- ¡Ay! Perdonad que os haya despertado chicos -susurró la madre de Óscar desde el quicio de la puerta, abandonando su posición y dirigiéndose hacia el salón.
Mis amigos seguían dormidos como marmotas y yo no tenía muy claro qué hacer, así que me coloqué mis calzoncillos, los pantalones cortos y salí en busca de la madre. Quería, al menos, preparar un poco el terreno.
- Marcos, hijo, ¿cómo estás? -dijo la madre dándome dos besos, mientras cerraba la puerta que comunicaba el salón con el pasillo.
- Bien, bien...-dije.
- Oye, ¿cómo es que habéis dormido todos juntos? ¡No será por colchones y sofás!
- Bueno, pues es que...-empecé a explicar cuando me interrumpió.
- No me digas más. Anoche salisteis de fiesta y con alguna copilla y el bochornazo este de Alicante, pues os echasteis en el primer sitio que visteis -dijo.
- Sí, sí... Puri, para qué mentirte -dije, incrédulo.
- Bueno, de todas formas diles a tus amigos que se vistan antes de que suba Manolo, que cualquiera diría que estuvierais haciendo cosas raritas -aseveró, medio seria, medio de broma, a la vez que iba a la entrada a recoger las maletas.
No sabía que pensar. Me acordé del refrán este que dice: "no hay más ciego que quien no quiere ver". Pero también pensé que quizá la conversación o la regañina la tendría con su hijo, total... ¿qué bronca me iba a echar a mi? Si, como ella decía, yo era ya "todo un hombretón".
Me dirigí hasta la habitación y desperté con suavidad a mis amigos para ponerles al día de la situación, sobre todo a Óscar, que era el principal perjudicado. Lo primero que hicimos todos fue empezar y terminar de vestirnos a toda leche, mientras hablábamos con la puerta cerrada. Óscar comentaba que su madre para algunas cosas era muy ingenua, pero que quizá sí que estaba esperando a que nos marcháramos para tener una conversación. Recogimos los restos de pañuelos, hicimos un poco por encima la cama, justo cuando su padre entraba por la puerta de la casa. Claro que, la estampa que el veía ahora era bien distinta. Un par de saludos rápidos y Sergio, Dani y yo salimos por la puerta deseando suerte a Óscar, que tenía la cara totalmente desencajada y le temblaban las manos.
Pasamos un día bastante malo esperando noticias del chaval, nos resignábamos a creer que la madre no hubiera sospechado nada de nada con cuatro tíos en bolas en una cama, pañuelos en el suelo y su hijo abrazado a otro tío. Si quizá no hubiéramos estado en bolas, ni abrazados, habría podido colar. Pero no, si negaba lo que veía, prefería vivir en el engaño. No habría persona en el mundo que no pudiera presenciar nada con aquella imagen. Sin embargo, las noticias de Óscar tardaban en llegar y nuestra preocupación crecía por momentos. Era malo que no supiéramos nada de él varias horas después de habernos marchado. Y tuvimos que esperar todo el santo día, hasta bien entrada la noche.
Óscar me chistó por la ventana del patio cerca de la media noche:
- Marcos voy a salir a tirar la basura, baja y te cuento, va a ser la única oportunidad. No me dejan salir -dijo, casi susurrando.
Buf. No pintaba nada de bien la cosa. Así que bajé a la calle, a mi ya no me hacía falta poner excusas a estas alturas de la vida, y nos encontramos en los cubos de la calle de atrás, donde ninguna ventana de nuestras casas daba.
Óscar me contó que, efectivamente, su madre de tonta no tenía un pelo. Que ya sabía de lo mío y que lo que pasaba es que yo le había enmariconado, y que diera gracias a que su hijo ya no era menor de edad, porque si no nos habría denunciado a todos. Argumentaba que le habíamos pervertido y ensuciado la mente con nuestras perversiones, que no era de recibo y que si yo era una oveja negra en mi familia, no tenía derecho a "convertir" a otros. Fíjate, como si eso fuera posible. Además, su madre quería hablar con mi familia para terminar con todo tipo de relaciones más que las necesarias por ser vecinos. Y, obviamente, Óscar no podía quedar conmigo ni con mis amigos. Al padre no le habían contado nada, por lo visto, hubiera sido aún peor.
Yo no daba crédito con todo aquello que me contaba Óscar entre lágrimas, jamás tuve esa imagen de familia retrógada de ellos. Nos conocíamos, como quien dice, de siempre y me resignaba a creer que fueran tan cerrados de mente. ¡Si fue el padre de Óscar quien me enseñó a montar en bici! Quiero decir, que habíamos tenido mucha relación. Óscar subió a casa y yo hice lo propio dejando un poco de tiempo entre medias.
Lo primero que hice fue hablar con mis padres y contarles todo lo que había sucedido, bueno, los detalles sexuales aparte, claro. No se sorprendieron mucho, total, lo mío ya lo sabían de hacía años, lo único que les llamó la atención es que Óscar también fuera marica o tuviera deseos por los chicos. Tuve su apoyo y me dijeron que no me preocupara, que ellos se encargarían de Puri.
La cosa no iba a quedar ahí. Al día siguiente, gracias a la información que me dio mi padre, bajé justo a la hora indicada al kiosko donde Manolo (el padre de Óscar) y el mío quedaban para comprar la prensa y luego tomarse un café para hablar de fútbol.
- ¡Hombre Marcos! ¿Hoy sustituyes a tu padre? -dijo con alegría.
- Si Manolo, me gustaría que me ayudaras con una cosa que me ha pasado y que no quiero contarle a mis padres -mentí.
- Vaya, hacía tiempo que tu y yo no hablábamos, ¿verdad chavalote? -me decía amistosamente.
Estaba claro que no le habían contado nada. Yo estaba corriendo un riesgo muy grande, pero total... aunque mi idea saliera mal, mucho más daño no se podía hacer. Así que fuimos andando hasta el paseo marítimo.
- Manolo, será mejor que nos sentemos -propuse.
- ¡Joder! Si que tiene que ser grave -dijo abriendo los ojos.
- Solo te pido que me dejes empezar y terminar sin entrar en cólera -dije.
- Vamos a ver... dime qué pasa -dijo ya serio.
Le conté, más o menos, lo mismo que le había contado a mis padres la noche anterior. En resumen venía a decir que me había acostado con su hijo varias veces, todo de mutuo acuerdo y sin forzar nada. Algo más extenso, pero eso. Manolo se iba poniendo blanco según le contaba la historia, pero no interrumpía. Hasta que acabé.
- Veamos... y a mi me cuentas todo esto porque mi mujer se ha enterado antes que yo y ha liado 'la de San Quintín', ¿me equivoco? -dijo serio, mirándome a los ojos.
- Pues... básicamente, sí, claro...-dije confundido.
- Tranquilo Marcos, no esperes por mi parte un comportamiento similar. Que a Óscar le gustan los tíos lo se yo desde hace mucho. Siempre me rondó la idea, hasta que una vez no borró el historial del portátil y pude ver todos los foros y páginas donde se metía, lo que me confirmó todo. Porque con eso del fútbol, los equipos y lo entusiasta que ha sido siempre, ya sabes, me tenía confundido -explicó sereno.
- Ya veo...-dije, porque no sabía qué decir. Me había preparado para algo peor.
- Además, no veo qué tiene de malo que haya estado contigo en ese plan. Mejor contigo que con cualquier otro. Tu le cuidas, le has cuidado siempre, hasta cuando le odiabas por lo pesadito que era de pequeño. Y por mi mujer, ya lo trato yo con ella. Procede de una familia muy religiosa, es algo que le va a costar, pero déjamelo a mí.
Terminamos la conversación y, después de invitarle al protocolario café de todos los días, nos dirigimos al edificio y, cada uno, a su casa. Mis padres estuvieron aliviados cuando les conté mi conversación con Manolo, pero lo cierto es que ese día se oyeron auténticos gritos en casa de Óscar. Y no voy a decir que todo acabó súper bien. Manolo hizo lo que pudo, pero el resto del verano no volví a ver a Óscar oficialmente, solo a hurtadillas. Y Puri prácticamente ni nos saludaba al vernos en las escaleras o zonas comunes.
Y yo sabía que, en realidad, pese a su apoyo, mi madre estaba dolida conmigo.
Está claro que no todo el mundo es tan liberal, quizás la mejor forma de enterarse de que tu hijo le gustan los chicos no era esa, no me imagino los años que ha tenido que pasar el chaval después de eso. Un saludo y espero más historias como estas, de las que te tienen enganchado desde la primera frase.
ResponderEliminarDesde luego que no fue la mejor forma de enterarse, máxime cuando ni su propio hijo lo tenía totalmente claro. La relación con la madre se fue normalizando con el tiempo.
EliminarEmm ya veo. El final es algo que me esperaba pero así tan poco cerrado... en fin, es lo que hay. Por mucho que se diga "ya estamos en tiempos modernos" no se puede "cambiar de mente a todo el mundo". Espero con entusiasmo la siguiente historia.
ResponderEliminarGracias por las historias.
James
¿Te parece poco cerrado? Bueno, ya habrá más historias para aclarar lo que fue pasando con el tiempo ;)
EliminarBuenas.
ResponderEliminarEn la primera parte de la historia expresaba la esperanza de que hoy en día vieseis las cosas de diferente manera pero veo que las cosas no quedaron relajadas del todo. Una pena.
Entiendo la reacción de la madre si tiene unas ideas un tanto conservadoras. Una cosa es que tu vecino sea gay y otra es descubrir que tu propio hijo lo es porque está en la cama con otros tres tíos, no sé si me explico. También entiendo la reacción de tu madre. Meter a tres amigos a casa de tu vecino a escondidas a hacer eso y provocar ese enfado pasa factura a todo el mundo. Ojo, no intento juzgar a nadie. Sólo intento ponerme en el lugar de cada uno y ver su perspectiva.
Ahora bien, fuiste afortunado con la reacción del padre (también fuiste muy valiente dando la cara) y más afortunado es Óscar. Me imagino que si tuvo esa charla contigo las tendría también con su hijo y con tus padres, ¿no?
Sigo esperando que el tiempo lo cure todo, de todas maneras.
Un saludo,
David
Hola Diego! Yo más bien diría ideas muy conservadoras, la verdad. Y bueno pasó bastante tiempo hasta que la madre consiguió ver la naturaleza de hijo con cierta normalidad, lo de mi madre bueno... pocas veces más salió el tema, tampoco creo que le causara una sorpresa tremenda, pero claro una cosa es saber que tu hijo es gay y aceptarlo y otra cosa es enterarte de que se ha metido en la cama con otros tres tíos. Gracias por comentar!
EliminarBueno, al menos no acabó en tragedia.
ResponderEliminarContención primera y enfadado descomunal de la madre con Dios y el mundo, "excepto" con su Santo Hijo, obviamente durante la fase de negación.
Sorprendente la reacción del padre, aunque obviamente si ya lo sabia... pero no deja de ser admirable su reacción.
Tus padres, un encanto. Que más decir :-)
El más mal ´parao', el pobre Oscar, que de tanto jugar con fuego acabó quemándose y saliendo del armario ante su madre de una manera poco ortodoxa.
Y tan poco ortodoxa... jeje. El chico lo pasó bastante mal durante un tiempo, luego comenzó a darle más igual, pero eso ya es otra historia. Y sí, de mis padres nunca podré tener queja alguna ;)
EliminarPues vaya reacción tuvo la madre... Los tuyos y el de Óscar tuvieron una postura ejemplar. Yo la verdad es que me hubiese gustado tener un vecino como tú que me hubiese ayudado, porque aunque no lo pienses o creas le ayudaste a Óscar. Que distinto hubiese sido mi vida si hubiera tenido a un Marcos como tú (Y encima si estaba como tú y creo que encima eres muy guapo)
ResponderEliminarLa madre nunca terminó aceptado lo que su hijo realmente era, simplemente lo enterró en lo más profundo de su ser e hizo como si no hubiera ocurrido jamás. Al menos durante el tiempo en que le fue posible, ya os contaré.
EliminarGracias por tus comentarios, tío!!! Un abrazo enorme.