31 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 39: LOS CHANTAJES

Mi móvil no tardó ni un par de horas en recibir un mensaje de Santi. Por mi cabeza pasaban mil cosas, entre otras, daba por hecho que el gusto de Santi por los hombres no era algo casual, aunque imagino que debido a lo conservadora que era su familia, era algo que él no estaba dispuesto a aceptar. Recuerdo, incluso, que tiempo después de todas estas líneas que estoy escribiendo llegó a decirme: "¿tu qué preferirías: una vida solucionada con una herencia de más de 80 millones o decir que te gustan los rabos y perder todo tu futuro?". Con eso creo que queda claro lo que le pasaba a Santi.

Pero bueno, ya habrá tiempo de explicar esa historia. Aquel verano Santi quería experimentar y el elegido había sido yo: el chico con el que a los 15 años se hacía pajas y con el que había pasado una noche hacía unos días. Si yo no había querido volver a encontrarme con él era por respeto a los sentimientos de Sergio, pero la situación se hizo insostenible. Santi quería follar, le daba igual si conmigo solo o con los dos a la vez, pero quería echar un polvo con un tío y lo quería ya. "O follamos o le cuento todo a tu noviete", me llegó a decir en varias ocasiones.

Así que, con el fin de no aguantar más chantajes, se lo conté todo a Sergio. Pude ver cierta cara de decepción, aunque él no expresó ningún desacuerdo: "ni que fuéramos novios!", dijo, como para quitar hierro al asunto. "¿Qué quiere follar? Pues démosle una buena follada". Más o menos sabía que iba a aceptar, sabía que Santi le había vuelto loco y follar con él sería una caramelito difícil de quitarle. Así que le mandé un sms a Santi y quedamos al día siguiente en su casa, aprovechando que su familia había salido.
Santi nos estaba esperando sólo con unos calzoncillos suspensorios blancos, que dejaban ver su culazo y realzaban su paquete. Se notaba que se había preparado. No quería perder ni un minuto. Para saludarnos nos clavó la lengua hasta la campanilla y nos fuimos desnudando, entre sobeteos de cuerpos, quedándose Sergio en el medio, a modo de sandwich. Subimos a su habitación recogiendo las ropas que estaban en el suelo, cerramos la puerta y volvió a repetirse el sandwich entre besos, sobeteos, comidas de cuellos y manos sobando pollas.

- Vaya culazo tiene tu noviete Marquitos, se lo voy a reventar - decía Santi.

Mientras tanto, Sergio se puso de rodillas y nos empezó a chupar las pollas, a la vez que Santi me clavaba la lengua y con un dedo jugaba con mi culo. Yo aprovechaba para sobarle el torso, que me encantaba y mi polla se ponía aún más dura.
La situación estaba de lo más caliente, así que cogí a Sergio y le puse a cuatro patas en la cama para empezar a comerle el culo, mientras que Santi por el otro lado le ofrecía su polla. Sergio disfrutaba como un enano con este rol. Al poco tiempo, me traje a Santi a mi lado y con ayuda de mi mano, le enseñé a meterle los dedos a Sergio.

- Métele uno más, con cuidado, sin forzar, fóllale el culo con tres dedos - le decía.

Le sacaba los dedos a Santi y se los chupaba. Pasó a meterle cuatro dedos y Sergio soltó un gemido de placer inmenso. Fui a buscar un condón a la cartera y se lo puse a Santi:

- Clávasela, primero con cuidado, poco a poco, y luego le follas a tope - le indicaba.

Sergio no oponía resistencia. Su culo estaba dilatadísimo y la polla de Santi, que era generosa, entró sin encontrar mucha resistencia, a la vez que yo le llenaba a Sergio la boca con mi polla ahogando su gemido. Santi se la metía hasta el fondo alcanzando poco a poco buen ritmo y chocando sus huevos contra los de Sergio, lo que me estaba poniendo a mil.

- Marquitos, ven aquí... - dijo Santi. Quiero follarte, mientras tu te lo follas a él.

La situación, de pronto, se había dado la vuelta. Ahora era yo el que estaba a cuatro patas con Sergio y Santi trabajándome el culo con esmero. Sergio sabía que no estaba muy acostumbrado a hacer de pasivo, pero imagino que debido a la excitación del momento, tenía el culo dilatado. Me llegaron a meter cuatro dedos, que al principio ardían en mi culo, pasando después a un intenso placer. Y sin mucha contemplación, Santi me la metió de golpe. Sin mimo. Grité. Su polla se quedó dentro y siguiendo indicaciones de Sergio la empezó a mover poco a poco. Lo que era dolor intenso se convirtió en una especie de cosquilleo, que después, subiendo el ritmo de la follada, se transformó en placer. Cuando todo iba sobre ruedas, Sergio se acopló delante mía ofreciéndome su culo, que estaba ya bastante abierto. Mi polla entró ahí sin impedimentos. La sensación de que te estuvieran follando el culo por un lado, mientras te follabas otro culo por delante era indescriptible. Estar en el medio de dos cuerpos calientes, con dos tíos sudados y pidiéndome más me puso a mil. En el momento que llegamos a coger un ritmo común, para lo que tardamos bastante, todo hay que decirlo, no tardé ni 5 minutos en correrme dentro de Sergio, gritando de placer. Sergio, que sabía que ya me había corrido y a el no debería quedarle mucho, se dio la vuelta y me folló la boca con su polla llenándomela de leche caliente que me escurría por la barbilla, para después, y follándome como una auténtica máquina, correrse Santi dentro de mi. Como yo seguía cachondo, le quité el condón a Santi y le lamí la polla dejándosela bien limpia.

Estábamos extasiados los tres, así que nos tumbamos en la cama, para poco después, meternos a la ducha los tres y morbosear un poco más. Tengo que reconocer que es uno de los mejores polvos que había echado hasta ese momento.

Para Santi debió ser suficiente o estar por encima de sus expectativas. No ya sólo por su cara de felicidad y porque me dijera que vaya polvazo, sino porque ese verano no hubo más encuentros con él.

*****

¡Feliz 2014!

26 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 38: SERGIO+SANTI=MARCOS

Los días siguientes fueron días bastante enrarecidos. No me sentía del todo cómodo con Sergio, ya que cuando le besaba o nos acostábamos, se me venían imágenes del día con Santi. Y ya no sólo eso, sino que Santi se pasaba los días enviándome mensajes al móvil y debe ser que Sergio estaba un poco harto del sonar de mi móvil, ya que una de estas veces comentó con cierta resignación: "pues si que estás tu solicitado últimamente".

Creo que algo notaba. No era la primera vez que había estado con otro tío desde que Sergio y yo teníamos esa especie de relación, e imagino que el también habría tenido sus escarceos, pero desde que pasó lo de Santi todo había cambiado. Me gustaba seguir estando con Sergio, pero sentía unas ganas irrefrenables de contestar a Santi uno de sus calientes mensajes, irme a su casa y enfundarme su polla en mi boca de nuevo. Para tratar de evitarlo, proponía planes a Sergio y Dani continuamente para estar ocupados y así Sergio parecía estar más contento. Además, tomé la decisión de poner el móvil en silencio e incluso apagarlo cuando estaba con ellos. Santi me escribía unos 4 sms al día, sobre todo cuando estaba cachondo. Eran mensajes bastante calientes y sabía cómo calentarme.

Y lo peor que puso pasar, pasó. Una de las tardes que me fui con Sergio a la caseta de caza, al salir de los pinos, allí estaba Santi: con el pelo engominado, recién afeitado, con un bañador cortito negro, y la camiseta en la mano. Luciendo moreno y lo trabajado de su cuerpo. Sabía perfectamente que estaba allí buscándome. No le  contestaba a los mensajes y Santi sabía que me había comido pollas en la caseta con un amigo, por aquella historia de que se la comimos a su primo lejano. Obviamente Sergio se fijó en él. No era de lo más habitual ver gente de nuestra edad, bien cuidada, guapa y con buen cuerpo. Me pidió ir a cazarle. Por un momento mil pensamientos pasaron por mi cabeza en cuestión de segundos e, indudablemente, no iba a colar decirle que no. Sergio ya sabía el tipo de chico que me volvía loco y Santi correspondía con ese perfil. Miré con descaro a Santi y pude ver su sonrisa pícara, le guiñé un ojo y me di la vuelta con Sergio en dirección a la pinada, buscando un lugar algo íntimo.

Santi no tardó en aparecer. Venía tocándose la polla y la traía contenta. En un momento en el que Sergio estaba más pendiente de tontear con él, le hice un disimulado gesto a Santi llevándome los dedos a la boca en señal de silencio y Santi hizo una leve y casi imperceptible afirmación con la cabeza, seguido a esto, se quitó el bañador y dejó al aire su majestuosa polla, mientras colgaba el bañador en una rama de pino bajo. Se acercó y Sergio no tardó en agacharse para comérsela como un loco. Sin cruzar palabras. Le devoraba su gran polla con muchas ganas, metiéndosela entera. Mientras, Santi me agarró del culo y me plantó un morreo metiéndome la lengua hasta la campanilla a la vez que con una mano me bajaba el bañador y acariciaba mi polla. Me situó a su lado diciendo: "que nos la coma a los dos a la vez". Y allí estaba Sergio, de rodillas, dándolo todo, turnándose con nuestras pollas, mientras Santi me comía la boca y me metía  la punta del dedo en el culo, obligándome a abrir las piernas ligeramente para facilitar la entrada de su dedo. No sabía hasta dónde querría llegar y yo sentía una mezcla de morbo y temor, mientras Santi no paraba de follarme el culo con su dedo, que cada vez entraba más al fondo.

- Vamos a corrernos en su cara a la vez - dijo Santi sacándome el dedo - Yo te pajeo y tu a mi, hasta que le dejemos la cara blanca.

Y allí estábamos con los brazos entrelazados haciéndonos una paja el uno al otro como cuando éramos adolescentes. El ritmo empezó a acelerarse, mientras Sergio esperaba la leche con ansia al mismo tiempo que se pajeaba. Primero se corrió Santi y luego yo. Al poco de notar como la leche caliente impactaba en su cara, Sergio no tardó mucho más en echar al suelo varios chorros de leche.

- ¿Tienes pañuelos? - se dirigió Santi a Sergio, forzando a Sergio a darse la vuelta para buscarlos en la bandolera.

Mientras Sergio buscaba, me susurró al oído:

- ¿Es este tu noviete? Imagino que te has hecho el loco porque no sabe de nuestro encuentro, ¿no?

En ese momento Sergio le ofreció un clinex, nos limpiamos todos y Santi se marchó con un "hasta luego, tragoncentes".

Sergio estaba emocionadísimo. Le había encantado el chico. "Para qué queremos más", pensé yo, inmerso en una mezcla de nervios y placer que pocas veces había experimentado.

P.D. ¡Felices fiestas!

21 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 37: LA AGRESIÓN

Desde que había iniciado mi andadura en estos mundos del cruising jamás había tenido en cuenta que fuera algo que llegado un determinado momento pudiera ser peligroso. Si que es cierto que tenía cierto cuidado de no sacar mucho el móvil, ni de exhibir nada, ya que no dejan de ser lugares retirados donde te puede pasar algo.

Meses atrás, cuando os conté que realicé aquella pequeña investigación sobre la formación deeste tipo de lugares, uno de los hombres que más información me dio, me habló de que tiempo atrás solía haber redadas en la caseta por parte de grupos neonazis, sobre todo a finales de los años 90 y principios de los 2000. De hecho, me llevó a un lateral de la caseta donde podían verse esvásticas dibujadas con grafiti y algunos mensajes, ya prácticamente borrados por la erosión del viento y agua, haciendo apología nazi: “la última vez que los vi por aquí fue un mes de junio de 2005, no se si han vuelto o no, pero desde luego, y gracias a Dios, no es lo de antes”- me contaba este hombre. También me contó que estos grupos solían venir en motos, preparados con bates y cadenas y embestían y perseguían entre los pinos a todo aquel que vieran por allí. Sin embargo, llegó un momento en que la gente asociaba el ruido de motos con los nazis, de tal modo que la caseta y sus alrededores se quedaban vacíos, y empezaron a venir en coches, haciéndose pasar por curiosos para luego dar palizas. Este hombre también me contaba que en los últimos tiempos habían proliferados chavales de origen magrebí que o bien ofrecían sus servicios previo pago o bien atracaban.

Lo que a mi me tocó presenciar no tuvo nada que ver con esto. Era un sábado del mes de julio en el que, para mi sorpresa, había bastante más gente buscando tema de lo habitual. Sergio y yo subimos desde la playa sólo con el bañador puesto, ya que además hacía un calor asfixiante y, ante la afluencia de tanta gente, comenzamos a movernos por la zona para ver si había algo interesante. Entre todo lo que había por allí, nos llamó la atención un hombre de unos 35 años, tumbado en el asiento delantero de su coche, con el pelo casi rapado, moreno, definido y bastante atractivo. Así que empezamos a tantearle, hasta que decidió salir del coche. Erróneamente, nos lo tomamos como una señal y emprendimos camino por delante suya en dirección a la pinada, para buscar un sitio discreto. Podía notar como el tío en cuestión me seguía con prisas, casi me pisaba los talones: “qué ganas tiene”- pensaba yo. Pero no, nos adelantó, se dirigió a un corrillo de 4 hombres y propinó un impactante y fuerte puñetazo en la cara de uno de ellos. Produjo un sonido seco que aún hoy recuerdo con nitidez. El agredido cayó fulminado al suelo y el resto nos quedamos atónitos sin saber bien cómo reaccionar. La gente empezó a correr, mientras sacaban los móviles para llamar a emergencias y Sergio y yo nos fuimos deprisa hacia la caseta. Mientras, se les oía discutir acaloradamente, tanto al agresor como al agredido.

Por lo que pudimos escuchar, debían de tener alguna historia pendiente o debían de haberse conocido por el chat o página de contactos, ya que uno de ellos se mostraba muy enfadado y el otro no hacía más que decir que iba a llamar a la policía. Como el escándalo entre ellos dos seguía, y había mucha gente, decidimos irnos ante el mal rollo que había allí. Se nos había cortado todo. Jamás pensamos que un sitio como este podría haber agresiones de esta forma.

En los días siguientes no volvimos a ver al agredido, al que imagino le quedaron pocas ganas de volver por allí, pero sí volvimos a ver al agresor. Y no sólo nosotros nos fijábamos en él, sino que cuando hacia acto de presencia, la gente se metía entre los pinos o se alejaba y aquello se quedaba casi desierto. La historia había corrido como la pólvora entre los “cruisineros” y nadie quería nada con él, así que harto de venir para nada, dejó de aparecer por allí. Desde entonces, tengo que decir que me ando con mucho más cuidado de como lo hacía antes. De todo se aprende una lección, aunque sean duras como en este caso.

¿Habéis presenciado alguna situación similar yendo de cruising o de ligoteo? Dejadme vuestras experiencias en comentarios.

18 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 36: MAMARRACHA Y SU RENAULT MEGANE BLANCO

Los días siguientes discurrieron con normalidad, como si nada fuera de lo normal hubiera pasado, salvo porque en mi casa empezaron a llamarme con sorna "el huesped", básicamente porque pasaba por casa para ducharme, coger ropa, comer y dormir. Sin embargo, era verano, ya habría el resto del año para pasarlo en familia. En cierta parte, tras los últimos veranos ya se habían acostumbrado.

Habíamos hecho planes de volver a la playa gay, a ver si tomando un poquito el sol íbamos cogiendo el moreno, nos dábamos unos baños y así pasábamos el día, para al final, llegar a nuestro momento de relax. Ese día fui solo con Sergio, ya que Dani tenía un compromiso con conocidos suyos que vivían en una ciudad cercana. Cuando ya habíamos llegado a la playa y estábamos tomando el sol embadurnados de crema solar para no quemarnos, llegó un chico de unos 32 años bastante interesante: no muy alto, vaya, bajito, con gafas de sol, cuerpo definido, piel clara, pelo castaño oscuro y bañador tipo slip rojo ajustado de Puma que le hacía un culo increíble. Pues mirad si la playa en cuestión es grande que extendió su toalla justo a un metro nuestra.

A mi la verdad es que el chico me gustó, así que empezamos a intercambiar miradas, pero pude intuir que le cortaba el hecho de que fuéramos dos o eso pensé siempre. En un momento en que Sergio se marchó a darse un baño, este chico se puso de pie para estirarse y como yo también estaba de pie, empezó a mirarme con descaro mientras hacía diversos movimientos. Siguió haciendo esto durante unos minutos hasta que le llamaron por teléfono y comenzó a hablar, mientras seguía sin quitarme ojo. De pronto, me di cuenta de que con su dedo pulgar se empezaba a rascar y acariciar el capullo que marcaba en el bañador mientras me miraba con cara pícara. Respondí con una sonrisa, a lo que el respondió apretándose con disimulo el paquete. Para mi, quedó claro que buscaba tema, así que cuando salió Sergio y se secó, nos metimos a la pinada para ver si nos seguía.

Y lo hizo. No tardó más de 10 de minutos en aparecer por allí y bueno, empezamos a jugar al ratón y al gato. Pero tal que así. Mirada va, mirada viene, te sigo, me sigues, te hago un gesto, te respondo. Pero nada. No concretaba y se marchó.
"Bueno", pensé, "a ver si le vemos otro día y la cosa se pone más interesante". Pues bien, al poco tiempo se volvió a dar la misma situación en la caseta, volvió a darse en la playa gay y volvió a darse en la caseta. Jueguecitos tontos de te sigo, pero luego me doy la vuelta. Vamos, lo que viene a ser un calientapollas de toda la vida, al que en los días que coincidimos nunca le vi hacer nada con nadie. Y con esa actitud no me extraña.

A las tres veces de pasar lo mismo, ya me di cuenta de qué iba, y decidí bautizarlo como la mamarracha, porque su actitud, desde luego, se identificaba con este adjetivo. Así que cada vez que veía su Megane color blanco aparecer por la caseta, directamente me sentaba a contemplar las vistas y a esperar a que se fuera.


¿Os ha pasado esto alguna vez? ¿Que se gana con tanto tonteo, tanto mareo que nunca lleva a nada? ¿Por qué hay gente a la que le gusta hacer perder el tiempo a los demás? Mirad que a mi me gustan los juegos previos ya que me parecen muy morbosos, pero una cosa es tontear un poco y otra nunca pasar a la acción. Una pena, el chico prometía.

14 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 35: EL DÍA DESPUÉS

Me desperté a eso de las 12:30 porque mi teléfono empezó a sonar. Antes de levantarme de la cama para cogerlo, sabía perfectamente que me llamaban de casa y recordé que tan siquiera había avisado de que pasaría la noche, o mejor dicho la madrugada, en casa de Santi. Lo cogí y, efectivamente, mi madre cabreada empezó a sermonearme. La tranquilicé, le dije dónde estaba y cuando colgamos escuché la voz de Santi:

- Ah... ¿pero que todavía estás aquí? No te encapriches, ¿eh? Que a mí me van las tías y....

- Para el carro Santi, que me parece que has visto muchas pelis- le interrumpí. Te he comido la polla, hemos pasado un buen rato y yo tengo la boca sellada, así que tranquilo, que sólo diré que hemos estado viendo pelis y bebiendo cervezas.

- Anda, ven aquí - contestó.

Me cogió de la cintura y me tumbó en la cama, mientras me bajaba los calzoncillos. Yo no salía de mi asombro, pero me dejé hacer:

- Imagino que te has quedado con un buen calentón - dijo Santi - déjame que te alivie...

Me cogió la polla con su mano derecha, comenzó a acariciarla lentamente para ponerla dura, mientras también bajaba a los huevos y los acariciaba con cuidado, de vez en cuando, bajaba con un dedo casi hasta el culo, pero paraba antes de llegar y cuando la tuve completamente dura empezó a hacerme una paja mientras me comía la oreja y me decía en susurros: "no sabes lo bien que la chupas, recuerda lo de anoche, recuerda como te la metías entera, eh, acuérdate de cómo disfrutaba con tu chupada...". Y entre el calentón que, en efecto, tenía y todo lo que me susurraba al oído, tardé poquísimo en correrme. Para mi asombro, que ya de por sí era grande, cuando fui a levantarme para limpiarme, no me dejó, se puso encima de mi, y me limpió el toda la lefa... con su boca. Me dejó más limpio que una patena. No hubo más conversación que esa. Cuando éramos adolescentes pasaba más o menos lo mismo: primero le pajeaba yo a él y luego él a mí, pero después no había ninguna conversación. Siempre terminábamos actuando como si nada hubiera pasado. Y parecía que por él, debía de seguir siendo así.

Nos vestimos y arreglamos y bajamos al piso de abajo. Me tocó saludar a su familia que se alegró mucho de verme por allí y decidí irme a mi casa para pasar un rato con la familia. Típica despedida de Santi con un apretón de manos. Lo más hetero posible.

Y, como ya me había pasado algunas veces, por mi cabeza apareció Sergio y empecé a darle vueltas al asunto. ¿Le tenía que contar algo? Tenía mensajes en el móvil suyos para ver qué tal había pasado la noche con mis amigos, y no se me ocurría qué contestar: "Bien, al acabar me fui a casa de Santi y le comí la polla, además esta mañana me ha hecho un pajote con el que he disfrutado como hacía tiempo". No, no podía decírselo. No tenía que decírselo. No había ninguna obligación. Además, lo de Santi había sido casual, no se volvería a repetir porque él no querría, tenía que seguir guardando las apariencias de su vida....


Qué equivocado estaba. 

12 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 34: SANTI

No supe qué responder. O yo era muy mal pensando y con su pregunta había entendido algo que no era y Santi sólo quería que subiera a su casa para hablar y charlar, o realmente quería recordar los tiempos de cuando teníamos 15 años. Me quedé en blanco y con el alcohol no era fácil decidir, sólo me venían a la cabeza los recuerdos de su polla dura con 15 años y mi mano masturbándole. El morbo pudo conmigo, me venció y nos dirigimos a su casa. Sabía que me había propuesto su casa porque vivía en un dúplex, su habitación estaba arriba y sus padres y hermana no se enterarían de nada si es que algo terminaba por pasar.

Entramos en silencio y subimos arriba, cerrando la puerta detrás nuestra. Aquello estaba muy cambiado a como yo lo recordaba, ahora su habitación ocupaba toda la parte de arriba, con un pequeño baño y una mini nevera, de donde sacó unas cervezas, mientras nos tumbamos en la enorme cama de 2x2 que tenía (la que yo recordaba era una cama típica de 90).

- Ponte cómodo, hombre - dijo Santi, mientras se desabrochaba el pantalón vaquero, se quitaba la camiseta y se quedaba luciendo unos boxer negros CK ajustados que contrastaban muy bien con su morena piel y dejaban entrever todo el poderío de su paquete.



Santi era un chico no muy alto, delgado y como diríamos ahora, marcadito, trabajadito de gimnasio y del fútbol. Era resultón, siempre lo había sido y no le habían faltado las pretendientas. Pude ver que se depilaba, ya que no tenía pelos en ninguna parte de su cuerpo. Así que yo hice lo mismo y me quedé en slips blancos que llevaba ese día. Total, el calor del verano era la excusa perfecta para ponerse cómodos.

Mientras hablábamos de todo un poco como dos buenos amigos y bebíamos el tercio de cerveza que había sacado, se acercó al ordenador portátil y me pidió, sin venir mucho a cuento, que le contara aventuras de la caseta, que le apetecía oír lo que se cocía por allí. Así que mientras, de espaldas a mí y sentado en la cama, buscaba en el ordenador, yo le contaba algunas historias que habíamos vivido. Cuando se dio la vuelta, había puesto un vídeo porno de temática bi: dos tíos que se lo estaban montando con una rubia pechugona, y pude ver que estaba totalmente empalmado. Se puso de pie, y se bajó el boxer dejándome ver sus 18cm de polla circuncidada:

- ¿Te acuerdas de ella? Tiene ganas de saludarte.... - dijo, de forma picarona.

No me contuve, me acerqué al borde de la cama y directamente me la metí en la boca. Sentía un deseo casi incontrolable por hacerle una buena mamada, no se si quizá debido a una atracción sexual no resuelta desde los 15 años, pero se la mamé con mucho ansia y él parecía encantado. Le tumbé en la cama para que viera el video que había puesto y le sobé todo el cuerpo, para después comerle los huevos y seguir con la polla. Santi estaba a mil y yo lo sabía, así que le puse sus manos sobre mi cabeza para que marcara el ritmo:

- Joder, cabrón, te la tragas entera... Ufff.... - decía y gemía Santi.

Tras pasar unos cuantos minutos mamando, comiéndole los huevos y volviendo a meterme su estaca el boca para volver a comérmela con todo el ansia que me pedía el cuerpo, empecé a notar que estaba a punto de correrse, así que aceleré el ritmo hasta que empecé a saborear su leche caliente invadiendo toda mi boca. La contuve, me levanté al baño para escupir, asearme un poco y la cosa quedó ahí. Cuando volví del baño Santi estaba casi dormido, tumbado boca abajo, dejándome ver su culo... así que apagué el ordenador y me acosté a su lado. 

10 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 33: MIS AMIGOS PLAYEROS

Llevaba casi toda la vida veraneando en el mismo lugar, a pesar de que algún año nos habíamos ido alguna semana a conocer otros lugares turísticos del país. De tal forma que, como conté capítulos atrás, tenía amigos con los que una vez llegada la adolescencia bajaba a la playa, salíamos de fiesta o hacíamos botellón. Desde hacía algunos veranos, con la irrupción en mi vida del mundo del cruising y mis ganas de pasarlo bien, los había dejado bastante abandonados. Cuando llegaba a casa después de venir de la caseta o de la playa gay, muchas veces mi familia me decía que habían venido a buscarme (sí, a pesar de los teléfonos móviles, los sms y últimamente el Whatsapp, mis amigos seguían quedando llamándose al telefonillo del portal) y lo cierto es que no veía tiempo para quedar con ellos. Pasaba mucho más tiempo con Sergio y Dani que con ellos, donde va a parar, y la verdad es que hasta cierto punto lo prefería.

También les echaba de menos, pero sabía que en el momento de quedar de nuevo con ellos habría preguntas. Preguntas que no querría responder del tipo: ¿dónde te metes? Seguro que hay alguna pivita por ahí, ¿no?, etc. Alguno de ellos podría tener sus sospechas sobre mis gustos sexuales, puesto que con 15 años nos hicimos alguna paja mutua, pero lo típico que se hace a estas edades y no quiere decir nada muchas de las ocasiones. Aunque claro, lo que para él era una simple paja viendo una peli porno hetero, para mi el momento de agarrar su polla con mi mano y masturbarle hasta que se corriera era todo un clímax en mi vida por entonces. Más de una vez sentí la tentación de agacharme y hacerle una buena mamada, pero nunca me atreví.

Así es que como ese año estaba allí para las fiestas patronales, me decidí y quedé con ellos para salir. Llegaron las preguntas, a las que mil excusas inventé. Pasamos un buen rato, recordando viejos tiempos, bebiendo, echándonos unas risas, me dijeron de bajar a la playa con ellos, que ya les tenía abandonados y tal. Conversaciones típicas de un reencuentro. Pero lo más interesante llegó en la despedida, con Santi, el chico con el que me hacía pajas a los 15 años. Era el que más cerca vivía de mi y siempre nos volvíamos juntos cuando salíamos por las discotecas del polígono. Así que, ya de madrugada con los últimos efectos del alcohol, de vuelta a casa el y yo solos, me dijo:

- Si llego a saber que la chupas tan bien, años atrás te habría cogido de la cabeza hasta que te cansaras - dijo Santi con una sonrisita.

Mi cara fue un auténtico poema. Al principio me hice el loco, diciéndole que no sabía de lo que me hablaba. Pero fue insostenible. Resulta que uno de los chicos que había conocido en la caseta, aquel al que se la chupamos Sergio y yo que llevaba una esclava que ponía "María", era primo segundo de Santi. Y ya no sólo es que fueran primos, sino que eran muy buenos amigos. En ese momento recordé años atrás y vagamente me acordé de un chico que algunos veranos se venía con Santi a la playa. Era él. Y Santi era quien le había llevado a la caseta y quien nos vio desde el coche cuando salimos de entre los pinos para irnos.

- Estos (por los demás amigos) no saben nada, así que tranquilo, que no seré yo quien se lo cuente - dijo, para tranquilizarme- pero ten en cuenta que el pueblo es pequeño y coincidencias como estas se pueden dar- remató.


- ¿Te vienes a casa y recordamos viejos tiempos? - propuso Santi.

6 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 32: EL MUNDO DE LOS CASADOS

Si había algo que me había llamado poderosamente la atención desde que comencé mis andanzas en el mundo del cruising alicantino, ese algo era desde luego la cantidad de hombres supuestamente heterosexuales, casados o con novia, que abundaban en estos lugares. Más en la vieja caseta o en estaciones de servicio, que en la playa gay. 

Aún me faltan muchas historias por contaros en este blog, pero mis andanzas con hombres que cumplen este prototipo fueron abundantes: tanto hombres de más de 35 en adelante que estaban casados, y así te lo decían sin muchos tapujos, o lo veías en sus coches, hasta chavales bastante más jóvenes con esclavas donde podías leer el nombre de una chica, anillos de compromiso e incluso chavales a los que luego veías por el pueblo muy cariñosos con sus novias o mujeres paseando tranquilamente. Como reflexión siempre me hacía la misma pregunta: ¿cómo puede ser que chavales jóvenes tengan necesidad de seguir engañando y viviendo en la sombra con el avance que ha habido en el reconocimiento del mundo gay? 

Podía ser bastante más comprensivo con hombres maduros, que vivieron los últimos coletazos del franquismo o que se desarrollaron con la democracia recién iniciada y no era fácil para ellos aceptarse o salir del armario. ¿Pero la gente joven? Mira que no tengo necesidad de sacar a nadie del armario, soy de los que piensan que cada uno es libre de hacer con su vida lo que quiera mientras no perjudique a los demás, pero muchas veces me ponía en la piel de esas chicas o mujeres con las que luego les veías en un bar, o en la playa, con esa mirada de ilusión por estar con el hombre al que aman, mientras tu por dentro piensas: "ay, si tu supieras a quién se la mete tu marido/novio cuando te dice que se va a hacer la compra".

Tengo que decir a su favor que este tipo de hombres casados o con novia eran los que más solían satisfacerme, bien por su actitud en la que no había un rescoldo de pluma, bien por la forma de tratarte o bien porque siempre tenían claro lo que querían, para mi eran los mejores. De esta forma también tenías asegurada discreción: si te encontrabas por la calle no habría saludos, ni prácticamente miradas, con lo cual no habría lugar a preguntas incómodas por parte de las personas que te acompañaran ese momento.

Me gustaría conocer la opinión de los que seguís este blog sobre este asunto: ¿qué impulsa a un chaval de menos de 30 con novia o mujer a buscar sexo con hombres en sitios de cruising? En el caso de los maduros con mujer e hijos; ¿qué pasa por sus cabezas cuando llegan a casa después de haber echado un polvo con un hombre? Dejadme un comentario!

4 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 31: LA PAREJA DE SITGES (Parte 2/2)

El pollón se metía un par de dedos en la boca y de la boca los pasaba al culo de Dani, se lo iba trabajando, aunque sin mucho tacto y con ansia. Dani se sacó un condón de la mochila y se lo puso con la boca al pollón, algo que pareció gustarle. Éste se la empezó a meter despacio, jugando con su glande dentro del culo, metiendo y sacando, pero cada vez metiendo un poquito más, para luego clavársela entera y empezar a darle con fuerza. No se el rato que pudieron estar follando, pero fue largo. Dani apoyado en un árbol con las piernas bien abiertas, el otro follándole sin tregua, el de blanco cogiendo de la cabeza al jovencito con ímpetu y el resto del público empalmadísimos todos. 

Sergio y yo nos quitamos el bañador y empezamos a comernos la boca y hacernos una paja el uno al otro, hasta que un chico de unos 25, delgado y moreno se plantó delante nuestra, nos miró con cara de tener mucha hambre, asentimos, se puso de rodillas, cogió nuestras pollas con sus dos manos y se las fue pasando por la boca. (Justo lo que nosotros solíamos hacer con otros tíos, la situación se había dado la vuelta).

El cabrón de Dani se giraba y al vernos se sonría entre jadeos y gemidos del pollón que se estaba metiendo entre pecho y espalda, que le follaba cada vez más rápido. Era sorprendente ver como esa polla tan grande entraba hasta el fondo sin grandes impedimentos. Cuando estaba a punto de correrme, me saqué la polla de la boca del chico que me la estaba chupando, pero me dijo que ni de coña, se la volvió a meter y me corrí dentro suya sin remedio. Después hizo lo mismo con Sergio, mientras se pajeaba a sí mismo con la mano que ahora tenía libre y ambos se corrieron en poco espacio de tiempo.

Si a mi me temblaban las piernas del placer, estaba seguro de que Dani acabaría con agujetas. Pocos minutos después, el pollón sacó su polla del culo de Dani, le dio la vuelta, se pajeó durante pocos segundos y se corrió con largos chorros de leche en la cara de Dani. En ese momento me giré, y vi que el de blanco ya había terminado también y que la gente empezaba a dispersarse. El show había terminado.

Resultó que el de blanco y el pollón eran pareja, vivían en Sitges y se venían algunos veranos a Alicante, intercambiando con Ibiza, Gran Canaria u otros destinos. Como ambos eran activos, sobre todo el pollón, ofrecían la polla y cuando tenían a uno chupándola, le decían que si quería seguir tenía que dejarse follar. Le contaron a Dani que mucha gente se echaba atrás por el tamaño y que no les era fácil encontrar un culo donde meterla. Que bocas tenían de sobra, pero el quería follar.


Cuando se despidieron, Dani nos buscó y cuando llegó a nosotros tenía la cara desencajada y andaba con dificultad, eso sí, estaba encantado. Nos contó que se había corrido sin apenas tocarse mientras el otro le follaba. Pasó unos días fastidiados después de ese polvo, de hecho estuvimos cerca de tener que llevarle al hospital, ya que sangraba... Pero a los pocos días se le pasó y todo volvió a la normalidad. La playa gay había cumplido las expectativas de todos, estaba claro.

2 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 30: LA PAREJA DE SITGES (Parte 1/2)

El primer día que visitamos la playa gay no nos comimos ni un colín, pero tras lo que habíamos visto teníamos muchas ganas de volver y así lo hicimos. Nuestro segundo día por allí fue mucho más a saco que el primero, estuvimos menos tiempo tomando el sol en la playa y menos tiempo bañándonos, precisamente para pasar más tiempo a la sombra de los pinos. Debe ser que escogimos bien el fin de semana, porque si el anterior había habido gente, lo de que este fin de semana era ya exagerado. Al menos para el conocimiento del mundo del cruising que yo tenía. Nada más llegar a la zona del foro, ya tuvimos varias proposiciones de tíos que querían montárselo con los tres a la vez. Así que decidimos separarnos, como siempre, Dani por su lado y Sergio y yo por el nuestro. A pesar de que en ocasiones nos lo habíamos montado los tres juntos, cuando íbamos de caza solíamos hacerlo así. 

Como ya he contado en alguna ocasión, en el momento en que aprecias que la mayoría de la gente comienza a irse hacia un sitio en concreto, significa que hay show. Y hasta ahora no ha fallado nunca. Comenzamos a seguir un grupo de hombres que se dirigía en una dirección concreta y dimos con una zona donde estaba concentrado el 80% del público que había por allí aquel día. Todos observando a un chaval de unos 26 años, bronceado, castaño claro, delgado, completamente desnudo, sentado en una toalla, a la sombra de varios pinos en una estancia circular, con una polla gorda de 20 cm dura en la mano y acariciándosela cada vez que alguien pasaba por delante. Era un caramelito, todos esperaban a ser seleccionados, era la impresión que daba. Mientras tanto, otro chico, un poco más moreno, con pantalones pirata blancos, se acercaba de vez en cuando a él y hablaban en tono muy bajito mientras miraban a todos los que estábamos por allí observando. En ese momento aquello me pareció un casting, ¿qué era esto? ¿Operación Polla?

Vimos a Dani apoyado en un árbol observando el tema y, por detrás, me acerqué sigilosamente a él y le susurré: "qué? quieres llevarte el pirulo a la boca, eh?". Se sobresaltó, me miró y riéndose dijo: "ya ves, a ver quien lo consigue antes, ¿apostamos?".
No quise apostar: ¿una pareja buscando otros dos tíos? No. Dani tenía muchas más posibilidades. Así que pasó al ataque. Se puso delante del chico que estaba sentando pajeándose, le miró a los ojos, le sonrió, el otro asintió con la cabeza y Dani se agachó a comerse la enorme polla del chaval, primero empezando por el glande, despacio, para después acelerar el ritmo mientras con otra mano le sujetaba su par de huevos con fuerza. La gente que miraba empezó a bajarse los bañadores o a tocarse mientras miraban la escena. El pollón, mientras Dani se la chupaba, se estiraba para tocarle el culo... Y mientras tanto, el chico de pantalón blanco que susurraba al pollón, se bajó la bragueta y enseñó otra enorme polla. "Vaya tela, qué dos maromos", pensé. No tardó en acercarse un chaval bastante jovencito a ponerse de rodillas y empezar a tragarse la polla del chico de blanco. A pesar de ser una polla grande, la polla del chico de blanco era torpe, de estas grandes y gordas que nunca se acaban de poner duras del todo, pero el mamón parecía disfrutarla.


En ese momento, el pollón le quitó a Dani el caramelito de la boca y le dijo algo al oído. Pude ver en Dani cara de sorpresa y un cierto miedo. El pollón quería follárselo. Y claro... el tamaño de aquello era enorme, más o menos como la de Mario, pero Dani, tras unos segundos de reflexión, aceptó. Se levantaron y fueron un poco más lejos, e inmediatamente todos los que allí estábamos comenzamos a seguirles. El chico del pantalón blanco se llevó a su joven mamoncete, y mientras el pollón le trabajaba el culo a Dani, el de blanco volvía a meter su polla en la boca del jovencito mientras miraba. Y comenzó el auténtico show, con más de veinte pares de ojos mirando. 

29 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 29: CRUISING EN LA PLAYA

El verano no tardó en llegar y los tres amigos ya estábamos deseando concretar fechas para coger el tren e irnos a la playa. En semana santa, Dani había conocido a un chico que le había hablado de una playa gay situada al otro lado del pueblo, pasando un río, donde había un ambientazo tremendo y se echaban buenos polvos entre los pinos y las dunas. Discutimos un poco, porque yo le decía que allí había una playa nudista, pero nada de gay. Qué equivocado estaba.

Era complicado llegar a ella sin coche, pero como estábamos decididos a descubrir lo que allí había, nos arriesgamos a ir con el autobús de línea y sus malas frecuencias. En realidad no estaba lejos, no se tardaba más de 10 minutos desde que cogías el autobús, pero llegar andando suponía algo más de hora y media dando una vuelta considerable y por caminos nada recomendados, teniendo en cuenta que los tres vivíamos en la parte sur del pueblo, y esto estaba justo al lado contrario.

Aquello era el paraíso del cruising, así, esa es la definición. Digamos que la playa se dividía en improvisadas secciones: familias, zona nudista hetero, zona nudista-mixta gay y, de nuevo, familias. La zona gay era fácil de identificar: ponían una bandera arco iris y bueno, viendo el público que por allí había, era obvio. Así que durante la mañana disfrutamos de la playa, observando lo que allí ocurría: chicos, hombres y grupos, de cuando en cuando, se metían a la pinada y tardaban bastante en salir. Estaba claro.

Después de comer unos bocadillos y bebernos unas sangrías, decidimos descubrir la pinada., Así que entramos los tres a la vez. He de decir que nos costó dar con el sitio de cruising. Esa playa tiene una pinada muy extensa y siempre ves a chicos paseando buscando tema.... pero la zona buena de cruising es una zona que algunos de allí conocen como "el foro", por su estructura circular. Una zona de pino bajo y palmeras, muchas de ellas secas, con arena blanca y fina y diversos arbustos que proporcionan multitud de lugares, como pequeñas habitaciones, que parten de los caminos. Donde, como podréis adivinar, es donde se folla.

Aquello no tenía nada que envidiar a lo que a sus 18 años Dani había conocido en Ibiza, no se cansaba de repetirlo, que no tenía nada que envidiar a la zona de cruising de Es Cavallet en Ibiza. Y, la verdad, es que Sergio y yo nos quedamos atónitos. Había muy buen material, de todas las edades, de todos los tipos, pero mucha más juventud que en la caseta. Tíos en bolas paseando y buscando, tíos follando entre los pinos, orgías, tríos... Todo a simple vista de quien por allí pasara. Muchos gozaban siendo observados, otros se iban a zonas más apartadas. Como dije antes, aquello era y es el paraíso del cruising de aquella zona. Dani decía que era el mejor sitio de cruising de todo el mediterráneo, que los mejores sitios de la costa eran Sitges y esta playa de Alicante.

Lo que a nosotros nos mataba era el tiempo. A las 20h pasaba el penúltimo autobús a nuestro destino. No podíamos esperar al último, porque si venía lleno, no paraba. Y a ver qué hacías entonces. Este día supuso toda una aproximación a la zona, no hicimos nada ninguno de los tres, pero sí que nos fuimos de allí con un calentón tremendo viendo todo lo que se cocía en aquella enorme pinada.

Para ampliar más información y ver mapas e imágenes haz click en el siguiente enlace:

http://diariodecruising.blogspot.com.es/2014/03/cruising-en-la-playa-del-rebollo.html

26 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 28: DE VUELTA EN SEMANA SANTA

Sí, nuestras visitas a nuestro destino veraniego solían tener un carácter cíclico: había que aprovechar las vacaciones y siempre solíamos ir en verano y semana santa, aunque alguna vez también nos escapamos en Navidad y algún otro puente. Aquel verano no dio para más, a finales de agosto tuvimos que volver a Madrid desde donde intentamos seguir las noticias de la zona para ver si de una vez inauguraban la tan comentada Vía Parque y se terminaban las obras en la caseta. Nos enteramos de que en octubre ya estaba todo abierto, pero hasta la semana santa no podríamos ver lo que quedaba de aquello.

Afortunadamente la zona no había cambiado en exceso, ahora la caseta había recuperado su aparcamiento y seguía teniendo acceso directo desde la carretera mediante una gran rotonda, por detrás y bordeando la vieja casa habían hecho un carril bici, mucho menos invasivo de lo que esperábamos. La verdad es que habían salvado la zona de cruising que muchos daban por muerta. La pregunta era: ¿qué pasaría con el público? ¿Seguiría viniendo gente?

Aquella semana santa coincidimos los tres amigos, si bien Dani se uniría más tarde. Nuestro deseo por aquel entonces era recibir la tan esperada llamada: la llamada de Mario. Desde Navidad no había vuelto a dar señales, pero como le dije que en esa semana iríamos seguro, para mi era un hecho que tarde o temprano contactaría. O que nos veríamos por la casa. Quizá había perdido el número de teléfono. Quizá me mandara un e-mail.

Nos pasamos la semana convencidos de que la llamada llegaría, como en la Comunidad Valenciana las festividades se organizan de otra manera, según avanzaba la semana y no había noticias, nos autoconvencíamos de que la llamada llegaría para el fin de semana. No obstante, lo cierto es que la llamada nunca llegó. Desde luego, eso no implicó que nos quedáramos de brazos cruzados....

La caseta recuperó su gentío, volvía a haber gente. De hecho, el primer domingo que estuvimos allí hubo bastante ambiente. Sergio se encaprichó de un chico de unos 30 años con aspecto nórdico, fuerte, de espaldas anchas, al que ya habíamos visto en otra ocasión; le llamábamos "el alemán". Así que le hicimos unas señas para que nos siguiera, y cuando dio con nosotros algo más abajo en la pinada, ya venía con la mano desabrochando el pantalón vaquero azul que lucía aquel día. "Sólo chupar", decía el pobre con un mal español. La verdad es que no había mucho que chupar y menos, después de lo que habíamos tenido entre manos el verano anterior. Pero el alemán tenía mucho morbo, así que le quitamos la camiseta y pudimos sobar un fuerte cuerpo, darnos unos cuantos morreos, para después ponernos de rodillas y chuparle la polla. Le gustaba tener el control, nos cogía la cabeza con fuerza y el decidía quien se la metía en la boca cada vez, dando fuertes embestidas. No tardó nada en correrse, nos la sacó de la boca y se corrió en el suelo, de los más rápidos que he visto. Se subió el pantalón, nos dio un beso y se marchó. Pude ver que el alemán llevaba alianza. Esta no sería la única vez que nos lo montaríamos con el.... Aunque sí fue lo único que nos llevamos a la boca esa Semana. 

23 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 27: LA HISTORIA DE MARIO (Parte 3 - Última)

Con las conversaciones que íbamos manteniendo empezamos a saber cosas de él y él de nosotros. Se llamaba Mario, tenía cuarenta y pocos años (muy bien llevados), 3 hijos y estaba felizmente casado. De hecho, por las mañanas le veíamos en playa con su familia. Sí, era el chico que Sergio creía.

Mario era un hombre de una ciudad cercana que solía veranear por allí, desde joven había tenido impulsos hacia los hombres y nosotros no habíamos supuesto una excepción. Quedábamos cada 2 días, a veces tenía prisa y sólo podía dedicarnos 15 minutos y otras veces llegamos a estar hasta 2 horas con él. Según la excusa que pudiera dar en casa. Durante todo el mes de agosto estuvimos manteniendo encuentros en los que al final sólo llegó a haber un espacio de un día de por medio. Le encantaba que se la chupáramos, no se cansaba de decírnoslo y aguantaba la erección el tiempo que fuera. Estábamos encantados con él y él con nosotros. Con el paso de los encuentros empezó a haber un poco más de interacción: Mario comenzaba a comernos la boca, besarnos el cuello y el pecho y acariciarnos el cuerpo con ternura y deseo. Pero de ahí no pasaba. Nunca nos la tocó, pajeó ni nada por el estilo. Él mismo confesaba que buscaba dejarse hacer y para nosotros era un placer. El morbo con él era completo, no ya sólo por su herramienta y sus huevos, que eran de los más grandes con los que me he encontrado nunca, sino por su cuerpo, actitud, forma de ser y por la conexión que habíamos creado.

Puedo aseguraros que llegó a haber mucha complicidad y confianza entre nosotros, teníamos nuestro rato de sexo y nuestro rato de charla donde compartíamos confidencias e intimidades que, por respeto, no voy a contar aquí. Hasta que el verano llegó a su fin.
Para nuestro último encuentro nos dedicó algo más de dos horas de sexo y charla en la pinada. Como parecía estar tan encantado con nosotros, le camuflé en un flyer de un pub mi número de teléfono e e-mail y se lo di. La verdad es que no pensé que ese sería, hasta la fecha, el último día que le vería. Tras toda la complicidad y el buen rollo que había surgido entre nosotros, di por hecho que tendríamos "amante" para una larga temporada.

Mario me llamó en diciembre varias veces, ya que le había comentado la posibilidad de que fuéramos en Navidad, pero finalmente no pudo ser por el trabajo que Sergio había encontrado. Las conversaciones estaban llenas de cordialidad e incluso me llamó el 25 de diciembre para desearme felices fiestas y decirme que me seguiría llamando periódicamente: "Acuérdate, si puedes, las vacaciones pídelas en agosto", me decía, como ya me había dicho varias veces en la pinada. Fue en esa conversación donde le confirmé que en Semana Santa iríamos seguro por allí. Pero nunca más se volvió a saber de él. No recibí ninguna llamada ni le volvimos a ver por la playa en los veranos siguientes. Incluso habíamos averiguado donde se alojaba el verano de nuestros tórridos encuentros, pero nunca hubo señales de él ni de su familia por allí.

Sabíamos que se había quedado en paro, pero... ¿era esa razón suficiente para no volverlo a ver por allí? Total, su ciudad no estaba más a 25 km de allí y sus suegros vivían en nuestro destino playero. ¿Le habrían pillado? ¿Le habría pasado algo? ¿Y si realmente hubiera tenido que elegir mis vacaciones en agosto? Aún hoy en día me sigo haciendo alguna de esas preguntas por lo raro que nos parecía el asunto.

Lo único de todo aquello es que el verano que pensábamos sería de lo más aburrido con la caseta cerrada al tráfico, resultó ser de lo más entretenido. Incluso pensábamos que ya teníamos un ligue por allí con el que disfrutaríamos más veces. No pudo ser, pero confío en volverle a ver algún día por la playa, aunque simplemente sea para saber que está vivo. 

19 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 26: LA HISTORIA DE MARIO (Parte 2)

Sergio y yo estábamos con un calentón tremendo, con nuestras pollas totalmente empalmadas y muy visibles, ya que íbamos con bañador; esto dio pie a que, una vez se había marchado nuestro hombre, bajaran tíos que habían estado mirando y que querían hacernos un trabajito. Pero Sergio me cogió de la mano y me llevó a un sitio más escondido. Se bajó el bañador y se apoyó en uno de los pinos, con las piernas abiertas, ofreciéndome su perfecto culo en el que se podía ver ya cierto grado de dilatación, imagino que fruto de lo cachondo que estaba:
- Fóllame, joder- dijo, entre severo y excitado.
- No traigo condones...- contesté.
- Da igual, métemela coño - dijo Sergio, como rogándome.

Estaba tan cachondo que, apenas un par de dedos para jugar con su culo y se la metí de golpe con no más que un poco de saliva y tan siquiera se quejó. Aquello estaba muy dilatado y entraba y salía con una facilidad tremenda. Empecé a bombearle sin tregua y con fuerza, mientras Sergio gemía sin callarse. No tardé en correrme dentro de su culo, para después, sin sacarla, y sin apenas tocarle, correrse Sergio a chorros. Nos limpiamos con un par de pañuelos de papel y volvimos a casa.
Cuando nos acostamos para dormir, Sergio dijo:

- ¿Sabes que creo que le conozco?
- ¿A quién?- contesté.
- Al pollón de hoy.

Entonces Sergio me explicó que unos años atrás, cuando bajaba a la playa con su familia, había un hombre muy parecido a él que solía ponerse en las inmediaciones.

- Lo que si realmente es él, tiene hijos. Al menos un par - siguió explicando, hasta que nos quedamos dormidos.

Nos pasamos los días siguientes visitando la zona por si se volvía a dar la casualidad de que él apareciera y así lo hizo, al tercer día desde nuestro encuentro. Sergio y yo estábamos sentados a la sombra debajo de la caseta cuando apareció por el mismo sitio de la otra vez. Estaba claro que dejaba el coche en la urbanización de al lado y subía por el corto pero empinado camino de arena:

- Hola... - dijo él, bajito y arqueando la ceja sin parar de andar.
- ¿Te apetece repetir? - dije yo.
- Claro. Venid. - respondió.

Nos llevó al mismo sitio de la primera vez, pero le pedí que buscáramos algo un poco más discreto. No le hizo mucha gracia, por lo visto le daba morbo que le vieran, pero aceptó. Se conocía aquello bien, sabía por donde nos llevaba ya que andaba a paso rápido y con un lugar en mente. Era un lugar en la pinada, cercano a la caseta, donde había un montón de restos de pañuelos, condones y un viejo armazón de una televisión, que hoy en día sigue allí. Colgó las llaves de su coche en una rama de uno de los pinos y se bajó el bañador-slip rojo que llevaba y que ya dejaba intuir la grandiosidad de su polla. Así que volvimos a hincar las rodillas y comenzamos a mamar su polla, primero despacio hasta conseguir que se pusiera bien dura y luego con más ansia. Era difícil tragársela entera, siempre me he considerado buen mamoncete, pero meterse aquello entero me era imposible, sin embargo, Sergio lo conseguía, se la tragaba completa. Y a Mario le volvía loco, nos decía que nadie nunca se la había metido entera en la boca. Esta vez estuvimos como 25 minutos pasándonos su polla de una boca a otra; no se cansaba y nosotros tampoco. Venía perfectamente aseado, con olor a jabón, perfectamente depilada. Era una polla que suponía un verdadero placer meterse a la boca. Y aunque pasado un rato notaras como la mandíbula empezaba a dar signos de cansancio, el empezar a notar las primeras gotas de líquido preseminal me subía a tal grado la excitación que volvía  a mamar con ganas renovadas y con sus manos en mi cabeza.

Esta vez, cuando estaba a punto de correrse, le pedí que se corriera en mi pecho desnudo. Siempre fue algo que me había dado morbo, y así fue, estalló en mi pecho embadurnándolo Después nos quedamos charlando de diversos temas durante unos cuantos minutos. Nos íbamos conociendo un poco más. 

15 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 25: LA HISTORIA DE MARIO (Parte 1)

Cuando le contábamos a Dani lo desolador de aquello se mostraba muy optimista: "ya veréis que en cuanto terminen las obras, todo vuelve a su ser", se empeñaba en decir. Pero para eso aún faltaba al menos un año, las obras iban lentas, parecían interminables.

El sábado 30 llegó y con él las vacaciones de muchas personas. Nos preparamos después de comer y a eso de las 17h ya estábamos de camino hacia la caseta. Nos tumbamos un rato en la playa para tomar el sol antes de subir y a eso de las 18:45 subimos a la caseta. Había algo más de movimiento, pero nada comparado a lo que había antes. Estuvimos deambulando de un sitio para otro, viendo las mismas caras conocidas que iban todos los días y alguna nueva, pero nada interesante. Nos sentamos a la sombra y, al menos, durante una hora no pasó absolutamente nadie. Sergio y yo decidimos dar el último vistazo a la zona y marcharnos, eran ya las 20:30 y aquello no tenía visos de mejorar.

Sin embargo, pocos minutos después, apareció él. Un hombre de unos 38 años, delgado, moreno, fibrado, con bañador apretado tipo slip, camiseta negra de tirantes, gafas de sol y las llaves de un Peugeot en la mano.

- ¿Qué te parece este? - le dije a Sergio.
- No está mal, respondió sin mucho entusiasmo.

Él iba con prisa, se metió rápido en la pinada y ya le di por perdido, así que Sergio y yo nos quedamos delante de la caseta, en el mirador, cada uno en un extremo, esperando a que saliera.
A los pocos minutos salió con la misma prisa que había entrado, pero antes de marcharse se detuvo en seco y bajó por un camino que bordeaba el mirador por debajo de la pinada, hasta situarse a mi derecha a unos 10 metros, en un pequeña estancia sombría debajo de los pinos, inmediatamente a la derecha de la caseta. Podía ver cómo se acariciaba el paquete, mientras me miraba.




Los nervios me habían invadido y no sabía muy bien qué hacer, así que buscaba con la mirada a Sergio, que estaba justo al otro extremo, pero no pude hacer contacto. Cuando quise volver la mirada hacia donde estaba este hombre, pude ver con estupefacción cómo había salido al camino, se había levantado la camiseta y me ofrecía una enorme polla erecta. "¡Madre mía!", pensé. Nunca había visto una polla tan grande y perfecta, digna de actor de película porno. Él no paraba de mirarme y yo no pude evitar humedecerme los labios, cosa que él aprovechó para invitarme a bajar. Me decidí, y bajé:

- ¿Te molaría que te la chuparan dos tíos a la vez?- propuse, para evitar rodeos.
- ¿Quién es el otro? ¿El que está al otro lado?- respondió.
- Sí - aseveré.
- Dile que venga.

Cuando quise subir al camino, Sergio ya estaba allí: "La tiene enorme y está muy bueno, vente", le dije.
No hubo más palabras. Él se había desnudado completamente y estaba allí de pie ofreciéndonos su gran miembro. No tardamos en clavar las rodillas en aquel suelo de arena cubierto de finas ramas de pino bajo y en mamar como si no hubiera un mañana, mientras le tocábamos los abdominales y el pecho. Mientras uno le comía la polla, el otro le comía los huevos, o nos pasábamos la polla de boca a boca. Aquella polla sabía genial, se notaba que venía perfectamente aseada ya que tenía un ligero sabor a jabón. El pubis lo llevaba recortado y la polla y huevos totalmente depilados. Mi debilidad. Estuvimos 15 minutos mamando aquella polla perfecta sin parar y hasta se generó público que nunca acerté a adivinar de dónde habían salido; hasta que pude sentir como un chorro de semen caliente invadía mi boca colmándola, mientras él soltaba un gemido pronunciado. Escupí, se la repasamos para dejársela bien limpia y, ante mi sorpresa, empezamos a hablar. Bueno, mejor dicho, él empezó a hacernos preguntas: ¿de dónde sois? ¿venís por aquí mucho? ¿tomáis precauciones? Quería saber de nosotros. Así que respondimos a todo. Hubo cordialidad. Habíamos conectado.

Nos confesó que le había encantado, se puso con calma su pequeño bañador y su camiseta de tirantes, cogió las llaves del coche y mirando el reloj se despidió con prisa esperando vernos de nuevo. No había nada que me pusiera más que un hombre bien cuidado con la polla grande, siempre han sido mi debilidad. No os imagináis al grado de excitación al que llego cuando me empiezo a comer una polla como la de este hombre y siento el placer que le produzco. He sido de los que piensan que el tamaño sí importa y es algo en lo que me mantengo. 

Quién nos iba a decir aquel día que la historia de Mario daría para tanto.

13 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 24: LA DECADENCIA TEMPORAL

Cuestiones del destino, no pudimos volver por la zona hasta el verano siguiente, cuando en julio, Sergio y yo nos fuimos a nuestro destino de cada verano. Yo había dejado mi empresa porque se iba a pique y no quería formar parte del naufragio, lo que me permitiría buscar un empleo más adecuado a mi formación. Sergio se había quedado en paro a consecuencia de los graves coletazos que la crisis seguía dando cada vez más en nuestro país, así que fue fácil cuadrar agendas y, sin familias, pudimos irnos a nuestro paraíso veraniego. Como habíamos hecho en alguna otra ocasión, al no estar nuestras familias, nos quedamos en casa de Sergio.

El primer día fue algo accidentado: me caí por las escaleras, discutí con una señora para subir al autobús porque quería colarse y se me rompió una muela. Empezaba bien el verano. ¿Sería esto quizá una muestra de lo que nos íbamos a encontrar ese año?
Con la esperanza de que las obras que nos había comentado Dani no hubieran tenido mucho impacto, nos fuimos el primer día después de comer y adecentar la casa de Sergio. Seguimos la rutina: paseo por la playa y subida por la pinada. Íbamos con el corazón en un puño, haciéndonos decenas de preguntas que tan solo unos metros después íbamos a resolver.

Al llegar a la caseta nuestras peores sospechas se confirmaron: lo que era el aparcamiento de arena estaba lleno de montones de arena y escombro, la carretera estaba cerrada, ya que estaba planificado desdoblarla y allí habría una glorieta, que por debajo llevaría la carretera principal. Sí, a distinto nivel, para que os hagáis a la idea de la envergadura de la obra. Además, los alrededores de la caseta estaban marcados con señales de madera de distintos colores. Por allí dejaban verse obreros con sus maquinarias de trabajo desde primera hora de la mañana y hasta las 7 de la tarde. Mmmmm... obreros... No, nada pasó con ellos.

Pero... ¿qué narices iban a hacer allí? Pocos días después un hombre que transitaba la zona en bici con su hijo, nos informó de que por allí pasaría un carril bici.
Aquello era absolutamente decadente. Pasaban las horas y por allí no aparecía nadie, de vez en cuando alguien subía desde la urbanización y se daba una vuelta. O aparcaban en la propia urbanización y subían el camino de tierra. Pero teníamos dedos suficiente para contar las personas que pasaban por allí en toda una tarde.

Con la irrupción de las aplicaciones para móviles, el mensaje que circulaba era que en la caseta ya no se follaba, que aquello había muerto como lugar de cruising y que había que buscar lugares alternativos por la zona (todos ellos dónde exclusivamente podía accederse con coche).
Pudimos comprobar que fue así de desolador durante los primeros días que estuvimos allí: nos pasábamos el tiempo dando vueltas sin ver a nadie, disfrutando de las vistas, que eso al menos no nos lo habían quitado. Cada cierto tiempo, como decía antes, venía algún chaval a otear, esterilla-man no faltaba, algún maduro, pero nada interesante. Nada que ver con el movimiento que solía haber allí. Nada que nos gustara.

Llegábamos a casa entristecidos, con una sensación de decepción, sintiendo que estábamos desperdiciando el tiempo, no nos podíamos creer que un lugar que nos había dado tantas satisfacciones y que llevaba décadas funcionando fuera a terminar de esta forma. Así que, después de echar un polvo con Sergio en la ducha, tomamos una decisión: el sábado 30 de julio sería el último día que iríamos allí por aquel verano y os lo cuento en el próximo capítulo.

11 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 23: OTRO VERANO MEJOR LLEGARÁ (Parte 2)

Ver aquello nos sobrepasó y rompió nuestros esquemas, así que nos marchamos de allí y nos volvimos a casa. Dani debió de estar por allí más tiempo porque nos contó que no llegó hasta bien entrada la madrugada. La caseta, por lo que aquel verano respectaba, se había terminado. Fue ya, algunos meses después, cerca de Navidad, cuando nos sentamos los 3 en Madrid a hablar del tema.

Llamadme ignorante con todas las letras, pero no tenía ni idea de lo que eran los poppers. Dani nos aseguró que desde que los había probado se había convertido en versátil y que disfrutaba también mucho haciendo de pasivo. No se ruborizó lo más mínimo cuando le confesamos que le habíamos visto allí aquella noche y, como para tranquilizarnos, nos aseguró que todos los que le follaron llevaban condón. "Qué menos", pensé yo. Nos dijo que los poppers no eran una droga peligrosa siempre que se supiera mantener el control y no abusar de ella, que a él le endurecía la erección cuando llevaba tiempo follando, y sobre todo, le facilitaba la relajación del culo cuando se lo iban a follar. Nos decía que sólo lo utilizaba cuando le iban a meter pollas que salían un poco de la media, vamos, que eran grandecitas. Nos invitó a probarlo alguna vez, pero la verdad es que no me convenció. Habré sido algo irresponsable para otras cosas, pero el tema de drogas siempre lo he tenido claro: NO.

¿Es que nunca buscábamos el cruising en Madrid? Pues la verdad es que no nos seducía tanto. Por curiosear habíamos visitado El Cerro de los Ángeles, la escombrera de Polvoranca, Ventas, la Finca de Papá, el puente de Loranca y algún sitio más. Pero nunca encontramos el mismo morbo que en Alicante, así que en Madrid el cruising se quedaba en stand-by total, salvo raras y espaciadas ocasiones.

- Por cierto, ¿sabéis que empiezan con las obras de la Vía Parque en la carretera nacional, no? - dijo Dani.
- ¿Y qué quieres decir con esto? - contestó Sergio.
- Pues que cierran al tráfico la caseta para hacer obras en la carretera, aclaró Dani.

Todos nos quedamos con cara de póker sabiendo lo que aquello significaba. El cruising en la caseta se nutría sobre todo de la gente que llegaba en coche: era rápido, dejar el coche, follar e irte. Tu mujer no sospecharía por un retraso de 15 minutos perfectamente justificable. Los que íbamos desde la playa o los que venían desde las urbanizaciones cercanas éramos una minoría.

- ¿Y qué pasará entonces? - dije yo.

* Y con este capítulo cambiamos la tipografía del blog.

8 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 22: OTRO VERANO MEJOR LLEGARÁ (Parte 1)

Los días fueron pasando y el panorama no mejoraba, así que decidimos espaciar nuestras escapadas a la caseta y disfrutar más del pueblo, sus bares y sus playas. No queríamos que la semana de vacaciones fuera estar todas las tardes en la caseta y menos aún con lo que abundaba por allí esos días. Dani nos comentaba que se iba con su adonis a follar allí por la noche y que había bastante tema, pero claro... ellos se iban en coche y con las experiencias que habíamos tenido yendo por la noche, nos daba reparo.

Aún así, el último sábado nos animamos a ir por la noche después de habernos tomado unos cuantos vinos, por eso de que el alcohol desinhibe. Esa noche no encontramos problema para llegar allí, quizá fruto de la suerte, y acompañados por una brillante luna que iluminaba el camino y la subida a la caseta por la pinada.

Dani tenía razón. En el improvisado aparcamiento de tierra que había al lado de la caseta había como 15 coches aparcados, estaba claro que por las noches allí se cocía bastante tema. El problema que encontrábamos es que no se veía tan bien como nos gustaría y encontrar tema siendo un poco selectivo se antojó un trabajo complicado.

Hubo un momento en el que la mayoría de los hombres que por allí había se dirigían poco a poco hacía una misma dirección. Eso tenía un significado claro: había espectáculo, es decir, alguien follando o haciendo orgía. Así que sin dudarlo, pero con sigilo, fuimos en esa dirección a ver qué ocurría.

Caminar por la pinada de noche se hacía difícil, pero contábamos con la ventaja de conocer ya la mayoría de sus caminos de memoria. Así que seguimos a la gente hasta llegar a una especie de claro que había bien dentro de la pinada, donde creo que nunca había estado antes. Y vaya, sí que había show.
Cuando nuestros ojos se acostumbraron a la luz allí pude distinguir a Dani con su adonis. Estaban los dos desnudos y para nuestra sorpresa, Dani había adoptado el rol de pasivo. No había mentido: su adonis era como lo describía. Lo que hoy en día llamaríamos un chulazo en toda regla. 

Estaban follando a tope allí en medio, rodeados de al menos 10 pares de ojos. Lo que más me sorprendió de todo es que a Dani se lo iban turnando. Se acercaban tíos con la polla dura, el adonis se quitaba y Dani se dejaba penetrar mientras el adonis se ponía delante para que Dani se la chupara. Al menos se lo follaron 4 tíos, más su adonis. Dani tenía mucho aguante, eso lo habíamos sabido siempre. Sergio y yo no dábamos crédito, de este tipo de cosas nunca nos había hablado, pero lo cierto es que les veía de lo más excitados.

Nosotros en todo momento nos quedamos en un segundo plano sin dar mucho crédito a lo que veíamos. Y mucho menos cuando veíamos que Dani se acercaba un tarrito a la nariz, del que esnifaba algo, cada vez le metían una polla.