Como
vendréis comprobando si seguís con asiduedad este blog o revisáis las entradas
antiguas, siempre me refiero al lugar de cruising en este término. De momento,
prefiero no desvelar el lugar exacto, aunque muchos de los que leáis este blog
y seáis de la zona, podéis identificarlo perfectamente con la información que
doy. Para mi siempre supuso algo más que un lugar donde pasar buenos ratos de sexo, fue un lugar donde me sentía en paz, donde podías estar desde lo alto, sentado entre los pinos, divisando el mar en un atardecer. De hecho, había parejas gay que llegaban con sus coches, salían juntos y se sentaban en plan romántico a disfrutar de un atardecer, y si surgía, de algo más después.
Ese
verano comenzó a asaltarme una duda: ¿cómo se forma un lugar de cruising?
¿Quién decide que ahí se va a follar? ¿Cuándo se forma? Bien, un día de
aburrimiento en general por la caseta, me decidí a tantear a los más adultos
del lugar. Esto supuso algún problema, ya que en estos sitios ser majo y
simpático, ya significa inmediatamente que buscas tema. Pero ya iba preparado
para ello.
Ese
día había elegido un bañador tipo boxer azul oscuro cortito, que dejaba notar el bulto de
mi paquete y además había subido sin camiseta. Me acerqué a un cuarentón de
cuerpo trabajado y guapete que solía frecuentar la zona, me presenté y empecé a hacerle
preguntas sobre la zona. No sabía decirme exactamente, él recordaba este lugar
de cruising de toda la vida, incluso en los últimos coletazos del franquismo.
Me decía que ahí había sexo entre tíos desde hacía años, que la mayoría eran
casados y chavales jóvenes que iban a desahogarse cuando sus novias tenían la
regla y, mientras me respondía las preguntas, apoyado en una pared de la vieja
caseta, me sobaba el paquete con una mano, como quien no quiere la cosa.
"En los últimos tiempos también ha venido mucha marica loca que están
jodiendo esto", decía.
Descubrí que la caseta llevaba también décadas
abandonada, aunque según el, hasta hace pocos años, había conservado las rejas
en las ventanas. Llegó a preguntarme si era periodista o algo y al final me
pidió que le dejara hacerme una paja aunque fuera, si bien desde hacía rato ya
había metido su mano por debajo de mi bañador y me acariciaba con mimo los huevos, lo que me provocó una erección inmediata. Me dejé hacer, así que me
recosté de espaldas apoyado sobre él, mientras él me pajeaba a plena luz del día. Se bajó el
pantalón y mi bañador e hizo un intento como de jugar con su polla en mi culo,
pero como no le di pie, aceleró el ritmo de la paja hasta que me corrí.
Después, me limpió con la mano y se llevó todo mi semen a la boca. Parecía
estar encantado.
Al
terminar, me bajé un poco a la pinada a tumbarme. Era pronto. No marcaban las
19h todavía. Así que al rato subí a buscar más información y descubrí que hasta
mediados de los 90 la zona de pinada y dunas más cercana a la playa había sido
nudista, pero con la irrupción de urbanizaciones cercanas, la Cruz Roja y
Salvamento habían llamado la atención a quienes practicaban nudismo, acabando
con esta práctica casi en su totalidad. Me comentaban que así empezó el
cruising allí: hombres perdidos por las dunas desnudos, al final terminaba
habiendo sexo. Y con la caseta de más arriba abandonada, su mirador y su acceso
directo desde la carretera nacional, se daban todos los ingredientes para la
formación de este lugar. Un lugar de paso discreto donde había sexo desde hacía décadas.
Con
el resto de maduros con los que hablé no hubo gran cosa: uno de ellos me metió
la mano y empezó a acariciarme el culo mientras hablábamos, metiéndome la punta del dedo en mi agujero mientras ponía una sonrisa de los más pícara y miraba a ver si me empalmaba; otro de ellos
jugaba con mis pezones y el otro me sobó también el paquete, primero por fuera del bañador y después por dentro, medio pajeándome. Pero no ocurrió
nada más. No insistieron. Ya tenía mi información y mi curiosidad estaba
satisfecha.
Los
23 días de julio pasaron con más pena que gloria en lo que al cruising se
refiere. La zona en general estuvo bastante muerta y tampoco pude ir todo lo que quise. A modo de sorpresa, se presentaron en casa mis primos pequeños y demás
familia que se quedaban hasta finales de mes. Por lo cual, apenas tuve opciones de volver a
la caseta y me tuve que conformar con hacer vida familiar y salir con mis amigos del pueblo de toda la vida en un par de ocasiones. Hasta mi semana de agosto.
Y sin ser de la zona, a la uno recuerde detalles y se ponga a buscar, no es demasiado difícil identificar el lugar. ;-)
ResponderEliminarObviamente, tampoco lo voy a revelar.
Tuviste una buena manera de saciar tu curiosidad, pero a lo mejor cortaste el rollo a más de uno con tanta pregunta, jejeje...
Pues si algún día te dejas caer por Alicante te llevo :P
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