22 de junio de 2014

CAPÍTULO 82: ENFRENTÁNDOME A SERGIO

Puede que fueran aquellas manchas oscuras que se mostraban bajo sus ojos, señalando horas sin dormir; o quizá fuera la forma en la que se le marcaba la mandíbula en la cara; puede que fuera la extrema delgadez que veía en su cara o en aquellos escuálidos brazos que tiempo atrás estaban marcados; o ese pelo desaliñado; incluso puede que la forma de temblarle las manos; o, por qué no, el hecho de que estuviera allí sentado. O quizá una mezcla de todo. De todo lo que me hizo darme cuenta de que aquel chico había sufrido, había pasado unos malos meses y que el responsable de su estado físico, y también el mental, fuera yo. Exclusivamente yo. Habían pasado casi cuatro meses sin vernos después de mi decisión de volverme a Madrid, pero es que parecía como si hubieran pasado años. ¿Era posible esa degradación de la imagen en tan solo 4 meses?

Venía de pasármelo en grande con dos chavales en los baños de Parquesur, el aviso de mi madre al pasar la puerta ya me hacía pensar que algo pasaba y cuando puse un pie en el salón y vi a Sergio sentando tomándose una cerveza con mi padre, sus ojos y los míos se clavaron y el tiempo se detuvo en esos segundos que parecieron horas. Se cortaba la tensión en el ambiente, ya que ninguno decía una sola palabra, hasta que mi padre se encargó de romper el hielo:

- Pero bueno, ¿es que no pensáis saludaros como Dios manda? -dijo.

Sin embargo, mientras pasaban esos segundos de mirada cortante del uno al otro, mi cabeza no paraba de maquinar: ¿qué hacía allí? ¿por qué estaba allí? ¿qué le había contado a mis padres? Y, en esta ocasión, mi madre fue la encargada de aclararlo desde el quicio de la puerta del salón:

- Será posible que te marcharas sin avisar a tus amigos y sin coger el teléfono. ¿Te parece que esa es la educación que has te tener, Marcos? -refunfuñó (siempre le tuvo a Sergio un cariño extraordinario).

Así que me acerqué hasta donde estaba él sentado, le cogí de la mano y lo subí a mi habitación, cerrando la puerta detrás suya, mientras oía cómo mi madre seguía refunfuñando con mi padre. 

- Y encima vendrás de follar -dijo por primera vez tras entrar, con mala cara.
- ¿Va a ser eso lo primero que digas? -contesté.
- No sé, yo todavía espero una explicación de por qué actuaste así y por qué nos has estado evitando todos estos meses. ¿Es que nunca te hemos importado una mierda? -dijo.

Tengo que reconocer que me había pillado. Mi objetivo desde que regresé fue estar tan ocupado para no tener tiempo en pensar en lo que había hecho mal, como si fuera posible huir del problema de forma indefinida. No me había planteado aún este momento, ni qué decir, ni cómo decirlo. No sabía si decirle que se marchara por donde había venido o pedirle que me diera un abrazo. Era todo muy confuso y pasaron varios minutos en silencio, mirando fíjamente a los posters de la pared, hasta que decidí abrir la boca:

- Yo... no estaba preparado para eso. No lo quería. No tenías que haberlo estropeado... -dije.
- ¡Y era tan difícil decirlo! ¿Hablarlo, quizá? ¿Aunque hubiera sido al día siguiente? -contestó.

Sergio estaba muy nervioso, nunca había conocido esa versión suya. Nunca había experimentado que otra persona pudiera sufrir tanto por las acciones y decisiones que uno toma:

- Pues sí, era difícil. No estaba preparado, ni lo estoy ahora. No significa que no me importes o que no me gustes. Simplemente creo que no estoy hecho para esto, para una familia feliz -aclaré.
- Y estos 4 meses de tan siquiera responder a un mensaje, ¿me tengo que creer realmente que te importo algo? -contestó.

No sabría deciros por qué, el motivo o la razón, pero solo me salió lanzarme a él, besarle y tumbarle en la cama junto a mi, con su cabeza apoyada en mi pecho. No hubo rechazo por su parte. Así que mientras caían lágrimas por su cara, le acariciaba ese pelo que ahora estaba tan estropeado y sin decir ni una sola palabra más pasaron casi 2 horas. 

- ¿Y qué te ha pasado en este tiempo, gordito? -le dije, haciendo referencia irónica a su estado.
- Yo... te he necesitado mucho...-contestó.

Bajé a preparar algo de comer y beber, al pasar por el salón mis padres me miraron y les solté una sonrisa tranquilizadora, obteniendo por respuesta una leve afirmación de la cabeza de mi madre. Volví a subir y puse un poco de música bajita, mientras comíamos de aquellos improvisados bocadillos que había preparado. Entonces Sergio se sinceró y me contó lo mal que lo había pasado en este tiempo, no ya sólo por mi ausencia y el dolor que le dejé aquella noche, sino porque había pasado por serios problemas familiares, para los que necesitó amigos más que nunca antes. Y yo no estuve allí. Mi sensación en ese momento empezó a cambiar, me sentía muy a gusto con Sergio allí y empecé a ser muy consciente de lo tremendamente mal que lo había hecho todo. Por mis miedos, temores y tópicos instalados en mi cabeza. Realmente sí tenía preparado hablar con Sergio, pero esa decisión estaba meditada para bastante más adelante. 

Cuando terminamos llamó a su casa para decir que se quedaba a dormir allí, conmigo. Lo estuve besando y acariciando bastante tiempo después de cenar, notaba que mis besos le reconfortaban. Y como se estaba haciendo tarde, me preguntó si le preparaba la cama de la habitación de invitados:

- De eso nada, quiero que te desnudes y te metas en la cama, conmigo, es pequeñita pero hace frío y estaremos agusto -ofrecí.
- Marcos... no hagas esto porque sientas lástima...-dijo, con la mirada perdida.

Así que le forcé a ponerse de pie y sin que el hiciera nada, le quité las capas de ropa que traía y que escondían su verdadera delgadez. ¿Dónde había quedado aquel cuerpo tan bien constituido y cada vez más fibrado? Solo quedaba un cuerpo delgado, con algún signo de lo que no hacía mucho habían sido músculos. Con todos los huesos marcándosele. 
Me desnudé delante suya y, de la mano, nos metimos a mi cama abrazándonos y besándonos:

- Marcos, antes de seguir... Dani en este tiempo ha sido un apoyo muy fuerte y bueno, pues ha sido inevitable que a veces, el y yo...
- Shhhh, no tienes que darme explicaciones de nada, yo tampoco he sido un santo en este tiempo - respondí.
- Ya, pero con eso ya contaba -dijo, como resignado.

Así que volvimos a besarnos y creo recordar que aquella noche le hice el amor por lo menos tres veces. Y no digo follar, porque aquello no fue follar, en aquello había un sentimiento que lo hacía diferente. Algo que no había experimentado antes: ternura, caricias, calma, relax, miradas... 

Al despertarnos a la mañana siguiente tenía claro que no podía despedirme de Sergio, como quien despide a un amigo que viene de visita de cortesía. Se que el necesitaba oir mis palabras, oir qué iba a pasar a partir de ahora:

- Tú y yo vamos a seguir como siempre hemos estado, voy a estar aquí aunque vivas en la otra punta de Madrid y haré lo posible porque nos veamos muy a menudo.

Aquella frase pareció reconfortarle y se marchó más o menos tranquilo. Ahora que tenía carné de conducir, ir a su barrio no supondría una eternidad de transporte público. Me cambié de gimnasio a uno de su barrio, le obligué a comer como debía de nuevo, ya que en este tiempo, según él, se le había cerrado el estómago; quedamos con Dani, con quien también me disculpé, y poco a poco, la confianza del grupo se fue restableciendo, con las cosas más o menos claras para todos. Aunque mi objetivo era tratar de hacer lo posible para que todo fuera como antes, eso se antojaba complicado. A pesar de que estaba aprendiendo a comportarme con Sergio sin miedos, sabía que mi actitud de "casi" novio, pero sin hablar nunca de lo que éramos o dejábamos de ser, le hacía esperanzarse cada día más. Quién sabe, quizá algún día esté preparado para sentar la cabeza con él. 

Mientras tanto, sigamos disfrutando de nuestra juventud, de nuestros cuerpos, sigamos cuidando de quien nos importa. Sin miedo a decirlo. Esa fue mi actitud desde aquella noche en la que Sergio apareció en casa y todo comenzó un lento proceso de arreglo.

So the thumpa thumpa continues. No matter what.


12 comentarios:

  1. Ay, Marcos, Marquitos...
    Cuando he leido de que iba el post de hoy, se me ha cortado la respiración de golpe, me he dicho a mi mismo tranquilo y he hecho cuatro respiraciones profundas, recordando el post anterior que tanto me alteró.
    Y es que uno tiene su sensibilidad...
    El 'ay' lo he tenido hasta que no he acabado de leerlo.
    Suerte que Sergio fue con afán receptivo y reconciliador, pues bien después de tantos meses de dolor y amargura podría haber reaparecido en un plan muy diferente.
    Si es que no te lo mereces, después de tu pésima actitud.
    Pero nadie nacemos enseñados, y mucho menos en esto de llevar los sentimientos. Encontrar el equilibrio entre actuar mal, intentar hacer algo para sobrellevar una situación sin causar dolor a nadie, actuar positivamente o simplemente no actuar (que creo que es lo peor porque es lo más he sufrido en mis carnes de gentes muy próximas a mí) es algo realmente muy complejo. Y suele demasiado fácil juzgar, y normalmente mal, al prójimo.
    Pero bueno, sobrellevaste bastante bien el momento del reencuentro. Me alegro :-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo cierto es que volver a cierta normalidad no fue tan fácil o tan sencillo, pero son cosas en las que de momento no me voy a meter. En principio, podemos concluir que sí, que hubo reconciliación y la cosa se recuperó, pero fue un camino plagado de espinas que hubo que ir podando poco a poco.

      Eliminar
  2. Me alegra ver que la cosa fue "bien" es decir, tu encontraste la voluntad de cambio y de arreglar los errores. Y Sergio no fue en plan destructor sino mas bien receptivo y buscando una respuesta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esa voluntad por parte de ambos fue decisiva para que la cosa pudiera arreglarse.

      Eliminar
  3. Marcos!!!, que bonito, me encantó, como sucedieron las cosas, que lo hayas contenido a Sergio, que es lo que necesitaba en ese momento, me alegro por vosotros. Abrazos desde Paraguay

    ResponderEliminar
  4. Hola Marcos.Una pregunta: En tu casa no se mosquean?no ven como dormis los dos en una cama pequeña? no ven manchas en las sabanas? no ven actitudes " extrañas" entre vosotros.
    Gracias y sigue entreteniéndonos con tus historias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mis padres en aquel momento sí sabían de mi sexualidad, aunque oficialmente no sabían la relación que teníamos Sergio, Dani y yo. Pero que no lo supieran, no quiere decir que fueran tontos. Con las manchas en las sábanas siempre fui muy cuidadoso :P

      Eliminar
  5. Uff!!!
    Al final si hay unos buenos pilares la casa no se cae.
    Hay que ver como nos cuesta enfrentarnos a los problemas y darles solución pero me alegra que acabara bien de momento, ya nos contarás como siguen las cosas.Siempre que hay sentimientos se complican las cosas y es difícil estar y decir las cosas correctas en cada momento.
    Un abrazo.
    Running

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuesta enfrentarse porque muchas veces lo cómodo es quedarse como estás, que la cosa siga fluyendo y que nada cambie... pero hay momentos en que es imperativo dar un paso adelante e intentar solucionar los problemas. Gracias por seguir comentando.

      Eliminar
  6. Me habría gustado ver una temporada a Sergio y Dani liados, y a Marcos pillado por un cuarto tío.... Uno que esté loco jaja Pero las cosas son como son....

    ResponderEliminar
  7. Detrás suya... Delante suya...

    ResponderEliminar