Aquella semana fue
terrorífica, desconozco si el destino quería que no me liara con más tíos
aparte del cuarentón de la última entrada o era mi subconsciente en búsqueda de
una excusa que me permitiera asumir de una vez que no tenía sentido estar
cabreado con Dani y Sergio. Os hago un resumen:
- El
calvo. Martes por la
tarde, más o menos la hora de siempre y el panorama de la caseta es desolador.
Imagino que el inicio de las fiestas patronales en pueblos de alrededor tiene
mucho que ver. Me voy a dar un paseo y me siento en una piedra pasados los
caminos de bosque y arena a la derecha de la caseta. Me quito la camiseta para
tomar el sol y me abro una lata de pepsi que llevaba. Al rato siento que
alguien está mirando. Sí, ya le tenía calado: un chico entrado en la treintena,
calvo como una bola de billar, tirando a rellenito, con gafas y bastante pluma.
Uno de los habituales. Siempre venía en
un Golf gris claro y me daba bastante pereza, porque era de los que siempre se ponía
a mirar e intentaba meterse en medio cuando echabas un polvo aunque nadie le
invitara. Se acerca y se aprieta el paquete. Paso de él. Se acerca más y
pregunta que qué busco. Le digo que nada, que tomar el sol tranquilamente y me
marcho hacia la caseta. Cuando llego y me siento en el bordillo, llega y se me queda
mirando fijamente con cara de deseo. Me levanto e intento ir lejos, en la
pinada a un lugar donde no pueda encontrarme. Me sigue y me encuentra apoyado
en un árbol. Se saca la polla, bastante normalita. Le vuelvo a decir con cierta
resignación ya que paso, que me deje tranquilo y me subo a la piedra donde
estuve antes. Me vuelve a seguir y se
queda mirándome desde cerca. Cuando ya estaba a punto de soltarle una buena
bordería apareció otro tío y se fue a por él. ¡Qué pesado!
- Fer.
Miércoles. No le había visto nunca por allí: un
chaval jovencito, veinteañero, con aspecto desaliñado, bastante moreno, pelo
tirando a largo, cuerpo normal y labios carnosos. Look veraniego: camiseta ancha, bermudas y chanclas. Se que se llamaba así porque más adelante le vi en Grindr. No es que me encantara, pero era de lo mejor que había visto los
últimos días. Empezamos a jugar al juego de las miradas, a seguirnos por la
pinada, bajar, subir, guiñarmos ojos, alguna sonrisa… pero ninguno se decidía.
Empezaba a ver algún tío que otro por allí y le perdí de vista. Caminé por la
pinada y al subir al camino me lo encuentro dando rabo al calvo del otro día.
Joder, vaya pollón que tenía Fer: 18 centímetros, grosor estándar, muy
apetecibles. Tenía bastante vello y el calvo se la devoraba. Una pena. Me
habría encantado mamársela. Se cortaron al aparecer yo de repente, pero les
animé a seguir con lo suyo y me fui. Nos volvimos a ver en alguna ocasión,
incluso juraría haberle visto también en Madrid, pero no hicimos nada.
- Bin
Laden. Después me dirigí a
la caseta de nuevo y vi algo que me llamó bastante la atención: en pleno verano
había un hombre que llevaba chándal, botas, abrigo, braga, gorro y gafas de
sol. No se le veía nada. Una cosa es ser discreto y otra esto. Más tarde me
enteré de que Dani le llamaba el Bin
Laden, por lo raro que se comportaba y su forma de vestir, empezó a ser un
habitual. Este día me dio cierto morbo ver qué se escondía debajo de toda
aquella ropa, así que zorreé un poco con él. Me siguió a la pinada, me llevó a
un sitio alejado y para calentar el ambiente me quité la camiseta. Se acercó y
me pasó la mano por los pectorales, abdominales y finalmente el paquete. Se
acercó un poco más y pude notarlo: el olor. Sudor rancio, bastante cantoso. Con
toda aquella ropa encima a 30º, no me extraña. La ropa estaba también tirando a
sucia. Le pedí que se quitara la parte de arriba. Negó con la cabeza. Le
pregunté si se iba a quitar algo y volvió a negar. Tampoco hablaba. Me pareció
raro y asqueroso, así que le dije que pasaba del tema, me puse la camiseta y me
subí. Volvimos a coincidir mil veces más y siempre nos seguía u observaba.
Nunca le he visto haciendo nada con nadie.
- El
señor oscuro. Jueves. No
os he hablado de él hasta ahora, pero también es otro de los habituales de la
caseta en casi cualquier época del año. Un chico que supera ligeramente la
treintena, medio calvo o rapado, tirando a delgado, moreno de piel, bajito,
frecuentemente con gafas de sol, y que me corrija Sergio si estoy equivocado,
solía venir también en un Opel Astra, pero gris oscuro. Su mote se explica porque
siempre seguía la misma conducta: aparcaba en la explanada, se metía a la
pinada, daba una vuelta rápida y enseguida se metía en una estancia de pino
alto sombría, donde apenas se le veía pero él dominaba toda la escena. Me
atraía mucho su culo, siempre tan marcado, siempre con pantalones tan
ajustados, siempre luciéndolo. Traté de tontear con él, pero debió resultar que
no le gusté o que no hubo la decisión que debería. Días después de esto, Dani
se lo tiró dentro de la caseta, por la noche, y efectivamente, tenía un culo
muy tragón, de estos que te puedes estar follando durante minutos y minutos y
el tío sigue gozando como al principio.
- El
del Seat Ibiza Negro.
Viernes. Estaba ya un poco cansadito esa semana. Sabía que yendo a la playa gay
pillaría de fijo, pero no me motivaba ir solo. Así que a última hora de la
tarde me bajé a la playa rumbo a la caseta. Al subir por el camino de arena que
lleva de la playa a la caseta me encontré a una pareja joven tendida en una
toalla haciendo un 69, miré, pero estaba claro que no querían un tercero. Subí
a la caseta y no había nadie. ¿Qué estaba pasando? ¿Se habían puesto todos los
astros en mi contra? Cuando el sol ya empezaba a ponerse apareció un Seat Ibiza
negro con bandas plateadas y en él un chico que parecía interesante, pinta de
joven y gafas de sol. Me lancé a la caza y en vez de salir del coche y
seguirme, empezó a seguirme con el coche. Raro. Nunca me lio con tíos que no
salen del coche, me da mucha rabia, déjate ver y luego ya decidimos. Pues no
hubo manera. Estuvimos jugando al menos una hora al ratón y al gato. Se hizo de
noche, no se veía nada y decidí irme. En ese momento se animó a salir del coche
y venir detrás de mí, pero claro, ya no se veía nada. Y quien no se quiere
mostrar por algo es aparte de por discreción. Me chistó un par de veces y le
dije: ¡qué te jodan tío, has tenido una
hora y te decides cuando no hay luz!. No hubo respuesta. Volví a verle
muchas más veces y siempre con lo mismo: viene a última hora de la tarde para
ver y sólo sale cuando se hace de noche. También tiene la costumbre de dar las
luces del coche para ver antes de salir. Tampoco le he visto nunca hacer nada
con nadie. No me extraña.
Vamos, tuviste lo que se dice una semana tonta.
ResponderEliminarUna tarde o un día tiene un pase, pero tener toda la semana resulta desesperante cuando uno va calentito o al menos con intención de pasarlo bien.
Y sí ocurre, y no sé de que depende.
Unas veces sales adecentado y con ganas, y no conectas con nadie. Otras sales un tanto zarapastroso y sin excesivos deseos que te mareen, y triunfas.
que frikis hay por el mundo... Al menos hacen entretenido leer tus aventuras en la caseta, aunque no te fuera bien esa semana, echamos unas risas..
ResponderEliminarHola :
ResponderEliminarBueno aquí puede pasar, en Buenos Aires hay varios tipos de "teteras" (zonas de cruising) y a veces aunque vayas con todas las luces de colores no sucede nada. Es agradable leerte.
Saludos
Osvaldo