29 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 102: ÉXTASIS (Parte 1)

Teníamos algo pendiente que mis amigos no me habían vuelto a recordar, sin embargo me considero una persona cumplidora que si se compromete a hacer algo, más tarde o más temprano lo acaba haciendo. La duda era cómo organizarlo, con qué pretexto, dónde, cuándo y, sobre todo, si él aceptaría. Bueno, lo último era casi lo más fácil, claro que aceptaría Que un niñato de 19 años tan calentón y fogoso como él se negara a tener un rato de sexo con tres tíos que le molaban sería lo más raro que podría pasar. También me asustaba la idea de que la química que siempre había existido entre nosotros tres pasara a depender de un chaval al que sacábamos ya unos cuantos añitos. Decidí optar por el camino fácil, por no dar rodeos. Subí a casa de Óscar y le sugerí si le apetecía echar unos vicios a la consola conmigo. Aceptó de inmediato y, a pesar de que se lanzó a comerme el cuello a los pocos minutos de empezar la partida, conseguí frenarle y dedicarnos sólo a jugar sin nada de sexo. Aquel chaval me atraía mucho, no os lo voy a negar. Si bien es cierto que con Sergio había un deseo, una conexión brutal al follar y un cariño a lo largo de los años, con Óscar era distinto. Era puro fuego, sexo puro y duro. Y del bueno. Su cara de niño travieso, su cuerpo, su inocencia combinada con aquella picardía. En aquel momento quería disfrutar de él antes de que se aclarara sexualmente hablando y se acabara convirtiendo en un 'depredador' más, llegaría un momento en que follar conmigo sería la menor de sus preocupaciones. O eso pensaba yo. 

En mitad de la partida se levantó a por un bar de bebidas y aproveché para cogerle de la cintura justo cuando estaba levántandose y sentarle justo encima de mí, colocando su culo en mi paquete:

- ¿Te molaría que mis amigos y yo disfrutáramos de tu culo a la vez? -dije susurrándole al oído.
- ¿También el rubito? Uffff -suspiró echándome mano al paquete.
- También Dani, sí. ¿Te pone? -dije chupándole la oreja.
- Ya te digo... si ahora mismo te la sacaras podrías clavármela sin muchas complicaciones...-sugirió.
- Anda, trae las bebidas -dije poniéndole de pie y dándole un pequeño azote en el culo.

Sabía que aquello le pondría así de cerdo y me faltó muy poco para dejarme caer en sus redes... pero había que aguantar. Fijamos que la ocasión sería en su casa, ya que las otras casas estaban ocupadas. El problema era que sus padres llegaban a la mañana siguiente, es decir, había que organizar el polvo esa misma noche. Ahora tocaba decirles a mis amigos que lo tenía todo previsto para cumplir con la apuesta y el requerimiento de aquel día en el que perdí al póquer. Cuando quedé con ellos, me sorprendió que Sergio no pareciera muy convencido de la idea. Se quejaba de que el era mucho más pasivo que activo y que, por lo que yo le contaba, lo que quería Óscar es que le folláramos a turnos los tres. Dani le hizo entrar en razón diciéndole que daría tiempo para jugar a muchas cosas y yo le hice ver que a Óscar tampoco le desagradaba meterla, total, lo hacía con chicas. Y conseguimos convencerle. No hubiera tenido el mismo morbo sin él.

Le mandé un mensaje a Óscar para que estuviera preparado y cada uno de nosotros hizo lo mismo. No había más que hablar hasta que llegara la hora convenida. Primero habíamos quedado los tres para ir juntos, lo que a mi me venía peor porque a fin de cuentas Óscar vivía en mi edificio y si le pegaba un grito por el patio interior me oía perfectamente. Habíamos quedado a las diez de la noche y Sergio se retrasó bastante, no era habitual en él, pero me daba que desde que llevábamos haciendo cruising se trataba de la primera vez que lo hacía por compromiso y no realmente por convencimiento. Llegó como cuarenta minutos tarde y ya subimos los tres a casa de Óscar, quien sin dejar nada a la imaginación, nos recibió en unos calzoncillos tipo slip de una conocida marca australiana, marcando paquete y luciendo cuerpazo. Nos recibió con un pico a cada uno y nos pasó al salón, donde había preparado unos gin-tonics. Claro, se me olvidaba que él legalmente ya podía beber. No hubo mucho dejado a la improvisación: Óscar estaba en el lugar en el que quería estar, siendo la putita de tres chavales mayores que él que le ponían la polla dura en medio segundo. Se sentó haciendo hueco entre Dani y mía y nos empezó a comer la boca con lengua, a la par que con sus manos agarraba nuestros paquetes que comenzaban a sobresalir por aquellos pantalones cortos deportivos de algodón que llevábamos. Con tanto frotar y tanta lengua yendo y viniendo, nos pusimos duros en menos que canta un gallo. Sergio miraba la escena medio pasmado, pero algo debió hacer click en su cabeza y comenzó a desnudarse complemente mientras miraba, pasó a situarse delante nuestra entre el sofá y la tele y, poniéndose de espaldas, desafió:

- No quiero que mi culo pase hambre esta noche...
- Joder, vaya culazo tiene tu novio -dijo Óscar mirándome.

Utilizó una palabra que nos dejó instantáneamente congelados a los tres: tu novio. Óscar pareció percatarse de ello, se levantó, cogió a Sergio de la mano y se desnudó. El siguiente paso fue ponerse ambos de rodillas frente al sofá y pedirnos que nos pusiéramos de pie. Nos quitaron los pantalones y los calzoncillos y ambos comenzaron a comerse nuestras pollas, turnándoselas, turnándose sus lenguas y Dani y yo empezamos a besarnos y magrearnos con pasión, mientras teníamos a aquellos dos chicos mamándonos el rabo, compitiendo por ver quién lo hacía mejor. Parecía haberse desatado una guerra entre los más pasivos del grupo. Ese fue el momento en el que dejé de ser consciente de todo y empecé a dejarme llevar sin tener en cuenta tiempo, pensamientos ni razonamientos. Solo disfrutar de aquello. Tardamos poco en irnos al dormitorio principal y casi instintivamente Dani le lanzó a por el culo de Óscar diciendo cosas en voz baja del tipo: joer, lo tienes bien depiladito y abierto...se nota que el Marcos te ha dado buenas folladas, vas a ver ahora lo que es bueno, etc. Yo hice lo propio con Sergio, que estaba, sorprendentemente, bastante cachondo teniendo en cuenta su cara de póquer hacía poco más de dos horas. 

- ¿Pacto? -preguntó Dani.
- Está limpio, solo ha follado con su novia y conmigo -dije.
- Bffff, te vas a enterar -le dijo Dani a Óscar.

Sí, eso significaba que pese a que Óscar era 'nuevo' en nuestros encuentros sexuales de colegas, le íbamos a dejar participar en nuestro círculo bareback (total, yo ya lo había hecho desde que le follé el culo por primera vez). Mientras le comía el culo a Sergio, no podía evitar mirar la polla dura de Dani, de esas pollas que cuando están muy duras marcan mucho las venas y se les endurece
el capullo tanto que parece que va a explotar; me ponía muy cerdo su rabo y no quería perder detalle. Así que agarré a Sergio, que estaba al igual que Óscar de cuatro patas encima de la cama, para acercarle a mi y, mirando a Dani, empezamos a clavarles nuestras pollas a la vez. Buah, que morbo me dio aquella situación, las miradas de vicio que crucé con Dani, situado en paralelo a mi, ver cómo su rabo invadía aquel culo imberbe me la puso tan dura que se la clavé de golpe a Sergio y empecé a follármelo como un animal, al igual que Dani hizo con Óscar. No se cuál gritó más, pero nos dio tan igual (lo mismo que a ellos) que seguimos follándoles, por decirlo así, sin piedad. 

- ¿Cambiamos? -le propuse a Dani.

Y sacando la polla de ambos culos, cambiamos de chico y les seguimos follando durante un rato en aquella cama que no dejaba de chocar contra la pared armando cierto revuelo. Menos mal que no era la habitación que daba al patio. 

- Ahora vamos a mandar nosotros -dijo Sergio.

Y 'obligándonos' a Dani y a mi a tumbarnos boca arriba, en paralelo uno con el otro, se montaron en nuestras pollas cual jinete que cabalga a su potro. No nos permitieron besarnos, ni tocarnos entre nosotros, ni a ellos; pero sí contemplamos la escena de Sergio y Óscar tratando de besarse y jugar con sus lenguas. Su objetivo era ponernos a mil, y lo conseguían, porque cuando a alguno de nosotros le quedaba poco para correrse, paraban, se comían los morros y se sobaban y continuaban cabalgándonos. Estuvimos jugando bastante rato a esa especie de tortura sexual, hasta que Dani dijo que ya le dolían los huevos y necesitaba descargar. De nuevo, volvimos a ponernos de pie, con ellos de rodillas:

- Dadnos un buen lefazo en la cara -dijo Óscar.

Dani me cogió la polla, yo le cogí la suya, y con un movimiento un tanto raro, comenzamos a pajearnos hasta que pocos segundos después nuestras pollas estallaron casi a la vez, poniendo las caras de Sergio y Óscar como una pared negra a la que echas gotelé blanco. Nos fuimos al baño todos a limpiarnos y con la tontería, me di cuenta de que era ya la 1 de la madrugada. Nos acostamos todos en la cama, Dani a mi lado, después Óscar y Sergio; estábamos todos como extasiados y, curiosamente, Óscar y Sergio se quedaron dormidos, con sus pollas morcillas al aire. Dani y yo nos quedamos hablando y, una hora después, decidimos darles una buena "despertá": Dani comiéndole la polla a Sergio y yo a Óscar. Ambos se despertaron al poco de habernos introducido sus rabos en la boca, se les puso dura poco después y comenzaron a besarse entre ellos con desenfreno. Parecía que habían conectado. Nosotros seguimos mamando, Óscar se corrió enseguida, no se la chupé más de 4 minutos cuando me llenó de leche la boca, Sergio tardó un par de minutos más en correrse en la boca de Dani. 

Me fui al baño con Dani a enjuagarnos la boca, mientras habíamos dejado a los "angelitos" durmiendo, ahora ya sí, a pierna suelta:

- Me ha puesto a tope ver al principio cómo se la clavabas a Óscar...-dije.
- Ya sabes que cuando quieras la tienes en tu culo, Marquitos -contestó.

Y sabía que era verdad. Volvimos a la cama y nos quedamos dormidos boca arriba. A nadie se le había ocurrido poner un despertador, siendo ya las 2 y pico de la madrugada. Total, estábamos de vacaciones.

- ¿Hola? ¡Hola! ¿Cariño? ¿Hijo? ¿Hooooooolaaaaaaaaa?

La voz cada vez se oía más cerca. Y cuando me despierto, me froto los ojos y los abro veo a la madre de Óscar en el quicio de la puerta mirando boquiabierta a cuatro tíos totalmente en bolas encima de su cama de matrimonio, con las piernas entrelazadas, restos de corrida en el suelo... Y su hijo, en el medio, abrazado a Sergio. 

Casi nada.




21 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 101: CRUISING CASUAL EN LA MANGA

Habitualmente las vivencias que podéis encontrar en este blog son todas, o la gran mayoría, experimentadas en lugares de cruising ya establecidos o con personas con las que quedo a través de apps, o incluso con mis amigos de siempre. Sin embargo, hay ocasiones en las que el cruising se da casi por casualidad, sin buscarlo. Y eso es lo que nos ocupa en la entrada de hoy.

Cuando hablé con Dani y Sergio acerca de todo lo que había pasado con Paco no le dieron la más mínima importancia y fue algo que me sorprendió, ya que normalmente solíamos hablar de los detalles y mostrar cierto interés por los ligues que cada uno tenía por su lado. Al principio mostraron sorpresa, pero inmediatamente después Dani cambió de tema proponiendo plan:

- ¿Qué os parece si cogemos el coche mañana y nos vamos a pasar el día a La Manga? -propuso.

La Manga (Murcia) no nos quedaba muy lejos, aproximadamente una hora y cuarto en coche por la autovía, y lo cierto es que no iba por allí desde que era bien pequeño. Junto a que a los tres nos gustaba de vez en cuando hacer excursiones, pues la respuesta fue un sí rotundo. No se mencionó en ningún momento el hecho de ir de caza, de ir a ligar o de visitar lugares de cruising por allí, sino simplemente de ir a pasar el día. De hecho, quedamos en no mirar lugares de cruising y dejarlo todo meramente al azar, si es que al final conseguíamos algún ligue. Lo importante era pasar un día juntos. Y estuvimos de acuerdo los tres. Salimos a primera hora de la mañana siguiente, habiendo elegido ir entre diario para evitar las aglomeraciones de fines de semana, que ya de por sí en verano se dan todos los días, con que mucho más en sábados y domingos. Conduje yo con la guía del navegador y bueno, está claro que Murcia es diferente: ¡hacen las incorporaciones a las autopistas hacia la derecha! Era la primera vez que lo veía y pasamos un momento de nervios. Lo que no sabíamos es que La Manga tiene una extensión de más de 30 kilómetros si mal no recuerdo, con lo cual una vez llegamos allí, pasamos bastante tiempo bajando y entrando al coche de nuevo. Hacía bastantes años que no iba por allí, pero lo cierto es que tampoco había cambiado en exceso. 

La Manga da, por así decirlo, a dos mares: el "mar menor", cerrado y con agua bastante caliente, y el "mar mayor", el propio mediterráneo abierto. La parte del agua semi-estancada nos gustó para hacer fotos, pero desde luego para bañarse estaba mucho mejor el mar abierto. Fue cuando nos tumbamos un rato en la playa cuando una de estas apps me sonó. Se trataba de un chapero que me decía que por mi físico podría hacerme un buen descuento o incluso dejarme el servicio de masaje gratis teniendo que pagar solo por el sexo final. Estaba bastante bueno y tenía pinta de cani, que es una de mis debilidades, pero le vi tan desesperado por conseguir clientela que, educadamente, le di un no por respuesta.

Lo interesante del día se produjo a la hora de la comida. Estábamos en Murcia, con lo cual se hacía necesario probar uno de sus famosos arroces con pescado y elegimos, quizá, el restaurante más concurrido que vimos. Más que nada por eso de que si está lleno, por algo será. Tuvimos que esperar unos 20 minutos para una mesa y, casualidades de la vida, nos sentaron al lado de un grupito de 5 o 6 chicos maricas. Maricas porque 3 de ellos lo escenificaban de forma exagerada y 2 parecían más masculinos, además, la conversación que se traían, que todo el restaurante podía oír, no dejaba dudas al respecto. El típico grupito que, ya hubiera sido de heteros, le gustaba hacerse notar. Nos estaban poniendo de los nervios, porque con sus voces apenas podíamos escucharnos entre nosotros, cuando noté que uno de ellos me miraba fijamente. De unos 27 años, piel morena, barbita recortada, ojos marrones, pelo de punta. Con disimulo cogí el móvil, abrí el Grindr y me salió una foto suya signo de ser su perfil. Se describía como "muy pasivo y tragón". Interesante. Las miradas continuaron y comencé a entrar en el juego, ya que del grupito, era de los que me parecían más interesantes. Como no quería pasarme toda la comida calentándome con él, le abrí directamente un mensaje por la app: ¿También miras así de fijo cuando te están follando ese culo tragón que dices que tienes? Le sonó el móvil en la mesa y lo miró, poniendo cierta cara de sorpresa y picardía a la vez. Su respuesta no tardó: Si quieres nos perdemos en los baños y lo compruebas :*, seguido de: me molan con buenos rabos, eso sí. Así que le mandé una foto de mi polla  sin decirle nada, obteniendo por respuesta: ¿quieres que te mire fíjamente cuando me estés clavando tu estaca?, así que respondí: Claro, ver tu mirada de éxtasis me la pondrá más dura aún, pero no me va el rollo de calentarnos por aquí, ¿te hace concretar algo?. Como respuesta, recibí una foto de su culo metiéndose tres dedos, que me empalmó por completo, pero nada más.

Le miré y me di cuenta de que estaban haciendo cálculos para pagar cada uno la parte que le correspondía. Pidieron la cuenta, pagaron, se levantaron y se dirigieron a la salida. "Polvo perdido", pensé, pero al cabo de 10 minutos, cuando ya estábamos tomando el postre, recibí un mensaje suyo a través de la app: te espero en el urinario de la derecha con el culo limpio y abierto, si no vas a venir dímelo que me están esperando.

Me excusé con Dani y Sergio, a quienes no estaba contando nada de lo que estaba ocurriendo, diciéndoles que me había sentado algo mal y que tardaría un poco. Sergio asintió, pero Dani me miró arqueando la ceja y no pude evitar esbozar una pequeña sonrisa que lo dejó todo claro sin necesidad de decir nada. Me sorprendía que a veces la conexión que tenía con él, superaba a la que tenía con Sergio, a pesar de que con Dani follaba bastante menos. Así que me dirigí al baño, entré, me lavé las manos, me puse un poco a tono y entré:

- Ya pensé que no ibas a venir -dijo.

Y me encontré con el tío desnudo de patas abiertas, apoyándose en la pared de enfrente, pasándose la mano por el culo sensualmente, lo que me puso como
una moto, ya que debía de haber estado dilatando. Tenía un cuerpo normal, ni gordo, ni delgado, pero si ligeramente marcado. Y un culo de infarto.

- Toma -dijo, lanzándome un condón de marca rara.

Me desnudé, colgué la ropa en el colgador de la puerta, eché el pestillo, me la meneé un rato hasta que la tuve bien dura y me puse el condón.

- No hace falta que me lo comas, fóllame y clávame ese rabo de toro que tienes -dijo con cara de vicio.

Aquello me puso a mil y le metí el rabo despacio, pero notaba esa sensación que te dice que ese culito quería absorber tu polla enterita porque ya estaba acostumbrado. 

- ¡Clávamela! ¡Vamos, tío! -insitió.

Así que se la clavé de golpe y empecé a darle bastante caña desde el principio, que parecía que era lo que quería. Empezó a gemir bastante según le bombeaba el culo y mis cojones chocaban haciendo ruido, pero se abrió la puerta principal de acceso al baño y bajé el ritmo para evitar hacer ruido. Me estaba dando mucho morbo la situación, pero no me apetecía nada que me llamaran la atención por estar follando en un baño. El tío en cuestión se fue y volví a recuperar el ritmo metiéndosela hasta el fondo con fuerza y sacándola. La bromita de mirarme fíjamente mientras le follaba se había quedado en nada, no era cómodo para él estar girando el cuello, ya que estábamos follando en la postura de a cuatro patas, sólo que de pie. Ambos empezamos a sudar y mi polla entraba y salía tan bien que aceleré más el ritmo y la intensidad de la follada:

- Joder tío, como sigas así, me corro ya -susurró el chaval.

Y, efectivamente, comenzó a pajearse con rapidez y echó toda la leche líquida en el suelo. Seguí follándole hasta que te dijo:

- ¿Prefieres que te la coma y te corras en mi cara?
- No tío, con este culito tan tragón, quiero correrme dentro...-dije.
- Vale tío, préñame... échame tu leche...-empezó a decir (obviamente en sentido figurado, porque había condón).

Y a los pocos segundos me corrí en su culo, de forma bastante abundante según pude ver cuando saqué el condón.

- Tío follas como un animal, cómo me ha gustado -dijo el chaval cogiendo una toallita y limpiándose.
- Gracias colega, tu culazo lo ha puesto fácil -dije.
- Solemos ir a las playas de Calblanque en verano, por si quieres repetir alguna vez...-dijo, sonriendo.
- ¿Intercambiamos móviles? -ofrecí.
- Vale, pero intenta ser discreto cuando me escribas porque tengo novio -explicó.
- Hecho.

No me culpéis a mi. No elijo que vengan a mi los casados o con pareja, allá cada uno con sus engaños y conciencias. La verdad es que disfruté bastante con aquel polvo exprés que echamos en aquel baño. Cuando llegué a la mesa Sergio me soltó una puyita:

- Vaya, si que te encontrabas mal. Has tenido que quitarte la camiseta y ponértela del revés -dijo, serio.
- ¿Qué tal el polvo? -preguntó Dani directamente.
- Joder, ¿tan obvio era? -dije.

Y los tres nos echamos a reír. 



16 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 100: CONOCIÉNDOME, CONOCIÉNDOTE (Parte 2)

No había nada mejor después de echar un buen polvo que te ofrecieran darte un baño en una bañera redonda, no solía ser lo habitual. Normalmente, cuando quedas con un tío para follar y vas a su casa, como mucho te ofrece darte una ducha o asearte rápidamente para que abandones su casa cuanto antes y ya veremos si repetimos o no. Yo también lo hago, aunque si hay buena conexión trato de ser amable y ofrecer aunque sea algo de beber para que haya un mínimo de conversación.

Paco tenía todo estudiado aquella noche, desconozco el tiempo que llevaría preparando aquello, pero todo estaba organizado al más mínimo detalle: desde la cena, pasando por la bebida y postres, hasta la iluminación. Así que es obvio que acepté su invitación para subir a la planta de arriba, en otras ocasiones probablemente me estaría ya visitiendo, pero estaba agusto y nos quedaba aún más rato por disfrutar. Desnudos subimos a la planta de arriba, algo más pequeña que la planta de abajo: una sala tipo almacén, una pequeña habitación con un sofá y una tele y un baño enorme con la ya mencionada bañera redonda. No era jacuzzi ni nada por el estilo, simplemente una gran bañera blanca situada en una esquina del baño y con un imponente espejo enfrente. Estaba pensada para darse baños con tranquilidad, no tenía posibilidad de ducha ni mamparas que protegieran el agua de salirse. No hacía falta. Varias velas adornaban e iluminaban aquel servicio, mientras Paco abría los grifos y esperábamos a que aquella bañera se llenara. De un recipiente que parecía gel de baño, vertió una cantidad importante y aquello se llenó de burbujas de jabón, hasta el punto que pensé que se desbordaría, pero justo cuando iba por el nivel máximo, Paco detuvo los grifos y la bañera aún guardaba unos cuantos centímetros de capacidad: lo justo para que el agua no se saliera al meterse dos cuerpos en ella. La temperatura del agua era bastante caliente para la época del año en la que estábamos, pero lo suficiente para que no se quedara fría en poco tiempo. Primero se metió Paco, sentándose y abriéndose de piernas, y después me introduje yo ocupando el sitio que me habían dejado sus piernas y recostándome en él. Giré la cabeza y empezamos a morrearnos y besarnos jugando con nuestras lenguas y notando cómo su polla comenzaba a crecer de nuevo, estaba claro que tenía más ganas de marcha.

Con una esponja comenzó a frotarme con suavidad por el torso, que parecía privarle especialmente, recorriendo cada centímetro de mis pectorales, bajando hacia la tripa y dibujando el contorno de los pequeños cuadraditos que se me dibujaban... Me miraba absorto y su polla decía que aquello le estaba gustando mucho, así que me di la vuelta, le besé y cogiendo aire empecé a mamársela
debajo del agua. Nunca lo había hecho en una bañera y no lo volveré a hacer, ya que parece que estás masticando jabón continuamente... Mucho mejor en el propio mar o la piscina. Así que le levanté y comencé a comérsela fuera del agua. En un momento, Paco hizo una proposición:

- Marcos, ¿por qué no intentas metérmela?
- ¿Te han follado antes? - pregunté.
- Bueno, mi mujer lo hacía últimamente con consoladores, de menos a más... no me encantaba, pero me ayudaba a correrme antes y pasar el trago -dijo poniéndose rojo.

Era curioso que se avergonzara por eso y no por ninguna de las cosas que llevábamos rato haciendo, pero lo dejé pasar. Lo cierto es que hasta ese momento solo le había agarrado de los cachetes y apenas había trasteado con su agujero, así que me lancé y bajé la mano para palpar con qué me encontraba. Me llevé una sorpresa al notar lo dilatado que estaba, para lo que había presupuesto de él. Empecé a trastear con su culo peludo metiéndole un par de dedos con el único lubricante que proporcionaba el mismo agua con jabón, su cara no era de extremo placer, pero seguí intentándolo añadiendo un dedo más, que forzó en su cara una mueca de dolor. Ante mi parón, me cogió de la mano y me ayudó a que le siguiera haciendo dedos durante un rato. Noté cómo se le bajó la polla, pero no le di más importancia ya que a mi también me pasa a veces cuando me están haciendo trabajitos previos. Cediéndome su sitio, se levantó a coger un condón, así que me levanté también, me la sequé un poco y me lo puse, volviéndome a sentar dentro del agua tratando de mantenerla lo más dura posible. Paco se volvió a meter en la bañera meneándosela y se empezó a sentar en mi rabo introduciéndoselo poco a poco. Su cara era un poema y no paraba de decir: si es que es larga, pero solo un poco más, solo un poco más... Cuando la tuvo totalmente dentro, y su cara estaba más roja que un tomate, empezó a intentar cabalgarme, pero lo hacía tan forzado y tan brusco que aquello tenía poco de excitante, a él de hecho no se le acababa de levantar:

- Marcos... no te enfades, pero vamos a dejarlo, me va más el rollo activo - dijo.
- Sin problema tío, cuando algo no va, no va... -traté de consolar esa cara suya que llevaba la palabra 'decepción' casi tatuada en su mirada.

Así que me senté enfrente suya en la bañera y cogiéndole una mano le animé a que me cogiera la polla, a la vez que yo cogía la suya:

- El reto es pajearnos sin quitarnos la mirada de los ojos y ver quién se corre antes -propuse.

Su polla creció inmediatamente y empezamos a pajearnos mutuamente con una cara de deseo en su cara que lo decía todo. Se mordía los labios sin quitarme ojo y su polla cada vez se ponía un poquito más dura. Pude notar incluso como su leche subía desde aquel peludo par de huevos. Tardó poco en correrse, a mi tuvo que dejarme por imposible, no me corría. No hacía más de una hora desde la vez anterior, y con la semanita que llevaba, una segunda corrida era difícil. Así que él ganó el reto. 

Salimos de la bañera con la piel totalmente arrugada, nos secamos y me invitó a quedarme a dormir. Ya contaba con ello, máxime con las horas que eran. Nos tomamos un par de copas mientras intercambiábamos experiencias de cruising y nos acostamos en la cama de matrimonio. En medio de lo contentillos que estábamos por las dos copas, ya tumbados en la cama, Paco soltó algo que lo estropeó todo:

- Sería genial si tu yo tuviéramos algo serio, más a largo plazo, tengo el presentimiento de que podría irnos muy bien - dijo, abrazándome y quedándose dormido poco después ante mi falta de respuesta.

¿Por qué estropearlo todo con una frase así si todo había ido sensacional? ¿Pudiéndonos pegar buenos polvos de vez en cuando, sin más? No pequé ojo y decidí que lo mejor era marcharme de allí lo más sigilosamente posible, así que cuando el reloj marcó las 5 de la madrugada y Paco estaba dormido hasta las trancas, me levanté, saqué mi ropa y me vestí en el salón. Salí de la casa, me dirigí hacia el coche de mi padre y conduje a casa, donde ya sí, dormí como un tronco hasta las 2 de la tarde del día siguiente.

Cuando me levanté tenía varias llamadas perdidas y mensajes en el buzón de Paco, presumiblemente preocupado. No contesté. Ni ese día, ni durante el resto del verano. Realmente no le contesté ni quise saber más de él hasta la Navidad. 

¿Para qué forjarle a llevarse ilusiones que nunca iban a cumplirse? Decidí que seguir viéndome con él y follando solo haría que su espera fuera más larga, tal y como había pasado no hacía tanto tiempo con Sergio. La historia no podía repetirse y había que cortar por lo sano, Paco tenía que conocer otros chicos, otros hombres con los que, quizá sí, poner en marcha un proyecto en común. Yo no le quería para eso ni le veía de esa manera. Un hombre como el ahora necesitaba experimentar mucho más, conocer su sexualidad bastante mejor, ver cómo funcionaba con otros tíos distintos a mi. Lo que estaba claro es que yo no era ese prototipo de hombre que pudiera culminar su deseo.


11 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 99: CONOCIÉNDOME, CONOCIÉNDOTE (Parte 1)



Las palabras susurradas de Paco dejaban claro que lo que había pasado la madrugada anterior no había sido producto del alcohol, o de un sueño caliente del que te preguntas: ¿fue verdad? No, nos habíamos dejado llevar por nuestros instintos más primarios y disfrutado de aquella noche. Cuando sonó la puerta no supe muy bien cómo proceder, cómo reaccionar, así que me puse unos pantalones cortos de algodón de estar por casa y una camiseta de tirantes, las chanclas y, antes de salir directo al baño, le dejé preparado a Paco un “pack” de ropa de estar por casa.
Me lavé la cara con agua fría varias veces y contemplé mi reflejo en el espejo: Marcos, ¿qué estás haciendo?

7 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 98: UNA VISITA SORPRESA

Había causado mucha controversia en mi casa, se habló de ello muchísimas veces, pero con el tiempo la sorpresa inicial se fue diluyendo. A pesar de eso, a mi padre siempre le quedó la tristeza de no saber qué había pasado para que el compañero con el que llevaba trabajando 15 años, el que venía con su familia todas las navidades a cenar a casa, ese amigo íntimo, hubiera desaparecido. Primero, dejó el trabajó; después anunció que no vendrían a la cena de Navidad y no contestaba a sus llamadas. Tampoco respondían en el móvil de su mujer, que tenía buena relación con mi madre y quedaban para tomar café a menudo. Sí, efectivamente os hablo de Paco, aquel que me arreó un puñetazo en el Moncayo. 

Oír sonar el móvil de mi padre en periodo de vacaciones es algo raro y generalmente portador de malas noticias, lo tiene por tener, como quien todavía tiene un aparato de radio que no usa, pero ahí sigue en la estantería. Lo mismo para el móvil de mi padre en vacaciones. Entonces, cuando aquella mañana sonó y escuché su tono de llamada tan de finales de los 90, me eché a temblar. O se tenía que volver a Madrid. O se había quemado la casa. O alguien se había muerto. Fijo, algo malo. Recuerdo que estaba en la cocina con mi madre cuando sonó y me miró con una cara que parecía corresponder a mis pensamientos. Ella también sabía que no podía ser nada bueno. Y nos quedamos los dos allí agazapados, en absoluto silencio, esperando a escuchar cómo respondía mi padre y qué decía. Sin embargo, mi padre respondió emocionado, alegrado, contento, me atrevería a decir que incluso estaba eufórico. No se oía toda la conversación, pero el tono estaba claro que era alegre. De hecho, mi madre pareció aliviada y comenzó a hablar sin dejarme escuchar la charla con nitidez, solo recuerdo el final:

- Claro que sí, ya sabéis que esta es vuestra casa, os esperamos esta noche encantados. Como me alegro de saber de ti por fin Paco, nos tienes que poner al día de todo -decía mi padre.

Paco. Sólo podía ser un Paco. El mismo Paco que me vio follando en el Moncayo, el mismo Paco que me ofreció dinero por chupármela, el mismo Paco que me conocía desde crío. No había otra posibilidad. El mismo... al que no veía desde, precisamente, aquella anécdota. Siempre supe que el distanciamiento que mostró, el cambiar de trabajo y no dar señales de vida estaba relacionado con lo que había pasado. No sabía todavía los motivos, pero los averiguaría en breve, ya que como mi padre nos anunció segundos después de colgar, esa noche teníamos invitados. Paco y familia estaban en Torrevieja y vendrían a visitarnos. Mis padres estaban muy ilusionados con recuperar una amistad que para ellos había sido tan importante, por saber qué había sido de ellos. Yo, sin embargo, no sabía qué hacer. No sabía si lo más correcto era poner una excusa y marcharme, o enfrentarme a la visita. Más tarde o más temprano