He de admitir que
tras la fatídica experiencia que viví con Fabián me costó un tiempo, algo más
del que ha tardado esta entrada en ser publicada, rehacer mi vida afectiva y
sexual. Leído por aquí todo parece muy sencillo: pobre chaval de 18 años que se
acababa de llevar un chasco, ¿en qué pensaba? Pues pensaba en lo que una
persona con mucha más experiencia que yo me había hecho sentir. Hasta este
momento, en mi vida, todas las experiencias que había tenido se habían limitado
al sexo interesado: con El Peque, El Cata, Lolo, los malotes... Todos ellos
estaban explorando su sexualidad y decidieron hacerlo conmigo, de lo que no me
quejo por cierto, pero la cosa es que mi final feliz estaba todavía pendiente.
Pensé que mi historia con Fabián sería esa en la que me iba a echar un novio y
ya después se vería lo que duraba o dejaba de durar, pensaba que tenía mi
historia de amor ahí, al alcance de los dedos, con un chico que me cautivó
desde el principio. Y preso de su cautividad me costó mucho volver a salir a
luz.
El comienzo de la
universidad, del que ya os hablaré en otra ocasión, la llegada de amigos
nuevos, los comienzos en la noche madrileña y la preocupación de los amigos de
toda la vida hicieron el trance mucho más fácil de llevar. De pasarlo mal al
principio y no dar crédito a lo que te está sucediendo, a empezar a dejar de
pensar en él tanto y acabar por darte igual unos meses después. Justo el tiempo en el que te vuelves a sentir capaz de volver a estar con otro tío. Justo el tiempo en el sexo vuelve a despertar en ti y lo hace gritando a viva voz.
Así, en una
templada noche de viernes de primavera del mes de abril, mi hambre sexual
volvió a despertar. ¿Sabéis ese momento en el que las pajas dejan de ser suficiente
y necesitas ese "algo más" para saciarte? Pues así me encontraba
aquella noche, recordando y siendo consciente de que el último polvo que había
echado había sido aquel de despedida con Fabián en su piscina. Tenía ganas de
todo: activo, pasivo, chupar, que me chuparan, magrear, comer boca... En
definitiva, tenía ganas de estar con un buen tío a mi lado que me diera un rato
de buen sexo, de ese que no te compromete a nada, de ese en el que lo das todo.
Entonces las apps
de ligue todavía no estaban ni en proyecto, pero los chats eran mucho más
útiles que ahora. Sí, siempre han estado llenos de calientapollas que no
quieren más que hacerse una paja con morbo detrás de la pantalla, o de esos que
prefieren hacerlo todo por webcam "sin caras", o de esos que se
divierten haciéndose pasar por quienes no son (cosa que nunca podré entender,
lo siento). Sin embargo, como he dicho antes, aquella noche no estaba yo para
tonterías a través de una pantalla, aquella noche quería tema, tema real. Fijaos que a pesar de mis gustos por el cruising, aún dormidos en esta época,
fui bastante tradicional, pues esa noche quien me encandiló fue un chico cuyo
nick era "TuOlorMePone24". Hasta ese momento había pasado bastante de
los tipos a los que les iban el rollo pies, olores y cosas que se salían de lo
común. Pero este chico resultó estar en la ciudad de al lado, con sitio y parecía
querer tema de verdad. Además, el hecho de que fuera unos años mayor que yo le
daba un extra. Estuvimos largo rato hablando por el chat, conociéndonos,
hablando con absoluta normalidad aún sin caer en el tema sexual, hasta que en
un momento en el que la conversación se calentó decidí dar un paso adelante y
decirle que tenía ganas de follar. Así, sin más rodeos. Nos agregamos al
Messenger, nos pasamos unas fotos porque él no tenía cam, nos molamos, me dio
la dirección y antes de cortar la comunicación me hizo la siguiente pregunta:
- ¿Te vas a duchar
antes de venir?
- Sí, tío, para
estas cosas me va la higiene -respondí.
- ¿Y si te pido
que no te cambies los calzoncillos y traigas los usados te pensarás que soy un
raruno? -insistió.
- Hombre, raruno
no, pero eres el primero que me lo dice -expliqué.
- Es que el olor a
rabo me la pone dura. No hay nada que me la ponga más dura que un tío que venga
de un día fuera, con los gayumbos currados... Pero a ver, de un día, si están
cagaos y eso, quita, quita jajaja -aclaró.
- Me duché ayer
por la tarde, si quieres no lo hago...-insinué.
- Pfff me la estás
levantando solo de pensarlo -reafirmó.
No me preguntéis
por qué, pero aquella simple conversación también me calentó a mi más de la
cuenta. Me limité a lavarme un poco los sobacos y los pies, me vestí y salí de
casa diciéndole a mis padres que me iba a tomar algo con unos amigos. No
hicieron más preguntas, nunca fueron excesivamente entrometidos en mis planes. Solo preguntaban a dónde y cuando volvería. Nada más.
Me bajé andando
hasta la parada del autobús interurbano que me llevaba justo a su calle y 25
minutos después estaba llamando a la puerta de su casa. Cuando me abrió y nos
presentamos, las sonrisas de nuestras caras y la chispa en nuestros ojos
significaba algo así como: joder, estás mucho mejor en persona. Y sí, aquel
chaval, que fácilmente pasaría por tener 20 años, era tan alto como yo, fibrado
(me abrió la puerta solo con pantalones cortos de deporte), sin un pelo en el
cuerpo, masculino y con la voz muy grave. Se me puso morcillona sin haber
acabado de entrar a su casa, un piso típico de las grandes ciudades dormitorio
del sur de Madrid.
No le di tiempo a
que me ofreciera nada, sino que tras la típica conversación de 3-4 minutos de
cuando acabas de conocer a alguien, le empotré contra una de las paredes del
salón y le empecé a comer la boca y sobarle el cuerpazo que tenía con bastante
desenfreno. A pesar de sus gustos, he de decir que el chaval estaba limpio como
una patena y olía a gel de ducha. Entre morreos y magreos de cuerpo, me cogió
la mano y me llevó a una habitación donde tan solo había una cama de 1,20, una
mesilla y una pequeña lámpara envuelta en una especie de tela azul oscura que
daba a la estancia un aire de privacidad brutal. Esta vez me apoyó el en la
pared y con calma empezó a quitarme la ropa. Primero me quitó la sudadera
deportiva que llevaba tirándola al suelo, se entretuvo unos segundos tocándome
los brazos y comiéndome el cuello, después me quitó la camiseta y se entretuvo
unos minutos lamiéndome todo el pecho, abdomen y, especialmente, las axilas (en
las que si aún quedaba algún resto de jabón, él se esforzó en quitármelo).
Entre tanto lametazo, de cuando en cuando bajaba una de sus manos y me bombeaba
el paquete, que me iba a estallar allí bajo aquel apretado pantalón vaquero
oscuro. Si hacía algún intento de tocarle o besarle, me llevaba un dedo a la
boca para que lo lamiera con una sonrisa que enamoraría a cualquiera y me
frenaba en seco. En ese momento se arrodilló en aquel suelo blanco de terrazo,
me desabrochó el pantalón, me lo bajó por los tobillos y se quedó contemplando
mi paquete:
- Slips negros. La
mejor opción -dijo sonriendo.
Me los empezó a
oler con mucha calma y entretenimiento, pasaba su boca por encima de mi polla y
mis huevos sin lamerlos, después volvía a oler y gemía llevándose la mano a su
propio paquete, más tarde ya empezó a lamer la tela quedaba encima de mi polla
y huevos dejándola totalmente húmeda. Se bajó el pantalón de deporte (no
llevaba ropa interior debajo) y se empezó a pajear suavemente mientras seguía
lamiendo con deleite mi gayumbo. Al verle la polla, rosadita, de grosor normal
y de unos generosos 18 centímetros, totalmente depilada, mi boca empezó a
salivar de forma desmesurada. Se dio cuenta en una de las pocas veces que subía
la mirada a mis ojos y me dijo:
- Tranquilo, que
vas a poder chupármela todo lo que quieras. Me puedo correr hasta 3 o 4 veces
en poco tiempo. Además, si tu supieras lo que me pone tu olor a rabo...
Y, efectivamente,
atrapando mi paquete tratando de metérselo entero en la boca, aceleró la paja y
se corrió abundantemente allí en el suelo:
- Túmbate boca
abajo, porfa -dijo, sacando un rollo de papel de la mesilla y limpiando la
corrida.
Dos minutos
después tenía al chaval comiéndome el calzoncillo por la parte del culo con
auténtica pasión y gemidos sin parar. Tras estar un rato lamiéndome el calzoncillo, me los quitó, me dio la
vuelta y me empezó a hacer una mamada con muchísima cantidad de saliva, tanta
que yo creo que tuve que poner los ojos en blanco del placer que sentía
teniendo mi rabo y mis huevos envueltos en aquella saliva caliente. Al notar
que me quedaba poco para correrme, se puso del revés encima de mi y empezamos a
hacer un 69. Su polla estaba buenísima, eso o las ganas de sexo que tenía, no
se, pero la recuerdo como una de las más duras, más en forma y más ricas que me
he comido nunca. Cumplió su promesa de dejarme mamar todo lo que quisiera
dejando de chupármela a mi cuando notaba que me iba a correr, pero llegó un
momento en que le dije:
- No puedo más,
necesito correrme.
- ¿Quieres que me
corra contigo? -preguntó en un susurro.
- Claro.
Se volvió a meter
mi polla en la boca y envolviéndola otra vez en su abundante saliva me empecé a
correr sin remedio. Tras notar las primeras gotas de mi lefa en su boca, se
debió de poner tan cachondo que me empezó a dar pollazos en la garganta con
fuerza y se me empezó a correr en medio de mi corrida. Una lefa bastante
atípica, ni dulce, ni amarga, de las más deliciosas que he probado (Sí, ya se
que no que está bien eso de correrse en bocas ajenas, pero tenía 18 años y
muchas ganas) y acabamos los dos con lefa chorreando por la comisura de
nuestras bocas.
- Joder, tío,
estabas necesitado, ¿eh? -me dijo, de buen rollo.
- ¿Tanto se nota?
- ¿A los que
lleváis tiempo sin follar? Muchísimo, pero es positivo, a mi me mola mazo, os
ponéis muy cerdos que es lo que más me gusta.
- Pufff es que estás
bastante bien tío, las fotos no te hacen justicia. Y la chupas de bien...
- ¿Te molaría
saber cómo follo, también? Podemos parar un poco si quieres.
- Claro tío.
- Tu estás mazo de
bueno también. Es difícil encontrar tíos de tu edad, con tu cuerpo, que no
tengan mazo de pluma.
No obstante, aquella noche no podría ser. Su teléfono sonó cuando estaba en el servicio y tras cortar la comunicación, se acercó al baño y me dijo que sus padres iban a llegar antes de lo previsto, pero que podía ducharme si quería. Y lo hice, más que nada porque era consciente del olor a saliva y a sexo que llevaba encima. Cuando empezó a caer el agua templada sobre mi cuerpo, el chaval se metió a la ducha y empezó a besarme la espalda y pasar suavemente sus dedos por el agujero de mi culo:
- Qué pena no poder follártelo hoy... dijo.
Nos dimos una rápida ducha con un algún morreo entre medias. Nos secamos, me vestí, tomé un vaso de agua y nos despedimos. Al salir del portal me encontré con un matrimonio de unos 40 años que, días después, confirmé que efectivamente eran sus padres.
Por los pelos.
Así mismo me siento yo estos días. Algo necesitado y con ganas de follar :(.
ResponderEliminarYa me he imaginado en más de una ocasión tener una experiencia contigo :P.
James
Normalmente para cuando tengo esos momentos en los que me pica el rabo prefiero tirar de tíos que ya conozco porque cada vez me da más pereza quedar con gente nueva para follar. Me ha hecho gracia lo de que te pidiera que fueras oliendo a rabo porque hace apenas unos días me pidieron algo parecido, irá en un post futuro, no te preocupes. ;)
ResponderEliminarAbrazotes.
Interesante historia. Menos mal que no te cortaste cuando te dijo eso de venir oliendo ;-)
ResponderEliminarPersonalmente no me pone en absoluto, pero si (a veces) el de sobaco.
Menos mal que llamaron los padres diciendo que venían antes. Igual ellos también se "olían" algo, jejeje...
¡Marcos! ¡Qué alegría volver a saber de ti! Se me hacen muy largas las temporadas en las que estás un mes sin publicar, pero supongo que irás muy liado.
ResponderEliminarA mi un chaval me pidió una cosa peor que hizo que no me atreviera a quedar. Prefiero no decirla por aquí para no herir sensibilidades. ¡Jaja!
¡Un abrazo!
HE
¡¿Peor?! ¿Cuál? ¿Podrías contarlo por email? :P
EliminarJames
Efectivamente por aquel entonces los morbos raros eran mas raros aún, y estaban menos de moda. Había solo una pagina de contactos en español y poco mas. Me alegro que fuese la experiencia tan buena con el "raruno"
ResponderEliminarHombre, por fin has vuelto a publicar! Ya se te echaba en falta, que nos tenías a todos muy mal acostumbrados...
ResponderEliminarSaludos.
Es verdad que la historia de Fabián siendo tu tan joven tuvo que ser toda una experiencia por lo que conllevó de mal rato y también de aprendizaje y hasta crecimiento personal, que de los malos tragos es de los que más se aprende. Luego te reintegraste felizmente a la vida y mira con qué historia...a mi este encuentro de hoy me ha dado bastante morbillo y fíjate, no he encontrado tan raro al chico este, seguramente porque a mi también -con un límite, desde luego- hay determinados aromas corporales que me pueden resultar sugerentes en un determinado momento.
ResponderEliminarEso sí, provocarnos estos calentones mentales con estos calores no tiene perdón, que te conste, jajaja.
Abrazos, y que esos excesos de trabajo vayan aligerando, hombre.
Por algún sitio leí que el olfato es uno de los sentidos más potentes y con más capacidad de evocar y "memoria" que tenemos,aunque,al mismo tiempo,sea de los más desaprovechados (supongo que algo tiene que ver el que no lo "necesitemos" como pueda hacerlo un animal).En relación a los morbos,a mí me pone muy burro el olor a cuero,y está demostrado que el sudor humano (especialmente el de los hombres) contiene una gran cantidad de feromonas,de ahí que a muchas pibas les ponga cachondas la imagen del tío sudando mientras hace deporte,así que no me parece demasiado raro lo que cuentas (de hecho,me parece bastante inocente,pero claro,es que yo soy una guarra jajajajaja)
ResponderEliminarEs a mi q no me fuenciona este blog oo son muy largas estas vacaciones.
ResponderEliminarA mí me ponen burro los olores y sabores de un maduro con sobacos huevos y verga bien sudada. Incluso me gusta demasiado el requesón. Hace algunos años no me ocurría pero desde que empecé a probar a lamer a un macho bien sudado aprendí que es lo mejor que nos entrega la naturaleza.
ResponderEliminarEl olor y sabor de un coño con sabor a marisco y de un hombre sudado y con la verga hedionda a macho me calientan como ninguna otra cosa. Si alguien quiere ser lavad@ por mi boca y lengua que digacomo contactarl@. Estoy en Chile.
ResponderEliminarUnos sobacos y unos huevos bien sudados, una verga hedionda a macho y con requesón... uuuuuuffff!! un verdadero manjar. Alguno me lo da?
ResponderEliminarMamar el chimbo hediondo de un macho sudado es lo que màs me hace gozar
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