17 de marzo de 2015

CAPÍTULO 114: DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Pasé una noche muy mala. No por el miedo, ya que a lo largo de los últimos años y las sucesivas experiencias me habían hecho perder miedos pasados, sino por lo cachondo y morboso de la situación de la noche anterior. Tuve sueños eróticos toda la santa noche y me desperté en la cama totalmente desnudo y sudando. Aquel chico me ponía. Seguramente se me podrían hacer muchos juicios de valor, e incluso morales, pero el morbo que encontraba en esos encuentros con César, de estármelo haciendo con un skin, me la ponía dura sólo con pensarlo. Con recordar su perfecto y esculpido cuerpo, su mirada desafiante, su cara de facciones marcadas y duras, su aliento entrando en mi boca, las ganas de plantarle un muerdo... Tuve que concienciarme mucho para no pajearme y reservarme para el rato de morbo que había quedado en tener con él. La verdad es que no sabía si se presentaría allí a la hora en la que habíamos quedado, quién sabe qué les habría deparado su noche de cacería, si habrían cazado a alguien allí, si habrían ido a otro lado. ¿Era tanto el odio que sentían hacia nosotros que de cuando en cuando sentían la necesidad de salir a dar palizas? ¿A estas alturas? No creo que César fuera el único gay dentro del armario en una organización de ultra derecha. 

Tengo que confesar que hacia tiempo que no sentía esos nervios en el estómago a la hora de salir de cruising o a la hora de quedar con alguien, como era el caso. Estuve nervioso desde que me levanté hasta que llegó la hora de coger el coche y plantarme en El Moncayo para comprobar si mi recién estrenado amigo se presentaría allí. Aquella mañana había hablado con Dani y Sergio, no les parecía bien que fuera:

- ¿Quién te dice que no es una trampa? -decían.
- ¿Quién te dice que no estarán allí todos esperando?

Sí, preguntas que asaltarían la mente de cualquiera, pero por alguna extraña razón, sabía que eso no iba a pasar. El instinto que tan pocas veces me ha fallado era el responsable de esa sensación. Cuando cogí el desvío en la N-332 y comencé a subir la cuesta para llegar a la rotonda de Los Montesinos, sólo vi una moto aparcada al lado de La Caseta. Su moto. Tomé la tercera salida en la rotonda y me adentré en el aparcamiento de arena dejando mi coche aparcado al lado de su moto.

César no estaba allí. Me bajé del coche, di una vuelta alrededor de la caseta, de la pinada más cercana y no le ví. Así que seguí los caminos arenosos entre pinos y le encontré fumando en unas piedras bastante alejadas de la caseta, en dirección La Mata, que están situadas en un saliente que te deja espectaculares vistas del mar y la pinada. Allí estaba el sentado, sin camiseta, expulsando el humo de su cigarro mientras contemplaba el mar sin percatarse aún de mi presencia. Según me fui acercando y por mis pasos fue evidente, se giró con normalidad y esbozó una pequeña mueca de sonrisa que indicaba que se le alegraba de verme:

- No tenía muy claro si ibas a venir -dijo, levantándose y estrechándome la mano con fuerza.
- Vaya, pues justo a mi me pasaba lo mismo. -respondí.
- Cumplo mi palabra, tío. -afirmó.
- Ya, me di cuenta anoche. Y bueno, ¿hubo suerte? -pregunté.
- Afortunadamente no encontraron a nadie y fuimos a un garito donde estuvimos el resto de la noche. -explicó guiñándome un ojo.

Sabía que necesitaba esa respuesta y puedo decir que respiré tranquilo al saber que nadie había sufrido las represalias de estos tíos. 

- Ven, sígueme. -indicó.

Bajamos a la pinada por un pequeño camino lleno de piedras bastante difícil de seguir la verdad, hasta que llegamos a un pequeño claro rodeado de árboles y de arena. Había un par de toallas extendidas con una mochila, que imaginé que eran suyas. Sin decir nada, se quitó las botas y los vaqueros ajustados quedándose en bolas, ya que no llevaba calzoncillos. Vaya culazo tenía, me quedé embobado mirándolo y me pilló.

- Míralo todo lo que quieras, sóbalo incluso, porque va a ser todo lo que vas a hacer con él. -dijo riéndose. 

Me empecé a desnudar también, a la par que César ponia la mochila a modo de almohada, se tumbaba boca arriba, se acariciaba la polla para ponérsela dura y se dirigía a mi:

- Espero que hayas venido con hambre...

Me acabé de quitar la ropa, saqué un par de condones y el bote de lubricante por tenerlo a mano y lo deje todo en la otra toalla. César me miraba con esa mirada suya tan desafiante y yo le miraba atontado su tatuado cuerpo cachas y esa polla blanquita que a tenor de lo hinchado de sus venas estaba más dura que una piedra. César empezó a moverla sugerentemente y no tardé en ponerme de rodillas delante suya, abrirle las piernas y empezar a comerme mi premio. Sus gemidos eran constantes y crecían sobre todo cuando conseguía meterme su polla hasta el fondo de mi garganta y la retenía allí usando la lengua húmeda para masajearla. Eso le volvía loco, al igual que cuando bajaba a lamerle las pelotas, mientras que con la mano derecha le pajeaba suavemente y veía como su polla empezaba a expulsar esa rebabilla que indicaba que estaba muy cachondo. 

En ese momento tomó la iniciativa, me puso a cuatro patas, se colocó detrás mía, me abrió los cachetes y se quedó mirando mi agujero:

- Pufff, tío, depilado y todo...-dijo metiendo la nariz en mi culo...

Y me lo empezó a comer. Se volvió literalmente loco comiéndome el culo, como un perrillo que acaba de encontrar un manjar que no puede morder y no le queda más remedio que lamer. Sentía su lengua extremadamente ensalivada comiéndome todo el culo sin yo poder parar de gemir intensamente. Poco después comenzó a restregarme su rabo de arriba a abajo, pasándolo por mi culo, por mi culo, clavándomela ligeramente en mi agujero, metiendo el capullo y dejándolo ahí, sin penetrar más... Justo en el momento en el que se te enciende la alarma y piensas: ¡ponte el condón, joder, que lo tienes ahí!

- Si te dijera que los skins habitualmente nos gusta follar sin condón y hacer la marcha atrás, no cambiaría tu mirada dirigida a los condones, ¿verdad? -dijo sin sacar el capullo de mi culo y aumentando la presión.
- Eso es. -respondí.

No hizo falta decir más. Alcanzó un condón de los que había dejado en la otra toalla, se lo puso, y sin más preámbulos me empezó a follar muy rudamente. Al principio dolía, pero he de reconocer que cuando hago de pasivo, siempre que la polla no sea muy gorda como era el caso, me gusta que me den caña. Me estuvo follando a cuatro patas durante un largo rato, hasta que me di la vuelta, coloqué mis piernas sobre sus hombros y me la empezó a clavar con fuerza y buenos movimientos a la par que me pajeaba con su mano izquierda.

- Enséñame cómo te corres, cómo mi rabo en tu culo te hace echar lefa, tío... córrete para mi, joder...-pedía entre susurros y desalientos. 

Y, efectivamente, entre la follada, verle de cara, oirle susurrar... me corrí como una auténtica fuente encima de mi propio pecho. Al verlo, se puso tan cachondo que me empezó a follar con muchas más ganas y se corrió dentro de mi culo y del condón. Me la sacó, ató el condón y cayó rendido a mi lado. Cogí unos clínex para que no se me secara la lefa y nos quedamos boca arriba, mirando el azul cielo sin decir nada, durante largos minutos.

César tenía una cara de satisfacción brutal, entiendo que hacía tiempo que no echaba un polvo, al menos con un tío. Sacó un cigarro, se sentó en la toalla y se lo fumó tranquilamente. Después, empezó a vestirse y yo empecé a hacer lo propio.

- Bueno, Marcos, tío... un placer absoluto. -dijo extendiéndome la mano.
- Lo mismo digo, César. -correspondí estrechándole la derecha.
- Cuídate, ¿vale? Cuídate mucho y siempre ten cuidado, que quizá la próxima no esté yo para salvarte el culo. -afirmó guiándome un ojo.
- ¿Volveré a verte? -pregunté.
- Quién sabe tío... lo mío no es muy público como te imaginarás, pero si volvemos a coincidir por aquí, echaremos otro polvazo, eso tenlo claro.
- Cuídate tu también. 

Se marchó rápidamente, mientras yo subía más lento hacia la pinada. Cuando llegué arriba escuché su moto marcharse y a mi aún me quedaba rato para llegar al coche.

Esa sería la última vez que vi a César, no hubo más encuentros, ni agradables, ni desagradables. Esta historia junto con la última experiencia que viví con Guillaume fueron las que me animaron a comenzar este blog de forma definitiva.

8 comentarios:

  1. Jodido, muy jodido... Estar caliente y tener sexo con un 'mataputos' es tan arriesgado que coger/follar sin forros/condones.

    Esa vez te salió bien pero no jugués con la suerte. La próxima vez te podría salir mal y 'machos' podés encontrar en todos lados... jaaaaaa...

    Besos!

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    1. ¡Hola Lucas! A veces es muy difícil controlarse en una situación tan morbosa y a la vez tan arriesgada, pero tendré en cuenta tu consejo ;)

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  2. ¡¡Guau!! Como ha molado leer e ir imaginando ese encuentro con el skinhead. ¡¡Increíble!! Esperaba que actualizaras antes pero al parecer no, he disfrutado mucho leyéndolo y pensando si la próxima será esta semana o no sea hasta dentro de un par de semanas o.. :(.

    Espero impaciente la siguiente historia ^^.



    James

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  3. Yo hubiera terminado como tú, tan exitado conla situación y probablemente a pesar del riesgo me hubiese atrevido a hacer lo mismo si es que el chico valia la pena.
    Un abrazo enorme y nos leemos :3

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  4. Te echaba de menos Marcos. No nos dejes tanto tiempo así ejejjee. Ha sido un gran relato lleno de riesgo y morbo. No obstante hay que ir con mil ojos. He disfrutado mucho leyéndote ejejjee Un abrazo!!!

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    1. ¡Gracias Jesús! Lo cierto es que la polémica con Blogger me desanimó bastante y también se me ha juntado un periodo de mucho trabajo, trataré no dejaros solos tanto tiempo!
      Siempre hay que ir con mucho cuidado, eso está claro. Otro abrazo!

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  5. Ufff... una historia tan morbosa como peligrosa.
    Es curioso que en situaciones más cotidianas, personalmente, uno se muestre más temeroso e indeciso, pero en situaciones con cierto "peligro" uno supere sus temores o miedos y afronte los retos con más decisión.
    El morbo me hubiera podido y hubiera hecho lo mismo.
    Sobre César, realmente lo compadezco, pues debe vivir un infierno interior que no se lo deseo a nadie, y casi con certeza, el asunto no tendrá un desarrollo feliz. aunque desearía que no fuera así, se acabe aceptando y huyendo de semejante escoria que cree tener por amigos.
    Sobre sus "amigos", ojalá acaben pagando con la misma moneda y con intereses.
    Quien a fuego mata, que a fuego muera.

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