31 de marzo de 2014

CAPÍTULO 63: CUANDO LO INEVITABLE LLEGA.

Durante el fin de semana traté de evitarle lo máximo que pude. Me organicé de tal manera que tuviera planes y pasara el mínimo tiempo por casa posible, así que ese finde dormí en casa de Sergio, aprovechando que íbamos a salir de fiesta por Alicante con mis amigos de verano y, aunque nos traían en coche, era la excusa perfecta para no pasar siquiera por mi edificio y toparme con Óscar. Menos mal que no tenía mi móvil, ya era lo que faltaba.

- ¿Pero en serio se la has chupado al Osquitar? - me decía Sergio - Que es tu vecino tío... Esto va a traer problemas... - siguió.
- Pues sí... me estuvo calentando toda la semana y el viernes ya estallamos - dije.
- Eres un puto imán Marcos, nos conviertes en maricas a todos - dijo riéndose.
- ¡Será que a ti hizo mucha falta convencerte! - contesté para seguir con la coña.

De una coña pasamos a otra y acabamos echando un polvo en su cama. Hacía tiempo que no follaba con Sergio, pero la cosa salió sola, del tirón, como si ningún tiempo hubiera pasado. Y no se si por el morbo de la historia con el vecino o qué, me hizo sacar el rabo de su culo cuando estaba a punto y echarle la leche en la cara. Nos quedamos un rato dormidos y se me abrazó, hasta que llegó la hora de arreglarnos y salir.

El tiempo voló. De pronto era lunes a las 9 de la mañana y tenía que ducharme y subir a darle clase, sus padres volvían esa tarde de Madrid pero las clases iban a seguir. Esta vez cuando llamé al timbre me recibió con los pantalones cortos de fútbol del primer día, marcando rabo:

- No se te ha visto el pelo este finde, ¿eh? - me dijo Óscar sonriendo.

Empezamos y dimos la clase con total normalidad, salvo por que Óscar buscaba cualquier ocasión para provocar roces entre nosotros. Como siempre, en el break, tras dos horas de clase, me fui a la terraza a tomar el aire y después al baño. Al volver a la habitación estaba Óscar tumbado boca abajo en su cama sin nada puesto y con las piernas abiertas, dejándome ver su culo y sus huevos debajo contra la cama.

- Venga Óscar, vamos a seguir... - dije con un tono no muy convencido.
- No me digas que no te apetece relajarte un rato - contestó, a la par que se restregaba con la cama moviendo el culo.
- Óscar... joder... - acerté a decir.

Y el chaval, que debía de haberse visto sus vídeos en el Xtube o lo que fuera, se puso a cuatro patas dejándome ver su agujero y sus huevos colgando.

- Llevo desde hace un tiempo metiéndome un par de dedos cuando me pajeo pensando en que me follas... - dijo Óscar llevándose dos dedos a la boca y metiéndoselos con delicadeza en el culo, hasta el fondo.

No daba crédito, aunque la respuesta de mi polla había sido ponerse dura como una piedra.

- Óscar, no vamos a follar - dije, lo más tajante que pude sonar.
- Pues veo que tu rabo no piensa lo mismo - contestó.

Para mi era todo un dilema. Si no hubiera sido mi vecino, me habría sacado la polla y se le habría metido sin contemplaciones, para que supiera lo que estaba buscando.

- Nene, tu primera vez tiene que ser especial y con alguien que te importe, no follar por follar - dije.
- No se me ocurre nadie mejor que tu para la primera vez - contestó.

Se abalanzó sobre mi y me besó mientras me sobaba la polla por encima del pantalón, por mi cabeza sólo pasaban imágenes de la vez que desvirgué a Sergio y el vínculo tan fuerte que se creó entre nosotros.

Me empezó a comer el cuello, uno de mis puntos débiles, y me dejé llevar. De pronto estábamos en su cama, se metía mis dedos en la boca para envolverlos bien en saliva y me guiaba hacia su culo. Me tocaba la polla, los huevos, me lamía y mordía los pectorales. Parecía que el experimentado y profesional era él, cuando en la realidad era al contrario. Notó que mis dedos eran más gruesos que los suyos e hizo falta echar mano de una crema hidratante que encontramos en el baño para que resbalara mejor. Con uno fue fácil, pero meterle otro a la vez le hacía daño, aunque no debía ser el suficiente ya que su polla se mantenía dura. Me bajé a chupársela un poco a la vez que mantenía los dos dedos dentro de su culo y apretaba para metérselos del todo: "No te vayas a correr ahora, ¿eh?" - le dije, a lo que contestó con un gemido mitad de placer y mitad de dolor al sentir que los dos dedos llegaban al fondo. Le estuve haciendo dedos un buen rato, pajéandole a destiempo, besándolo, a tiempos lo suficientemente espaciados para que no se corriera y cuando creí que estuvo listo, me bajé el calzoncillo, me coloqué en la cama, le puse sus piernas sobre mis hombros y le metí el capullo. No estoy muy orgulloso de esto, pero lo cierto es que pensando en su primera vez y, digamos, que por hacerlo especial para él, fue todo sin la protección debida. Cuando tuvo el capullo dentro, tras unos segundos, echó sus manos sobre mi culo y apretó con fuerza para metérsela entera. Gritó, pero le echó un par y aguantó. Empecé a follarle muy despacio a la par que se la tocaba y, a los 5 minutillos, en cuanto a empecé a darle un poco más deprisa, se corrió como una jodida fuente sin apenas tocarle. Así que saqué el rabo de su culo y me pajeé en su pecho hasta echarle toda la leche encima. Salió manchado, pero era lógico. Así que le invité a darnos una ducha juntos y después se quedó abrazado a mi en la cama durante una horita. 

- Me molas un montón - dijo Óscar con cara de niño bueno mirándome a los ojos.

Lo que faltaba. Me vestí y sin decir una palabra me marché a andar. No pasé por casa ni para comer. Andé 11 kilómetros por la playa sin parar. 

Menudo panorama. 


27 de marzo de 2014

CAPÍTULO 62: MI VECINO ÓSCAR (Parte 2)

No era la única sorpresa que me esperaba aquella mañana, encima del escritorio de su habitación, desde donde mirando por la ventana se veía algo más abajo la mía, había dos vasos de agua. Me llamó la atención porque hasta ese día no los había puesto. Supuestamente era para no interrumpir la clase cuando tuviéramos sed. La mañana siguió normal, haciendo ejercicios y machacando las derivadas e integrales y en el descanso me fui al baño. Al tirar de la cisterna oí un ruido seguido de un “¡Joder!” y salí a toda prisa.

Según él, por accidente se le había caído el vaso de agua encima empapándole los calzoncillos. Imaginaos a un chaval moreno, con slips blancos empapados: se le notaba todo a la perfección y, de nuevo, me quedé mirando. Pues ni corto ni perezoso se quitó los calzoncillos delante de mí: “buah tío, si hay confianza, nos conocemos de toda la vida”, dijo. Ahí estaba su polla en estado normal perfectamente apoyada en ese par de huevos con forma de melocotón colgante. Tan apetecible… y tan prohibida. El cabrón estaba sonriendo cuando levanté la mirada, pero simplemente se dio la vuelta y se agachó para abrir el cajón: ahora el chaval de las narices me ponía en la cara el culo, un culo sin mucho pelo y totalmente blanco que parecía gritar: “fóllame”. 

-      Joder tío, tengo todos los gayumbos para lavar… me voy a tener que quedar así, pero no te importa, ¿no? – dijo.
-      Vamos, que no tienes unos pantalones cortos o algo para ponerte – dije.
-      Paso tío, mazo calor. Venga sigamos, que hay que meterse un poco con los comentarios de texto de lengua – contestó.

Si claro, para comentarios de texto estaba yo ahora. No lo había podido controlar y tenía el rabo duro, pero lo peor es que era evidente. Marcaba bulto. El cabrón, para calentarme más, me ponía la mano encima del muslo, muy cerca del paquete, para decirme que tenía una duda o no entendía algo. Y yo le miraba y no podía evitar mirarle el rabo ahí apoyado en la silla. Terminé la clase como pude y me dispuse a irme.

-      Tío, échate un Fifa conmigo para relajar – dijo Óscar mientras se tumbaba en la cama y cogía los mandos – Pero quítate la camiseta que estás sudando mazo, hoy le pega el calor – remató.

Y como si fuera un dueño a su perro, obedecí, sintiéndome muy raro en esa situación. Tenía a un chaval de 17 años buenorro en pelotas, tumbado en una cama de 90 y yo a su lado tumbado sólo con unos pantalones cortos. Si esto lo ven mis padres luego me hubiera tocado charla en casa fijo. Total, que el chaval me empezó a contar mientras jugábamos que la chica con la que había estado liado le había hecho alguna paja y le había comido la polla, pero que la chupaba muy mal, que le hacía daño porque le clavaba los dientes y que no se la metía entera… También me decía que le daba reparo porque era de los pocos de su clase que todavía era virgen y que el ya tenía ganas de descubrir cosas nuevas. A todo esto, la polla de Óscar no paraba de crecer según hablaba de estas cosas. 

-      Oye, pues dicen que los tíos la chupan mucho mejor… - dijo, mientras se cogía el rabo ya bien duro con la mano derecha y lo agitaba a la vez que me inquiría con una mirada de puro deseo.

En estado de erección era más bonita: alrededor de 15 centímetros con un grosor destacado. No pude aguantar más. Así que sin decir palabra me bajé y me la metí en la boca. No estaba operado y el pellejo no le bajaba, así que aproveché para meterle la lengua por dentro y el cabrón retorcía los pies de gusto y cerraba los ojos. Me centré en comerle el rabo de arriba abajo, con suavidad, pero sin parar. No se cómo explicarlo, pero cuando chupas una polla virgen o medio virgen, se nota en el sabor, en la dureza máxima, en la forma de moverse del tío…Empezó a suspirar muy fuerte y sin decir nada me soltó un ráfaga de leche espesita y caliente en mi boca. 3 minutos había durado. Salí a escupir y a enjuagarme y le dije:
-      Oye, avísame cuando te corras, cabrón. Y dura un poco más.
-      Joder, es que tenía tantas ganas y la comes tan bien…- dijo. Pero quiero más…

Me cogió de la cintura, me bajó el pantalón y con ansia se metió mi rabo en la boca. Se me puso dura de nuevo dentro de su boca, y aunque la chupaba de forma un poco atropellada, me tenía que contener para no correrme rápido. “Quiero probar tu lefa”, me dijo mirándome desde abajo con cara de niño travieso. Y eso me puso burrísimo. Así que mientras se esforzaba por chuparla deprisa, no le avisé, me corrí en su boca y se la tragó. (Ya habría tiempo para charlas de ETS más adelante).

Nos tumbamos en la cama en pelotas y me dijo que le molaba mazo. Que le molaban mis músculos, mi cuerpo, mi rabo… que ya llevaba un par de veranos cascándosela con imágenes mías en su cabeza y cuando nos vio por la ventana, pero que también le iban las tías y que vaya lío. Le dije que no se preocupara, que todo a su tiempo y que nosotros siguiéramos con nuestras clases y nuestros Fifas:

-      Quiero que follemos como follabas con tu pibe aquella vez… - me soltó antes de irnos a mi casa a comer. 

Buah. Flipar no es la palabra adecuada para todo lo que pasó aquel día. Y para todo lo que estaba por llegar.

24 de marzo de 2014

CAPÍTULO 61: MI VECINO ÓSCAR (Parte 1)

Pensad en el típico niño loco por el fútbol, repelente, inquieto y al que siempre le gusta ser el centro de atención montando escenitas a sus padres. El típico niño al que oyes llorar y berrear por la ventana del patio y al que, tú con unos cuantos años más, no soportas ni crees que llegarás a soportar nunca. Ese era Óscar. Mi vecino de un piso más arriba en nuestra casa de la playa que, para colmo, sus padres eran íntimos de los míos y había tenido que jugar con él cuando quedaban para cenar todos por ahí, hace ya unos pocos años. Súmale el hecho de que yo tenía la PS2 y al niño le encantaba jugar al FIFA, pues qué se le va a hacer, había que tragar.

Pasaron los años, me hice más independiente y en los últimos veranos apenas le había visto alguna vez por la escalera o asomado a la ventana del patio. Y aquel día de pronto, llegaron las noticias que mi madre me comunicó al levantarme:

-      Marcos,  hemos hablado con Puri y Manolo y nos han dicho que Óscar ha suspendido la selectividad y buscan a alguien que le eche un mano con matemáticas, biología y lengua y literatura…
-      Ahá – contesté.
-      Bueno, como siempre se te ha dado bien pues les hemos dicho que contaran contigo, te pagan a 18€ la hora y así te sacas un poco este verano…

Sabía que mi madre lo hacía con su mejor intención, pero no sabéis cómo odiaba que hiciera este tipo de acuerdos sin consultarme. Para colmo, ya me estaban esperando los libros del chaval en la mesa del comedor con unas notas de lo que había que repasar. Sí que es cierto que fui bueno en los estudios, pero me seducía bastante poco dar clases a este niño, que bueno, ya tenía 17 años. Y encima para empezar ese mismo lunes, ya que los padres del chaval se iban a Madrid a arreglar papeles de una herencia y digamos que me querían un poco de canguro: 3 horas por la mañana y 3 por la tarde durante esa semana, después 3 horas al día. Eché cuentas y acepté. Para más inri, el chaval comería y cenaría todos los días en mi casa. Qué panzá

Así que bueno… me preparé unas cosillas. Iría a las 10 de la mañana y había que empezar con mates, que la cabeza está más fresca: límites y derivadas. El primer día fue duro, no acostumbraba a levantarme antes de las 11. Me puse un pantalón de chándal corto y una camiseta de tirantes, total… para subir al piso de arriba, lo justo para estar presentable. Llamo a la puerta y me abre el chaval con sólo unos pantalones cortos de fútbol puestos. Apretón de manos, conversación típica introductoria, y una vez roto el hielo, tras unas coñas, le suelto: joder, has pasado de niño que no levantaba un palmo del suelo a un chaval hecho y derecho. Como no podía ser de otra manera, entrenaba en un equipo de fútbol de Madrid y tenía un físico currado. Costaba ver al niño repelente de antaño en él, ahora ligeramente fibrado, con piernas de futbolista duras, facciones marcadas y pelo a media melena.

El día fue largo y acabamos echándonos unos vicios a la PS3 que ahora tenía él, con unas coca colas. Me empezaba a caer bien el chaval. Lo que era mucho mejor porque las clases salían solas.

El día siguiente fue un poco más de lo mismo, salvo por el hecho de que me ponía nervioso cuando le hablaba y me miraba a los labios en vez de a los ojos.  En los descansos me contaba que había estado medio liado con una chica de su instituto, pero que lo habían dejado y sus movidas de adolescentes. Cuando se produjo la primera sorpresa fue el miércoles, en las clases de por la tarde. Al terminar, como se había generado esa especie de confianza repentina, me suelta:

-      Oye tío y a ver si cuando follas con tu pibe en tu habitación bajas la persiana o cierras la ventana, que el patio es pequeño y se oye todo.
-      ¡Pero qué dices! – dije, echándome a reír.
-      Sí, sí… hay veces que se oye y una vez me asomé, tenías la luz dada y se te veía por las cortinas poniéndole fino…

Con lo que soy yo, que no me corto fácilmente, empecé a notar cómo me subían los calores a la cara. No ya sólo porque Óscar, al que le estaba dando clases, me hubiera medio-visto follando, sino por el resto de vecinos. Menos mal que en mi casa no era donde más lo hacíamos, quizá por eso nunca me había planteado a los vecinos como un problema. Pero claro, en verano y con el calor de la costa blanca, pues las ventanas están abiertas todo el día.

También aprovechó para preguntarme que qué hacía para tener los brazos tan fuertes y estar marcado e incluso me hizo quitarme la camiseta para compararnos. Como quien no quiere la cosa me sobó los abdominales y los pectorales, así que para quitarle un poco de hierro al asunto le di unos consejos de lo que hacía en el gimnasio y le dije que a él con el fútbol tampoco le hacía mucha falta, ya tenía un cuerpo definido. Toda aquella situación me pareció un poco de zorreo, pero no quise pensar mal, pensé en dos amigos hetero de buen rollo y ya está.

Pero no iba a ser tan sencillo. La mañana del viernes al abrirme la puerta me recibió sólo con unos slips blancos ligeramente apretados, vamos, marcando ciruelo. No le di importancia, pero se dio cuenta de que me quedé mirando. “Es que me acabo de levantar tío”, me dijo. Y vaya si se acababa de levantar.

20 de marzo de 2014

CRUISING EN LA PLAYA DEL REBOLLO

A excepción de lo que te puedes encontrar en algunas playas de Ibiza, en Sitges o hasta en la playa de Maspalomas en Gran Canaria, nunca pensé que pudiera existir otra playa tan cerca de donde siempre había veraneado que tuviera tanto movimiento cruisinero. Algunos lo llaman incluso "el paraíso del cruising del levante" y no es para menos.

Mapa general de situación de la playa del Rebollo y El Moncayo

Oficialmente la playa se llama Playa de Los Tusales y está situada en el término municipal de Guardamar del Segura, pero al otro lado de la desembocadura del río Segura. También, a un trozo de la misma, se la conoce como Playa Pesqueres, pero el nombre por el que es popularmente conocida es como La Playa del Rebollo.  El motivo de este nombre es el camino que da acceso a la playa y que precisamente sirve para separar los términos municipales de Elche y Guardamar del Segura. 

En negro el camino de acceso. La X indica la zona gay de la playa. El círculo es "El Foro".

Siempre me habían contado que esa playa era una playa nudista, pero jamás hubiera sabido que fuera una playa mayoritariamente de público homosexual y que, además, escondía una pinada a cuyo adjetivo enorme se queda corto, donde se practicaba cruising puro y duro.  

A la playa sólo se puede llegar en coche o en autobús. Queda al lado del famoso camping internacional La Marina y a unos metros de la urbanización Buenavista. Las malas noticias son que hace 3 años suprimieron uno de los aparcamientos, el más próximo a la playa, según dicen, por querer reducir el uso de la pinada como lugar de cruising. De tal forma que el único parking que hay se queda corto en verano y fines de semana, teniendo que recurrir a dejar el coche en urbanizaciones cercanas o dar vueltas hasta que alguien decida irse.
Esta es la variante de la N-332, tenemos que coger el camino donde se ve el coche. Si venimos en bus nos deja aquí, donde el punto kilométrico o enfrente.


Aparcamiento principal a la izquierda.
Tras haber dejado el coche en el aparcamiento o haber bajado de la parada de autobús que sirve la empresa Costa Azul, tenemos que seguir un camino rodeado de pinada y asfaltado de 1,5 kilómetros de longitud hasta llegar a la playa. En este camino ya podrás ir viendo cierto movimiento, aparte de ardillas y otros animalillos autóctonos e inofensivos. Una vez llegamos a la playa, a la que accedemos por una pasarela de madera, tenemos que tomar dirección a la derecha, es decir, hacia el muelle pero sin llegar a él. Veremos un puesto de la Cruz Roja y un chiringuito si es verano. Cuando comencemos a andar pasaremos por varias zonas: zona de familias vestidas, zona de familias y parejas hetero nudistas, hasta llegar a la zona gay, que es mixta (tanto nudista como vestida). La zona gay tiene una extensión de 1 kilómetro o kilómetro y medio, después vuelven a aparecer familias y parejas. La zona gay se identifica, aparte de por lo obvio, por una palmera seca muy característica.
 Incluso en el mes de julio, se realiza la fiesta del Rebollo donde se monta un chiringuito casero con la bandera tricolor y se hacen diversas actividades para pasar un día entretenido. Esta fiesta suele tener lugar el primer, segundo o tercer sábado de julio. A mi personalmente no me gusta la fiesta, pero reconozco que es una buena actividad que mantiene la zona con vida.

Accedemos a la playa por una rampa de madera y tomamos dirección a la derecha, por donde se el puesto de la Cruz Roja de madera.


Una vez estemos en la zona gay ya podremos empezar a zorrear con otros tíos, podremos ver las diferentes estéticas y estereotipos. Y si encontramos alguien interesante, lo bueno se cuece dentro: en la pinada.

La pinada, como ya he comentado, es muy extensa, con lo cual es importante acceder a ella desde la zona gay de la playa, metiéndonos en la pinada e intentando seguir un camino recto, más o menos a donde vaya todo el mundo porque siempre hay mucho movimiento. Si conoces muy bien la zona, puedes acceder directamente desde el camino que sale del parking, pero incluso yo, que domino la zona, me oriento mucho mejor accediendo desde la playa.
La pinada desde dentro
Debido a esta extensión tan vasta, hay una zona de mayor concurriencia que muchos históricos de la zona han bautizado como El Foro: un lugar de carácter más o menos circular y con distintas estancias que parten de caminos cubiertos de pino donde a veces se producen auténticos atascos. No es un lugar para ser discretos, se producen muchas orgías y tríos espontáneos, la gente se queda mirando para ver si puede unirse y hay bastante participación. Si se quiere intimidad, hay que alejarse de esta zona, pero no os preocupéis, la pinada es tan grande que podéis encontrar lugares discretos sin problema.



Así es por dentro.
Dicen que en El Rebollo si no se folla es porque no se quiere. Y es cierto. Siempre tomando como referencia el movimiento que hay en verano, en este lugar puedes encontrar hombres de todos los tipos: adolescentes, jóvenes, chicos normales, chicos de gimnasio con cuerpazos, machos, amanerados, tíos pollones, osos, chubbies, casados, maduros, ancianos, heteros curiosos, parejas... Es que, de verdad, hay de todo. Eso sí, hay una norma no escrita que dice que normalmente follarás con alguien similar a ti. No verás habitualmente a osos con tíos de gimnasio, ni a tíos de gimnasio con ancianos... Puede pasar, pero la gente suele ser selectiva. La única oportunidad se da en las orgías. 



En la pinada la mayoría de tíos van completamente desnudos, sobre todo los que tienen buen material que ofrecer. Pero también se ven tíos en bañador, lo más pequeño posible e incluso camiseta, pero eso ya es menos habitual. El juego de las miradas y los gestos es fundamental, los hay que directamente palpan para ver si hay posibilidad. Hay que tener cuidado con no dar demasiados rodeos, la gente se cansa. 

Desde el aire. ¿Veis lo grande que son tanto playa como pinada?


En mi opinión es el mejor lugar de cruising de la zona. Sin duda. Por cantidad de gente, variedad y acción. Es un lugar de sexo a saco donde no hay lugar a largos preámbulos. Donde puedes follar, mamar, pajear, besar, experimentar en tríos y orgías sin más explicaciones. ¿Lo malo? Quizá que la gente va demasiado a saco y a mi me gusta más el tonteo típico que hay en El Moncayo, por decirlo así, el paso previo. Y descubrir al tío quitándole la ropa. Otro punto negativo que tiene es el bareback sex. Demasiada gente pidiendo sexo a pelo y no me refiero a mamadas, que todos lo hacemos en momentos, si no en penetración. Gente que te rechaza por ponerte condón y te llaman "cortarrollos", adolescentes que no llegan a los 20 y dicen que sólo follan a pelo... Una lástima. 

Desembocadura Río Segura. A la derecha, la Playa de los Tusales o Rebollo.


A la pregunta de... Busco un lugar de cruising porque voy a estar pocos días y quiero follar, ¿qué me aconsejas? Rebollo sin dudar. Total, si tienes coche y no pillas cacho, El Moncayo está a 10 minutos conduciendo, como plan B. Y al contrario. 

¿Dudas, opiniones, consejos? ¡Dejadme un comentario!

17 de marzo de 2014

CAPÍTULO 60: LOS INTENTOS CON RICHO

Con la confianza de los tres amigos recuperada y las cosas de nuevo yendo viento en popa, tocaba devolver nuestras salidas de cruising a la normalidad. Nada mejor para conseguirlo que un poco de rutina: cena en un restaurante chino de uno de los paseos principales del pueblo, un poco de sangría y unos chupitos de distintos licores para animarnos, bajarnos a la playa y poner rumbo a La Caseta. Tenía su magia ir de noche hasta allí: en la parte de playa que iba en paralelo al pueblo siempre había chavales haciendo botellón o parejas dándose mimos, después llegaba la zona de los pescadores que siempre nos miraban y cuchicheaban a nuestras espaldas, después llegaba la zona del camping que estaba más bien vacía de gente y al final ya llegabas a los chiringuitos del Gran Hotel, a su bullicio, para dejarlo atrás y 600 metros después coger la rampa de madera y poner camino a la caseta. Por aquí ya no te encontrabas a nadie a estas horas de la noche. Quizá a alguna persona de las urbanizaciones paseando al perro por pinada, alguna pareja haciendo sus cosas, pero poco más, hasta que subías al mirador de La Caseta y ya empezaba el movimiento.

Aquella noche había una luna enorme que facilitaba bastante la nula visibilidad que suele haber de noche en la caseta: bastantes coches, bastantes personas merodeando, algunos con el móvil, otros con linterna... Dani se perdió enseguida siguiendo a un chaval con el que ya había estado en alguna ocasión. Sergio y yo esperamos hasta que apareció el en su Renault Megane Coupé amarillo. Nos sonaba de haberle visto en Grindr alguna vez, sí, era él: un chico de estatura normal, un poco bajito incluso, de sus 35-40 años, pero con un aspecto muy juvenil, ropa juvenil, pelo de punta y actitud de machote. Todo lo que nos daba morbo. Si algo de raro había en él era que siempre mandaba fotos de pectorales para arriba, nunca para abajo. Y sí, tenía buenos brazos, pectorales marcados, una cara de facciones duras, pero el defecto que nos tiraba un poco para atrás era su tripa. Nunca había visto a un chico con los pectorales tan marcados y una tripa sin marcar, al revés, con ciertas lorzas. Era curioso. Pero aún así nos atraía. 

Richo, por su nick en Grindr que era muy similar, siempre iba con el móvil en la mano, se metía al coche, volvía a salir... Cruzamos algunas miradas, nos hicimos buenos repasos, nos seguimos, pero... no fructificó. Al rato cogió y se marchó. Así que esperamos a Dani, que había echado un polvo normalito, y cogimos el recién estrenado carril bici que va en paralelo a la carretera nacional para volver a casa; de esta forma se tardaba menos que por la playa y era más seguro. 

Al día siguiente me fui con Sergio a la playa gay y, por casualidad, en el bosquecillo donde hay cruising coincidimos con Richo. Con plena luz nos seguía poniendo burros, así que volvimos a repetir tonteo. Parecía que esa tarde tenía más tiempo y llegado un momento en un sitio no tan visible, nos miró y se bajó el bañador quedándose desnudo. Tenía un culazo impresionante y una polla más bien normalita, nos acercamos, le toqué el culo con ganas y nos dijo que nos la quería chupar. Ese día a su pinta de machote se añadía un cordón de oro al cuello que ya me terminó de poner burro. Clavó las rodillas en la arena y nos bajó el bañador. No la teníamos dura aún, pero se las fue metiendo en la boca y no hubo que esperar mucho para tenerlas como una estaca que Richo se iba pasando por la boca. Nos dijo que quería que le folláramos la boca a saco, así que le cogí de la cabeza, se la sujeté y empecé a follársela como si de un culo se tratara. El chico tenía buenas tragaderas, así que Sergio y yo nos turnábamos su cabeza y le follábamos la boca con ganas, mientras Richo se pajeaba. Cuando se comía la polla de Sergio yo me agachaba y le metía un dedo en el culo, que tenía tenso, ya que me apetecía bastante darle una buena follada... pero debe ser que él no estaba por la labor, ya que a mi segundo intento nos dijo: "Tíos quiero que os corráis en mi cara, correos en mi cara a la vez".

Le seguimos follando la boca un rato, hasta que ya nos quedó poco y empezamos a pajearnos cerca de su cara a la par que él sacaba la lengua y se pajeaba con más ganas. Primero fue Sergio quien le soltó un chorro de leche que le dio en la frente y en la nariz, después fui yo que acerté a su lengua, barbilla y pectorales. Y después Richo echó una abundante corrida líquida en el suelo. Nos limpiamos y la cosa no fue a más. Un tío bastante sosainas, para lo que esperaba de él. La chupaba muy bien, sí, pero esperaba un poco más de interacción por su parte... Por lo visto el tío estaba casado y tenía crios, y siempre que podía se escapaba de Madrid para pasar allí tiempo, con o sin la familia. Nos volvimos a encontrar varias veces más, por no decir siempre, en casi cualquier época del año, ya que Richo era todo un clásico. Intentamos comerle la polla o hacer alguna follada, pero siempre nos decía que nos la quería chupar. Así que en alguna otra ocasión le volvimos a dar biberón en La Caseta, tanto yo, como Dani y Sergio. Para más inri resultó ser amigo de mamarracha, incluso los vimos varias veces hablando y demás, pero visto lo visto, repetimos un par de veces y no más. No nos extrañó que fueran amigos, aunque al menos Richo tenía cierta iniciativa. No estuvo mal, pero esperábamos más.

13 de marzo de 2014

CAPÍTULO 59: LA EXPERIENCIA UCRANIANA

Aprovechando que estos días Ucrania está en boca de todos por el conflicto que está ocurriendo, no quería dejar pasar la oportunidad para contaros mi única experiencia hasta la fecha con un tío ucraniano. El relato se remonta al verano en el que ocurrió la agresión y lo cierto es que había caído un poco en el olvido hasta que estos días con Ucrania hasta en la sopa en las noticias, me acordé.

En aquel aburrido verano y tras el enrarecido ambiente que se generó en La Caseta después de la agresión, apareció por allí una pareja de chicos nueva para nuestros ojos. El primer día llegaron en un coche blanco no muy grande y se quedaron dentro, observando. Al día siguiente llegaron a la misma hora y se decidieron a salir: un chico con camiseta blanca, alto, blanquito, con gafas de sol y un cigarro en la mano acompañado de un chico moreno, algo más bajito, fibradete, más joven y más descarado en sus miradas. La sorpresa fue que se separaron: el que conducía, el de las gafas de sol, se sentó al lado de la caseta a fumarse un cigarro y su acompañante, el moreno, se adentró en la pinada con apariencia de ser la primera vez que iba por ahí. No tardó mucho en dar una rápida vuelta, intercambiar miradas con algunos tíos y marcharse ambos en el coche.

Al día siguiente se repitió la misma tónica, sólo que esta vez decidí aventurarme y me lancé a tontear al más puro estilo cruisinero: miradas, guiños, sonrisas... Él me correspondía, pero se sonrojaba y no daba el paso... así que en uno de los terraplenes desde los que se ve la pinada y todo el mar mediterráneo, me bajé a la pinada, a una estancia ligeramente discreta y me lo quedé mirando desde allí. El chico venía en camiseta de tirantes verde claro y un bañador surfero verde oscuro y apretado, traía también chanclas, con lo cual bajar por aquel terraplen de piedras y arena le resultó complicado. Pero bajó y al llegar me recibió con una amplia sonrisa.

Hablaba un poco de español, pero con un fuerte acento típico de personas del este que vienen a España y no se acaban de acostumbrar al idioma. Por lo poco que pude entenderle se llamaba Niama (el nombre completo no sería capaz de escribirlo), tenía 33 años muy bien llevados y le traía su amigo hetero, que era el único que sabía de lo suyo y conocía que en el Moncayo se follaba. Tras una breve presentación de ambos, toda timidez previa quedó atrás y me echó mano al paquete sobándolo por encima del bañador mientras me miraba con cara de vicio. Me quité la camiseta, él hizo lo mismo, me sobó un poco con la mano que tenía libre y cuando notó que la tenía dura, clavó las rodillas, me bajó el bañador y se metió mi polla en la boca saboreándola con deleite, recorriendo con su lengua mi polla, mis huevos, el capullo... No se dejó un centímetro de mi sexo sin lamer. Todo a un ritmo que ni era rápido, ni lento, lo justo para estarme poniendo a mil. No le costaba nada tragársela entera y lo hacía con gusto, además como salivaba bastante la sensación dentro de su boca era totalmente placentera. La chupaba muy bien.

Después de estar un rato chupándomela, se puso de pie y se quitó el bañador, con lo cual ahí le tenía: totalmente desnudo, un cuerpo fibrado, moreno y 100% depilado. Estaba muy bueno, tenía una polla muy estándar, de unos 15cm gordita, bien dura... Se la cogí para pajearle, pero no me dejó seguir mucho rato. Se internó un poco más en la estancia donde estábamos y apoyó sus brazos en dos árboles abriéndose de piernas. Quería que le follara y su culo era más que apetecible: nalgas prietas y duras con un agujero que ya parecía dilatado. Desde luego no era su primera vez. Cogí un sobrecito de lubricante que siempre llevo por si acaso y se lo unté, dándome cuenta de que aquel culo tenía mucha hambre. Devoraba mis dedos sin casi gemir, no fue difícil meterle cuatro dedos tras un rato de juegos previos con menos dedos. "¡Fóllame ya!", pidió, así que saqué un condón, me lo puse tras volverla a tener dura como una piedra, y se la empecé a meter con delicadeza. "Fuerte tío, dale fuerte", pidió desde el principio, con lo que dejé las delicadezas y se la clavé. Lanzó un gemido de placer digno de película porno y tras dejársela dentro un rato, empecé a bombearle con toda la energía y fuerza que pude, ya que veía que le gustaba porque sus gemidos eran mucho más naturales en ese momento.

A los 3 o 4 minutos de estarle dando con fuerza, de sentir como ese culo se merendaba mi polla sin apenas impedimentos, con sudor escurriendo por todo mi cuerpo del calor que hacía aquella tarde y la follada que le estaba pegando, empezó a pajearse y al poco tiempo soltó un chorro de leche abundante y poco espesa en el suelo, gimiendo con intensidad. Esto me puso tan burro que le agarré de la cintura con ambas manos y no paré de darle hasta que me corrí en su culo. Sentí tanto placer de tener mi polla en aquel culo que tan bien se adhería a ella, que me quedé un mini rato con ella dentro, hasta que me di cuenta que su postura era bastante incómoda y saqué mi rabo de su culo, me quité el condón y le ofrecí unas toallitas higiénicas para limpiarnos. 
Niama tenía una cara de relax y satisfacción que debía de ser muy parecida a la mía, de tal modo que, tras vestirnos y tras disiparse los hombres que habían visto la escenita entre los árboles, nos sentamos en la arena y charlamos un rato. 

Niama tenía una situación difícil en su familia y por diversas razones no iban a entender que el saliera del armario, con lo que siempre se veía obligado a recurrir a lugares de cruising para tener sexo. "No siempre hay suerte, encontrar tíos decididos y legales como tú es difícil, por ser del este ya se piensan que soy chapero y nada de eso", me decía un poco indignado. Su gran fantasía sexual era probar la doble penetración siendo él el pasivo, así que fue la ocasión perfecta para hablarle de Sergio y Dani. Pareció encantado con la idea.

Lo cierto es que nunca le he vuelto a ver desde aquel polvazo, no volvió por allí o simplemente no hemos vuelto a coincidir. Lástima.

10 de marzo de 2014

CAPÍTULO 58: LA PAREJA DE MADRID / NÉSTOR Y AITOR



Poco a poco las cosas entre los tres volvieron a su más absoluta normalidad, culminando esta normalidad el día en que Sergio me propuso recuperar nuestra tradición de ir de cruising juntos. Una tarde especialmente calurosa, con un sol apretando bastante, nos dirigimos paseando por la playa hasta la caseta. Antes de subir, nos dimos un baño, tomamos un poquito aquel sol abrasador y una vez secos subimos arriba. El sol estaba ya un poco más bajo, pero seguía abrasando, aquello parecía un auténtico secarral. No había mucha gente, pero ya desde abajo se percibía movimiento de figuras moviéndose entre los pinos buscando tema. Cuando llegamos arriba, dimos una rápida vuelta por los pasillos de arbustos y nos refugiamos en la sombra de la caseta. Entonces nos fijamos en ellos, no era la primera vez que los veíamos, de hecho desde hacía un año era bastante común verles por la caseta e incluso en la playa gay, ya que a menudo coincidíamos con ellos para volver al pueblo en el bus de línea.

A pesar de que nos habíamos visto, como ya digo, nunca había surgido nada, quizá porque surgían otros planes antes de intentarlo con ellos, no se. El caso es que allí estaban, apoyados en la pared de la caseta, con sus móviles en la mano y sus mochilas a la espalda. Eran dos tíos de ventitantos, normaletes. Ambos eran altos y fuertes, Néstor era más rubio, con cuerpo normal y cara aniñada; Aitor era más fuertote, un poco gordito, facciones duras, pelo pincho y morenazo. Nos parecieron guapetes, pero nada del otro mundo para ponernos a follar como locos. No nos decidimos, pero no hizo falta, ya que en uno de nuestros paseos hasta la pinada nos empezaron a seguir. Nosotros sí les habíamos molado lo suficiente para intentarlo. A drede, les tuvimos un rato dando vueltas y los dirigimos a un lugar un poco más discreto, aceleramos el paso para crear un poco de distancia, y al llegar al sitio, Sergio y yo nos empezamos a enrollar. A los 30 segundos aparecieron y al vernos quisieron darse la vuelta e irse, pero les hice un gesto para que se acercaran:

- ¿Qué buscáis? - preguntó Néstor, que parecía más lanzado.

Una pregunta un tanto típica, pero en un sitio de cruising, no puede haber otra pregunta más directa:

- Pasar un rato de morbazo, ¿y vosotros? - pregunté.
- Comerles el rabo a un par de chulazos como vosotros - dijo Néstor.

Sergio y yo nos miramos y nos bajamos el bañador sacando nuestras pollas que ya estaban bastante animadas. La cara de los dos chavales fue de sorpresa y deseo y tardaron una facción de segundo en acercarse, clavar las rodillas en el suelo y empezar a mamarnos las pollas. Néstor conmigo y Aitor con Sergio, después se turnaban y, además, guardaban un as en la manga: lo hacían a dúo. Mientras Aitor cogió mi polla y se la metió en la boca del tirón, Néstor metió su cabeza y empezó a comerme los huevos y, para colmo, Sergio empezó a besarme el cuello, todo ello con la mano de Aitor pajeándole. Nos quitamos las camisetas y empezaron a sobarnos el torso y a comernos los pectorales de forma muy sensual, mientras volvían de nuevo a las pollas. Ambos la mamaban muy bien, sobre todo Aitor, que tan siquiera ponía cara de sufrimiento cuando se comía la polla entera, de capullo a base sin pestañear. Néstor no paraba de pasarme la mano por los abdominales mientras me la chupaba y me estaba poniendo muy caliente... Sergio y yo nos agarramos y les pusimos a los dos a comernos la polla de nuevo, mientras nosotros nos besábamos. Les avisamos de que nos íbamos a correr y nos pidieron que lo hiciéramos en su pecho, así que cuando nos quedaba poco, les avisamos y con un buen trabajo manual consiguieron exprimir nuestra leche en sus torsos con una cara de satisfacción brutal. 

Se pusieron de pie, se limpiaron y pudimos ver que estaban totalmente empalmados debajo de sus bañadores, fui a echar mano del paquete de Néstor, pero no quisieron seguir. Nos ofrecieron unas coca colas frías que llevaban en las mochilas, nos sentamos en una toalla y estuvimos un rato conociéndonos.

Néstor y Aitor eran una pareja que llevaba la tira de años juntos, no desde la adolescencia pero casi. Se veía una complicidad y una ternura en sus miradas que era muy envidiable, entonces, tras un rato de hablar y fijándome en sus anillos y esclavas, la pregunta fue evidente:

- ¿Por qué hacéis esto? - dije.
- Pues porque dentro de unos años no querremos arrepentirnos de no habernos liado con un par de chavales como vosotros: guapos, cachas y encima con unos buenos rabos. Todo lo que hacemos, que tampoco es mucho, lo hacemos juntos, y al veros, pues había que intentarlo - dijo Aitor sonriendo.

Seguimos hablando durante rato y conocían a bastantes tipos de los que os he hablado en el blog, fue curioso compartir motes y experiencias de las mismas personas y ver cómo coincidíamos en la mayoría. Intercambiamos números de teléfono y quedamos en ir a la playa gay juntos al fin de semana siguiente