Sergio
y yo estábamos con un calentón tremendo, con nuestras pollas totalmente
empalmadas y muy visibles, ya que íbamos con bañador; esto dio pie a que, una
vez se había marchado nuestro hombre, bajaran tíos que habían estado mirando y
que querían hacernos un trabajito. Pero Sergio me cogió de la mano y me llevó a
un sitio más escondido. Se bajó el bañador y se apoyó en uno de los
pinos, con las piernas abiertas, ofreciéndome su perfecto culo en el que se
podía ver ya cierto grado de dilatación, imagino que fruto de lo cachondo que
estaba:
- Fóllame, joder- dijo, entre severo y excitado.
- No traigo condones...- contesté.
- Da igual, métemela coño - dijo Sergio, como rogándome.
Estaba
tan cachondo que, apenas un par de dedos para jugar con su culo y se la metí de
golpe con no más que un poco de saliva y tan siquiera se quejó. Aquello estaba
muy dilatado y entraba y salía con una facilidad tremenda. Empecé a bombearle
sin tregua y con fuerza, mientras Sergio gemía sin callarse. No tardé en
correrme dentro de su culo, para después, sin sacarla, y sin apenas tocarle,
correrse Sergio a chorros. Nos limpiamos con un par de pañuelos de papel y
volvimos a casa.
Cuando
nos acostamos para dormir, Sergio dijo:
- ¿Sabes que creo que le conozco?
- ¿A quién?- contesté.
- Al pollón de hoy.
Entonces
Sergio me explicó que unos años atrás, cuando bajaba a la playa con su familia,
había un hombre muy parecido a él que solía ponerse en las inmediaciones.
-
Lo que si realmente es él, tiene hijos. Al menos un par - siguió explicando,
hasta que nos quedamos dormidos.
Nos
pasamos los días siguientes visitando la zona por si se volvía a dar la
casualidad de que él apareciera y así lo hizo, al tercer día desde nuestro
encuentro. Sergio y yo estábamos sentados a la sombra debajo de la caseta
cuando apareció por el mismo sitio de la otra vez. Estaba claro que dejaba el
coche en la urbanización de al lado y subía por el corto pero empinado camino
de arena:
-
Hola... - dijo él, bajito y arqueando la ceja sin parar de andar.
-
¿Te apetece repetir? - dije yo.
-
Claro. Venid. - respondió.
Nos
llevó al mismo sitio de la primera vez, pero le pedí que buscáramos algo un
poco más discreto. No le hizo mucha gracia, por lo visto le daba morbo que le
vieran, pero aceptó. Se conocía aquello bien, sabía por donde nos llevaba ya
que andaba a paso rápido y con un lugar en mente. Era un lugar en la pinada,
cercano a la caseta, donde había un montón de restos de pañuelos, condones y un
viejo armazón de una televisión, que hoy en día sigue allí. Colgó las llaves de
su coche en una rama de uno de los pinos y se bajó el bañador-slip rojo que
llevaba y que ya dejaba intuir la grandiosidad de su polla. Así que volvimos a
hincar las rodillas y comenzamos a mamar su polla, primero despacio hasta
conseguir que se pusiera bien dura y luego con más ansia. Era difícil
tragársela entera, siempre me he considerado buen mamoncete, pero meterse
aquello entero me era imposible, sin embargo, Sergio lo conseguía, se la
tragaba completa. Y a Mario le volvía loco, nos decía que nadie nunca se la
había metido entera en la boca. Esta vez estuvimos como 25 minutos pasándonos
su polla de una boca a otra; no se cansaba y nosotros tampoco. Venía
perfectamente aseado, con olor a jabón, perfectamente depilada. Era una polla
que suponía un verdadero placer meterse a la boca. Y aunque pasado un rato
notaras como la mandíbula empezaba a dar signos de cansancio, el empezar a
notar las primeras gotas de líquido preseminal me subía a tal grado la
excitación que volvía a mamar con ganas
renovadas y con sus manos en mi cabeza.
Esta
vez, cuando estaba a punto de correrse, le pedí que se corriera en mi pecho
desnudo. Siempre fue algo que me había dado morbo, y así fue, estalló en mi
pecho embadurnándolo Después nos quedamos charlando de diversos temas durante unos cuantos minutos. Nos íbamos conociendo un poco más.
Entrada calentita, perfecta para estos fríos días :-)
ResponderEliminarBueno, y era el tío casado que Sergio conocía?