7 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 98: UNA VISITA SORPRESA

Había causado mucha controversia en mi casa, se habló de ello muchísimas veces, pero con el tiempo la sorpresa inicial se fue diluyendo. A pesar de eso, a mi padre siempre le quedó la tristeza de no saber qué había pasado para que el compañero con el que llevaba trabajando 15 años, el que venía con su familia todas las navidades a cenar a casa, ese amigo íntimo, hubiera desaparecido. Primero, dejó el trabajó; después anunció que no vendrían a la cena de Navidad y no contestaba a sus llamadas. Tampoco respondían en el móvil de su mujer, que tenía buena relación con mi madre y quedaban para tomar café a menudo. Sí, efectivamente os hablo de Paco, aquel que me arreó un puñetazo en el Moncayo. 

Oír sonar el móvil de mi padre en periodo de vacaciones es algo raro y generalmente portador de malas noticias, lo tiene por tener, como quien todavía tiene un aparato de radio que no usa, pero ahí sigue en la estantería. Lo mismo para el móvil de mi padre en vacaciones. Entonces, cuando aquella mañana sonó y escuché su tono de llamada tan de finales de los 90, me eché a temblar. O se tenía que volver a Madrid. O se había quemado la casa. O alguien se había muerto. Fijo, algo malo. Recuerdo que estaba en la cocina con mi madre cuando sonó y me miró con una cara que parecía corresponder a mis pensamientos. Ella también sabía que no podía ser nada bueno. Y nos quedamos los dos allí agazapados, en absoluto silencio, esperando a escuchar cómo respondía mi padre y qué decía. Sin embargo, mi padre respondió emocionado, alegrado, contento, me atrevería a decir que incluso estaba eufórico. No se oía toda la conversación, pero el tono estaba claro que era alegre. De hecho, mi madre pareció aliviada y comenzó a hablar sin dejarme escuchar la charla con nitidez, solo recuerdo el final:

- Claro que sí, ya sabéis que esta es vuestra casa, os esperamos esta noche encantados. Como me alegro de saber de ti por fin Paco, nos tienes que poner al día de todo -decía mi padre.

Paco. Sólo podía ser un Paco. El mismo Paco que me vio follando en el Moncayo, el mismo Paco que me ofreció dinero por chupármela, el mismo Paco que me conocía desde crío. No había otra posibilidad. El mismo... al que no veía desde, precisamente, aquella anécdota. Siempre supe que el distanciamiento que mostró, el cambiar de trabajo y no dar señales de vida estaba relacionado con lo que había pasado. No sabía todavía los motivos, pero los averiguaría en breve, ya que como mi padre nos anunció segundos después de colgar, esa noche teníamos invitados. Paco y familia estaban en Torrevieja y vendrían a visitarnos. Mis padres estaban muy ilusionados con recuperar una amistad que para ellos había sido tan importante, por saber qué había sido de ellos. Yo, sin embargo, no sabía qué hacer. No sabía si lo más correcto era poner una excusa y marcharme, o enfrentarme a la visita. Más tarde o más temprano
iba a tener que hacerlo. Y, total, si ponía alguna excusa para evitar a un hombre que siempre se había portado tan bien con nosotros, podría levantar suspicacias. Así que, hecho un manojo de nervios, decidí quedarme. 

¿Conocéis esa sensación que ocurre en los momentos que no quieres que avance el tiempo y éste lo que hace es dar la sensación de que avanza mucho más rápido? Pues justo eso pasó aquel día, cuando quise ser consciente, el reloj ya me avisaba que la velada no tardaría en comenzar. Mis padres se habían puesto de tiros largos, así que decidí ponerme unos vaqueros-pirata y una camisa roja de manga corta que tenía, que me hacía un bonito contraste con el moreno que ya tenía. El salón ya estaba montado y mi madre había puesto tanto empeño que casi parecía una de esas cenas de Navidad de Madrid que hacíamos todos los años con ellos, la verdad es que no se la de horas que se tiró en la cocina. Siempre quería ser la perfecta anfitriona. Y lo conseguía. 
El telefonillo sonó puntual y mi madre abrió, para después salir corriendo a recoger unas cosas de su habitación al grito de:

- ¡Marcos, cariño, abre tu que tengo que recoger la ropa antes de que suban!

Perfecto. Encima me tocaba a mi abrir la puerta. No pude pensar mucho, el timbre sonó, mi corazón se desbocó y abrí la puerta.

Si no hubiera conocido a ese hombre desde hacía más de una década le hubiera dicho a esa persona que esperaba sonriente al otro lado de la puerta que se había equivocado, que aquí no era. Mi cara debió de ser de tanta sorpresa que su hija, Mónica, fiel a su lado, se echó a reír disimuladamente. No había ni rastro de Pilar, su mujer. Estaban solo los dos. Pero ese no era el Paco que yo recordaba. En todos esos meses que habían pasado y con dos años más a sus espaldas, Paco había rejuvenecido. Se había puesto pelo o realizado un tratamiento capilar, se había quitado las gafas y puesto lentillas, vestía con ropa más casual y juvenil, no había ni rastro de esa tripa característica suya, las facciones de su cara eran más finas y marcadas y tenía los brazos muy marcados y fuertes. 

- Pero Marcos, hijo, ¿es que no les vas a dejar pasar? -decía mi padre acercándose y fundiéndose en un intenso abrazo con su amigo.

El primer revuelo que causó en mi casa fue al ver que sólo venían dos, que la mujer no estaba. Paco prometía explicar todo tranquilamente durante la cena, "todo lo que había pasado en este tiempo", repetía, sin quitarme ojo. A mi no me asustaba, mis padres sabían de mi sexualidad, aunque no de mis escarceos a sitios de cruising, pero tampoco se llevarían las manos a la cabeza si Paco les contaba algo. Lo primero fue ponerse al día, hablar del nuevo trabajo, de todo lo que estaba estudiando Mónica para terminar el bachillerato con buena nota media, de que ahora con su nuevo horario podía ir todas las tardes al gimnasio, que había decidido cuidarse más y... que se había divorciado de su mujer, en términos amistosos. Ahí se hizo el silencio, pero Paco le quitó hierro al asunto. Fue ahí cuando esperé que quizá saliera del armario, que contara que lo que realmente le gustaban eran los tíos, pero en toda la noche el tema no salió. Simplemente explicó los términos de su divorcio, lo que habían sufrido y lo liberado que se sentía ahora. Toda la cena acompañada de buen vino tinto que comenzaba a hacer sus estragos en todos. La verdad es que durante la cena no hablé mucho, no tenía mucho que decir ni que aportar a aquella conversación, a aquella puesta al día entre ambas familias. Más allá de contar mi trabajo, mi carné de conducir, poco más pude aportar. Y con el vino haciendo su efecto, la sobremesa se animó bastante, comenzó a ser todo mucho más distendido y se hizo mucho más tarde de lo esperado. Tanto que a mi padre se le ocurrió una brillante idea:

- Vamos a preparar unos mojitos, ¿os apetecen? -ofreció.
- No, más beber no, que aunque sean pocos kilómetros, tengo que conducir hasta casa -dijo Paco.
- Bueno, eso no es problema, os quedáis a dormir y listo -afirmó mi padre.
- ¿A dormir? ¿Dónde? -me salió del alma preguntar, causando asombro en mi madre.
- Hombre, Marcos, hijo, tu cama tiene una cama-nido debajo donde puede dormir Paco perfectamente y a Mónica le sacamos la cama del sofá del cuarto de estar -aseveró mi madre.

Claro, mis padres, aún sabiendo que a su hijo le gustaban los tíos, preferían que en mi habitación durmiera Paco, sin saber que realmente estaban metiendo al lobo en la jungla perfecta. Así que mientras ellos preparaban los mojitos, aproveché para preparar ambas camas, que los mojitos de mi padre se subían bastante a la cabeza. Tomamos los mojitos siendo ya cerca de las 2 de la madrugada y Paco pidió acostarse, así que le acompañé a mi habitación, le mostré su cama y me salí. Al rato le siguieron su hija y mis padres, pero yo aún me quedé un rato sentado en la terraza esperando a que Paco se durmiera y no darme con una situación incómoda.

Cuando hubo pasado un tiempo prudencial, abrí la puerta de mi habitación con cuidado de no hacer ruido y allí estaba Paco: tumbado boca arriba en la cama-nido, sólo con unos calzoncillos rojos tipo slip, marcando buen paquete y dejándome ver cómo realmente aquel cuerpo estaba bien esculpido. No sabía si ponerme un pijama o dormir yo también en calzoncillos, como siempre. Y con el calor que hacía, me desnudé lo más sigilosamente posible hasta quedarme en calzoncillos y me tumbé en mi cama, justo pegada a la suya, boca arriba mirando al techo. No sabía si Paco estaba realmente dormido, porque su respiración era normal, pero al cabo de los minutos cuando le miré por curiosidad vi cómo el tío estaba totalmente empalmado, con la punta de su polla asomando por el calzoncillo. "Bueno, es normal cuando uno está dormido", pensé. Las dos camas estaban puestas en posición que parecían una cama de matromonio, sólo por la pequeña intersección que quedaba entre ambas camas. Me di la vuelta y me puse de lateral mirando la pared. Notaba como, poco a poco, Paco se acercaba a mi, hasta tal punto que pasados unos minutos, notaba como su polla hacía presión en mi culo.

No sabía cómo reaccionar. Si pasar del tema. Si interactúar. Qué era lo correcto. Sólo tendría que darme la vuelta y tendría su boca bajándose a lamer mi polla que, para qué negarlo, también estaba dura. Lo cierto es que aquella situación me estaba poniendo muy cachondo, pero decidí hacerme de rogar y fingir que estaba dormido. El siguiente paso fue notar cómo su mano acariciaba suavemente mi culo y con la misma suavidad trataba de bajarme el calzoncillo, para pasar a acariciarme el culo sin tela de por medio. No se en qué momento lo hizo, pero el notar cómo su polla se restregaba en mi culo me hizo entender que él ya estaba completamente desnudo. Aquella polla que nunca había visto era gorda y fuerte, se notaba muy dura, y yo empezaba a salivar y, sin querer, empecé a mover el culo dándole la facilidad necesaria para que me terminara de bajar y quitar los calzoncillos. Cuando me los hubo quitado, se hizo el silencio, paró de moverse hasta que noté como su mano se alzaba por mi cintura y me cogía con fuerza mi polla dura:

- Vaya, vaya Marquitos... no estás tan dormido como parecías, ¿eh?-dijo, mientras yo me giraba y me quedaba boca arriba.
- Me he desvelado -susurré.
- Joder, qué polla tienes, qué cuerpo... me gustaría tanto poder...-susurró con voz de estar totalmente cachondo.

Le callé y poniendo mi mano derecha en su cabeza, hice fuerza para que notara que quería que me la mamara. No tuve que insistir mucho para que Paco se bajara y comenzara a chupármela. No, estaba claro, que no era la primera polla que se comía. O eso o el alcohol, pero me fascinaba cómo me la chupaba, tragándosela entera con sosiego y tranquilidad, gimiendo lo más bajito que podía y diciendo cosas del tipo: joder Marcos, qué rica, joder... me gustas mucho, déjame un poquito más. Entre mamada y mamada, aprovechaba para sobarme el torso, lamerme los huevos y yo estaba ya tan caliente que con los dos brazos le cogí y le tumbé encima mía, frotando polla con polla y comiéndole la boca para que dejara de gemir tanto; seguimos frotándonos las pollas, comiéndonos las bocas con cierta pasión, y él aprovechó para ponerme el capullo en el agujero de mi culo, mientras me miraba a los ojos:

- ¿Tienes un condón, Marcos? Me gustaría tanto metértela...- dijo.
- No creo que sea el momento, pero podemos hacer otra cosa...-ofrecí.

Tenía ganas de probar aquella polla madura, así que me puse del revés e intentamos un 69, fue un poco complicado conseguir la postura cómoda, pero
cuando lo conseguimos, empezamos a disfrutar como dos enanos. Paco seguía tratando de ponerme lo suficientemente cachondo para que le dijera: de acuerdo, fóllame. Pero sabía que había un límite, así que me saqué su gorda y circuncidada polla de mi boca y le dije:

- Como me sigas metiendo el dedo a la vez que me la chupas, te vas a tragar toda la leche en dos segundos.
- Eso es lo que quiero, tragarme tu corrida -dijo.

Qué salido estaba. O estábamos. Traté de frenar aquello poniendo a Paco encima de mi, de rodillas y juntando ambas pollas comencé a pajearlas a la vez hasta que Paco me embadurnó la tripa de su lefa bastante espesa, aquello de juntar ambas pollas le puso a mil, porque la erección no se le bajó y cogiendo él ahora las dos pollas, siguió pajeando hasta que no aguanté más y me corrí en mi tripa, juntando ambas lefas. Cogí un paquete de pañuelos de la mesilla y Paco, gentilmente, me limpió y se limpió, tumbándose después a mi lado y quedándose dormido.

- Paco... Paco... al menos deberíamos ponernos los calzoncillos, no quita para que mis padres no puedan entrar y se encuentren con esto -dije.

Paco no contestó, se puso los calzoncillos y se quedó dormido como un bebé.

Cuando los rayos del sol ya entraban por la ventana con bastante fuerza, me desperté y vi a Paco observándome, ya despierto:

- Me gustó mucho lo de anoche -dijo en voz baja.
- Estuvo bien - respondí con media sonrisa.
- Sabía que currando en el gimnasio y poniéndome más al día podría gustarte más- explicó.
- ¿Has hecho esto por mí? -dije sorprendido.
- No, no te concedas tanta importancia... pero he visto que para ligar con otros tíos que están buenos, es importante tener un buen cuerpo y buen físico, y más ya a  mi edad; ha sido una combinación de varios factores - explicó sonriendo.
- Se te ve más relajado y feliz -comenté.
- Marcos, que no te suene mal, pero... me moriría porque folláramos... Nunca la he metido todavía. ¿Lo ves posible? Si es que no, dilo, pero es para quitarme la ilusión -dijo serio.
- ¿Por qué no? Si el caso es que... -comencé a explicar cuando la puerta sonó.

El desayuno estaba listo.


6 comentarios:

  1. Que bien ! Hasta a mi me ha hecho ilusión saber del desaparecido y ya olvidado Paco, jejeje...
    Y a pesar de la tensión y los nervios por la improvisada situación, todo llegó a buen término. Mucho más de lo esperado.
    Y tus padres no oyeron nada ?. Seguro, que por como acabas, hay continuación :-)
    ---
    Veo que has hecho un cambio radical de imagen del blog. Te queda muy chulo.
    Yo hice exactamente lo mismo, vista dinámica, y curiosamente, en los quince días siguientes, las visitas se me dispararon, de pasar de 160-170 visitas diarias a una media de más de 500 diarias.
    A las dos semanas, y por quince días más, bajaron a 300 más o menos, para que al mes comenzaran a bajar en picado a situarse en menos de 130 diarias. El subidón era casi exclusivamente de visitantes de USA.
    Al mes y medio, opté por volver al formato original, y aún paso varios meses para recuperar la media de 170 visitas ( que no lectores ) diaria, por aquel entonces,

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    1. Mis padres no oyeron nada gracias a que mi habitación pega con el baño por un lado y con otro edificio por el otro, en ese sentido es la más 'discreta', pero intenté tener mucho cuidado para no encontrarme con una situación incómoda para todos.
      Sí, le he querido dar un cambio de imagen, estuve trasteando bastante y me gustó este diseño más dinámico. ¿Realmente te influyó el cambio en las visitas? Yo no he notado nada de momento, todo sigue en la media ;)

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  2. Vaya, esta entrada me ha puesto más que la anterior, ya echaba de menos una actualización jejejeje. Espero que pronto se vea algo nuevo ^^. ¿Tienes ya pensado de qué hablarás en la siguientes entrada y la del capítulo 100? Dentro de un par de días te enviaré algún email, por si no lo miras con mucha frecuencia.


    Un abrazo



    James

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    1. Hola James! Sí, las próximas entradas están ya escritas y dispuestas a darle al botón de "publicar" ;)

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  3. Hola Marcos. Me gustan mucho tus historias , pero en esta no me resulta creible, que un tio comno Paco, con las ganas que te tenia y tiene de folleteo, se haya quedado dormido y se acabo.Cualquiera hubiéramos esperado el tiempo habitual de recuperación y volveríamos al ataque, que hay pocas oportunidades de tener a Maqrcos en pelota y dispuesto en la cama. Un abrazo

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    1. Hombre, ten en cuenta que mis padres estaban en una habitación y su hija en otra, que las habitaciones no tienen pestillo y que fui yo quien le paró los pies. Si de el hubiera dependido, claro que habríamos follado allí aquella noche, pero un mínimo de respeto y de cuidado había que tener, ¿no crees? Gracias por comentar!

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