13 de junio de 2014

CAPÍTULO 80: EL MASAJISTA DE ALICANTE EN EL REBOLLO

Cuando el nuevo año se encontraba razonablemente avanzado, pude juntar unos días para escaparme a la Vega Baja, fuera de temporada. Pensé en irme usando el coche de mi padre, pero desde que me había sacado el carné no había practicado demasiado como para hacer un viaje largo solo, así que me pillé un tren hasta Alicante, donde cogí el autobús de línea hasta el pueblo. El panorama por esta zona si vas fuera de temporada es desolador, por un lado tienes el encanto de tener la zona sin los agobios de verano o fechas clave, pero por otro, hay mucha menos gente.

Con la primavera recién comenzada y con unos agradables 21º me animé a irme a tomar el sol a la playa del Rebollo. Hacía un día soleado y agradable, pero al llegar a la playa y quedarme en bañador, me di cuenta de que tumbarme allí plácidamente iba a ser imposible debido al intenso aire que corría en la orilla del mar, que además provocaba que una capa de arena te fuera cubriendo poco a poco. La consecuencia de esto fue encontrar la excusa perfecta para meterme en la pinada, encontrar un sitio soleado, en el que además pudiera exponerme y desnudarme por completo. No solía practicar el nudismo cuando la playa estaba tan llena, sin embargo en esta época había poca gente, por lo que me decidí enseguida a extender la toalla en uno de los rincones de paso de la zona de cruising, entre varios arbustos, enseñando mi culo al sol. Me enfundé los cascos de mi móvil y no os imagináis la paz que sentía allí tirado en la pinada, completamente desnudo, con una ligera brisa tocando mi cuerpo y los rayos del sol calentándome. No era el único, había más chicos y hombres desperdigados por la pinada, unos tumbados como yo, otros andando buscando tema. Al no haber demasiada gente, me puse la mochila como almohada y me quedé dormido al poco rato. 

Lo malo de los sitios de cruising es que corres el riesgo de que si te ven tumbado boca abajo, enseñando el culo y los huevos, dan por hecho que estás buscando que cualquiera se acerque y te toque, sin conceder ningún permiso previo. Estaba teniendo un sueño caliente, eso seguro, pero noté el momento exacto en el que aquel chulazo de mi sueño me acariciaba el culo con mimo, para volver a la realidad y notar que realmente me estaban acariciando el culo y los huevos con mucho tacto y sensualidad. En ese momento en el que no tienes muy claro si estás dormido o despierto, que estás como entre ambos mundos, no eres consciente plenamente de lo que pasa. Y yo me estaba dejando hacer, moviendo con cautela mi culo, y, al parecer, dando mi consentimiento para que aquella persona que me estaba masajeando se metiera un dedo en la boca, lo envolviera en saliva y empezara a meterlo sin prisa pero sin pausa. Mientras tanto, en aquello que no distinguía de sueño o realidad, empecé a moverme más y noté cómo me escupían directamente en mi agujero y me seguían dedeando con calma. Fue una cachetada en mi glúteo izquierdo y un gemido los que me llevaron a despertarme totalmente, girarme con cara picarona y ver a aquel hombre que se lo estaba pasando pipa con mi culo y al corrillo que, no se de donde, se había formado viendo la escena. Contemplando como un hombre de unos 45 años se pajeaba mientras metía un dedo a un chaval de ventipocos. No es por la edad, con la que no tengo problema, sino por el hecho de que aquel hombre no me atraía lo más mínimo (típico hombre que va camino de los 50 con cierta barriga, pelo blanco y que aparenta más de los que tiene), por lo que le dije que parara y siguiera su camino. Todo con el máximo buen rollo del que fui capaz. No se lo tomó a mal (¡faltaría menos!) y se marchó, provocando que el corrillo se dispersara. 

Llegada la hora de comer empezó a aparecer bastante más gente por allí, así que dándome cuenta de que quizá estaba en un sitio con demasiada gente, cogí el petate y con el rabo aún morcillón, eché a andar al otro lado del foro, que solía estar siempre menos concurrido. Extendí la toalla en una de estas estancias que parten de los caminos entre los pinos, me comí un sandwich que llevaba y me tumbé boca arriba, para estar moreno en ambos lados. No tardé mucho en quedarme traspuesto cuando una voz me despertó:

- No me olvidaría de esa polla con tanta facilidad -dijo.

La voz me sonaba vagamente, pero no la conseguía asociar con nadie y pensé que se trataba de alguien que buscaba rollo. Abrí los ojos y allí me encontré con Rubén, el chaval que me dio aquel masaje erótico sin esperarlo el verano anterior, que estaba por allí tomando el sol y, de paso, dándose una vuelta. Le invité a sentarse a mi lado y comenzamos a ponernos un poco al día; aprovechó para echarme en cara que no le contestara al Whatsapp y que por ello había pensado que realmente el masaje no me había gustado. Le conté que había tenido algunos problemas al final de verano y que me quedé sin tiempo, pero que no fuera tonto, porque sí me había gustado y buena prueba de ello es que mientras hablaba con él y lo recordaba, empecé a empalmarme. Se dio cuenta rápidamente y sin perder el tiempo, se acercó y me besó. Desde aquel día de navidades en que me fui a Parquesur de cruising apenas había vuelto a ir de caza, aunque había tenido mis cosas, así que con un chico como Rubén no había que pensárselo mucho. Quiso que fuéramos a un sitio algo más íntimo y como la pinada del Rebollo es amplísima, nos alejamos mucho de los lugares de paso y encontramos una estancia de pino bajo muy cerrado que hacía las veces de saloncito. No debíamos ser los primeros en descubrirlo, ya que había algún condón por allí tirado.

Con ambas toallas extendidas, nos tumbamos el uno frente al otro y comenzamos a besarnos, a rozarnos, a tocarnos... todo de forma muy tranquila, trabajándonos bien el cuerpo, los pezones, el culo. Hubo mucho sobeteo y morbo que nos tenía empalmados como una piedra. 

- Hoy tengo una sorpresa para ti. Me apuesto lo que sea a que nunca te han hecho un masaje prostático -dijo.
- Que va, nunca -dije, cogiéndole la polla y pajeándole suavemente.
- Voy a conseguir que te corras como una fuente sin tocarte -aseguró mientras contenía la respiración por la paja que suavemente le estaba haciendo.

Entonces se dirigió a su mochila y sacó una especie de consolador que hasta ahora no había visto: eran como bolas chinas sin la cuerda, todo unido a modo de dildo, pero con las bolas y una extraña protuberancia al final. Sacó también un pequeño frasco de gel antiséptico con el que lo limpió y un tarro de lubricante. Me pidió que me tumbara boca arriba y pusiera mis piernas sobre sus hombros, dejándole pleno acceso a mi agujero. Primero se untó las manos de lubricante con el que me sobó la polla durante un rato para asegurarse de que se mantenía dura, para después untarse un dedo e introducírmelo poco a poco. Con calma consiguió meterme tres dedos y fue cuando decidió coger ese consolador, que a mi me parecía grueso y largo. Lo untó en lubricante y comenzó a metérmelo por el lado de la protuberancia, que no dolía porque era la parte fina. Con la primera bola sufrí un poco, ya que era más gruesa de la cuenta, pero estaba tan cachondo que quise pajearme un poco mientras lo hacía, cosa que Rubén me impidió. "He dicho que te vas a correr como una puta fuente sin tocarte", aseveró. Haciendo uso de más lubricante, creo que nunca antes había usado tanto, fue avanzando poco a poco; llegado el momento de tener tres de esas bolitas dentro comencé a notar cierta molestia, pero me callé y no dije nada porque solo quedaba una más. Y cuando, por fin, tuve aquel extraño consolador dentro de mi creí que la polla me iba a estallar. Notaba una presión muy fuerte que no había experimentado antes, como una sensación imperiosa de hacerte una paja que sabes que te aliviará esa presión, pero la diferencia de no poder tocarte. El cabrón me dejó el consolador dentro, se acercó a mi y me animó a chuparle la polla, restregándome los huevos por la cara, pellizcándome suavemente los pezones, poniéndome más malito de lo que ya estaba. A continuación me volvió a colocar las piernas sobre sus hombros y comenzó a mover el consolador sacando y metiendo la última bolita y parte de la siguiente, para después introducirlo con un poquito más de fuerza. La presión que sentía crecía por momentos y pude ver cómo las venas de mi polla aumentaban de tamaño, creo que nunca antes la había tenido tan dura. Rubén aceleró el ritmo del consolador, hasta que le dije que no aguantaba más, que necesitaba correrme o me reventaba la polla.

Para mi sorpresa, me sacó suavemente el consolador, cogió un condón del bolsillo de su bañador y me clavó su polla de golpe, follándome con bastante ritmo. Pues bien, no duró ni 2 minutos, noté como un cosquilleo me subía por la polla y empecé a echar una cantidad exagerada de leche, gimiendo como
hacía tiempo del placer que me estaba dando echar aquella lefa a la vez que Rubén mantenía su polla clavada en mi culo. Cuando terminé, con una sensación de cansancio extrema, se sacó el rabo y con una paja cortita se corrió sobre mi estómago. Cogió unas toallitas y me limpió, para seguidamente limpiarse él.

- Estoy... estoy... exhausto, tío -dije.
- Si hubieras visto la cara de perro vicioso que tenías, combinado con cierto sufrimiento... Estabas para grabarte -dijo riéndose. 

No era exactamente la primera vez que me corría sin tocarme, pero sí la vez que más cantidad expulsaba y que mayor placer me había producido. Después me comentó que, en teoría, ese consolador estimula la zona prostática oprimiendo la parte trasera de la vejiga, que empuja a la próstata, con leves masajes y provoca en la mayoría de los tíos que nos corramos sin mucha dificultad, siempre que se den las circunstancias sexuales oportunas, claro. Parecía que con Rubén era de los pocos tíos con los que experimentaba cosas nuevas. Nos quedamos un rato charlando y más tarde se ofreció a llevarme a casa en su coche. Aparte del plano sexual y de masajes era un tío de puta madre, con muchos temas de conversación y con el que se podía hablar de todo. Por lo visto, el negocio le iba de viento en popa, pero lo cierto es que quitando aquella primera vez del verano pasado, jamás volví a pagarle, ya que lo que comenzó siendo un servicio se había convertido en una atracción mutua por ambas partes.

7 comentarios:

  1. Marcos q paso con sergio.. q cabron... llevo toda la semana esperando tu post y nos deja asi .... yo descubri hace poco ese tipo de consoladores y son una gozada ... un saludo y sigue asi q me tienes enganchao con tus relatos... enhorabuena. Jc

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    1. ola JC! Pues nunca he sido yo mucho de consoladores, de hecho no tengo ninguno y si alguna vez los he usado ha sido porque los han usado conmigo, como en esta ocasión. Experiencias nuevas. Sobre el desenlace de la historia, llegará pronto ;)

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  2. Me encantan tus relatos, ese tipo de consoladores ls habia visto pero nunca me a dado por probarlos. Al parecer si que son geniales.
    Disfruta de este chico y pasatela genial sin malos rollos
    un abrazo!

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    1. Te debe pasar algo parecido a lo que me pasa a mi: tampoco los había probado, hasta que los empiezan a usar conmigo. Es algo diferente y que hace que la relación tenga un punto de animación adicional. Un saludo!

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  3. Grrr... No puedes escribir este post ( Bueno, ya lo has hecho) dejándonos sin saber que pasó cuando te encontraste a Sergio en tu casa, bebiendo una cerveza con tu padre !!! :-(
    Bueno, por otra parte, muy morboso el relato tanto como la parte de ensoñación y el desconocido que te mete mano sin pedir permiso, como el encuentro con el masajista :-)
    A mi no me gusta que me pidan permiso para tocar o para hacerme cosas. Me dejo, aunque si no me gusta él o lo que hace, por lo que sea, amablemente digo de parar.
    Como cuando me preguntan "que te gusta?" o "que quieres que te haga", Tú, haz y ya veremos.
    Bueno, tampoco soy tan brusco al contestar, pero me fastidia que me lo pregunten.

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    1. Entiendo lo que quieres decir. A mi en ocasiones me da morbo que me metan mano sin preguntar, pero ese día me enfadó particularmente, imagino que porque el tío no me gustaba. Sin embargo, prefiero que previamente haya un poco de juego de miradas, roces y tal correspondido ;)

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  4. Me encanta tu blog, es maravilloso. gracias por escribirlo.
    Este tal Ruben sigue dando masajes en Alicante?
    ¿Como me podria poner en contacto con él?
    Gracias. un saludo

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