15 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 1: ¿CRU..... QUÉ?

Nunca antes recordaba haber escuchado esa palabra. Recuerdo que hace tiempo, a mediados de la década de los 2000, en mis años de fiestas por el barrio gay por definición de Madrid, mis amigos de entonces hablaban de ello, pero yo nunca parecí enterarme. Oía comentarios del tipo: "hay un bar donde te puedes meter a una sala y estar con unos y con otros". Sí, claro, conocía los cuartos oscuros, aunque nunca me llamaron poderosamente la atención.

Solía veranear en un turístico, pero pequeño pueblo de la Vega Baja de Alicante, Mi obsesión, recién entrado en la veintena, era descubrir sitios de ligue gay por la zona, pero era imposible. Todo se remitía a Torrevieja, Elche o a la propia Alicante. Y un servidor, que entonces no tenía coche ni carné, lo descartaba por el pésimo servicio de transporte público de la zona: pocas frecuencias y el último servicio hacía mi destino de veraneo era a las 21h. Demasiado pronto.

Ventajas de la era digital y tecnológica, cuando regresaba a Madrid siempre buscaba por internet. Pubs, bares, saunas.... "Algo tiene que haber", ese era mi pensamiento. Pero nada, las pocas cosas que encontraba eran mentira. Por ejemplo, un conocido pub situado en una importante calle paralela al Paseo Marítimo se describía como "gay-friendly". Al encontrar esto, ardía en mi un deseo de que llegara un puente o unas vacaciones para volver y comprobarlo. Lamentablemente, siempre pasaba lo mismo, no se correspondía con la descripción. No muy lejos de allí, una pareja gay abrió un bar con sus banderas arco-iris y demás, pensando que serían la referencia del público gay del pueblo. Duró un año y medio.

Mi destino vacacional es familiar, en verano los madrileños lo atestamos con nuestra presencia y lo que menos queremos es que algún conocido nos vea en un pub gay. Allí se tenía que llevar otra cosa. No todo podía ser irse a ciudades cercanas. La gente quiere echar un polvo sin tantas complicaciones. Y de repente, una noche de julio de luna llena, me encuentro por casualidad en el Paseo Marítimo, hasta la bandera de gente, con un amigo con el que solía salir de marcha tiempo atrás en Madrid, al que le comento mi problemática.

- ¿Es que no conoces los lugares de cruising de la zona? Dijo él, sorprendido.
- ¿Cru... qué?


A tenor de su expresión, mi cara debió ser un poema. 

1 comentario:

  1. Muy buen comienzo :-)
    Realmente muchas veces resulta desesperante encontrar sitios/locales que encajen minimamente con uno, ya sea por tipología del local, de quien lo frecuenta, zonas y sobre todo en horarios compatibles. En mi caso, aún no he encontrado el lugar/local perfecto que cumpla las cuatro condiciones. Si no falla uno, fallan dos. Pero bueno, es lo que hay.

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