Todo tiene sus épocas en la vida, todo son ciclos o temporadas en las que nos apetece hacer unas cosas más que otras. Eso me había pasado a mi hacía algunos años con la noche madrileña, que de tanto salir por ella todos los fines de semana me acabó causando tanto tedio que no la he vuelto a oler más que en ocasiones especiales. Un par de años atrás habíamos salido por el ambiente alicantino y, aunque me lo pasé bien, no me pareció nada del otro mundo. Con todo esto, como comprenderéis, no me causaba especial emoción conocer el ambiente de Torrevieja, bueno, mejor dicho, La Mata. Si el de Alicante no estaba mal, pero no era para tirar cohetes, ¿qué me esperaba en los 3 o 4 pubs que había por Torrevieja y sus pedanías? Unos conocidos del Rebollo nos habían animado muchas veces a conocer el famoso pub Boys del que todos hablaban y que solía hacer pequeñas fiestas en verano para animar la noche. También nos hablaban de una discoteca de ambiente murciana y algún otro pub torrevejense de cuyo nombre no me acuerdo. El caso es que como últimamente iba al Rebollo más solo que la una, este grupito de conocidos me venían a saludar diariamente y al final acabé compartiendo playa con ellos. Me daba reparo, ya sabéis, porque no pensaran que eran algo así como mi segundo plato ahora que no estaban ni Dani, ni Sergio. El caso es que aquel día no paraban de hablar de lo bien que se lo habían pasado la noche anterior en "la fiesta del semáforo" del Boys.
- Pero a ver, Marcos, ¿por qué no te animas a conocerlo? -me preguntó uno de ellos.
- No creo que sea mucho mi rollo, ¿no? No me convence realmente...-respondí.
- Tío, ahora en verano es el Rebollo nocturno. Si te gusta esto, te gustará aquello. -insistía.
- Pues no tiene nada que ver, ¿no? Aquí tienes la playa, el cruising...-dije.
- ¡Y allí el cuarto oscuro! -gritaron dos de ellos a la vez.
Cuartos oscuros. Confieso que conozco pocos, pero si finalmente accedía a ir no iba a ser específicamente por eso. Sabéis que eso de follar sin ver con quien follas no es que me encante, de hecho al Moncayo por la noche solo voy cuando hay una buena luna que con la ayuda de los focos de la tienda de muebles que hay al otro lado de la carretera, hacen que se vea bastante bien en varias zonas. Si no, es que ni me lo planteo a no ser que haya quedado previamente y visto bien a la persona con la que me voy a liar.
Total, que no les confirmé nada porque seguía sin convencerme demasiado el plan. Además al tener que ir en coche no podría tomarme ni una mísera copa. Me comentaron la hora a la que habían quedado allí y además estaban muy emocionados porque esa noche era la fiesta de los mensajes. Vete tú a saber en qué narices consistía eso. La cosa es que, al final, como en El Rebollo había estado tumbado en las dunas en plan tranquilo, decidí ir. He de reconocer que la decisión final la había tomado más que nada primando el aburrimiento que tenía aquellos días, no se qué mal podría hacer ir un rato. Quedaba a poco más de diez minutos en coche y si no me gustaba lo que allí había, pues con coger el coche de vuelta era suficiente.
No estaba nervioso, pero sí admito que tenía esta cosilla que te da en el estómago cuando haces algo por primera vez; quizá fuera inquietud. Me costó dios y ayuda aparcar, si donde yo veraneaba se ponía en agosto hasta arriba, un sitio tan popular como La Mata tendría que estar abarrotado. Y efectivamente lo estaba. Me negaba a dejar el coche en un descampado tipo Moncayo que no estaba muy lejos del pub, así que me pasé algo más de 25 minutos dando vueltas por aquellas calles llenas de señales de "Stop" y "Ceda el paso" hasta que por fin una pareja se metía en un coche y dejaban una plaza libre. Cupo justito, pero había conseguido aparcar a 200 metros del famoso Boys. Nada más enfilar la C/ San Antonio pude divisar el letrero multicolor y un grupo de gente fumando y hablando fuera del local. Cuando me aproximé al local y quise entrar fui objeto de todas las miradas y se hizo el silencio entre quienes hablaban animadamente fuera unos segundos antes. Tampoco llevaba ropa extravagante: unos pantalones vaqueros ceñidos pirata de color blanco y una ajustada camiseta azul marino abierta de escote, que dejaba intuir los pectorales y unas zapatillas Converse. Lo normal para estas fechas, vamos. Al entrar vi que el local no estaba muy lleno y no era tan grande como había imaginado. Una zona de barra a la derecha, la cabina del pincha, un espacio con mesas altas al fondo y una puerta que conducía al cuarto oscuro. Vi a mis conocidos al fondo, pero antes se dirigió a mi uno de los jovencitos camareros que atendían la barra:
- ¡Hola guapetón! ¿Sabes cómo funciona la fiesta de los mensajes? -preguntó efusivamente, con una sonrisa de oreja a oreja.
- Qué va, es la primera vez que vengo por aquí. -contesté.
- Bueno, bueno, bueno... tenemos hoy todo un virgen aquí. Pues mira, es muy sencillo: yo ahora te doy un papelito naranja con un número que deberás ponerte en la camiseta, visible, y si alguien te gusta le escribes un mensaje con los papelitos y los bolígrafos que encontrarás en las mesas o aquí en la barra. Le das ese mensaje al pincha y el cada cierto tiempo os va llamando y dando vuestros mensajes. Y luego... ¡lo que surja! -explicó rápidamente.
- Parece entretenido. -dije, por corresponder de alguna manera.
- Bueno, aquí tienes. ¿Qué te pongo, hermoso?
Pues lo que tu quieras, pensé, porque el camarero estaba bastante bueno. Llevaba una camiseta de tirantes negra que dejaba intuir lo marcado y moreno de su cuerpo y era guapo a rabiar.
Me puse el papel naranja, cogí mi refresco y me fui al fondo donde mis conocidos me esperaban, asombrados porque finalmente me hubiera decidido a ir. La música era buena, una mezcla entre pop, dance y pachangueo, que se hacía bastante llevadera. Pasamos un buen rato charlando y el sitio se acabó llenando hasta abarrotarse de chavales entre 18 y 40 años sobre todo, alguna chica mariliendre despistada y, sí, como me habían dicho, estaba allí todo el Rebollo. El movimiento a la zona del cuarto oscuro no paraba de chicos entrando y saliendo constantemente. Y fue en ese momento cuando comenzó la fiesta. Llevaba el número 15 y ese, el 25, el 32, el 7 y el 3 fueron los más repetidos de toda la noche. Creo que me llegaron como seis mensajes de lo más variopintos, la mayoría bastante directos, pero hubo uno que me llamó la atención sobre el resto.
"Me encantaría darte la bienvenida al Boys de nuevo de una manera mucho más íntima y que no olvides nunca".
Tras leerlo, levanté la mirada y descubrí al camarero que me había atendido la primera vez mirándome fíjamente con su bonita sonrisa.
- Es todo un caramelito. -dijo uno de mis conocidos.
- Sí, yo llevo todo el verano detrás suya y nada, así que no te lo pienses, tiene que follar de vicio. -dijo otro.
Cuando la gente empezó a marcharse a eso de las 3.30 el camarero se despidió del otro compañero y se dirigió directamente a mi:
- ¿Quieres que salgamos a dar una vuelta majete? - propuso.
Me despedí de mis nuevos amigos, que entre risas, me animaban a disfrutar de lo que se avecinaba. El camarero y yo estuvimos dando vueltas por La Mata y charlando bastante rato, a esas horas apenas había nadie por la calle. Llegamos al descampado de coches en el que ya apenas quedaba ninguno y me invitó a entrar a su coche porque, en teoría, estaba muy cansado de llevar toda la noche de pie. Entramos al coche y no se molestó en quitar los parasoles que cubrían las lunas trasera y delantera, eché mi asiento hacia atrás, y como el chaval era recogidito y bajito se enredó en mi y cuando me quise dar cuenta le tenía sentado sobre mi, con las piernas alrededor del asiento y sus brazos alrededor de mi cuello. No tardamos en empezar a morrearnos con desenfreno, como si nunca lo hubiéramos hecho antes, nos quitamos las camisetas, nos sobamos mutuamente durante un buen rato y, con bastante dificultad, nos conseguimos quitar los pantalones y calzoncillos. Estábamos en el coche en bolas, pero no me importó. Total, quien fuera a esas horas al aparcamiento sería porque vendría de marcha.
Se volvió a poner en la misma posición sobre mi y mirándome fíjamente a escasos metros de mi cara, se escupió en la mano y comenzó a masajearme la polla y a pajearla relajadamente, provocándome un nivel de excitación bastante alto, ya que no me dejaba besarle en esos momentos y yo ardía en deseos de hacerlo. No tardó en bajar como pudo y empezar a chupármela, todo sin prisas, con mucha calma y sin provocar que me quisiera correr enseguida. Me di cuenta de que aquel niñato debía de tener mucha experiencia. Su polla era normalita: unos 16 centímetros de polla descapullada con ligero grosor, que no me dejó apenas tocar. Se entretuvo bastante mamándome la polla y lamiéndome los huevos, tanto que pude darme cuenta de cómo con una mano se humedecía los dedos y se los llevaba el mismo a su culo, a la par que gemíamos los dos. Pasados unos minutos, sacó un condón de sabor a alguna fruta, no recuerdo cuál, y me lo puso con hábil maestría con la boca y ayuda de una mano para bajarlo bien. Volvió a ocupar su posición inicial, salvo que esta vez quería sentarse en mi polla y no en mis piernas. Aluciné con la facilidad con la que le entró enterita sin la más mínima mueca de dolor, al contrario, una cara de placer brutal. Y empezó a botar sobre mí con toda la energía que no había mostrado antes. Me cabalgó durante unos minutos hasta que le avisé que no podía aguantar mucho más. Así que cogí su polla y empecé a pajearle hasta que se corrió sobre mi tripa. Al ver cómo su polla expulsaba tal cantidad de lefa y cómo ponía los ojos en blanco me corrí en su culo gimiendo como pocas veces me oiréis.
Saqué la polla de su culo, hice un nudo en el condón y lo dejé en un compartimento de la puerta para tirarlo después, ya que el camarero se había anudado a mi cuello y apoyado la cabeza sobre mi hombro. Era un momento de relax que no me esperaba, pero que me había encantado. No duró mucho, ya que su móvil comenzó a sonar insistentemente:
- ¡Hola cari! Pues mira, que ha habido jaleo y acabamos de cerrar, ya voy para casa, en un ratito estoy allí. -dijo.
No pude escuchar lo que decía el interlocutor ni pronunciar palabra porque me había puesto una mano en la boca, así cuando colgó se explicó mientras se desmontaba de mi:
Mi chico, que cuando llego un poquito tarde a casa se preocupa. Pero ante todo me gusta dar una buena bienvenida a nuevos chicos tan buenorros como tú. Vaya polvazo tío.
Vaya, otra vez que me lo hacía con otro que tenía novio, pero bueno, ese era su problema y no el mío. Abrí la puerta para vestirme con más facilidad, envolví el condón en un clínex y lo tiré a la papelera. El camarero se ofreció a acercarme a mi coche y antes de despedirnos me dio una tarjeta del pub con su nombre y su número. Quería repetir, pero para la próxima ocasión, quería que fuera en una cama. Le dije que le llamaría.
Al final la noche en el Boys no había estado tan mal. No obstante, no deja de ser un pub en el que todo el mundo se conoce y los grupitos ya están hechos; difícil para ir solo sin conocer a nadie, desde luego.
Esos pub de ciudades pequeñas no me agradan por el mism motivo que a ti, los grupitos estan hechos y es dificil adentrarse pasando desapercibido. Que mierda tiene novio! joder, me cagan los tipos así no soy nada de cojer con chicos que tengan pareja se me hace medio extraño, sin embargo no es tu bronca. Tu disfrutalo. Te mando un abrazo enorme y nos leemos :3
ResponderEliminarSí, por lo que me dices parece que es algo que ocurre en todo el mundo. Pues por lugares de cruising tengo que decir que abundan los casados y los chicos con pareja... ¡Ya me he encontrado con unos cuantos!
Eliminar¡¡GUAU!! Aunque halla sido algo "raro" por el sitio y lo poco que parecía y encima en un lugar dodne todos se conocen, la follada me ha gustado xD. Y lo de que tuviese pareja... bueno, a mi me gustaría, algo, follar o ser follado por alguien que tiene pareja aunque solo sea por 1 vez y adiós. No sé, me haría sentir como que aun teniendo novio quiere tema y encima conmigo (o en este caso contigo).
ResponderEliminarJames
A mi lo que me da rabia es enterarme de que tienen pareja después de haber follado, me produce una sensación rara. No voy a decir que si lo hubiera sabido antes no habría follado con él, porque estaría mintiendo, pero quizá incluso hubiera aumentado el morbo de la situación. El problema, si es que lo hay porque no siempre tiene que existir, lo tendría el que tiene pareja.
EliminarExcelente realto Marcos. Este verano quiero ir a La Mata, al Moncayo a todo ajajja a ver si en ese `pub como virgen que seré, me reciben igual ajajajaa
ResponderEliminar¡Jesús! Como digo en el relato el 'Boys' no es nada del otro mundo, pero sí es un clásico de la Vega Baja. Por conocerlo no pierdes nada. Visitas obligadas al Moncayo y Rebollo, desde luego que sí. Un saludo.
EliminarUna buena atención al cliente es primordial en un negocio, jejeje... y este chico se lo tomaba muy en serio.
ResponderEliminarEvidentemente, el hecho anecdótico que tuviera pareja sólo le incumbe a él (ellos).
Siempre he odiado los grupitos en los bares/fiestas, será por que soy un poco asocial y solitario para la caza?
La fiesta del semáforo me parece un rollo patatero. Sólo sirve para hinchar el ego de los guapos y hundir en la miseria a los feos.
Yo estaría entre esos últimos, por eso, ya ni iria, jajaja...
Besotes Marcos ;-)
No creo que se trate de que seas asocial, ya que a mi me pasa lo mismo. Jamás me han gustado los grupitos y en este sitio es que, miraras por donde miraras, eran todo grupitos. Recuerdo haber visto a algún chico entrar, pedirse una copa y al ver el percal, irse más bien pronto. Difícil para solitarios. Con respecto a lo del semáforo, totalmente de acuerdo contigo. ¡Un lametón! :P
EliminarEstoy de acuerdo con lo del morbo q da montárselo con alguien sabiendo que tiene pareja. Yo alguna vez quedo con algún tio casado con tía, y el morbazo q me da pensar q despues de follarme a mi, esa noche igual se folla a su mujer, hace q el polvo se convierta en polvazo.
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