Ver
aquello nos sobrepasó y rompió nuestros esquemas, así que nos marchamos de allí
y nos volvimos a casa. Dani debió de estar por allí más tiempo porque nos contó
que no llegó hasta bien entrada la madrugada. La caseta, por lo que aquel
verano respectaba, se había terminado. Fue
ya, algunos meses después, cerca de Navidad, cuando nos sentamos los 3 en
Madrid a hablar del tema.
Llamadme
ignorante con todas las letras, pero no tenía ni idea de lo que eran los
poppers. Dani nos aseguró que desde que los había probado se había convertido
en versátil y que disfrutaba también mucho haciendo de pasivo. No se ruborizó
lo más mínimo cuando le confesamos que le habíamos visto allí aquella noche y,
como para tranquilizarnos, nos aseguró que todos los que le follaron llevaban
condón. "Qué menos", pensé yo. Nos dijo que los poppers no eran una
droga peligrosa siempre que se supiera mantener el control y no abusar de ella,
que a él le endurecía la erección cuando llevaba tiempo follando, y sobre todo,
le facilitaba la relajación del culo cuando se lo iban a follar. Nos decía que
sólo lo utilizaba cuando le iban a meter pollas que salían un poco de la media,
vamos, que eran grandecitas. Nos invitó a probarlo alguna vez, pero la verdad
es que no me convenció. Habré sido algo irresponsable para otras cosas, pero el
tema de drogas siempre lo he tenido claro: NO.
¿Es
que nunca buscábamos el cruising en Madrid? Pues la verdad es que no nos
seducía tanto. Por curiosear habíamos visitado El Cerro de los Ángeles, la
escombrera de Polvoranca, Ventas, la Finca de Papá, el puente de Loranca y
algún sitio más. Pero nunca encontramos el mismo morbo que en Alicante, así que
en Madrid el cruising se quedaba en stand-by total, salvo raras y espaciadas
ocasiones.
-
Por cierto, ¿sabéis que empiezan con las obras de la Vía Parque en la carretera
nacional, no? - dijo Dani.
-
¿Y qué quieres decir con esto? - contestó Sergio.
-
Pues que cierran al tráfico la caseta para hacer obras en la carretera, aclaró
Dani.
Todos
nos quedamos con cara de póker sabiendo lo que aquello significaba. El cruising
en la caseta se nutría sobre todo de la gente que llegaba en coche: era rápido,
dejar el coche, follar e irte. Tu mujer no sospecharía por un retraso de 15
minutos perfectamente justificable. Los que íbamos desde la playa o los que
venían desde las urbanizaciones cercanas éramos una minoría.
-
¿Y qué pasará entonces? - dije yo.
* Y con este capítulo cambiamos la tipografía del blog.
* Y con este capítulo cambiamos la tipografía del blog.
Posiblemente sea de las menos peligrosas, pero no por ello deja de ser una droga.
ResponderEliminarCreo que su peor efecto, a quien abusa, es que le crea cierta dependencia psicológica, en tanto que si no hay popper de por medio, ya piensan que no se lo van a pasar bien, y pasan, hasta que encuentran a uno que tenga.
Para desinhibirse un poco, mientras dura el efecto que tampoco es muy duradero, y ciertamente, como relajante del esfinter es efectivo.
No siempre que me ofrecen acepto, sólo a veces.