7 de marzo de 2016

CAPÍTULO 146: ÁNGEL E IVÁN, LA PAREJA TEMEROSA

Cuando vamos de cruising no solemos discriminar a los chicos por quiénes vayan acompañados, a no ser de que sean pandillas. Entendemos que si dos chicos van juntos de caza pueden ser como nosotros: amigos que quieren experimentar más o parejas con ganas de buscar más experiencias. El caso es que si dos chicos van juntos es porque ambos buscan tema por el lugar. El día en el que tuvimos el encontronazo con el Señorito de la We Party, entrado ya el mes de agosto con los días acortándose, dimos con una pareja de chavales a quienes no habíamos visto por allí antes. 

El caso es que estando la playa llena de gente, como suele pasar en fin de semana, la zona de mayor concurrencia se pone hasta los topes. Si quieres puedes seguir andando para encontrar zonas más despejadas, pero la mayoría solemos ponernos en la ya bautizada "área de influencia". En un pequeño cuadradito de arena libre que quedaba entre nosotros y un grupo de lesbianas murcianas que venía a pasar el día en una quedada, se instaló una pareja de chavales recién entrados en la treintena. A primera vista se les veía agradables, gente maja, de esos que te dan conversación poco a poco para ver si la cosa fluye y de ser así, continuar charlando. Ángel e Iván acababan de llegar a la treintena y solían dedicar una semana de sus vacaciones a la playa del Rebollo y Alicante, el resto de vacaciones se las dividían en otro lugar de su elección (islas, Sitges, Cádiz u otros países) y la semana final se iban al pueblo de los padres de uno de ellos, casi en la otra punta del país. Llegaban tan cargados a la playa que parecían sacados de una película familiar de los años 70: mochilas repletas, sombrillas al hombro, neveras de mano... El caso es que enseguida instalaron todo y tan pronto como su pequeño chiringuito quedó montado, se quedaron como vinieron al mundo: en bolas. A fin de cuentas, esta playa es una playa mixta. Aún no estaban muy bronceados: eran chavales de alrededor de 1,75 de altura, buenos cuerpos fibrados sin estar muy cachas, completamente depilados, culos redondos y fuertes y piernas fuertes. Iván llevaba el pelo muy corto, diría que al 1, mientras que Ángel dentro de llevarlo corto, lo tenía algo más largo y a la moda (laterales más cortos, casi rapados, y la parte de arriba algo más larga). Debajo de sus marcados abdómenes salían dos buenas pollas en estado normal reposando en un par de huevos normales. No tenían demasiada pluma, algo se notaba en el deje de uno de ellos, pero tan natural que pasaba desapercibida. Podríamos decir que eran chavales masculinos. Nos dieron cháchara enseguida, conectamos rápidamente y pasamos una mañana de lo más entretenida jugando los 4 a las palas en la orilla del mar. Los cuatro en bolas en primera línea con nuestros rabos subiendo y bajando debido a los movimientos, os podéis imaginar, éramos el centro de atención. Una vez estábamos sudados, dejamos las palas y pasamos a bañarnos juntos y hacer un poco el ganso en el agua. Si algo me jodía de mucha de la gente que iba por el Rebollo es lo desquiciantemente interesados que son algunos. En el poco rato que estuvimos en el agua no nos faltaron palmeros y peticiones de amistad, que parecía que el Facebook, o mejor dicho el Grindr, había pasado de la pantalla a la realidad. Los otros chicos se dieron cuenta al igual que nosotros y decidimos salir del agua y volver a nuestro chiringuito. 

Allí, mirando al mar de frente al sol de media mañana, fue cuando los dos chavales nos empezaron a preguntar por lo que pasaba dentro de los pinos. Empezó casi como una broma, riéndonos, pero la curiosidad podía con ellos tanto que acabaron siendo claros. Habían mantenido siempre una relación cerrada, sin intervenciones, quizá algún tonteo, pero nada más. Llegados a este punto tenían curiosidad por saber cómo sería la experiencia de introducir un tercer actor en su relación de pareja. Vamos que, dieron por hecho que Sergio y yo éramos novios, pero bueno, ninguno de los dos se esforzó por explicarles que en realidad no lo éramos. Decían que sabían que dentro de la pinada se cocía algo porque el vaivén de hombres era constante y porque habían leído en foros y webs acerca de ello. La cosa es que lo habían hablado entre los dos y estaban decididos a conocer y experimentar:

— Y qué mejor que hacerlo con dos buenos maestros de ceremonia como vosotros —dijo Ángel, cogiéndome del culo y apretándomelo fuerte.

Ahí, justo en este momento, fue cuando todos supimos con una rápida mirada que nuestra recién estrenada amistad y buen rollo iba a terminar, antes o después, en una buena sesión de sexo. Precisamente porque esas miradas decían que había deseo y que todos nos molábamos. Lo que no sabía yo entonces que todo fuera a ser tan lento con ellos.  


Les enseñamos cómo funcionaba, en nuestra opinión, el cruising del Rebollo. La zona de más afluencia, los caminos principales, las distintas salitas de pinos que salen a cada lado de los caminos de arena, las zonas más alejadas, las más discretas, cómo ir al aparcamiento directamente sin volver a pasar por la playa y algunas indicaciones más. Lo miraban todo con una curiosidad desbordante, fijándose en cada rincón, preguntándonos, avergonzándose al ver espontáneos tríos o parejas teniendo sexo allí mismo. En esto que, llegados a una zona algo más discreta, a la izquierda de la zona principal conocida como "el foro", hicimos un pequeño círculo y, previa mirada de aprobación de Iván a Ángel, éste me cogió el rabo y me lo empezó a sobar:


— ¿Es así como se empieza? —dijo con una sonrisa picarona.

— Así o como tú quieras. Lo importante es que estemos todos cómodos haciendo lo que queramos hacer, sin forzar —dije, guiñándole un ojo y cogiendo del rabo a Iván para sobárselo.

Hicimos un círculo más cerrado cogiéndonos con la mano libre por la cintura y empezamos a besarnos con lengua los unos a los otros, a la par que unas manos sobaban torsos, huevos, culos... Se hacía difícil saber quién te tocaba en cada momento y eso que éramos solo cuatro. El caso es que cuando volví a coger la buena polla de Ángel, a los pocos segundos de estarle pajeando, me miró, vi cómo le temblaban las piernas y con un pequeño suspiro se corrió abundantemente en medio del suelo. Su chico, en manos de Sergio, hizo lo propio diez segundos después de ver cómo el otro se corría, salpicándome el pie izquierdo. Nosotros no nos corrimos. Quisieron forzar un poco la situación y agradarnos ofreciéndonos una paja, pero realmente no era lo que nos apetecía. Es decir, respetábamos sus límites, pero tampoco quería forzar una paja que a ninguno nos apetecía en realidad: ni a ellos hacer, ni a nosotros disfrutar. Se disculparon unas cuantas veces, pero le entendí mejor de lo que creían. Es alucinante, si te gusta de verdad el cruising, el morbo que se siente las primeras veces, tanto que controlar la corrida se hace difícil por el placer y el morbo de lo que estás viviendo. En la despedida nos comentaron que sólo buscaban pajas y magreos al principio, pero que si nos apetecía podíamos vernos más veces e ir subiendo la intensidad progresivamente. Nos dimos un beso, unos sobeteos más que decían que había ganas de más y se marcharon a la playa para recoger sus cosas.


Al día siguiente nos volvimos a encontrar, con una actitud por su parte mucho más abierta. Incluso nos corrimos con una paja que nos hicieron, pero este día ya os lo conté en la entrada del Señorito de la Gorra de WE, así que iremos directamente con el día de después. Ese día quedamos expresamente en la pinada; al llegar, nuestros chicos ya estaban desnudos en una de las primeras estancias a la sombra que parten del camino principal. Una zona nada discreta. Después de los saludos, extendimos nuestras toallas en aquel suelo mitad arenoso, mitad cubierto de ramas de pino secas, y nos quedamos los cuatro tan desnudos cómo vinimos al mundo. Así que, allí tumbados, y sin mucho esperar nos empezamos a enrollar. Esta vez yo me lo hacía con Iván, que parecía más pasivo, y Sergio se lo hacía con Ángel, que ya me había quedado claro que era más activo. La sorpresa llegó cuando al poco de estarnos comiendo las bocas y sobándonos las pollas, Iván me puso boca arriba y, de rodillas delante mía, me la empezó a mamar (no si antes mirar a su chico en señal de aprobación). Me colocó mis manos en su cabeza y me recordó el morbo que me daba a mi precisamente estar en su posición. La chupaba muy bien, con una mezcla de delicadeza y deseo, a veces alterada por los nervios. Tanto que se atragantaba y tenía que coger aire. Miré a mi derecha y vi a Sergio haciendo lo mismo con la polla de Ángel y disfrutando de lo lindo, porque tenía muy buen rabo. Ambos estaban bastante dotados, bien por encima de la media. 


El plan de aquel día lo traían bastante elaborado y al terminar nuestro encuentro entendimos por qué. La cosa es que Iván, mientras me la chupaba y se comía mis huevos con auténtica pasión, hacía hincapié en que no me corriera:

— Pues vas a tener que parar un poco, porque la comes tan bien que podría correrme ya mismo — le dije.

— Se me ocurre otra forma de divertirnos...—dijo.

Se dio la vuelta, me puso el culo en la cara y volvió a coger mi polla para comérsela mucho más lentamente. Tenía ante mi un culo redondo, firme y apretado que escondía un agujero totalmente depilado, ligeramente abierto y sin una sola protuberancia (cada vez me resulta más difícil encontrar culos sin ellas, pero vamos, que es algo normal). Me lo pensé, porque no me encanta comer culos así sin más, pero no pude resistirme mucho. Hice una primera tarea de inspección con los dedos y saliva y cuando me di cuenta de que aquello olía a gel y estaba limpio me lancé a comérselo. Para aquel entonces, Sergio ya estaba a cuatro patas y Ángel se ponía el condón. Teníamos un numeroso círculo de espectadores de todas las edades, la mayoría pajeándose con lo que veían. Me comí el culo de Iván con ahínco y su dilatación fue de las más rápidas y asombrosas que he visto jamás, quién lo hubiera dicho. Aquello se abrió enseguida e Iván no tardó en echar mano a la banderola, coger un condón y ponérmelo. No me dejó moverme, se notaba que le gustaba aquella posición. Me cabalgó. Estaba boca arriba, con él encima mirándome a los ojos. No le costó mucho meterse mi polla, que se mantenía erecta al ver cómo Ángel le estaba clavando su polla a Sergio y cómo este disfrutaba. Me gustaba verlo y me la ponía muy dura. Cuando ya fue capaz de metérsela hasta el fondo, empezó a cabalgarme con ritmo progresivo: primero despacio y, una vez la mueca de dolor se esfumó de su cara, me empezó a follar botando sobre mi sin la más mínima dificultad. En ese momento, Ángel sacaba rápidamente su polla del culo de Sergio, se quitaba el condón y con una rápida paja se corría en su espalda. Iván, que seguía botando sobre mi polla, se pasó la lengua por los labios al ver cómo su chico lefaba a Sergio y le cogí de la polla. Le pilló algo se sorpresa, pero no me dijo de parar. Y se corrió de una forma que parecía una ametralladora: echaba ráfagas potentes de lefa por momentos y con una fuerza que me pringó la barbilla y toda la parte superior del pecho.


— Me corro, no pares, no pares... —le dije, cogiéndole de las caderas y ayudándole a cabalgar.

— Córrete dentro —dijo.

Y así lo hice: me corrí en su culo, condón mediante. Iván se quedó con cara de no saber qué hacer y le cogí de la cintura tumbándole sobre mi para que descansara, mientras que con otra mano, sacaba mi polla de su culo y quitaba el condón. Pareció gustarle el gesto y se quedó un momento más encima de mi, con su mano en mi pecho, agazapado como un gatito indefenso. Ángel y Sergio ya se habían limpiado y charlaban fuera de aquella estancia, donde ya no quedaba nadie mirando, sólo pasando de un lado a otro. Desmonté a Iván de mi y nos limpiamos mutuamente, se notaba que así lo hacía con su chico porque lo hizo de una forma muy natural. 



Me ayudó a levantarme y ambos nos pusimos el bañador y metimos todos los restos en una pequeña bolsa de plástico. Los otros dos volvieron a entrar para charlar un rato más, hasta que recogimos las cosas porque empezaba a anochecer y refrescar. Nos comentaron que les había encantado los tres días de sexo progresivo con nosotros y que les encantaría repetir en otra ocasión, pero que ya no iban a tener tiempo de volver por la pinada en los dos días que les quedaban debido a varios compromisos. Y ahí fue cuando, tras mirar a Sergio, entendimos todo. Todo el plan, vaya. En ningún momento nos molestó, porque entendimos que no fue a mala leche, pero sí que resultaron ser una pareja de lo más curiosa: temerosos al principio, pero con un plan bien estudiado al final.



La despedida con ellos fue larga: nos quedamos apoyados en su coche morreándonos los unos con los otros, esta vez más con Ángel que con Iván y comentando la pena de no tener más días para cambiar roles. Se notaba que había química y tensión sexual. Era la primera vez que nos pasaba esto, de forma tan clara, con una pareja. 


Y no sería la última.



16 comentarios:

  1. Menudo morbazo, la verdad es que es complicado encontrar esa complicidad con alguien tanto en el sexo como fuera de él y que fluya de forma natural, sin forzar nada. Normalmente la gente quiere enseguida al paso siguiente (ser pareja) y yo en eso, aunque nunca he tenido problemas en tener parejas si que soy más de ritmos lentos porque me gusta tomarme mi tiempo para conocer a alguien.

    Abrazotes.

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    1. Es que, como bien dices, lo importante es dejar que las cosas fluyan de forma natural. A veces damos demasiada importancia al hecho de tener una pareja: hay que tenerla ya, porque así debe ser, porque así se nos ha enseñado. Y yo digo que no, que hay que tenerla si apetece, si surge y si fluye de manera natural entre ambas partes ;)

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  2. ¡¡Arg!! Al principio me lié porque esta historia va antes y después de algo que ya nos has contado. Es algo que ya has hecho pero que te hace tener que pensar más xD, típico en las novelas de misterio u.u.

    Y a ver si lo he entendido ¿la pareja al final no era tan temerosa si no que solo querían atraer vuestra atención y parecer todo más natural?

    P.D. ¿Qué es una protuberancia en el culo?



    James

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    1. Claro, es que tengo que mantener vuestra atención también de vez en cuando :P A ver, en cierta parte eran temerosos porque supuestamente nunca habían abierto su relación hasta ese momento, pero creo que en cuanto vieron que eran capaces de hacerlo estando los dos cómodos "se vinieron arriba" y quisieron ir más rápido, ya que su tiempo allí terminaba. Una protuberancia es la forma fina de decir almorrana xD

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  3. Yo ya no me acordaba de estos. Y del señorito de la gorra de la We party tampoco. Ahora haciendo memoria creo que te refieres a los chicos aquellos que estaban montándoselo con 2 tíos y que los dejaron a medias al veros, ¿no? Recordarlo todo es jodido. 146 historias y las que quedan. Y encima empezarás a contar las de Sergio y Dani. Hay blog para años. Jaja

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    1. Bueno, es que la escena de que una pareja se lo deja de montar con otros para venirse con nosotros nos ha ocurrido dos veces. Primero con los franceses y luego con estos, aunque estos realmente no estaban haciendo mucho, más que calentar al personal. Un saludo ;)

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  4. Y con público alrededor y todo!

    Qué crack, Marcos.

    Saludos.
    Pablo G.

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    1. Es lo que tiene el sexo al aire libre en zonas conocidas de cancaneo: que es muy difícil esconderte de todo el mundo. Y me da a mi que estos chavales, aparte de querer abrir un poco su relación, también les molaba el hecho de ser vistos y excitar a quienes nos vieran. No me encanta follar delante de varios ojos, pero si hay que hacerlo, tampoco es un impedimento porque, a fin de cuentas, allí estamos todos para lo mismo.
      Un saludo, Pablo ;)

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  5. Ya me daba a mí en el hocico que esta pareja no era tan "inocente y temerosa".
    Una vez os echaron la vista encima, decidieron un lento aproximamiento para no espantar de primeras a la presa, vosotros. Lento proceder pero buena estrategia, cuya finalidad era deseada por todos, así que todos contentos, hasta nosotros los lectores que podemos también disfrutarlo, jejeje ... ;-)

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    1. Exacto, perro. Además, añadiría que lo de los dos primeros días era una aproximación para ver cómo se sentían al ver sus manos sobando otros cuerpos y otras pollas, por ver si sentían celos o morbo. Y como la respuesta fue 'morbo', decidieron seguir adelante aumentando el ritmo de lo que querían :P

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  6. CABRONAZOS¡¡
    NO VEAS EL MORBO DE JUGAR A LAS PALAS EN BOLAS DELANTE DE LA PEÑA. YO HE VIVIDO ESA SITUACION VARIAS VECES Y A PARTE DE MORBOSA DAS UNA ENVIDIA DEL COPON A LA PEÑA. A MAS DE 4 SE LE SALEN LAS BOLAS DE LOS OJOS, JAJAJA

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    1. Jajaja bueno, que conste que no somos los únicos que lo hemos hecho, ¿eh? Todos los veranos hay alguna pareja o amigos que juegan a las palas en bolas, pero sí que es cierto que allí en el Rebollo te conviertes en el centro de atención. ¡Gracias por comentar!

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  7. ¿Esta historia puede de ser de hace unos dos veranos, aprox? Creo que se quienes sois, estabais cerca nuestra, nosotros al otro lado del grupo de lesbianas murcianas que dices... Y los 4 buenorros jugando a las palas, si si, creo que os tengo ya fichados!!

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  8. Oh que bonito y que tierno. Desde luego tuvieron suerte con vosotros!

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  9. Joder!!!! me ponen cachondo tus historias tío, en el otro post dije que a mi el cruising no me va, ahora bien en la playa más de una vez he pillao cacho lo encuentro distinto en Vera que a veces voy porque me encanta, en Soria que también hay un pantano que hacen cruising yo no lo juro, me quedo quieto en la orilla y si pasa alguno "bonito" pues mira oye....;)

    Hablemos del "oyito" el mío sigue estando así como muy estrecho vamos que enamora sin pertuverancia alguna ;) el caso es que hasta un 17 cm x 5 cm lo aguanto más imposible y con cremita, ni saliva ni leches, por eso siempre salgo con mi cremita y gomas jajajaja.

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