La
llamada de Guillaume, a pesar de que no lo esperaba, llegó esa misma noche.
Estaba tranquilo en casa, viendo una serie, con una manta encima, cuando el
teléfono sonó. No pensé ni mucho menos que sería él, pero la pantalla no
mentía.
-
Qué pasa Marquitos... Oye me he quedado con muchas ganas de follarte, mañana
puedo escaparme a tu pueblo y, si te hace, lo intentamos... con tranquilidad...-
empezó la conversación.
No
me gustaba que me llamaran Marquitos, pero a todo el mundo le daba por hacerlo.
Espero entender por qué algún día. Por supuesto que acepté, claro, como no
podía ser de otra manera. Había
quedado en buscarle en la estación de autobuses a primera hora, por lo visto su
mujer iba a estar fuera hasta el medio día, así que tendríamos unas horitas. Al
bajar del bus nos saludamos de la forma más hetero y masculina posible: eso me
atraía mucho de él, tenía una actitud masculina bastante marcada.
Nada
más pasar por la puerta de casa, llegó el desenfreno. Se notaba que Guillaume
estaba con ganas porque hasta me comió la boca jugueteando con mi lengua,
mientras me iba a desnudando. En esos momentos echaba de menos el calor del
verano, no era lo mismo en diciembre, así que se me puso toda la piel de
gallina, completamente erizada y pude ver que a él le pasó lo mismo. Ambos
olíamos a gel de baño, se notaba que nos habíamos duchado recientemente. Estábamos
ya tumbados en el sofá del salón calentándonos con nuestros cuerpos, el suyo
totalmente encima de mí, mientras me besaba con cierta pasión. Nuestras pollas
estaban duras y hacíamos leves movimientos para que se frotaran mientras nos
seguíamos besando. No tardé en bajar a comérsela ni el tardó en buscar su
objetivo: mi culo. No iba con prisa, pero se notaba que ansiaba su objetivo. No
me dejó chupársela mucho rato, por lo que me volvió a poner boca arriba en el
sofá, y levantándome las piernas me clavó la lengua en el agujero de mi culo,
que me había intentado asear previamente todo lo bien que pude. Creo que puse
los ojos en blanco, sentir su lengua jugueteando ahí abajo me ponía muy malito.
Cogió de su cazadora un tarrito de vaselina dilatadora y empezó a meterme sus
gordos dedos, siguiendo un ritual que la mayoría de activos solíamos seguir: un
dedo, dos, tres, cuatro.... Con cinco ya fue imposible, así que estuvo
follándome el culo con cuatro dedos un buen rato. Sentía placer y él lo sabía.
Me
quería follar a cuatro patas, así que me puso en esta posición y empezó a
meterla con suavidad pero sin parar. Creí que mi culo se rompía. Era lo más
grande que había entrado por allí jamás. Solté un grito de dolor cuando noté
que me la había metido entera, se me nubló la vista y se me bajó la dureza de
la polla. Pero Guillaume la dejó ahí, sin moverla, sin sacarla, sin decir nada.
Poco a poco comenzó a mover su polla y, como en otras ocasiones, noté como el
dolor se iba transformando en intenso placer. Así, mi culo iba indicándole cómo
proceder. Noté que ni de lejos era el primer culo que se follaba, ni el primero
que le oponía resistencia. Sabía muy bien cómo hacerlo todo. Al rato, ya me
empezó a follar a tope y mi polla se volvió a endurecer con cada embestida que
me daba, con cada vez que sus melocotones chocaban contra los míos. Me follaba
como un conejo, sin descanso, sin tregua. Y a mi me encantaba.
Se
escuchó un ruido, como algo desquebrajándose, pero no le di importancia. Hasta
que escuché pasos, giré la cabeza y vi cómo Dani y Sergio contemplaban la
escena con la boca abierta. Guillaume también se giró al ver la expresión de mi
cara y paró en seco, mirándome. Sergio y Dani soltaron sus mochilas y se
marcharon sin decir nada.
-
Sigue, joder - le ordené a Guillaume.
Y
me siguió follando como si no hubiera un mañana. Cuando le quedaba poco, me dio
la vuelta poniéndome boca arriba, me levantó las piernas y me la clavó mientras
con una mano me pajeaba con intensidad. Mi polla estaba repleta de líquido
preseminal y no tardé en correrme, echando, creo, la mayor cantidad de leche
que nunca me había visto a mi mismo. Debió de excitarle tanto ver como mi polla
se convertía en una fuente, que aceleró el ritmo y se corrió dentro mi, echando
toda su leche en el plástico que envolvía su polla. Cuando la sacó y se quitó
el condón, aquello estaba llenito de lefa.
Le
ofrecí una ducha conjunta, pero su actitud machorra volvió, con un:
-
Bah tío, déjate de rollos, me ducho yo y luego tu, ¡ni que fuerámos novios!-
rió Guillaume.
Tengo
que reconocer que es la primera vez que me follaban que notaba molestias para
andar. "Se te pasará, como a todos", me dijo él. "Tienes un culo
de la hostia", dijo también.
Mientras
le acompañaba a coger su bus me preguntó por los dos chicos que habían entrado
y expliqué quienes eran.
-
¿Y le das las llaves de tu casa a tus amigos? - preguntó extrañado.
Y
ahí empecé a pensar. Es verdad, ¿cómo habían entrado a casa?
Jajaja... Pasándola así de bien termino a como de lugar, aunque el Papa me encuentre a lo perrito XD
ResponderEliminarPero en realidad, ¿Cómo entraron si no les diste llave? Y llegar en tan mal (buen) momento.
Pues todo ello os lo cuento en el próximo capítulo :P
EliminarAl ver todo, se tuvieron que ir mas cortados ellos que tu, aparte de santi, nunca has contado que te lo hayas montado con alguien fuera de la caseta (que me acuerde)
ResponderEliminarY por qué te reventaron la puerta???al escucharon gritos desgarrados? O te la dejaste abierta al entrar y empezar con desenfreno?
Todo forma parte de una sorpresa que me querían dar, más detalles en el próximo capítulo ;) Gracias por comentar!
EliminarQue bueno !!!
ResponderEliminarNo pensaba que la historia del tren tuviera continuación, y la verdad es que me alegro.
Desde luego que la cara de Dani y Sergio tuvieron que ser auténticos poemas, con la mandibula chocando contra el suelo, jajajaja...
Yo no sé si me hubiera ido, me hubiera quedado mirando el espectáculo o hubiera solicitado participar.
Bueno, sí. Seguramente me hubiera ido, pero muerto de envidia, incredulidad y con un ataque de ansiedad esperando saber todos los detalles, jajaja... :-)
Espero que tus amigos fueran comprensivos,
De la historia del chico del tren quedan varios capítulos, no todos ellos seguidos, claro. Pues sí... cada vez que nos acordamos de ese momento nos echamos a reir, ya que por mucha confianza que hubiera entre nosotros, no deja de ser una pillada estar ahí a cuatro patas, con un tío follándote y tus mejores amigos mirando... Ya os cuento más detalles en la próxima entrada! :*
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