Carlos,
que así se llamaba, sabía perfectamente a dónde me llevaba. Debía tener allí su
particular sitio de recreo a donde llevaba a sus ligues. Una zona dentro de la
pinada de difícil acceso por donde nadie solía pasar. Estaba rodeada de
arbustos y algunos árboles más altos y había algunos pañuelos usados en el suelo.
-
Para que queden las cosas claras, tengo 16, una polla de 19cm y muchas ganas de
chupártela- dijo Carlos.
El
chico fue claro y parecía que le gustaba dejarme con la boca abierta. Se notaba
que no era su primera vez, ni mucho menos. Y a mí me estaban temblando las
piernas. Se quitó la camiseta y el bañador, se acercó e hizo lo mismo conmigo.
Cuando me empezaba a desatar el bañador, se acercó a mi boca y me besó sin
parar, mientras que con la otra mano empezaba a masturbarme. Así que hice lo
mismo y cuando vi que lo de los 19 cm era cierto, no me faltó tiempo para
agacharme y meterme esa polla en la boca. La tuvo todo el rato con una erección
impecable, muy dura siempre y nos tomamos varios turnos para hacernos
felaciones. Lo hacía de maravilla. Le sobé el cuerpo fibrado todo lo que pude,
desde sus pectorales hasta sus abdominales, por los que pasé mi lengua en
repetidas ocasiones. Cuando estaba a punto de correrme con mi polla en su boca,
se la sacó y no paró de pajearme hasta me corrí en su cara. No me hizo falta
decirle nada. Se le veía una cara de disfrute bestial, así que una vez terminé,
hice lo mismo con él.
Nos
limpiamos y nos sentamos un rato en el suelo a hacernos las típicas preguntas.
Carlos veraneaba en una urbanización cercana al pueblo y venía con su prima a
la playa en moto, mientras su familia se quedaba en la piscina.. Su prima era
la única que sabía lo suyo y por eso le traía. Me dijo que le gustaba más ligar
en la playa que en los sitios de cruising, porque le suponía un reto y que su
primer polvo fue con 13 años. Me dijo que los sábados por la mañana se quedaba
sólo en su chalet y que le gustaría montárselo conmigo en la cama, así que me
dio las señas y quedamos el sábado. Ya era tarde y al salir de la pinada allí
estaba su prima con la moto esperándole. La chica me dio dos besos, me sonrió y
me dijo: "por tu cara veo que lo habéis pasado muy bien en vuestro...
paseo... ¿no?" Y se echó otra sonrisa. Carlos y yo nos despedimos con un
apretón de manos, se montó en la moto y antes de irse me dijo: "no me
vayas a dejar con hambre todo el fin de semana, ¿eh?".
Así
que me fui a casa, comí y me eché una de las mejores siestas que recuerdo.
Había sido la primera vez que había ligado allí y me había encantado. Me pasé
toda la tarde deseando que llegara el sábado y me bajé al ciber a ver cómo se
llegaba a la urbanización.
Me
olvidé del cruising hasta que el jueves por la tarde me acordé de que Dani
volvía el fin de semana.
Bueno... No hay mal que por bien no venga.
ResponderEliminarSaliste con el rabo entre las piernas el día anterior por los pescadores, y a dia siguiente te pesca uno con un rabo de 19 entre las piernas.
:-)