13 de febrero de 2017

CAPÍTULO 167: LA ILUSIÓN POR UN PRIMER AMOR (Parte 1)


Voy a negar la evidencia delante de mí,
si no puede ser, no lo quiero ver. 
¿Para qué saber 
lo que no podre cambiar?



A todos nos llega un final, un final para todas y cada una de las etapas que comenzamos en nuestras vidas. Aquel mes de junio, tras haber aprobado selectividad con nota, mi época en el instituto llegaba a su fin. Adiós a 14 años encerrado entre las mismas paredes de aquel centro educativo concertado de una cooperativa de profesores que puso todo su empeño en educarnos de la mejor manera posible. La que ellos creían que era, claro. Adiós a aquellas paredes que habían sido testigo de nuestros primeros juegos, nuestras primeras rebeldías, las primeras confesiones de la adolescencia temprana, tantos partidos de fútbol, obras de teatro, exámenes y, sobre todo, aquellas primeras experiencias sexuales que aún no he terminado de contar. 



Como dice el popular dicho: "cuando una puerta se cierra, otra se abre". Así fue como solo con un verano de por medio, mi vida cambió totalmente. Cerré puertas a aquellos catorce años perdiendo el contacto con prácticamente todos mis compañeros, antes o después, y manteniéndolo solo con quiénes sabían que eran mis amigos de verdad. ¿Para qué tener que seguir aguantando a esos que siempre me habían caído mal? Ya no tenía ningún sentido. Empecé la universidad a finales de septiembre y ante mi se abrió un nuevo mundo: nuevos compañeros, nuevas asignaturas, nuevos profesores, nueva forma de aprender y nuevo círculo de amigos. Todo ello conjugado con una peligrosa libertad que te daba aquella falta de control al alumnado de la universidad madrileña por excelencia. Yo, que nunca jamás había hecho pellas en el instituto debido al control absoluto que ejercían sobre nosotros, ahora me encontraba con una nueva situación en la que si un día no me apetecía ir a clase, no pasaba absolutamente nada. No había consecuencias de ningún tipo. No había llamadas a casa. ¡Y había maricones! Para entonces un servidor ya tenía asumida completamente su sexualidad y el hecho de que por la universidad hubiera chicos que sin tapujos mostraban una sexualidad idéntica a la mía, abrió un abanico de posibilidades extraordinariamente amplio.

Así, ya al finalizar mi primer año de carrera, me hice con mi particular grupo de amigos compuesto por: 

- Espe, de Esperanza. Esa chica de barrio bajo que siempre había querido ir a la universidad. Alegre, con carácter y de las que van de frente. Su vida había sido dramática: apenas conocía a su padre, siendo criada por su madre y abuelos y teniendo que trabajar desde los 16 a la vez que se sacaba los estudios. Era la perfecta mariliendre: la mayoría de sus amigos masculinos éramos gays, a los heteros directamente se los tiraba. Ella era el alma del grupo, buena amiga y la reina de las fiestas. Adoraba salir por Chueca.

- Elena. Había sido rescatada, emocionalmente hablando, por Espe. Como había hecho con tantos otros. Pijilla, pero carabanchelera. De familia acomodada. Había sufrido una decepción amorosa quedándose bastante deprimida, pero conoció a Espe y todo cambió. Ella, que jamás había tenido amigos gays, se vio rodeada por ellos y acabó encantada de conocer Chueca. Chica alegre donde las hubiera, capaz de alegrar un día malo a cualquiera.

- Johnny, de Johnatan. Al igual que yo procedía de las ciudades del sur de Madrid. Chico extrovertido, masculino, amistoso y profundamente liberal. Le conocí como bisexual, ante mi sorpresa. Nunca tuvo relaciones serias con mujeres, pero de vez en cuando salía por Alonso Martínez y se tiraba a alguna chica. Eso fue cambiando con el tiempo hasta ser completamente homosexual. Un chaval descuidado, de los que nunca se acuerdan de tu cumpleaños, pero que siempre está ahí cuando le necesitas.

- Raúl. Un chico un tanto místico, algo más reservado. De los que van por detrás con cierta malicia. Nunca congeniamos en exceso, pero nos tolerábamos y hubo épocas de cierta unión entre nosotros. Hoy en día es una estrella de Instagram, con decenas de miles de seguidores, quién lo podría haber imaginado por aquel entonces.

- Tamara. La 'mariliendre' de Raúl y su mejor amiga. Era la mayor del grupo por las veces que había repetido cursos en el instituto. Nunca hablaba de su familia. Ambos tenían mucho en común, por lo que congeniaron enseguida. Curraba a la vez que se sacaba la carrera y fardaba de ello. Agradable, siempre con una sonrisa perfecta (y un cuchillo en la espalda). 

Espe, que tenía muchos otros amigos fuera de la universidad, nos introdujo en su grupo de fiestas por Chueca, donde aparte de los mencionados y de algunos más, también estaban:

- Íker. Un chico masculino donde los hubiera, serio al conocerle, difícil de acceder a él, pero buen amigo una vez te acepta. Tardó en aceptarme más de lo debido porque chocábamos en carácter y me veía como un rival a la hora de ligar y de competir por amistad con Espe.


- Manu. En la época que le conocí era un chaval un tanto pasado de rosca, agradable cuando estaba sobrio, pero pesado hasta decir basta cuando estaba ebrio, que era la mayor parte del tiempo. Gastaba bromas que nadie soportaba, pero ponía su piso en pleno Chueca a disposición del grupo y por eso era uno más. Algo horrible había pasado entre él e Íker tiempo atrás, era un secreto de estado que todo el mundo sabía, pero nadie se atrevía a contar.

- Tony. Compañero de piso de Manu, nunca supe cómo podían permitirse pagar el alquiler de aquel pisazo. Un chaval alto, grandote y aniñado. Muy extrovertido, divertido y más puta que las gallinas. Se lo llegaba a hacer con hasta 8 tíos por noche, no porque fuera muy atractivo, sino porque tenía una labia brutal y sabía calentarte la oreja como nadie. Creo que todos los del grupo caímos en sus redes antes o después. 

- Juanlu. Un chaval un año más joven que nosotros que vivía en mi misma ciudad: guapo, delgado, ligeramente fibrado y muy pasivo. De hecho, si se enteraba que algún ligue era exclusivamente pasivo, le dejaba de hablar y actuaba como si no existiera. Se dejaba llevar demasiado por los demás, pero no era mala gente.


- El Mili. Su apodo, indudablemente, por militar. No había querido estudiar y se había metido al ejército. Cuando me lo presentaron sufrí un amor a primera vista. Era todo lo que siempre había adorado en un hombre: pelo de punta, acento de malote de barrio, chulo, morenazo, guapo como ninguno, con labia, cachas, estatura media, sonrisa perfecta. Si tenía algún defecto era que le gustaba demasiado fumar porros.


Efectivamente fue este grupo al que se unió Dani un tiempo después y con el que di por comenzada mi etapa de fiestas más salvaje por el centro de Madrid. Como podréis imaginar, ante unos personajes tan distintos y dispares entre sí, el grupo no tardó mucho en separarse, en vivir auténticos dramas, peleas y traiciones. Eso sí, los primeros años los recuerdo como unos de los más felices, una etapa en la que nada importaba, en la que esperar siempre al viernes noche y no volver a aparecer por casa hasta el domingo. 


Mi primer año en la universidad fue un absoluto desastre, para qué negarlo. Como os comenté al principio, esa libertad que tanto contrastaba con el férreo control al que habíamos estado sometidos en el instituto me dio alas para muchas cosas. Eso unido al caótico horario que me había tocado (entonces el orden de matriculación se decidía por el sorteo de una letra del alfabeto y a mi me tocó de los últimos), me hacían pasarme todo el día en la uni, aunque no precisamente en clase. Pocas clases recuerdo de aquel primer año, a decir verdad. 


¿Dónde había estado metida toda aquella gente tan maja, abierta y simpática con la que había congeniado tan bien que parecíamos conocernos de toda la vida? Los amigos de Espe, que no eran de la facultad, venían a vernos desde un campus de otra universidad pública que no estaba muy alejada. Hacíamos horas en la cafetería o en los jardines si hacía buen tiempo y, aunque conecté con todos muy bien, fue del Mili del que me prendé hasta las trancas. Los otros, a excepción de un polvo con Íker que ya contaré y un rollo con Tony, nunca llamaron mi atención en el plano más sexual. 

Nunca he sido muy de demostrar mis sentimientos e intenciones de primeras, me refiero a mi "yo" de esta época, pero siempre me pareció evidente que al Mili le hacía gracia. Él siempre aprovechaba para quedarse en manga corta y mostrar esos fuertes brazos morenos trabajados o quitarse la camiseta para tomar el sol, luciendo su perfecto torso depilado de gimnasio. Todo ello siempre acompañado de un porrito, lo que me llevaba a plantearme si en el ejército también se lo consentían. Había semanas en las que por turno de trabajo no venía a visitarnos, y siempre acababa deseando que pasaran rápido para poder verle una vez llegara el fin de semana. 

Nuestro tonteo debió de llegar a ser tan evidente una noche de junio, poco antes de los exámenes finales que marcarían aquel primer año universitario fatídico. Recuerdo que estábamos tomando algo en el bar Nike de Chueca (creo que hoy ya no existe) y llegado un momento decidimos salir a la calle a continuar allí con los minis de cerveza, que al menos corría el aire. No se cómo empezó, pero recuerdo que en un momento de risas en el grupo, el Mili me agarró por la cintura, me miró a la cara a escasos centímetros de distancia y dijo:

- Abre la boca.
- Claro -dije, pensando lo increiblemente guapo que era ese chico al que tenía más cerca que nunca y cuyos brazos fuertes pasaban por mi cintura.

Dio una calada al porro que tenía en su mano y aproximó su boca a la mía dejándome acariciar sus labios suavemente mientras el humo que tenía alojado en su interior se dirigía hacía mi garganta, con sus penetrantes ojos atravesando los míos. 

No me preguntéis por qué, pero se me puso durísima y eso que nunca he sido fumador. Mi empalme fue bastante evidente, tanto que el Mili miró hacía abajo y me lo agarró con fuerza con la mano en la que hasta hace un momento había sujetado el cigarro:

- Era esta la reacción que esperaba -dijo 2 segundos antes de empezar a comerme la boca.

En ese momento no me había dado cuenta, pero se había hecho el silencio en el grupo que observaba con cierta perplejidad la imagen:

- Mili, viendo lo que calza Marquitos, espero que lleves bien de lubricante -dijo Íker para romper el hielo.

Nos empezamos a reír muchísimo y Espe me cogió de una mano y tiró de mi separándome del Mili y llevándome a un sitio más apartado, mientras los demás seguían riéndose. 

- No te conviene, ¿me has oído, Marcos? Follátelo, tíratelo, comeos las pollas, pero no te enamores de él. ¿Entiendes lo que te digo? -me decía, con los ojos fuera de sus órbitas y sus manos cogiendo mi cara.
- ¿Por qué? -pregunté.
- Porque sufrirás. Prométemelo Marcos. Solo colegas. Solo follar. Pero nada de sentimientos, ¿si?

Espe me decía esto porque era de las pocas que habían sabido de mi fallida historia con el alcalde y siempre fue una persona excesivamente protectora. Lo que Espe no sabía es que ya era tarde, muy tarde, para decirme que no me enamorara de una persona en la que ya me pasaba pensando todo el día.

Volvimos al grupo, que volvía a hablar con normalidad, seguimos bebiendo y el Mili se volvió a acercar a mi para besarme. Traté de contenerme, de rechazarle, pero no me lo puso fácil:

- ¿Qué pasa, Marquitos? -preguntó.
- ¿No vamos un poco rápido? -dije, sonando muy mojigato.
- ¿Rápido? Jajajaja... a ver que no te he bajado los pantalones para follarte aquí mismo niño. Venga, ¿no te apetece comerme un poco la boca? No te dejes llevar por lo que...

No le dejé terminar. La poca fuerza de voluntad que tenía para rechazarle se esfumó y le comí la boca con puro ansia. Me estampó de espaldas contra la pared del edificio que teníamos detrás y allí estuvimos más de media hora besándonos, sobándonos y magreándonos. Tuve oportunidad de acariciar cada uno de los músculos que daban forma a su torso y me entretuve particularmente en aquellos brazos de hierro.

- Pufff tío, estoy muy caliente y tu también...-dijo Mili.
- Si... -susurré mientras le comía la oreja.
- ¿Nos vamos a mi casa? No vivo lejos y estoy solo...
- No se tío...-dije.
- ¿Es que no confías en mi? -preguntó, con seriedad.
- Claro...
- A ver, no te voy a obligar a nada. Nos tumbamos en la cama, nos ponemos una peli y de buen rollo -dijo.

Pues sí, lo cierto es que tenía motivos para confiar en él. Obviamente solo le conocía de hacía algo más de 6 meses y Espe de años, pero en este tiempo se había portado muy bien conmigo, no tenía razones para rechazarle y el consejo de Espe no era suficiente para no irme con aquel chico del que estaba profundamente prendado.

No nos despedimos de nadie. Me cogió de la mano con fuerza y con decisión tiró de mi hasta sacarme a Gran Vía. Allí alzó la mano, paró un taxi y me llevó a su casa en no más de diez minutos. Durante todo el trayecto no soltó mi mano, cosa que llamaba poderosamente la atención del taxista que no hacía más que mirar por el espejo retrovisor
interior. Pagó una vez llegamos al destino y subimos a su piso. Una estancia grande y con mucho pasillo, decorada con gusto en un estilo mixto de modernidad y clasicismo. Pasamos a su más que amplia habitación en la que hacía un calor sofocante. Tras descalzarse, se quitó la camiseta y los pantalones, quedándose en aquellos ajustados bóxers negros de marca conocida. 

Si ya haberle visto sin camiseta en los jardines de la facultad me había puesto cachondo, tener aquella imagen de semejante culazo, cuerpazo y paquetazo, me puso a mil. Me miró, sonrió y dijo:

- A ver, tu haz lo que quieras, pero estoy seguro de que en tu casa con este calor no llevas nada de ropa encima.

Así que hice lo mismo, aunque con bastante más pudor al comparar su cuerpo con el mío, que entonces estaba delgado y marcaba lo poco que había conseguido por la natación. Me miró, volvió a sonreír, se tiró a la cama, cogió el portátil y dijo:

- ¿Vienes? 

Y fui. Claro que fui. 

***La siguiente parte de esta historia será publicada en menos de 7 días. 

16 comentarios:

  1. Menuda vuelta. No pasa nada, tu publica cuando puedas. Tiene buena pinta, una vez más, esta historia :).

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  2. Que maja la Espe aconsejandote, pero a la vez que ingenua.
    Ni que se pudieran controlar los sentimientos de enamoramientos!.
    Y que envida (sana) de juventud. La mía fue de lo más aburrida, anodida y gris.

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    1. Bueno, ella lo hacía porque conocía más a Mili de lo que quizá yo llegué a hacerlo nunca... Bueno, quizá tu juventud fuera como cuentas, pero ahora estás recuperando el tiempo perdido, y eso es con lo que hay que quedarse ;)

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  3. Joder!!!! a mi no me suceden cosas así coño! ...por cierto me identifico más con Johnny y también se podría decir tengo mi Expe��

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  4. A mi ese cóctel de personalidades diferentes con las que te encontraste al empezar esa nueva etapa me recordó momentos míos similares, en los que comienzas con algo de cero y todo lo que te encuentras es nuevo, emocionante y las cosas y las relaciones resultan así como super-eléctricas, fulgurantes e intensas...
    Desde luego el "Mili" tal como le describes haría perder los papeles a cualquiera, por lo menos a mi, visto a través de tus palabras, me resulta el tipo de tío ideal, ese con el que uno puede perder -al menos transitoriamente- la cabeza.
    A ver como sigue la cosa...
    ¡Un abrazo!

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    1. Eso es exactamente lo que sentía por aquel entonces, una vez fui uno más del grupo: una vorágine de emociones, de planes nuevos constantes, de risas, buen rollo absoluto... Pero claro, con un cóctel de gente así, no todo iba a ser un camino de rosas ;)

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  5. Las historias de amor siempre son interesantes y complicadas.
    Como te dije en uno de las entradas anteriores, la amistad es muy importante para mí y los cambios siempre hace que te distancies de tus amigos y se me viene a la cabeza una pregunta, ¿con cuántos sigues teniendo relación de amistad a día de hoy de todos los que has nombrado? A puesto a que Espe es una de ellas.
    Un saludo.
    Extremeño.

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    1. Pues realmente con la que sigo un teniendo mucho contacto de amistad, es mi mejor amiga, es con Elena. No le doy mucha importancia en esta entrada, porque la nuestra fue una amistad que se cimentó poco a poco hasta hacerse muy sólida. Con Espe tuve un par de años de ser uña y carne, pero la cosa se fue distanciando una vez dejé la noche madrileña y por culpa de malos entendidos. Mantenemos el contacto, sí, pero puedo decirte que hace años que no nos vemos... Y de los demás, con casi ninguno.

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  6. Antes de comentar el post quiero hacer un inciso: has sufrido mucho por amor (también por amistades que no estaban a la altura, pero todos hemos pasado por ambas situaciones) y eso te ha hecho desconfiado, por una parte te entiendo perfectamente pero por otro lado me parece muy injusto que las malas experiencias te hayan hecho medir a todo el mundo por el mismo rasero, no todo el mundo es igual. No dejes que los miedos del pasado te impidan avanzar y te frenen.

    Y tras esta chapa y un Almax para digerirla jajajaja, al turrón:

    Qué grupo tan variopinto, me recuerda al grupo que tuve en el instituto de Madrid. Aparte de Dani, ¿conservas alguna amistad de entonces? Me ha gustado mucho Espe, me veo muy reflejado en ella porque valoro mucho la amistad y por lo protector y también me ha gustado Íker, no sé por qué.

    Abrazotes.

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    1. Te agradezco mucho tus palabras y consejos, Christian. Ya lo sabes :*
      Sobre aquel grupo, aparte de con Dani que llegó después, solo mantengo relación con Elena que se convirtió, y lo sigue siendo, en mi mejor amiga y confidente. Con Espe la relación se perdió cuando dejé de salir por la noche tan asiduamente, por aquel entonces ese grupo solo valía para salir, beber, bailar y poco más... ¿Quedar para un café? Eso era pedir mucho... También hubo varios malentendidos y, bueno, aunque estoy en contacto con Espe vía redes sociales, hace años que no quedamos. De Íker hay cosas que contar en próximas entradas, pero no, tampoco mantengo el contacto (y eso que trabaja casi al lado de mi casa xD)

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  7. ¿El Mili? ¿D.V.? ¡Entonces ya se qué Marcos eres! Ahora todo esto me motiva más, fui testigo de esa historia, pero nunca había imaginao que tú eras ese Marcos hasta la historia de hoy. Vaya tela!!!

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    1. coño pequeño es el mundo ...cuenta, cuenta, soy todo ojos

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    2. Jajaja si es que a veces Madrid es más pequeño de lo que parece ;)

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