6 de abril de 2015

CAPÍTULO 116: LOS ILICITANOS

Llegaba el final de aquel verano y mis amigos me habían confirmado hacía escasas horas que no podrían volver antes de que terminara el mes de agosto, se trataba de la primera vez en varios años que iba a pasar más de medio mes sin ellos por allí, pero los deberes mandaban y su presencia en Madrid era necesaria e ineludible. Lo más triste de finales de agosto es que vas viendo como cada vez queda menos gente en el pueblo, aparcar ya no es un problema siquiera en el escueto aparcamiento del Rebollo y la playa a eso de las 20:30 ya se encuentra prácticamente desierta puesto que el sol queda tapado por los pinos. Mi hambre por el cruising había decaído levemente y me dedicaba a disfrutar de los días que quedaban, de tratar de seguir desconectando de la rutina madrileña y de ver cómo por la crisis mi sueño de irme a vivir allí se hacía imposible por las escasas y precarias ofertas de trabajo existentes en la provincia de Alicante.

Uno de esos días en los que volví por el Moncayo, ya prácticamente coincidiendo con el ocaso del sol por la sierra de Orihuela, vi a un par de chicos internarse en la pinada que no me sonaban de nada. Porque las cosas como son, los habituales del Rebollo y Moncayo ya nos conocemos, o nos sonamos de vista, o nos odiamos, o nos amamos. Eran carne fresca. No había demasiados coches, así que como pintaban bien a simple vista, aparqué, salí del coche y empecé la caza. Un par de abueletes al comienzo y ni rastro de estos dos chicos que acababan de entrar. ¿Dónde se habrían metido? ¿Habrían quedado directamente para echar un polvo por allí? Me decidí a mirar en los lugares habituales de encuentros algo más discretos y les encontré en el primero de ellos. No había mucha luz, pero pude ver cómo uno de ellos se la estaba chupando al otro de rodillas. No quise molestar y me marché a casa, no había mucho que hacer. 

Al llegar a casa lo primero que hago es ducharme y después miro, casi como algo obligado a pesar de que tampoco me encantan, las apps Grindr y Bendr. Es aquí donde me encuentro con un perfil llamado 1+2=? que me llama la atención, además por la distancia a la que se encuentran, está claro que se trata de los dos chavales que estaban chupándose las pollas en el Moncayo. Tienen varias fotos: uno de ellos parece ser un chico bastante jovencito, rondando la veintena, con cara de niño bueno, pero peinado con pelo de punta, delgado, sin marcar, pero atractivo; el otro es mayor que el, rondando la cuarentena, delgado, también sin marcar, pero desde luego menos atractivo que el primero. Su descripción en Bendr me hace saber que son activos y versátiles y que buscan un tercero o cuarto para disfrutar de buenos ratos de cruising. No les escribo ningún mensaje, pero está claro que verán mi huella (en los principios de Bendr ver las huellas era gratis para todos, como ahora con Wapo!, el heredero de Bendr). No recibo ninguna reacción por su parte, así que tampoco le doy más importancia.

Al día siguiente me encuentro con ellos en El Rebollo, en la zona de cruising, ya casi cuando oscurece y refresca, pero lo que llama la atención de ellos para todo el mundo es que van vestidos con piratas y camiseta. Esto, en esta pinada, no es nada habitual más que en los meses de invierno o cuando realmente hace frío. Se quedan merodeando un rato por los caminos de la pinada para marcharse poco después. Como, más o menos, me imagino sus pasos lo que hago es marcharme al aparcamiento, coger el coche y dirigirme al Moncayo. Me para una patrulla de la Guardia Civil en una rotonda, me piden el carné y los papeles del coche y al estar todo en regla, me dejan ir. Mierda, cuando quiero llegar al Moncayo no hay nadie. Mi coche es el único allí. Maldito final de agosto... Espero unos minutos y me marcho, pero justo cuando estoy haciendo la rotonda veo que entran otra vez con su coche, así que sigo girando y vuelvo a entrar al Moncayo detrás suya. Como si tuvieran prisa, se bajan del coche y a buen paso se internan en la pinada sin parar de volver la mirada hacia mi coche. Vaya, parece que hoy sí quieren tema.

Dejo un tiempo prudencial, para no parecer desesperado o impaciente, y a los 10 minutos salgo del coche. Me los encuentro a escasos 100 metros de donde comienza la pinada, en uno de los caminos protegidos por arbustos a ambos lados. El más joven está sin camiseta y con el pantalón bajado le da de mamar al mayor, que está sin camiseta también y de rodillas chupándosela a su chico muy lentamente. El chaval tiene buena polla: bonita y de unos 17 centímetros. Paso muy despacio al lado suya y me miran directamente a los ojos, el mayor restregando la lengua por el rabo de su chico:

- ¿Quieres mamársela conmigo? -ofrece sin apenas presentaciones.

Ya la tengo muy dura sin hacer nada, así que pienso con la polla y, desde luego, me pongo de rodillas al lado del mayor y empezamos a comerle la polla a dúo. Se me hace raro porque es el tipo de cosas que suelo hacer con Sergio, pero disfruto mucho de comerme esa blanquita polla que está más dura que una piedra. El mayor no tarda mucho en levantarse dejándome el chupa chups para mi solito y no sabría explicar cómo, pero de una forma muy sensual y suave me va quitando toda la ropa hasta que me deja en bolas. No hay palabras, solo suspiros, jadeos y morreos. La polla del chavalito está muy rica, de verdad, de las mejores que he probado: dura todo el tiempo, sin lubricar demasiado y con el tamaño perfecto para meterla en la boca entera sin que te den arcadas. A continuación, El mayor se desnuda también y su polla es muy parecida a la de su chico, algo más pequeña quizá. El jovencito me empieza a morrear a la par que me va colocando de espaldas a ellos con sus manos y me invita a apoyarme en una rama de pino bajo, abrirme de piernas y enseñarles mi culo. Me fijo en que tiene un piercing en uno de sus pezones. Parece encantarles mi culo y el mayor se agacha, saca una toallita perfumada, me la restriega bien y acto seguido empieza a comerme el culo y meterme dedos, mientras el otro mira y se pajea para mantener la erección. Lo come muy bien y con ayuda de un sobrecito de lubricante que saca el jovencito dilato pronto. Se enfundan un condón y empieza a follarme el mayor, suavemente, pero con ritmo. Se nota que ha follado bastante porque no lo hace atropellado y brusco, sino aumentando el ritmo progresivamente. El jovencito trata de ponerse debajo y me la chupa un poco, pero es difícil. En estos sitios hay posturas que son imposibles. En esto que cambian de rol y el que comienza a follarme es ahora el jovencito, este es algo más bestia, más como me gustan a mi: que empujen bien. Se nota que lo hace con más pasión, que aprieta bien, que la mete hasta el fondo sintiendo sus huevos chocando contra la parte inferior de mi culo, lo que me lleva a pensar que quizá es él quien estuviera más interesado en mi. Cuando les aviso de que me voy a correr, me hacen una propuesta:

- Nos molaría hacerte la doble... ¿Podrías? -dice el mayor.

Se me corta un poco el rollo. Ni de broma. Soy versátil y me gusta follar y que me follen, pero dos pollas en mi culo me parece demasiado. Se lo digo y lo comprenden, si bien el mayor parece algo decepcionado, así que el joven me coge por banda y empieza a follarme de nuevo bruscamente hasta que me corro primero yo en el suelo, y luego él dentro del condón en mi culo. Por si fuera poco, me saca la polla e inmediatamente se pone de rodillas y se la chupa con ahínco a su pareja hasta que se corre en su boca. Se lo traga mirándome con cara de vicio y se me vuelve a poner dura, pero no pasa nada más porque ya es totalmente de noche, tenemos varios espectadores y lo que hacemos es vestirnos, despedirnos y marcharnos del Moncayo.

Hubiera repetido con ellos de no ser porque, según dijeron, ellos no son de repetir para no encariñarse con ningún otro tío y fastidiar su relación. Hemos coincidido alguna vez más mostrando cordialidad, pero no volvimos a repetir. Creo que dijeron que eran de Elche o que pasaban allí sus vacaciones, no recuerdo con exactitud, así que los bauticé como los ilicitanos.

Eso sí, ese día fue el primero que acabé con un dolor de espaldas como nunca antes en una follada de tipo. 

¿Me estaría haciendo mayor?

6 comentarios:

  1. bufff, espero tus post como agua de mayo tio, y todos ellos me la siguen poniendo bien dura.
    Espero algun post con algun polvazo con el ejecutivo, q ultimamente parece q lo tienes olvidado.

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    1. Gracias por tu comentario. La cosa es que cuento las historias en orden más o menos cronológico, así que habrá que esperar jeje ;)

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  2. No, no... no te estás haciendo mayor por un dolor de espaldas, jejeje ;-)
    Tiene mucho morbo ser el plato de una pareja o al menos dos con complicidad.
    A mi tampoco me la han metido dos a la vez,,, Ufff... si ha veces una ya duele !!! ;-)
    Lametones !

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    1. ¡Ya te digo! Pero te aseguro que tengo amigos muy pasivos que les encanta la doble y disfrutan muchísimo, vaya nivel de dilatación hay que alcanzar....

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  3. ¡¡SÍ!! Al fin actualizaste ^^. Han sido 2 semanas y media bien largas. Esta nueva entrada no la vi hasta hoy junto a la de hoy también. Me ha gustado y encima lo de la proposición de "doble" en un lugar como ese... :O. No sé yo si sería cómodo hacerlo en un lugar así.



    James

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    1. Pues cómodo la verdad es que poco. Normalmente en sitios de cruising no vas a echar polvos largos, la gente busca más un "aquí te pillo, aquí te follo". Cosas rápidas. ¿Por qué? Bueno, piensa en casados que se supone que han ido " de compras", en gente con pareja. Las excusas se pueden mantener brevemente.

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