Pensad en el
típico niño loco por el fútbol, repelente, inquieto y al que siempre le gusta
ser el centro de atención montando escenitas a sus padres. El típico niño al
que oyes llorar y berrear por la ventana del patio y al que, tú con unos
cuantos años más, no soportas ni crees que llegarás a soportar nunca. Ese era
Óscar. Mi vecino de un piso más arriba en nuestra casa de la playa que, para
colmo, sus padres eran íntimos de los míos y había tenido que jugar con él cuando
quedaban para cenar todos por ahí, hace ya unos pocos años. Súmale el hecho de
que yo tenía la PS2 y al niño le encantaba jugar al FIFA, pues qué se le va a
hacer, había que tragar.
Pasaron los años,
me hice más independiente y en los últimos veranos apenas le había visto alguna
vez por la escalera o asomado a la ventana del patio. Y aquel día de pronto,
llegaron las noticias que mi madre me comunicó al levantarme:
- Marcos,
hemos hablado con Puri y Manolo y nos han dicho que Óscar ha
suspendido la selectividad y buscan a alguien que le eche un mano con
matemáticas, biología y lengua y literatura…
- Ahá – contesté.
- Bueno, como siempre se te ha dado bien pues
les hemos dicho que contaran contigo, te pagan a 18€ la hora y así te sacas un
poco este verano…
Sabía que mi madre
lo hacía con su mejor intención, pero no sabéis cómo odiaba que hiciera este
tipo de acuerdos sin consultarme. Para colmo, ya me estaban esperando los
libros del chaval en la mesa del comedor con unas notas de lo que había que
repasar. Sí que es cierto que fui bueno en los estudios, pero me seducía
bastante poco dar clases a este niño, que bueno, ya tenía 17 años. Y encima
para empezar ese mismo lunes, ya que los padres del chaval se iban a Madrid a
arreglar papeles de una herencia y digamos que me querían un poco de canguro: 3
horas por la mañana y 3 por la tarde durante esa semana, después 3 horas al
día. Eché cuentas y acepté. Para más inri, el chaval comería y cenaría todos
los días en mi casa. Qué panzá.
Así que bueno… me
preparé unas cosillas. Iría a las 10 de la mañana y había que empezar con
mates, que la cabeza está más fresca: límites y derivadas. El primer día fue
duro, no acostumbraba a levantarme antes de las 11. Me puse un pantalón de
chándal corto y una camiseta de tirantes, total… para subir al piso de arriba, lo
justo para estar presentable. Llamo a la puerta y me abre el chaval con sólo
unos pantalones cortos de fútbol puestos. Apretón de manos, conversación típica
introductoria, y una vez roto el hielo, tras unas coñas, le suelto: joder, has pasado de niño que no levantaba
un palmo del suelo a un chaval hecho y derecho. Como no podía ser de otra
manera, entrenaba en un equipo de fútbol de Madrid y tenía un físico currado.
Costaba ver al niño repelente de antaño en él, ahora ligeramente fibrado, con
piernas de futbolista duras, facciones marcadas y pelo a media melena.
El día fue largo y
acabamos echándonos unos vicios a la PS3 que ahora tenía él, con unas coca
colas. Me empezaba a caer bien el chaval. Lo que era mucho mejor porque las
clases salían solas.
El día siguiente
fue un poco más de lo mismo, salvo por el hecho de que me ponía nervioso cuando
le hablaba y me miraba a los labios en vez de a los ojos. En los descansos me contaba que había estado
medio liado con una chica de su instituto, pero que lo habían dejado y sus
movidas de adolescentes. Cuando se produjo la primera sorpresa fue el
miércoles, en las clases de por la tarde. Al terminar, como se había generado
esa especie de confianza repentina, me suelta:
- Oye tío y a ver si cuando follas con tu
pibe en tu habitación bajas la persiana o cierras la ventana, que el patio es
pequeño y se oye todo.
- ¡Pero qué dices! – dije, echándome a reír.
- Sí, sí… hay veces que se oye y una vez me
asomé, tenías la luz dada y se te veía por las cortinas poniéndole fino…
Con lo que soy yo,
que no me corto fácilmente, empecé a notar cómo me subían los calores a la
cara. No ya sólo porque Óscar, al que le estaba dando clases, me hubiera
medio-visto follando, sino por el resto de vecinos. Menos mal que en mi casa no
era donde más lo hacíamos, quizá por eso nunca me había planteado a los vecinos
como un problema. Pero claro, en verano y con el calor de la costa blanca, pues
las ventanas están abiertas todo el día.
También aprovechó
para preguntarme que qué hacía para tener los brazos tan fuertes y estar
marcado e incluso me hizo quitarme la camiseta para compararnos. Como quien no quiere la cosa me sobó los abdominales y los pectorales, así que para quitarle un poco de hierro al asunto le di unos
consejos de lo que hacía en el gimnasio y le dije que a él con el fútbol
tampoco le hacía mucha falta, ya tenía un cuerpo definido. Toda aquella
situación me pareció un poco de zorreo, pero no quise pensar mal, pensé en dos
amigos hetero de buen rollo y ya está.
Pero no iba a ser tan
sencillo. La mañana del viernes al abrirme la puerta me recibió sólo con unos
slips blancos ligeramente apretados, vamos, marcando ciruelo. No le di
importancia, pero se dio cuenta de que me quedé mirando. “Es que me acabo de
levantar tío”, me dijo. Y vaya si se acababa de levantar.
Tíooo, como no dejas asi? a medias!! Ya estás tardando en seguir que tengo ganas dee saber cómo acaba la cosa!!
ResponderEliminarSaludos
Ojalá fuera tan fácil. El caso es que a veces las consecuencias de pensar más con la polla que con la cabeza no las piensas de ante mano, con lo cual muchas de las historias que os cuento, como esta, no tienen un final propio (esta, por ejemplo, a día de hoy no lo tiene), pero en la próxima entrada veréis cómo siguió la historia. Gracias por tu comentario!
EliminarQue te pierdes, Marc, que te pierdes !!!
ResponderEliminarTú, seducido por un menor, ignorando y resistiendo a sus provocaciones y encantos, jejeje...
Espero que finalmente no resultara un niñato calientapollas.
No, no... ojalá hubiera sido un niñato calientapollas y la cosa no hubiera llegado a más... Ojo, no me arrepiento, pero como decía más arriba, liarte con un vecino que es hijo de íntimos amigos de tus padres, en plena adolescencia, con pájaros en la cabeza, trae sus consecuencias.
EliminarPor curiosidad porque sólo cuentas historias morbosas, muy buenas por cierto, q te han pasado en tu veraneo en Alicante, seguro q tienes mil mejores q te hayan ocurrido en Madrid y no las cuentas.
ResponderEliminarPorque?
Pues la razón es sencilla. Siempre que he tenido posibilidad he pasado mis veranos en Alicante, los meses de julio y agosto e incluso a veces hasta parte de septiembre. Voy siempre que hay puentes o festivos porque aquello es como mi segunda casa y en Madrid no tiro mucho del cruising, me desespera. Aquí las cosas son más lentas, hay mucha indecisión, mucho tío guarro... no se, digamos que no me produce el mismo morbo. Pero historias de Madrid claro que tengo, no me paso el resto del año a palo seco jajaja. Ya os iré contando alguna cuando sea el momento.
EliminarJajajajja el puto marcos era un crack jajaja pinta de puta madre la historia tio, ya nos contaras como acaba la historia. Ah tio me he apuntado lo de exarte un lefazo jajaja y por cierto, por lo k leo eres un gay fuera del armario, no? Enga, como siempre, mu wena la entrada y ya ves, me dejas con ganas d mas. Un abrazo jefe
ResponderEliminarMe confundi de nombres jaja Keria decir k el puto oscar era un crack jajaja Aunk tu ya sabes k tambien me lo pareces y me encanta tu blog ;)
EliminarA ver cuando cuentas algun otro polvo con el ejecutivo, q a mi estos también me ponen muy cerdo, d hecho es el post con el q más me he pajeado.
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