Estar a finales del mes de mayo suponía, como siempre, que se acercaban las fiestas patronales del barrio. Por supuesto, no eran nada del otro mundo: una parte del recinto se destinaba a instalar una serie de atracciones de feria que viajaban de barrio en barrio y de pueblo en pueblo. Solían ser la zona más concurrida de las fiestas, sobre todo la atracción de los coches de choque, absolutamente dominada por los malotes del barrio y de los diferentes colegios e institutos de la zona. Cosa que no ha cambiado mucho, por cierto. La otra parte del recinto se destinaba a instalar un escenario grande donde, además de tener lugar el clásico pregón a cargo del concejal de turno, actuarían los alumnos de las distintas academias de baile del barrio, humoristas, cantantes y grupos locales (la mayoría de rock) y según en qué ocasión, grupos de cierto renombre. En aquella ocasión estábamos todos muy nerviosos porque venían a actuar Miranda Warning, un grupo de indie español que se puso muy de moda a comienzos de los 2000 y cuyo éxito fue tan fugaz como sus comienzos.
Para los chavales de nuestra edad ir a las fiestas del barrio suponía todo un acontecimiento social y de popularidad; para los malotes suponía la época perfecta para marcar el territorio de cada grupo y meterse en peleas por demostrar ser los más machotes de la ciudad. Al finalizar las fiestas, solían ser portada de algún medio de comunicación local por haber acabado alguno de ellos en el hospital.
El caso es que lo que más me fastidiaba es que siempre coincidían con los exámenes finales del curso y con los últimos trabajos, es decir, justo el periodo en el que más tiempo para estudiar necesitas y menos tiempo para distracciones te dejan tus padres. La relación con Fer seguía normal, salvo que insistía de sobremanera en que fuera a su casa con distintos pretextos o hacía por encontrarse conmigo en el baño, se seguía empalmando en clase... e incluso, me llegó a ofrecer pajearles a él y a Iván en su casa, porque según Fer, Iván también era colega, tenía buena polla y los colegas se pajean viendo porno con absoluta normalidad. Sin embargo, fui fuerte y decidí concentrarme en lo que tenía que concentrarme. Hasta que las fiestas llegaron, claro.
El día fuerte era el sábado. Ese día era el elegido para la actuación del grupo que indiqué anteriormente y el recinto estaba a reventar, nada comparado a la actuación del viernes a cargo de un grupo local que nadie conocía. Los malotes ya bebían alcohol con total normalidad, algunos fumaban porros e incluso tomaban otras sustancias de las que fardaban con el resto de la gente. Eso, y es triste decirlo, les hacía guays. Les hacía respetables. Así que a la hora en la que los acordes de la canción más conocida empezaron a sonar, los distintos grupos de malotes estaban ya bastante desfasados y tratando de ver quién llamaba más la atención.
Una vez terminado el concierto, los aplausos y el clásico canto que les pedía otra canción, todos fuimos desapareciendo del recinto musical y trasladándonos a la feria, donde aparte de las atracciones, estaban las barras de bar y los puestos de comida de varios tipos. Mis amigos estaban decididos a montarse en una atracción novedosa que se llamaba "la uve", pero a mi no me hacía ninguna gracia, ya que nunca me he fiado en exceso de la seguridad de estas atracciones, con que una nueva... Así que aproveché para encontrar un sitio donde poder mear. Eso era toda una aventura, porque no instalaban WC's móviles como ahora, así que nos íbamos al polígono industrial colindante y en una de sus calles, entre los contenedores enormes de deshechos, meábamos. Me fui un poco más lejos a mear y empecé a hacerlo de forma tranquila cuando extrañamente cerca de mi, alguien susurró:
— Vaya chorrazo, chaval.
Me giré y allí estaba Fer, que no se de dónde habría salido, apestando a alcohol.
— ¿No te importará que eche un 'meo' aquí no? —dijo, desabrochándose la bragueta y sacándose la polla.
No me dio tiempo a responder, ya que inmediatamente empezó a orinar justo a mi lado. Me metí la polla dentro del calzoncillo y me quedé allí contemplando a Fer mear. Fer estaba mojando la pared y no me quitaba ojo mientras, en las últimas gotas, más que mear se empezaba a pajear y a ponérsela morcillona.
— ¿Te molaría...? —empezó a decir.
Sin embargo, una voz demasiado cercana nos interrumpió.
— ¡Qué pasa chavales! ¿Echando un meo? —dijo Iván, el fiel malote escudero de Fer.
— Ya ves, tío. Con las cervezas es que se mea mazo —dijo Fer.
Pese a lo que podría parecer, Fer no se guardó la polla debido a la presencia de su amigo. Siguió con la polla fuera meneándola durante un rato, mirándome a los ojos y mis ojos mirando a su polla. Iván, que era un chico alto, delgado, con el pelo a estilo 'tazón', rubio, ojos verdes y no muy avispado, empezó darse cuenta de que allí pasaba algo más. Ellos hablaban mucho, probablemente ya sabía que le había cascado una paja a su amigo el otro día. Se acercó a la pared, por mi lado izquierdo, se abrió la bragueta, se sacó una fina y larga polla y empezó a mear. Giré la cabeza y me quedé contemplando la polla de Iván, que también me miraba con aquella cara que parecía decir: "sabes que te gusta". Cuando me di cuenta, Fer se había puesto pegado a mi por el lado derecho, de forma que me habían hecho un sandwich. Al bajar la vista, vi su rabo duro:
— ¿Te acuerdas de ella? Pues no se corre desde aquel día...—dijo Fer.
No pude más que asentir, sin poder decir palabra. Pero mi boca empezaba a producir saliva de una forma exagerada. Ya no escuchaba nada, lo que quería decir que Iván también había terminado. Así que giré la cabeza y vi aquella larguirucha polla empalmada:
Lo dije por cumplir, si bien es cierto que era larga, de unos 18 centímetros, era muy fina y poco proporcionada. Iván no dijo nada, miró a Fer y se pegó más a mi. Estaba muy nervioso ya por aquel momento y creo que era evidente que me temblaban las piernas y que el corazón se me iba a salir por la boca de lo rápido que latía. A pesar de haberle cascado una paja a Fer, seguía teniéndole mucho respeto y cierto medio a las represalias, pero el morbo de la situación me mantenía allí.
Fer cogió mi mano derecha, sin decir palabra, y la puso alrededor de su rabo, tal y como hizo en su casa días atrás. Y yo, de nuevo, me dejé llevar. Con su mano por encima de la mía, empezó a marcar el ritmo de la paja.
— Coge la mía también —susurró Iván en aquel momento.
Y con mi mano izquierda cogí la polla de Iván y empecé a pajearle al mismo ritmo que me había marcado Fer. Era más fácil si les pajeaba al mismo ritmo, porque marcar un ritmo distinto con cada mano se me hacía del todo imposible. En cada mano tenía una polla distinta, a cada cual más dura y caliente que la otra.
— ¿Por qué no nos la chupas? —dijo Iván.
— Sí, tío, haznos una mamada —dijo Fer.
Solté sus pollas, me puse de frente a Fer y de espaldas a Iván y miré al suelo, encharcado por el orín que los tres habíamos echado a la pared y que había desembocado en el suelo colindante.
— Pero...—empecé a decir, sin mucho éxito.
Sin esperarlo, unas rodillas con fuerza golpearon mis piernas por detrás, haciéndome caer arrodillado con la fuerza de unas manos que cogían mis hombros y presionaban hacia abajo. Las de Iván, claro. Es decir, en apenas dos segundos mis ojos estaban a la altura de la polla dura de Fer. Empecé a salivar de nuevo y de forma inconsciente me relamí los labios.
— El otro día el maricón me lamió el dedo que me había pasado por el capullo, le va a gustar —dijo Fer, mientras Iván reía.
No me decidía, por los nervios, que me tenían paralizado y sin voluntad.
— Vamos, abre la boca —dijo Fer.
Abrí la boca medianamente y la polla de Fer lo inundó todo, embriagando mi paladar. Empecé a mamársela con su mano cogiéndome de la cabeza y medio ahogándome de las embestidas que daba. Traté de saborear y lamer toda su hombría y a mi izquierda, Iván miraba y se pajeaba contemplando la escena. A pesar de esto, Fer no me soltaba, no me dejaba probar la polla que Iván estaba deseoso de ofrecerme... Así que continuó mirando sin abrir la boca hasta que no se pudo controlar y se corrió allí, al lado nuestra. No pude ver cómo era la corrida de Iván, solo pude escuchar como su lefa impactaba contra el meado suelo. Fer seguía empujando mi cabeza:
— Ya casi, ya casi... sí... con más saliva... traga tío, la lengua, sí, así, así...—susurraba Fer.
Sabía que estaba cerca de terminar, así que traté de pasar mi lengua por todo su rabo y me permitió bajar unos instantes a lamerle sus peludas pelotas. Me metió la polla en la boca de nuevo, empezó a follarme la garganta y antes de correrse me empujó hacia detrás y con una brevísima paja de 10 segundos se corrió abundantemente en el suelo, eso sí, sin quitar su mirada de la mía. Me quise poner de pie, pero Fer dio órdenes a Iván para que no me dejara, mientras se restregaba la mano por el capullo para limpiarse lo que no había derramado en el suelo:
— Sácatela y córrete —dijo Fer.
— Pero tío... —quise decir.
— Vamos, joder, la tienes dura, se te ve. Córrete, te digo —insistió.
Ese 'joder' que Fer pronunciaba no era una palabrota cualquiera, el tono con el que lo hacía quería decir siempre: 'o lo haces o te meto un puño'. Esa era su particular forma amistosa de pedir las cosas.
Así que me saqué la polla y me pajeé mirando el rabo de Fer, sin prestar atención a Iván. Llevaba con la polla dura desde que antes de la llegada de Iván y con tanto morbo me corrí en minuto y medio, de la forma más abundante en la que me había corrido hasta ese momento.
— ¿Ves? —le decía Fer a Iván— te dije que el maricón este la tenía grande, como nosotros.
— De esto chitón, ¿eh? —fue lo único que dijo Iván, en tono de advertencia.
Se despidieron con un "nos vemos" y se largaron de allí. Me puse de pie, me limpié como pude y regresé a las fiestas. Me disculpé con mis amigos y me fui a casa. Era ya bien entrada la noche y mis padres estarían acostados. Eché los pantalones a la lavadora, me metí en la cama y me casqué otra buena paja mirando el techo, pero viendo en mi mente lo que acababa de suceder.
Aquellos tres primeros días después de aquel fin de semana no fui a clase. Operaban al hermano de mi padre, mi tío y padrino, de una cosa bastante seria y estuvimos acompañándole. Pero al volver a clase aquel jueves todo había cambiado. Llegué tarde y todos me miraron al entrar con cara seria. Nadie me había dicho nada. Mi mesa y la de Fer estaban vacías e Iván no se dignaba ni a mirarme.
Os podéis imaginar todo lo que pasó por mi cabeza en esos momentos: ¿lo habrían contado? ¿Habría ido Fer poniéndome de maricón delante de toda la clase? Empecé a sudar incluso antes de ocupar mi sitio, pero nada más lejos de la realidad. En el recreo que me enteré de todo. Fer estaba expulsado lo que quedaba de curso y no sabrían si le admitirían al siguiente.
La rumorología dijo que le pillaron en los baños forzando a un chaval de otra clase a hacerle lo mismo que yo le había hecho el fin de semana anterior, con la diferencia de que yo lo hice gustándome y este chaval forzado. Sus amigos malotes decían que Fer estaba meando en el urinario y este chaval se puso de rodillas, le suplicó chupársela y en ese momento entró un profesor. Por eso nunca tuve claro si contar esta historia o no, por un trasfondo un tanto serio que hay detrás y en el que no voy a entrar en detalles, más allá de lo ya contado.
Fer nunca volvió al colegio, nunca se supo si por decisión propia o ajena. Iván y sus secuaces duraron un curso más, después la mayoría optaron por empezar algún módulo de grado medio o comenzar a trabajar de aprendices en garajes y tiendas de aluminios.
Hoy en día la mayoría de ellos, incluido Fer, están casados y tienen hijos. Quizá nunca más volvieron a tener sexo con tíos, quizá simplemente fue la curiosidad adolescente.
¿Y vosotros? ¿Habéis sufrido en vuestra adolescencia o infancia algún tipo de acoso, ya sea del tipo sexual o de otro? ¿Qué experiencias tenéis con este tipo de 'abusones'?
¿Y vosotros? ¿Habéis sufrido en vuestra adolescencia o infancia algún tipo de acoso, ya sea del tipo sexual o de otro? ¿Qué experiencias tenéis con este tipo de 'abusones'?
Joder, pues visto lo visto qué lástima que no "abusaran" también de mí de esa forma...
ResponderEliminarUn abrazo, Marcos.
Pablo G.
Lástima, depende. En mi caso fue algo prácticamente consentido, en ningún momento me sentí obligado a hacer nada porque el morbo me animaba a ello. Pero cuando escuché que habían forzado a otro chico, que de gustarle las pollas no tenía nada, se me dio un vuelco el estómago.
EliminarEn el instituto no llamaba la atención, sólo era es chico alto y borde que iba al conservatorio pero fue precisamente ahí donde tuve mi primera experiencia con un tío, era un chico de 20 cuando yo tenía 15 y que estudiaba trompeta si mal no recuerdo, que me abordó en los baños del conservatorio, me la chupó hasta que me corrí, se hizo una paja y se fue sin decir nada. A decir verdad había algunos del instituto que me ponían pero como daba la casualidad de que me parecían todos gilipollas nunca di pie a nada.
ResponderEliminarAbrazotes.
Pues empezaste bien pronto, ¿eh? A los 15 años en los baños es algo precoz, jeje.
EliminarPensaba que la razón por la que no habías contado esta historia antes fuese otra, tipo que tuvieses un rollo con él o que El Peque o El Cata estuviesen involucrados. Me ha sorprendido que Fran fuese expulsado poco después :O. Y lo del trastorno no lo he entendido. ¿Un trastorno detrás de quién, tuyo propio de una paranoia o de Fran?
ResponderEliminarY experiencia mía sí, harán ya unos 8-9 años un vecino en la piscina del edificio empezó a tocarme en medio de la piscina y a enseñármela, él es 1 año mayor que yo.
Ansiado estoy para leer lo siguiente que viene.
Muchas gracias, Marcos.
James
Hola James! La verdad es que no entiendo tu pregunta, ¿a qué te refieres con eso del "trastorno"? ¿Y quién es Fran? Mira que te lías con los nombres! ;)
Eliminar**Fer. Me lío un poco sí xD jajajaja. Pues que en las últimas líneas nos dices la razón por la que no habías contado esta historia: "Por eso nunca tuve claro si contar esta historia o no, por un trasfondo un tanto serio que hay detrás y en el que no voy a entrar en detalles, más allá de lo ya contado." No entendí lo de trastorno, ¿a qué te referías? :S
EliminarJames
Trasfondo, ¡no "trastorno"! Jajaja. Pues es lo que cuento al final, a Fer le expulsaron del instituto por, supuestamente, haber forzado a un chaval contra su voluntad a hacerle una mamada. Pero prefiero dejarlo ahí sin dar más detalles.
EliminarYo estuve en varios colegios sin problema pero el instituto lo empecé de nuevas. Básicamente me hicieron el vacío todos los años que estuve, pero el hecho de tener problemas familiares bastante más graves me hizo ver todo con otra perspectiva, con menos importancia digamos. No tengo una pluma exagerada, pero la voz se nota más o menos así que el "maricón" lo tuve de primeras, y se sumaba el hecho de que por aquella época empezaba la fiebre de la ropa de marca como símbolo de estatus, cosa que mi humilde familia no podía satisfacer jeje (por cierto que según tu post eres de mi misma quinta, yo he subido a la "tercera planta" este año...).
ResponderEliminarYo soy bastante independiente por naturaleza y siempre tuve claro que no me importaba para nada la opinión de una gente que no conozco de nada y con la que comparto obligatoriamente no más que unas horas al día, pero entiendo que haya gente más débil que pueda sufrir por esto. En mi opinión el tema del bullying debería orientarse más a crear amor propio en el acosado y técnicas de defensa personal que en intentar cambiar a los demás. Siempre seremos una minoría por naturaleza así que hay que adaptarse al medio.
Dicho todo esto, es una época de la que prácticamente no recuerdo nada (el año pasado mi cerebro tardó tres días en ubicar a una persona que ví en el bus como compañero de aula y ni siquiera recordé su nombre) y a la que no me gustaría nada volver, a pesar de tener problemas de otra índole ahora, me encuentro mucho mejor física y mentalmente ahora que entonces.
Besos cuídate.
Lo de la ropa de marca también causó estragos en mi instituto, con decirte que al final optaron por establecer uniforme como algo obligatorio para tratar de acabar con tata tontería por las marcas. Lo cierto es que aquellos que cambiaban de instituto y venían de nuevas siempre eran recibidos con cierto escepticismo, pero bueno, se acababan adaptando. Y sí, coincido contigo en lo del bullying y tratar de inculcar más amor propio en los afectados, pero siendo aún más severos con los 'infractores'. El tema del bullying se pasa muy de puntillas y en ocasiones los profesores prefieren hacer la vista gorda y dejarse de problemas.
Eliminar¡Gracias por tu comentario!
Pese a la situación de abuso, no deja de ser una experiencia morbosa excelentemente explicada como no podía ser de otra manera.
ResponderEliminarEn mi experiencia personal, aún habiendo tenido muchos números para haber sufrido abusos de los malotes, como clan,(bajito, feo, tímido, apocado, inteligente, gafotas,etc...) nunca los he tenido en contra, sino casi diría que al contrario. Me respetaban. Que no quiere decir que puntualmente alguien se metiera conmigo, claro.
La situación de abuso es morbosa por dos razones: que yo me dejara hacer porque me daba morbo todo aquello y que supiera que no me iban a pegar por las amistades que tenía. Sin embargo, en otros casos más forzados creo que son situaciones que han de atajarse y de las que los profesores prefieren pasar muchas veces. Lo que es una pena.
Eliminar