vez que con mi mano derecha le metía los dedos a Sergio, pudiendo ver que a su culo le pasaba lo mismo. Dani no tardó en darse cuenta y sin decir palabra, nos ordenó ponernos de rodillas en el sofá y nos fue comiendo el culo e introduciendo sus dedos sin mucho tacto. Era él ahora quien nos tenía a los dos para el sólo. Empezó a follarnos, primero a mi, ya que era donde tenía que tener más paciencia, para una vez estuvo mi culo listo, clavársela a Sergio sin contemplaciones.

Cada vez tenía la polla más dura, notaba como si me fuera a estallar cada vez que me la metía, pero los parones que hacíamos mientras él se turnaba los culos, me hacía aguantar la corrida. Sergio no pudo más, Dani empezó a darle fuerte y sin descanso, hasta que Sergio, que se pajeaba, acabó corriéndose en el sofá. Conmigo fue distinto: Dani me tumbó boca arriba en el sofá, se puso encima de mi, juntó su rabo con el mío y empezó a pajearlos a la vez, mientras Sergio nos comía la boca y nos tocaba. Sentir las dos pollas juntas y el choque de los huevos de Dani contra los míos nos puso muy verracos, y, algo que hacía tiempo que no me pasaba, ocurrió: nos corrimos a la vez, cayendo su leche y la mía esparcida por todo mi estómago, mientras Sergio con su mano la restregaba.
Cuando terminamos me di cuenta de que estábamos sudando como cerdos. Me encontraba cansadísimo de pronto, así que nos dimos una ducha para descansar un poco. "Somos unos putos viciosos", les dije, a lo que sonrieron.


Agostó terminó y, al día siguiente por la tarde, mi tren salió para Madrid. 

P.D. Espero que los Reyes hayan sido buenos con todos vosotros y os traigan un año lleno de morbo y experiencias inolvidables.