Era una situación complicada: ¿qué hacer? ¿dejarse llevar por el orgullo y el rencor y perder una oportunidad muy morbosa? ¿o dejar todo atrás y dar la bienvenida a aquel tercer miembro que parecía querer apuntarse a nuestra fiesta privada? No era tan sencillo, había estado varios veranos coincidiendo con Mamarracha y jugando al ratón y al gato con él, soportando que me mirara tocándose la polla para que luego no quisiera dar el paso y prefiriera seguir mirando. No era una persona reconrosa, pero siempre he tenido mi orgullo. Ahora que le gustaba mi acompañante quería unirse, ahora sí le apetecía. Así que fingiendo que le comía el cuello a mi discípulo John, le susurré al oído:
— ¿Qué quieres hacer? ¿Quieres que te coma el culo e intentemos echar un polvo? —dije introduciendo mi dedo índice con mimo en su culo.
— Es tentador, pero, ¿no quieres que se una este tío? ¿No dijiste que te molaba? —preguntó.
— ¿Y tu no prefieres que te de por el culo un auténtico tío y no alguien que siempre se esconde bajo sus gafas de sol? Siempre puede unirse más tarde —afirmé.
— Ya sabes que no tengo mucha experiencia. —dijo, temeroso.
— Y ya sabes que yo sí —afirmé, categórico.
Pareció ser suficiente para John. En un punto en el que ya no sabía si realmente solo me quería por el interés de descubrir un mundo nuevo, me dejó ver que no era así dándose la vuelta, poniéndose a cuatro patas y ofreciéndome su lampiño culete. Saqué de mi bandolera un par de toallitas húmedas y el gel lubricante con efecto anestésico que siempre llevo encima desde que lo descubrí. Con las toallitas traté de asearle el culo lo máximo que pude, se que puede parecer un poco cortarollos, pero si me voy a comer un culo, quiero hacerlo con garantías de higiene total; así que traté de hacerlo de la forma más sensual posible para que incluso con aquel necesario preliminar pudiera disfrutar. Cuando estuvo listo le empecé a pasar mi lengua por la superficie rugosa de su agujero con mucha calma y delicadeza, algo que provocó unos gemidos que parecían casi gruñidos; mantuve mi técnica un rato, para comenzar al poco a insertarle la lengua todo lo que esta permite. Es un gustazo ir sintiendo como lametón tras lametón el culo comienza abrirse como si de una puerta con contraseña se tratara, pulsando las teclas adecuadas. Le estaba encantando la comida de culo, así que le eché un chorreón de lubricante y empecé con los dedos, poco a poco: uno lo toleró sin problemas hasta el fondo, con dos a la vez ya tuvimos problemas. Aquel ligero sufrimiento que mostraba John parecía atraer a más gente curiosa, miraba alrededor y había varios tíos con la polla fuera, esperando el momento en el que me decidiera a metérsela. O esperando quizá una señal de invitación a participar en aquel polvo al aire libre. No era tan habitual ver folladas en el Moncayo, sí muchas mamadas, pajas y tal. Sin embargo, mi impresión es que el culo de John era virgen o al menos, no había conocido mucha polla. Localicé a Mamarracha mirando desde bien cerca, con su bañador en los tobillos y la polla fuera, pero convenientemente tapada entre los arbustos, imposible de ver para nosotros. ¿Sería Mamarracha solo un mirón?
Con esfuerzo y paciencia logré meterle a John 3 dedos en aquel estrecho culo, pero sabía que la follada le dolería.
— ¿Quieres que siga? —pregunté al ver su cara de sufrimiento.
— Ya que hemos llegado hasta aquí, me vas a follar, duela más o duela menos. —dijo con seguridad.
— A sus órdenes —dije, para quitarle hierro al asunto. Pajéate, póntela dura de nuevo. —añadí.
Mientras John trataba de empalmarse yo hacía lo propio, pero con aquellos tres dedos metidos en su culo no me hizo falta mucho tiempo para que se me pusiera muy dura. Saqué un condón, me lo puse, vertí más lubricante en su culo y poco a poco le comencé a meter la punta.
— Noto mucho escozor, tío, ¿es normal? —preguntó John.
— Sí, tranquilo, será sólo al principio —aseguré.
Y allí tenía a John a cuatro patas, conmigo de rodillas detrás, tratando de metérsela, cuando algo inesperado sucedió. Pude notar que tenía a alguien detrás, por su respiración, quizá fuera Mamarracha. No quise girarme y fastidiar el momento, así que traté de seguir a lo mío. Dos manos comenzaron a acariciarme el culo de forma muy sensual hasta que se posaron firmemente, me agarraron de los cachetes y me empujaron con fuerza hacía delante. Se la metí de golpe cuando solo tenía la puntita metida provocando en John un grito desgarrador, mientras notaba como el tío que tenía detrás salía corriendo de allí, cuando me giré solo le vi de espaldas. No había sido nadie que pudiera reconocer. John también se había dado cuenta de que algo raro había pasado, pero me negué a joderle el momento saliendo detrás del tío, que quizá era lo que realmente pretendía. Dejé mi polla dentro de su culo, entera, clavada y haciendo fuerza, a la par que me tumbaba encima de él, consolándole y acariciándole el pelo con cierta ternura.
— Dale —dijo John al cabo de dos o tres minutos.
Comencé a bombear su culo despacio, miré alrededor y los mirones habían salido de sus escondrijos a hacernos una especie de corro disimulado. Allí había 5 o 6 tíos de varias edades con sus pollas en mano mirando la follada. John también lo vio, y no se por qué, pareció gustarle, ya que levantó la cabeza con firmeza y empezó a mover el culo para contribuir al polvo. A los pocos minutos me lo estaba follando con total normalidad, con nuestros gemidos entrecruzándose, y subí la intensidad de la follada un poco más. En ese momento, un par de tíos se corrieron en el suelo y se marcharon, otro se la guardó y se marchó y los otros tres seguían. John me avisó de que se iba a correr y vaya si lo hizo, menudos chorretones le salieron pringando mi toalla. Yo seguí follándomelo un rato, pero quise contribuir al espectáculo, así que cuando estaba apunto de correrme, saqué mi polla de aquel prieto culo con cuidado, me quité el condón y con una paja pringué toda la espalda de John, quien cayó derrumbado y envuelto en sudor en la toalla. Y luego preguntaba mi madre que por qué echaba las toallas todos los días a la lavadora... Cuando fui a echar mano de los pañuelos, me di cuenta de que ya no había ni rastro de nadie mirando.
— ¿Me va a durar mucho el escozor y dolor que siento ahora? —preguntó John.
— Un par de días seguro, no te voy a mentir. Al menos espero que hayas disfrutado. —dije.
— Como un enano tío, pero ¿qué pasó al principio? ¿Esa brusquedad? Me cortó un poco el rollo, y aquel pibe corriendo —contaba.
— Algún subnormal corta rollos, se acercó con demasiado sigilo —expliqué, lo poco que podía explicar.
Me tumbé junto a él en la toalla.
— Ahora entiendo lo que es la versatilidad. Siempre hago de activo... esta ha sido mi primera, bueno, una de mis primeras veces como pasivo. Y me ha molazo mazo. —siguió.
— Pues cuando vengas aquí todos van a querer catar ese culo tan apretadito que tienes —dije, lanzándome a comerle la boca.
— Bueno, te tengo a ti para que me ayudes... —dijo.
— No John, podemos follar cuando quieras y donde quieras, pero creo que ya sabes todo lo que tienes que saber para "volar solo" si te apetece. —afirmé.
Me respondió con una sonrisa. No una sonrisa como las de otros chicos, como en aquella primera vez con Sergio. No era una sonrisa de alguien enamoradizo, era una sonrisa que denostaba una afirmación. Un "gracias".
— ¿Ves como al final ese tío que te molaba no quiso ni unirse? Seguro que se pajeó y se marchó —le dije en referencia a Mamarracha.
— Ya tío, al principio pensé que lo decías por algún despecho, pero veo que es verdad —dijo.
Comenzamos a vestirnos. Recogimos. Volvimos a hacer un pequeño tour por las rutas del Moncayo y nos marchamos tranquilamente al pueblo.
Había nacido un nuevo cruisinero.
¡¡YES!! Me ha encantado leer esta segunda parte más cañera, Si esque John me lo imagino empezando a ir solo de cruising a partir de ahora. Ojalá poder ir alguna vez :(, pero aún no tengo coche para poder ir xD. Me pregunto qué será lo próximo... :P
ResponderEliminarJames
Bueno, James, no necesitas obligatoriamente un coche para ir... Nosotros al principio no teníamos coche e íbamos igualmente. En este caso, al Moncayo andando, pero en la playa del Rebollo dejan autobuses del grupo Costa Azul en la entrada del camino a la playa que unen con Alicante por un sentido y Torrevieja/Cartagena por otro. Para un finde de verano... :P
EliminarQue extraña la actuación del cortarrollos.
ResponderEliminarSupongo que nunca llegaste a saber de quien se trataba.
Nunca me ha llegado a ocurrir el tener que actuar de cicerone, pero si en bastantes ocasiones de me han pedido de acompañar a alguien a algún sitio por ser su primera vez, no conocer el sitio, darle corte y no saber como actuar, aunque como digo, al final, nunca se ha materializado.
Al menos John fue valiente.
Que va, nunca supe de quién se trató. A veces en estos sitios pasan cosas raras o se ven comportamientos extraños, pero a este (que fue muy sigiloso al acercarse) solo pude verle de espaldas... Y el tipo de cuerpo y las ropas no me sonaban de nada.
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