7 de octubre de 2014

CAPÍTULO 93: ¿DETENIDO EN EL REBOLLO?

Llevaba días viéndole, no era una cara nueva en la pinada, porque en la playa nunca estaba. No le había visto en otras zonas de cruising, desde hacía varios meses había coincidido con él siempre en la pinada del Rebollo. Un morenazo de pelo engominado, cachas, ojos claros que podría pasar perfectamente por un modelo de una conocida marca del calzoncillos que suelen patrocinar famosos. Siempre iba con ese bañador tan ajustado y esa mochila a la espalda que, entre otras cosas, llevaba una botella de 1,5l de agua. Se movía muy rápido, cualquiera diría que se trataba de una presa huyendo de su cazador, cuando más bien, tenía toda la pinta de ser él quien cazaba y no al revés. Seguirle y no desfallecer en el intento suponía tener una condición física buena, ya que los caminos de la pinada no son fáciles para casi andar corriendo durante bastantes minutos. Lo malo es que habitualmente me acababa despistando y no se le volvía a ver más. La rumorología sobre el no hacía más que acrecentarse entre los habituales del lugar y los grupitos de chavales de la playa. En la pinada nunca solía ocupar los lugares más concurridos, más bien al contrario, se le solía ver en caminos más secundarios y lugares alejados, siempre andando a paso firme o descansando y bebiendo de su botella de agua. Nunca hablando con otros chicos, ni follando, ni participando en orgías, tan siquiera mirando. Tan siquiera buscando o siguiendo. Él simplemente se movía rápido por la pinada, casi todos los días laborables, era más extraño verle en fin de semana, aunque alguna vez se dio la ocasión. 

Todo este juego que se traía, que llevaba observando desde la pasada Semana Santa a ese verano, el hecho de que nadie supiera nada de él y que se estuviera convirtiendo en una especie de mito del lugar, unido a su buen físico, me hicieron desearle aún con más ganas. Estuve muchos días siguiéndole, pero como decía, siempre me acababa despistando... Hasta que me cansé y decidí llevar a la playa unas zapatillas deportivas que me permitirían seguirle con mayor rapidez y evitar que me despistara tan fácilmente. El simple truco que había ideado surtió efecto, ya que ése fue el día que más tiempo pude estarle siguiendo por la pinada, camino arriba y camino abajo, siguiéndole sin parar durante más de media hora, sin encontrar ninguna mirada o gesto de intercambio de expresiones, ni juegos en la mirada. Llegó un momento en el que cada vez me fue introduciendo más a fondo en la pinada hasta una zona que ya no conocía tan bien como la anterior. Y ahí fue donde consiguió despistarme. Vale, se conocía toda la pinada como una mapa en la mano. 

Quizá ese fue el momento en el que decidí dejarlo por imposible. Quién sería o qué buscaría, serían incógnitas que parecían no poder resolverse. Sin embargo, en aquel instante era otra cosa la que se me pasaba por la cabeza: ¿cómo narices volvía a la playa? Estaba en una zona totalmente rodeada por pinos, que no conocía y en la que solo cabían dos opciones: o bien estaba muy cerca del puerto o bien estaba cerca de la carretera, pero de volver a la playa, ni idea. Allí me quedé mirando al árbol que tenía enfrente y pensando en qué ruta tomar, cuando una voz grave y masculina brotó de la nada haciéndome dar un leve saltito:

- ¿Estás perdido?

Cuando me di la vuelta me topé con el hombre al que había estado siguiendo todo el rato, con unas esposas en la mano y la placa de policía en la otra.

- Déjame ver qué llevas en esa bandolera - pidió.

Y claro, al ver las esposas en una mano y la placa en otra, no pedí más detalles y le entregué la bandolera en la que encontraría pañuelos, toallitas, lubricante, una botella pequeña de agua, condones y el móvil. Inspeccionó el contenido con una leve sonrisa en la boca y con cuidado de no ser demasiado brusco y devolviéndome la bandolera, empezó a jugar con las esposas en su mano... Yo ya me veía en comisaría, sin motivos, pero con los nervios del momento mi cabeza ya buscaba todo tipo de excusas para salir de aquel atolladero en el que me había metido. Sin embargo, se limitó a meter las esposas en aquella mochila color beige y a sacar una toalla, que extendió en aquel suelo alfombrado con ramas de pino secas:

- Siéntate y tranquilo, que no pasa nada - pidió con una sonrisa enamoradiza.

Ya no sabía qué pensar. ¿Quizá me iba a tirar al primer policía de mi vida? ¿Iba a follar con aquel portento de hombre? 

- Aquí no estáis a vuestro libre albedrío. Esta pinada es espacio protegido y ha de tener cierta vigilancia, vigilancia que se ocupe de que esto no salga en llamas, de que no se consuman sustancias ilegales, de que no haya agresiones ni violaciones. Sois muchos tíos los que jugáis con fuego por aquí... - empezó a explicar.
- Es decir, que estás aquí para controlar, ¿nó? - pregunté.
- Más o menos... Cuando estoy de servicio, sí...-dijo.
- ¿Y cuándo no? - pregunté con una sonrisa picarona.
- Cuando no, me gusta tirarme culos prietos bien pasivos... pero no suele ser lo habitual - continuó.

Así que tras varios días había conseguido desvelar el misterio. La conversación continuó durante varios minutos sin que pasara nada más, me pidió que le guardara el secreto, ya que si se comenzaba a saber de nada serviría que él estuviera por allí, enfrentándose quizá a miradas de reprobación o con la gente huyendo de sus pasos. Y durante mucho tiempo se lo guardé, pero siempre estuvo jugando a un doble juego que tampoco me parecía justo para los demás. Las siguientes veces que nos vimos, siempre nos guiñamos un ojo o nos sonreíamos, pero lo cierto es que hasta la fecha, nunca le he visto follando o teniendo sexo con otros chicos en la pinada, lo cual quiere decir que o es muy discreto o que realmente juega como reclamo para encajar en el lugar sin hacer nada más. 

Y lo cierto es que me quedé con las ganas de habérmelo hecho un tío así. Qué se le va a hacer. 

4 comentarios:

  1. Seguro que te habrás follado a algún policia sin saberlo ;-)

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    1. Jejeje policías no sé, pero un guardia civil y un vigilante de seguridad, sí :P

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  2. Me encanta este blog y leo una y otra vez cada una de las entradas y creo que no soy el único, por eso escribe más a menudo sea lo que sea.

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    1. Gracias por tu comentario. Trato de mantenerlo lo más actualizado posible, pero tened en cuenta que la mayoría de entradas son leídas y analizadas primero por Sergio y Dani, para dotarlas de más objetividad.

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