CAPÍTULO 49: EL SUPERSTAR (Parte 1/2)

Tardé en pensar qué hacer con la proposición de uno de los gemelos, no me negaréis que no era tentador, pero llegado aquel día del que hoy os hablaré, aún no había tomado una decisión. Para ser verano, se trataba de un día gris: nublado; y normalmente cuando en esta zona está nublado y es verano significa tarde de bochorno y a veces tormenta. A Sergio no le gustaba ir de caza cuando había probabilidad de tormenta y Dani había quedado con un chico del Grindr que estaba de paso por la zona, así que me había quedado sin plan y, por no alejarme mucho, me fui a la caseta.

A medio camino empezó a llover, a tronar y aparecieron los relámpagos, así que me di prisa para salir de la playa, meterme a la pinada y llegar lo antes posible a la caseta. Llegué empapado, con la camiseta totalmente pegada al cuerpo y el bañador adherido a mi culo y piernas. “Ya empiezas provocando Marquitos”, me dijo la conciencia. Vi que en la explanada había algunos coches con sus ocupantes dentro y me metí a la caseta para resguardarme de la lluvia. Como era de esperar, no estaba solo: había un chico tirando a gordito que tendría cerca de 30 años, otro más jovencito con gafas y cara de listillo de unos 25 y un hombre entrado en sus 40 con la cabeza rapada, barba y cuerpo ligeramente definido y ancho. Los más jóvenes me miraron, pero siguieron a su bola. El de 40 directamente se acercó y me plantó toda su mano en mi culo con ganas y con fuerza:

-      Si vienes con un bañador tan petado y encima pegadito al culo, eso es toda una provocación, ¿no crees? – dijo.

-      Bueno, ya sabes tío, la lluvia… Si me dejas de sobar el culo no estaría mal – contesté con tono de buen rollo, no quería movidas.

-      Soy activo, podría darte mucha caña si es lo que buscas, estoy dotado, mira – dijo él susurrándome al oído mientras se bajaba la bragueta.

Sacó un rabo bastante apetecible: unos 17 cm, gordo, descapullado, blanquito y con un glande muy rosita. No estaba depilado. En otras circunstancias quizá me habría agachado a meterme aquel rabo en la boca mientras me preparaba para que me follara, pero hubo un algo, una sensación que no se describir, que me hizo rechazar la oferta. Así que allí nos quedamos los tres esperando a que escampara. El de 40 se acabó yendo con el de 30 cuando la tormenta pasó y el de la cara de listillo se fue siguiendo la carretera en dirección Torrevieja. Me quedé solo en la vieja caseta, aproveché para quitarme la camiseta y escurrirla e hice lo mismo con el bañador. Justo en el momento en el que estaba totalmente desnudo apareció un coche, que sin ser nada del otro mundo, se le veía de gama media-alta, bien cuidado y extrañamente limpio para la tormenta que había caído. Claro, la caseta no tiene ventanas ni puertas, así que el chico, que iba con gafas de sol se quedó embobado mirándome cómo escurría el bañador.

Noté cómo me ruboricé, ya ves tú, a estas alturas poniéndome rojo porque uno en un coche me había visto desnudo. Me vestí y salí a dar un rodeo aprovechando que la lluvia no volvía. Salieron 3 o 4 de sus coches cuando me metí a la pinada y al rato salió el tipo del coche bonito. Tuve que mirarle dos veces para saber si lo que estaba viendo era verdad, pero sí, lo era.

Se trataba de un actor de una serie juvenil que había estado de moda entre los adolescentes y que, si no recuerdo mal, por aquel verano estaba a punto de terminar. (Siempre fui fan de este tipo de series). No es que fuera muy conocido, porque a Sergio y a Dani les tuve que enseñar fotos para que supieran quien era, pero ya sólo por ser famosillo, ser guapo y estar bueno, me lancé a la caza. Y, sin sonar pretencioso o creído, me llevé el gato al agua, o a la pinada, mejor dicho. De camino a buscar un sitio discreto vimos al de 40 follándose con bastante ritmo al de 30, que estaba apoyado en un árbol aguantando las bruscas embestidas a la vez que gemía con intensidad.

En ningún momento afirmé conocerle, me hice el loco todo el rato que estuvimos juntos. Era un poco creído, lo que entra dentro de la lógica. Me pidió que me quedara como me había visto en la caseta, vaya, desnudo, y así lo hice. Me escrutó con la mirada durante un minuto y me sobó el cuerpo y el culo como si nunca hubiera tocado a un hombre. “Bufff tío, estás muy bueno”, repetía mientras me masajeaba y se empezaba a tocar el paquete. Le pedí que se quitara la camiseta de tirantes blanca que traía y le sobé yo también, mientras mi polla se ponía dura. No tardó en ponerse de rodillas y empezar a comérmela, sin darse cuenta de que el suelo estaba embarrizado, no debió de importarle.

(Siento dividir las historias en 2 partes, pero a veces me da la sensación de que quedan demasiado largas por el detalle que intento dar siempre, ¿qué os parece?)