16 de noviembre de 2015

CAPÍTULO 134: LOS CHUBBIES TAMBIÉN FOLLAN (BIEN)

Podría decirse que empecé tarde en el mundo del cruising, los que me seguís desde los comienzos lo sabéis, pero también es algo que depende de la perspectiva de cada uno: para unos empecé tarde y para otros pronto. Para mi, empecé justo en el momento adecuado, ese momento en el que algo en mi interior pedía probar cosas nuevas alejadas del mundo del ambiente en el que nunca realmente llegué a cuajar. Sí, me lo he pasado muy bien saliendo de fiesta fin de semana sí y fin de semana también por sitios típicos de Madrid, discotecas reconocidas, pubs mencionados... Sí, era de los típicos que acababa por quitarse la camiseta en la parte de abajo de la mítica discoteca Cool y bailaba con tíos cuadrados a los que no conocía de nada, mientras mis amigos esperaban en la zona de arriba, en la que reinaban el pachangueo, la música más comercial y las reinas del lugar se dedicaban a cuchichear de este sí y de aquel también. Noches eternas de bailes, alcohol, rolletes en los baños, música y critiqueo que acabaron por cansarme hasta lo más profundo, por motivos más diversos y amplios que ya contaré en otra historia.
Sin embargo, algo aprendí de toda aquella etapa de llegar los sábados por la mañana, dormir hasta el medio día, comer, echarte la siesta, despertarte para ducharte, arreglarte y volver a salir. Y es que los maricas somos los primeros en poner etiquetas a todos los que nos rodean, de criticar a este aquí y a ese de allí, mientras nos reímos y continuamos a lo nuestro. Precisamente nosotros, a quienes las etiquetas no nos gustan nada. ¿Contradictorio o parte del ser humano? Ese es otro debate. Aprendí multitud de etiquetas en función de la apariencia física del chico: musculoca, feos que se ponen cachas para disimular su fealdad, osos, muscle bears, hunters, hunks, hotties, chubbies y un sin fin más. Así como esa manía que tenían muchos de llamar a un chico por su nombre en femenino, sobre todo cuando no se caían mutuamente bien. Todas esas etiquetas describían el físico y en ocasiones la actitud de un chico o grupo de chicos, e incluso muchas salas de la zona hacían fiestas temáticas usándolas. Y de ahí también salían muchos prejuicios. 
Algo que aprendí en esa época y en mis inicios en el cruising es que no te puedes fiar de esas etiquetas para hacer una hipótesis sobre la calidad de los polvos que puedes echar. En mi caso, que ya sabéis el tipo de chico que me gusta, me he llevado más de una decepción con tiazos cachas y guapos que no saben follar y me he llevado gratas sorpresas como la que nos ocupa hoy. 

Ocurrió un fin de semana de primeros de agosto en el que mi fiel amigo Sergio se marchó con su familia a Tarragona. Su prima pequeña quería conocer Port Aventura y cogieron el coche, una habitación de hotel y se marcharon por la carretera de la costa a un intenso viaje de fin de semana. Dani llamó al telefonillo a eso de las 12 de la mañana de aquel sábado y nos bajamos a la playa del Moncayo a hacer un poco de running hasta La Mata y vuelta. Me comentó que había estado zorreando hacía un par de días con un tío en un sitio de cruising de Orihuela llamado La Ermita, pero que ese tío tenía ganas de hacer un trío ya que su fantasía más secreta era recibir polla por la boca y por el culo a la vez. Dani me comentaba que el día que habían zorreado se habían magreado, pajeado y sobado un poco los culos y que si me apetecía ayudar al chaval a cumplir su fantasía, pues teníamos cita aquella misma tarde en un chalet de Playa Flamenca, algo más al sur pasado Torrevieja:

- Eso sí, Marcos, te aviso que no es el tipo de chico con el que sueles follar...-dijo Dani.
- ¿Y eso? ¿Qué me ocultas, tío? -dije guiñándole un ojo.
- Es del tipo chubby, ya sabes...-quiso explicar.
- ¡Uff! Las etiquetas, ¡cuánto tiempo! ¿Los chubbies cuáles eran? -dije, tratando de recordar.
- Pues los que son un poco gorditos...-decía Dani con cautela.
- ¿Y a ti te van o te va este chaval? -pregunté un poco contrariado.
- Sí tío, es un morenazo bien guapo, jovencito, con buen rabo, culo tragón, morboso y unos labios bien carnosos -dijo, seguro de sí mismo.

Me enseñó un par de fotos que le había pasado el chaval y lo cierto es que le encontré morbo, aunque si que es cierto que en nada se correspondía a lo que solía ponerme a mi. Me quise arriesgar porque me podía totalmente el hecho de probar algo nuevo y a las malas una buena mamada me iba a llevar, así que dejé todo en manos de Dani.
- Quiere que vayamos de activazos, ha visto fotos tuyas y dice que nos espera con el rabo tieso -me dijo Dani nada más montarme en el coche aquella tarde rumbo a Playa Flamenca.
Iba con ciertos nervios. Nunca he sabido muy bien cómo reaccionar cuando llevas algo tan preparado, en el caso de que al presentarte veas que la persona en cuestión no te mola nada. ¿Te vas? ¿Follas por follar? ¿Simulas una emergencia para irte? Me consolaba el hecho de que Dani estuviera tan seguro de aquello, tampoco era su tipo de chico y si se había decidido a quedar tendría que haber una poderosa razón que lo explicara. No me preparé demasiado más que una buena ducha profunda, camiseta de tirantes azul y bañador corto verde marcando paquete.

Los 20 minutos de viaje pasaron enseguida y cuando me quise dar cuenta estábamos ya aparcando en el aparcamiento de aquella urbanización un tanto destartalada. Llamamos a la puerta del chalet en cuestión y nos abrió un chico bien bronceado que no tendría más de 21 años, con, efectivamente, unos kilos de más, pero con unos ojos penetrantes y unos labios perfectos para chuparla. No me puso cachondo nada más verle, todo hay que decirlo, pero tampoco me echó para atrás. Pasamos, tomamos un poco de agua, mientras hablábamos de cosas típicas de cuando acabas de conocer a una persona. Se notaba que había ciertos nervios por parte de todos, hasta que el chaval en cuestión, Ramón, me cogió del paquete y me ofreció subir arriba con Dani. 

Nos llevó hasta una habitación amplia decorada de forma juvenil con una cama grande, de matrimonio, rodeada por dos mesillas en las que había 3 botellas de agua pequeñas, varios condones y un frasco de lubricante de una conocida marca. Nos sentamos al borde de la cama: Ramón en el centro con cada uno de nosotros en sus lados izquierdo y derecho. Me rodeó con el brazo derecho y se lanzó a comerme el cuello tumbándome sobre la cama. Comía el cuello muy bien, si bien hay tíos que lo comen suavemente y no te enteras y otros que te hacen daño de lo bestia que son, este chaval combinaba muy bien la fuerza y la intensidad, tanto que me la había puesto dura solo con la comida de cuello. No tardó en bajar la mano a mi paquete y empezar a sobármelo. Debe ser que le gustó lo que su mano palpaba por encima de mi pantalón, ya que siguió comiéndome el cuello con más deseo. Pasaba su mano por mi abdomen y mis pectorales como si nunca hubiera tocado unos. Mientras, Dani le metía mano por detrás y juraría que ya le estaba haciendo algún dedo.


Nos levantamos para desnudarnos completamente y cuando Dani y yo nos hubimos quitado el bañador, tuvimos a Ramón en el medio, de rodillas en el suelo mamando nuestras pollas con una cara de satisfacción brutal. Recuerdo que no paraba de repetir:
- Qué buenos estáis, cabrones. 
A lo que yo le contestaba:
- Y tu, qué boquita tienes...-mientras le acariciaba la mejilla.
Y eso le debía de molar porque se la empezaba a tragar entera. Aparte de esos labios que eran como algodones húmedos, su boca estaba tan caliente y tan mojada, salivaba tanto que a mi se me doblaban las rodillas del placer que estaba sintiendo con aquella mamada a pares. Ramón pasó a tumbarse boca arriba en aquella enorme cama. No reparé demasiado en aquellos kilos de más que le sobraban, porque viendo aquel rabo de 17 centímetros tan perfecto y proporcionado, aquel par de huevos que parecían dos buenos melocotones y ese culo abierto 100% depilado, no tenía ojos para reparar en otra cosa. Lo que más me extrañó de Ramón es que no se dejaba hacer. Dani trató de chupársela un par de veces, pero no se dejaba más que pajear y solo durante unos segundos. Insistía en que quería satisfacernos y que no nos preocuparamos de su polla. Así, Dani se quedó en la parte de la almohada dándole biberón a aquel chaval. Me lanzó el bote de lubricante y un condón y a Ramón se le iluminó la cara. Sacándose la polla de Dani, me dijo:
- Si te mola comer culo, puedes hacerlo. Me he hecho una lavativa en la ducha y está totalmente limpio -afirmó, antes de volver a meterse la polla de Dani en la boca.

Sin embargo, no me apetecía comérselo, es algo que no hago siempre. Me unté un par de dedos en lubricante y se los introduje muy lentamente hasta que su culo los absorvió por completo, le estuve dedeando unos segundos antes de meter el tercer dedo, que entró con muchísima facilidad. Ramón gemía y su cara se ponía roja al escuchar cómo rasgaba el condón y me lo ponía en la polla. Allí tenía a aquel chaval patas arriba ofreciéndome aquel culo tragón, aquel chaval que no paraba de mamarle la polla a Dani, quien ya tenía cara de
sufrimiento y ganas de correrse. Le empecé a meter la polla con tacto, pero Ramón hizo un movimiento con el culo que pocas veces me habían hecho antes y forzó que mi polla entrara enterita en aquella cavidad que parecía no tener fondo. Se sacó la polla de Dani para gemir justo cuando mis huevos chocaron contra la parte inferior de su culo y mi rabo estaba entero dentro. Vi que a Ramón le iba la caña y empecé a darle con naturalidad y soltura, soltó la polla de Dani por un momento y empezó a mover el culo y las caderas con una facilidad que provocó que casi no tuviera que hacer esfuerzos. Podría decirse que era ese culo el que estaba follando a mi polla y no al revés. Ramón estaba totalmente rojo y sudado, pero no paraba. La cara de satisfacción de su cara lo decía todo. Dani se colocó sobre su cabeza y le puso los huevos en la boca, con los que Ramón empezó a juguetear sin dudarlo. Dani se pajeaba y avisó:
- ¿Quieres leche, Ramón? ¿Quieres?
Ramón asintió y pocos segundos después Dani lanzaba una buena corrida que le pringó parte del pecho y la barriga. Ramón frenó un poco en sus movimientos, así que tomé la delantera, me coloqué mejor y empecé a follarmelo mientras que con otra mano le pajeaba aquella polla que parecía que iba a reventar. Dani me tomó el relevo del mástil y le cascó una buena paja desde el otro lado de la cama. Avisé a Ramón de que me corría y dijo:
- En mis huevos tío, córrete en mis huevos.
Así que me saqué el condón y con una paja rápida le eché toda mi lefa en sus huevos, justo en el momento en el que la paja de Dani daba resultado y el chaval se corría sobre sí mismo abundantemente. 

Caí rendido boca arriba en aquella cama con sábanas amarillas, oyendo la respiración acelerada de Ramón, que se había quedado mirando al techo con una cara de felicidad pasmosa. Le indicó a Dani donde estaba el servicio y  este trajo abundante papel para limpiar todo aquello. Nos ofreció ducharnos, que no todos los tíos lo hacen, y Dani y yo nos duchamos juntos en aquel estrecho plato de ducha. Esperamos a que el se duchara contemplando una colección de libros clásicos de autores de la Generación del 27, que apilaban toda una estantería de aquella habitación. Una vez vestidos, bajamos al salón, tomamos un refresco y compartimos impresiones del polvo. Ramón era un chaval cortado, pero masculino y con las ideas notablemente claras para su edad. Nos dijo que le encantaría repetir en cualquier momento que nos apeteciera, pero lo cierto es que desde que salí de aquella casa nunca más nos volvimos a ver. 

Había sido mi primer polvo con un chubby y había estado la mar de bien, aunque confieso que nunca sentí ganas de repetir. Es lo que pasa con el morbo: lo tienes hasta que lo cumples y, en ocasiones, una vez cumplido el morbo desaparece. Así que digo bien claro que: ¡vivan los morbos cumplidos! A veces es de profundo placer dejar las etiquetas a un lado y arriesgarse.

10 comentarios:

  1. DACHABO bajada de nivel que pego cuando llega la hora de cerrar la sauna y estan los gorditos con sus caras angelicales esperando en el vapor el polvo del perdon, es decir,saben que los voy a reventar en compensacion de haber aguantado toda la tarde y tener , logicamente , que descargar el calenton de todo el morbo ocurrido en el vapor.
    Pegan unas mamadas muy placenteras y tb ofrecen sus culazos,no solemos hablar nada pero si que les doy una buena follada para agradecer sus mamadones previos.
    Siempre nos despedimos con un pico que tiene "su signficado" (gracias por haberme ayudado a correrme )

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  2. Vaya, vaya, y ahora vino uno un poco gordi. No me lo imaginaba que follarías con uno :O, y encima haciendo esa clásica escena que más de uno le gustaría vivir. Lo probaría si el tío estuviese guapillo y me pusiese un poco.

    P.D. ¡¡Ese óscar que vuelva o una doble penetración!! Lo deseo ya :P.



    James

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    1. Dicen eso de que "en la variedad está el gusto". Y las experiencias vividas ;)

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  3. Me gustó tu relato aunque nunca pude imaginar al chubby. Es una negación la que tengo hacia ellos. Sí me gusta cumplir mis morbos y también -a diferencia tuya- repetirlos si fue buena la experiencia. Claro que no me gustan los chubbys, tengan la edad que tengan. Obviamente, que para gusto, bastan los colores...!!! jaaaaa...

    Besos!

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    1. A mi tampoco me gustan especialmente, quiero decir, que no son el tipo de chico que me la pone dura. Pero esta ocasión surgió así y no quise desaprovecharla, fue morboso y el tío tragaba que daba gusto :P

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  4. Limitarse a lo que a uno le gusta a ciencia cierta y a quedarse en su zona de confort no resulta enriquecedor, desde luego. Y me refiero en todos los contextos de la vida. A mi me gusta probar casi de todo (Todos tenemos algunos limites insuperables), para luego decidir sobre ello, profundizar o no. Evolución y progreso.
    Lo probaste, te gustó y no repitirías, pero sin traumas. Pues ya está. ;-)
    A vivir que son dos días !

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    1. ¡Eso es! Se me presentó la oportunidad de experimentar con un tipo de chico con el que apenas tenía experiencia, lo pasé bien y eso es lo que me llevo.

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  5. Yo soy fibrado pero mí me vuelven loco los tíos en plan rugby: esa clase de hombres fuertes con barba que están un pelín pasados de peso pero que se matan a hacer deporte. Está relacionado con mi obsesión absoluta con los muslos gordos que solo esta clase de chicos suelen tener...pero no sé si este chico era así o simplemente gordito. Yo busco esta clase de tíos pero vamos que si un chico se encapricha en echarme un polvete y es masculino no voy a perder la ocasión sea como sea. Y a mí también me mola más que me curren el culo a conciencia que me la chupen. Besos cuídate.

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    1. Pues sí tío, este es lo que quería: tragar polla y que empezara cuanto antes con su culo, poco más se dejó hacer. Aún así, lo cierto es que su culo mereció la pena. No era un tío tipo rugby exactamente, era alto, fuerte y con unos kilillos de más, tampoco nada exagerado. Eso sí era bien guapete y con 0 pluma.

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  6. Hola

    Me encanta como escribes. Describes tus quedadas de una forma, que parece que estemos ahí contigo, viéndolo.

    Encontré tu blog por casualidad hace un par de días, y me ha enganchado desde el minuto uno.

    Espero ir leyendo poco a poco porque veo que tengo muuuuucho que leer, jeje.

    Saludos.

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