20 de febrero de 2014

CAPÍTULO 53: UNA SEMANA DE FRACASOS

Aquella semana fue terrorífica, desconozco si el destino quería que no me liara con más tíos aparte del cuarentón de la última entrada o era mi subconsciente en búsqueda de una excusa que me permitiera asumir de una vez que no tenía sentido estar cabreado con Dani y Sergio. Os hago un resumen:

-      El calvo. Martes por la tarde, más o menos la hora de siempre y el panorama de la caseta es desolador. Imagino que el inicio de las fiestas patronales en pueblos de alrededor tiene mucho que ver. Me voy a dar un paseo y me siento en una piedra pasados los caminos de bosque y arena a la derecha de la caseta. Me quito la camiseta para tomar el sol y me abro una lata de pepsi que llevaba. Al rato siento que alguien está mirando. Sí, ya le tenía calado: un chico entrado en la treintena, calvo como una bola de billar, tirando a rellenito, con gafas y bastante pluma. Uno de los habituales.  Siempre venía en un Golf gris claro y me daba bastante pereza, porque era de los que siempre se ponía a mirar e intentaba meterse en medio cuando echabas un polvo aunque nadie le invitara. Se acerca y se aprieta el paquete. Paso de él. Se acerca más y pregunta que qué busco. Le digo que nada, que tomar el sol tranquilamente y me marcho hacia la caseta. Cuando llego y me siento en el bordillo, llega y se me queda mirando fijamente con cara de deseo. Me levanto e intento ir lejos, en la pinada a un lugar donde no pueda encontrarme. Me sigue y me encuentra apoyado en un árbol. Se saca la polla, bastante normalita. Le vuelvo a decir con cierta resignación ya que paso, que me deje tranquilo y me subo a la piedra donde estuve antes. Me vuelve a seguir  y se queda mirándome desde cerca. Cuando ya estaba a punto de soltarle una buena bordería apareció otro tío y se fue a por él. ¡Qué pesado!

-      Fer. Miércoles. No le había visto nunca por allí: un chaval jovencito, veinteañero, con aspecto desaliñado, bastante moreno, pelo tirando a largo, cuerpo normal y labios carnosos. Look veraniego: camiseta ancha, bermudas y chanclas. Se que se llamaba así porque más adelante le vi en Grindr. No es que me encantara,  pero era de lo mejor que había visto los últimos días. Empezamos a jugar al juego de las miradas, a seguirnos por la pinada, bajar, subir, guiñarmos ojos, alguna sonrisa… pero ninguno se decidía. Empezaba a ver algún tío que otro por allí y le perdí de vista. Caminé por la pinada y al subir al camino me lo encuentro dando rabo al calvo del otro día. Joder, vaya pollón que tenía Fer: 18 centímetros, grosor estándar, muy apetecibles. Tenía bastante vello y el calvo se la devoraba. Una pena. Me habría encantado mamársela. Se cortaron al aparecer yo de repente, pero les animé a seguir con lo suyo y me fui. Nos volvimos a ver en alguna ocasión, incluso juraría haberle visto también en Madrid, pero no hicimos nada.

-      Bin Laden. Después me dirigí a la caseta de nuevo y vi algo que me llamó bastante la atención: en pleno verano había un hombre que llevaba chándal, botas, abrigo, braga, gorro y gafas de sol. No se le veía nada. Una cosa es ser discreto y otra esto. Más tarde me enteré de que Dani le llamaba el Bin Laden, por lo raro que se comportaba y su forma de vestir, empezó a ser un habitual. Este día me dio cierto morbo ver qué se escondía debajo de toda aquella ropa, así que zorreé un poco con él. Me siguió a la pinada, me llevó a un sitio alejado y para calentar el ambiente me quité la camiseta. Se acercó y me pasó la mano por los pectorales, abdominales y finalmente el paquete. Se acercó un poco más y pude notarlo: el olor. Sudor rancio, bastante cantoso. Con toda aquella ropa encima a 30º, no me extraña. La ropa estaba también tirando a sucia. Le pedí que se quitara la parte de arriba. Negó con la cabeza. Le pregunté si se iba a quitar algo y volvió a negar. Tampoco hablaba. Me pareció raro y asqueroso, así que le dije que pasaba del tema, me puse la camiseta y me subí. Volvimos a coincidir mil veces más y siempre nos seguía u observaba. Nunca le he visto haciendo nada con nadie.

-      El señor oscuro. Jueves. No os he hablado de él hasta ahora, pero también es otro de los habituales de la caseta en casi cualquier época del año. Un chico que supera ligeramente la treintena, medio calvo o rapado, tirando a delgado, moreno de piel, bajito, frecuentemente con gafas de sol, y que me corrija Sergio si estoy equivocado, solía venir también en un Opel Astra, pero gris oscuro. Su mote se explica porque siempre seguía la misma conducta: aparcaba en la explanada, se metía a la pinada, daba una vuelta rápida y enseguida se metía en una estancia de pino alto sombría, donde apenas se le veía pero él dominaba toda la escena. Me atraía mucho su culo, siempre tan marcado, siempre con pantalones tan ajustados, siempre luciéndolo. Traté de tontear con él, pero debió resultar que no le gusté o que no hubo la decisión que debería. Días después de esto, Dani se lo tiró dentro de la caseta, por la noche, y efectivamente, tenía un culo muy tragón, de estos que te puedes estar follando durante minutos y minutos y el tío sigue gozando como al principio.

-      El del Seat Ibiza Negro. Viernes. Estaba ya un poco cansadito esa semana. Sabía que yendo a la playa gay pillaría de fijo, pero no me motivaba ir solo. Así que a última hora de la tarde me bajé a la playa rumbo a la caseta. Al subir por el camino de arena que lleva de la playa a la caseta me encontré a una pareja joven tendida en una toalla haciendo un 69, miré, pero estaba claro que no querían un tercero. Subí a la caseta y no había nadie. ¿Qué estaba pasando? ¿Se habían puesto todos los astros en mi contra? Cuando el sol ya empezaba a ponerse apareció un Seat Ibiza negro con bandas plateadas y en él un chico que parecía interesante, pinta de joven y gafas de sol. Me lancé a la caza y en vez de salir del coche y seguirme, empezó a seguirme con el coche. Raro. Nunca me lio con tíos que no salen del coche, me da mucha rabia, déjate ver y luego ya decidimos. Pues no hubo manera. Estuvimos jugando al menos una hora al ratón y al gato. Se hizo de noche, no se veía nada y decidí irme. En ese momento se animó a salir del coche y venir detrás de mí, pero claro, ya no se veía nada. Y quien no se quiere mostrar por algo es aparte de por discreción. Me chistó un par de veces y le dije: ¡qué te jodan tío, has tenido una hora y te decides cuando no hay luz!. No hubo respuesta. Volví a verle muchas más veces y siempre con lo mismo: viene a última hora de la tarde para ver y sólo sale cuando se hace de noche. También tiene la costumbre de dar las luces del coche para ver antes de salir. Tampoco le he visto nunca hacer nada con nadie. No me extraña.

Desde luego, no había sido mi semana.

3 comentarios:

  1. Vamos, tuviste lo que se dice una semana tonta.
    Una tarde o un día tiene un pase, pero tener toda la semana resulta desesperante cuando uno va calentito o al menos con intención de pasarlo bien.
    Y sí ocurre, y no sé de que depende.
    Unas veces sales adecentado y con ganas, y no conectas con nadie. Otras sales un tanto zarapastroso y sin excesivos deseos que te mareen, y triunfas.

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  2. que frikis hay por el mundo... Al menos hacen entretenido leer tus aventuras en la caseta, aunque no te fuera bien esa semana, echamos unas risas..

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  3. Hola :
    Bueno aquí puede pasar, en Buenos Aires hay varios tipos de "teteras" (zonas de cruising) y a veces aunque vayas con todas las luces de colores no sucede nada. Es agradable leerte.
    Saludos
    Osvaldo

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