31 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 39: LOS CHANTAJES

Mi móvil no tardó ni un par de horas en recibir un mensaje de Santi. Por mi cabeza pasaban mil cosas, entre otras, daba por hecho que el gusto de Santi por los hombres no era algo casual, aunque imagino que debido a lo conservadora que era su familia, era algo que él no estaba dispuesto a aceptar. Recuerdo, incluso, que tiempo después de todas estas líneas que estoy escribiendo llegó a decirme: "¿tu qué preferirías: una vida solucionada con una herencia de más de 80 millones o decir que te gustan los rabos y perder todo tu futuro?". Con eso creo que queda claro lo que le pasaba a Santi.

Pero bueno, ya habrá tiempo de explicar esa historia. Aquel verano Santi quería experimentar y el elegido había sido yo: el chico con el que a los 15 años se hacía pajas y con el que había pasado una noche hacía unos días. Si yo no había querido volver a encontrarme con él era por respeto a los sentimientos de Sergio, pero la situación se hizo insostenible. Santi quería follar, le daba igual si conmigo solo o con los dos a la vez, pero quería echar un polvo con un tío y lo quería ya. "O follamos o le cuento todo a tu noviete", me llegó a decir en varias ocasiones.

Así que, con el fin de no aguantar más chantajes, se lo conté todo a Sergio. Pude ver cierta cara de decepción, aunque él no expresó ningún desacuerdo: "ni que fuéramos novios!", dijo, como para quitar hierro al asunto. "¿Qué quiere follar? Pues démosle una buena follada". Más o menos sabía que iba a aceptar, sabía que Santi le había vuelto loco y follar con él sería una caramelito difícil de quitarle. Así que le mandé un sms a Santi y quedamos al día siguiente en su casa, aprovechando que su familia había salido.
Santi nos estaba esperando sólo con unos calzoncillos suspensorios blancos, que dejaban ver su culazo y realzaban su paquete. Se notaba que se había preparado. No quería perder ni un minuto. Para saludarnos nos clavó la lengua hasta la campanilla y nos fuimos desnudando, entre sobeteos de cuerpos, quedándose Sergio en el medio, a modo de sandwich. Subimos a su habitación recogiendo las ropas que estaban en el suelo, cerramos la puerta y volvió a repetirse el sandwich entre besos, sobeteos, comidas de cuellos y manos sobando pollas.

- Vaya culazo tiene tu noviete Marquitos, se lo voy a reventar - decía Santi.

Mientras tanto, Sergio se puso de rodillas y nos empezó a chupar las pollas, a la vez que Santi me clavaba la lengua y con un dedo jugaba con mi culo. Yo aprovechaba para sobarle el torso, que me encantaba y mi polla se ponía aún más dura.
La situación estaba de lo más caliente, así que cogí a Sergio y le puse a cuatro patas en la cama para empezar a comerle el culo, mientras que Santi por el otro lado le ofrecía su polla. Sergio disfrutaba como un enano con este rol. Al poco tiempo, me traje a Santi a mi lado y con ayuda de mi mano, le enseñé a meterle los dedos a Sergio.

- Métele uno más, con cuidado, sin forzar, fóllale el culo con tres dedos - le decía.

Le sacaba los dedos a Santi y se los chupaba. Pasó a meterle cuatro dedos y Sergio soltó un gemido de placer inmenso. Fui a buscar un condón a la cartera y se lo puse a Santi:

- Clávasela, primero con cuidado, poco a poco, y luego le follas a tope - le indicaba.

Sergio no oponía resistencia. Su culo estaba dilatadísimo y la polla de Santi, que era generosa, entró sin encontrar mucha resistencia, a la vez que yo le llenaba a Sergio la boca con mi polla ahogando su gemido. Santi se la metía hasta el fondo alcanzando poco a poco buen ritmo y chocando sus huevos contra los de Sergio, lo que me estaba poniendo a mil.

- Marquitos, ven aquí... - dijo Santi. Quiero follarte, mientras tu te lo follas a él.

La situación, de pronto, se había dado la vuelta. Ahora era yo el que estaba a cuatro patas con Sergio y Santi trabajándome el culo con esmero. Sergio sabía que no estaba muy acostumbrado a hacer de pasivo, pero imagino que debido a la excitación del momento, tenía el culo dilatado. Me llegaron a meter cuatro dedos, que al principio ardían en mi culo, pasando después a un intenso placer. Y sin mucha contemplación, Santi me la metió de golpe. Sin mimo. Grité. Su polla se quedó dentro y siguiendo indicaciones de Sergio la empezó a mover poco a poco. Lo que era dolor intenso se convirtió en una especie de cosquilleo, que después, subiendo el ritmo de la follada, se transformó en placer. Cuando todo iba sobre ruedas, Sergio se acopló delante mía ofreciéndome su culo, que estaba ya bastante abierto. Mi polla entró ahí sin impedimentos. La sensación de que te estuvieran follando el culo por un lado, mientras te follabas otro culo por delante era indescriptible. Estar en el medio de dos cuerpos calientes, con dos tíos sudados y pidiéndome más me puso a mil. En el momento que llegamos a coger un ritmo común, para lo que tardamos bastante, todo hay que decirlo, no tardé ni 5 minutos en correrme dentro de Sergio, gritando de placer. Sergio, que sabía que ya me había corrido y a el no debería quedarle mucho, se dio la vuelta y me folló la boca con su polla llenándomela de leche caliente que me escurría por la barbilla, para después, y follándome como una auténtica máquina, correrse Santi dentro de mi. Como yo seguía cachondo, le quité el condón a Santi y le lamí la polla dejándosela bien limpia.

Estábamos extasiados los tres, así que nos tumbamos en la cama, para poco después, meternos a la ducha los tres y morbosear un poco más. Tengo que reconocer que es uno de los mejores polvos que había echado hasta ese momento.

Para Santi debió ser suficiente o estar por encima de sus expectativas. No ya sólo por su cara de felicidad y porque me dijera que vaya polvazo, sino porque ese verano no hubo más encuentros con él.

*****

¡Feliz 2014!

26 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 38: SERGIO+SANTI=MARCOS

Los días siguientes fueron días bastante enrarecidos. No me sentía del todo cómodo con Sergio, ya que cuando le besaba o nos acostábamos, se me venían imágenes del día con Santi. Y ya no sólo eso, sino que Santi se pasaba los días enviándome mensajes al móvil y debe ser que Sergio estaba un poco harto del sonar de mi móvil, ya que una de estas veces comentó con cierta resignación: "pues si que estás tu solicitado últimamente".

Creo que algo notaba. No era la primera vez que había estado con otro tío desde que Sergio y yo teníamos esa especie de relación, e imagino que el también habría tenido sus escarceos, pero desde que pasó lo de Santi todo había cambiado. Me gustaba seguir estando con Sergio, pero sentía unas ganas irrefrenables de contestar a Santi uno de sus calientes mensajes, irme a su casa y enfundarme su polla en mi boca de nuevo. Para tratar de evitarlo, proponía planes a Sergio y Dani continuamente para estar ocupados y así Sergio parecía estar más contento. Además, tomé la decisión de poner el móvil en silencio e incluso apagarlo cuando estaba con ellos. Santi me escribía unos 4 sms al día, sobre todo cuando estaba cachondo. Eran mensajes bastante calientes y sabía cómo calentarme.

Y lo peor que puso pasar, pasó. Una de las tardes que me fui con Sergio a la caseta de caza, al salir de los pinos, allí estaba Santi: con el pelo engominado, recién afeitado, con un bañador cortito negro, y la camiseta en la mano. Luciendo moreno y lo trabajado de su cuerpo. Sabía perfectamente que estaba allí buscándome. No le  contestaba a los mensajes y Santi sabía que me había comido pollas en la caseta con un amigo, por aquella historia de que se la comimos a su primo lejano. Obviamente Sergio se fijó en él. No era de lo más habitual ver gente de nuestra edad, bien cuidada, guapa y con buen cuerpo. Me pidió ir a cazarle. Por un momento mil pensamientos pasaron por mi cabeza en cuestión de segundos e, indudablemente, no iba a colar decirle que no. Sergio ya sabía el tipo de chico que me volvía loco y Santi correspondía con ese perfil. Miré con descaro a Santi y pude ver su sonrisa pícara, le guiñé un ojo y me di la vuelta con Sergio en dirección a la pinada, buscando un lugar algo íntimo.

Santi no tardó en aparecer. Venía tocándose la polla y la traía contenta. En un momento en el que Sergio estaba más pendiente de tontear con él, le hice un disimulado gesto a Santi llevándome los dedos a la boca en señal de silencio y Santi hizo una leve y casi imperceptible afirmación con la cabeza, seguido a esto, se quitó el bañador y dejó al aire su majestuosa polla, mientras colgaba el bañador en una rama de pino bajo. Se acercó y Sergio no tardó en agacharse para comérsela como un loco. Sin cruzar palabras. Le devoraba su gran polla con muchas ganas, metiéndosela entera. Mientras, Santi me agarró del culo y me plantó un morreo metiéndome la lengua hasta la campanilla a la vez que con una mano me bajaba el bañador y acariciaba mi polla. Me situó a su lado diciendo: "que nos la coma a los dos a la vez". Y allí estaba Sergio, de rodillas, dándolo todo, turnándose con nuestras pollas, mientras Santi me comía la boca y me metía  la punta del dedo en el culo, obligándome a abrir las piernas ligeramente para facilitar la entrada de su dedo. No sabía hasta dónde querría llegar y yo sentía una mezcla de morbo y temor, mientras Santi no paraba de follarme el culo con su dedo, que cada vez entraba más al fondo.

- Vamos a corrernos en su cara a la vez - dijo Santi sacándome el dedo - Yo te pajeo y tu a mi, hasta que le dejemos la cara blanca.

Y allí estábamos con los brazos entrelazados haciéndonos una paja el uno al otro como cuando éramos adolescentes. El ritmo empezó a acelerarse, mientras Sergio esperaba la leche con ansia al mismo tiempo que se pajeaba. Primero se corrió Santi y luego yo. Al poco de notar como la leche caliente impactaba en su cara, Sergio no tardó mucho más en echar al suelo varios chorros de leche.

- ¿Tienes pañuelos? - se dirigió Santi a Sergio, forzando a Sergio a darse la vuelta para buscarlos en la bandolera.

Mientras Sergio buscaba, me susurró al oído:

- ¿Es este tu noviete? Imagino que te has hecho el loco porque no sabe de nuestro encuentro, ¿no?

En ese momento Sergio le ofreció un clinex, nos limpiamos todos y Santi se marchó con un "hasta luego, tragoncentes".

Sergio estaba emocionadísimo. Le había encantado el chico. "Para qué queremos más", pensé yo, inmerso en una mezcla de nervios y placer que pocas veces había experimentado.

P.D. ¡Felices fiestas!

21 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 37: LA AGRESIÓN

Desde que había iniciado mi andadura en estos mundos del cruising jamás había tenido en cuenta que fuera algo que llegado un determinado momento pudiera ser peligroso. Si que es cierto que tenía cierto cuidado de no sacar mucho el móvil, ni de exhibir nada, ya que no dejan de ser lugares retirados donde te puede pasar algo.

Meses atrás, cuando os conté que realicé aquella pequeña investigación sobre la formación deeste tipo de lugares, uno de los hombres que más información me dio, me habló de que tiempo atrás solía haber redadas en la caseta por parte de grupos neonazis, sobre todo a finales de los años 90 y principios de los 2000. De hecho, me llevó a un lateral de la caseta donde podían verse esvásticas dibujadas con grafiti y algunos mensajes, ya prácticamente borrados por la erosión del viento y agua, haciendo apología nazi: “la última vez que los vi por aquí fue un mes de junio de 2005, no se si han vuelto o no, pero desde luego, y gracias a Dios, no es lo de antes”- me contaba este hombre. También me contó que estos grupos solían venir en motos, preparados con bates y cadenas y embestían y perseguían entre los pinos a todo aquel que vieran por allí. Sin embargo, llegó un momento en que la gente asociaba el ruido de motos con los nazis, de tal modo que la caseta y sus alrededores se quedaban vacíos, y empezaron a venir en coches, haciéndose pasar por curiosos para luego dar palizas. Este hombre también me contaba que en los últimos tiempos habían proliferados chavales de origen magrebí que o bien ofrecían sus servicios previo pago o bien atracaban.

Lo que a mi me tocó presenciar no tuvo nada que ver con esto. Era un sábado del mes de julio en el que, para mi sorpresa, había bastante más gente buscando tema de lo habitual. Sergio y yo subimos desde la playa sólo con el bañador puesto, ya que además hacía un calor asfixiante y, ante la afluencia de tanta gente, comenzamos a movernos por la zona para ver si había algo interesante. Entre todo lo que había por allí, nos llamó la atención un hombre de unos 35 años, tumbado en el asiento delantero de su coche, con el pelo casi rapado, moreno, definido y bastante atractivo. Así que empezamos a tantearle, hasta que decidió salir del coche. Erróneamente, nos lo tomamos como una señal y emprendimos camino por delante suya en dirección a la pinada, para buscar un sitio discreto. Podía notar como el tío en cuestión me seguía con prisas, casi me pisaba los talones: “qué ganas tiene”- pensaba yo. Pero no, nos adelantó, se dirigió a un corrillo de 4 hombres y propinó un impactante y fuerte puñetazo en la cara de uno de ellos. Produjo un sonido seco que aún hoy recuerdo con nitidez. El agredido cayó fulminado al suelo y el resto nos quedamos atónitos sin saber bien cómo reaccionar. La gente empezó a correr, mientras sacaban los móviles para llamar a emergencias y Sergio y yo nos fuimos deprisa hacia la caseta. Mientras, se les oía discutir acaloradamente, tanto al agresor como al agredido.

Por lo que pudimos escuchar, debían de tener alguna historia pendiente o debían de haberse conocido por el chat o página de contactos, ya que uno de ellos se mostraba muy enfadado y el otro no hacía más que decir que iba a llamar a la policía. Como el escándalo entre ellos dos seguía, y había mucha gente, decidimos irnos ante el mal rollo que había allí. Se nos había cortado todo. Jamás pensamos que un sitio como este podría haber agresiones de esta forma.

En los días siguientes no volvimos a ver al agredido, al que imagino le quedaron pocas ganas de volver por allí, pero sí volvimos a ver al agresor. Y no sólo nosotros nos fijábamos en él, sino que cuando hacia acto de presencia, la gente se metía entre los pinos o se alejaba y aquello se quedaba casi desierto. La historia había corrido como la pólvora entre los “cruisineros” y nadie quería nada con él, así que harto de venir para nada, dejó de aparecer por allí. Desde entonces, tengo que decir que me ando con mucho más cuidado de como lo hacía antes. De todo se aprende una lección, aunque sean duras como en este caso.

¿Habéis presenciado alguna situación similar yendo de cruising o de ligoteo? Dejadme vuestras experiencias en comentarios.

18 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 36: MAMARRACHA Y SU RENAULT MEGANE BLANCO

Los días siguientes discurrieron con normalidad, como si nada fuera de lo normal hubiera pasado, salvo porque en mi casa empezaron a llamarme con sorna "el huesped", básicamente porque pasaba por casa para ducharme, coger ropa, comer y dormir. Sin embargo, era verano, ya habría el resto del año para pasarlo en familia. En cierta parte, tras los últimos veranos ya se habían acostumbrado.

Habíamos hecho planes de volver a la playa gay, a ver si tomando un poquito el sol íbamos cogiendo el moreno, nos dábamos unos baños y así pasábamos el día, para al final, llegar a nuestro momento de relax. Ese día fui solo con Sergio, ya que Dani tenía un compromiso con conocidos suyos que vivían en una ciudad cercana. Cuando ya habíamos llegado a la playa y estábamos tomando el sol embadurnados de crema solar para no quemarnos, llegó un chico de unos 32 años bastante interesante: no muy alto, vaya, bajito, con gafas de sol, cuerpo definido, piel clara, pelo castaño oscuro y bañador tipo slip rojo ajustado de Puma que le hacía un culo increíble. Pues mirad si la playa en cuestión es grande que extendió su toalla justo a un metro nuestra.

A mi la verdad es que el chico me gustó, así que empezamos a intercambiar miradas, pero pude intuir que le cortaba el hecho de que fuéramos dos o eso pensé siempre. En un momento en que Sergio se marchó a darse un baño, este chico se puso de pie para estirarse y como yo también estaba de pie, empezó a mirarme con descaro mientras hacía diversos movimientos. Siguió haciendo esto durante unos minutos hasta que le llamaron por teléfono y comenzó a hablar, mientras seguía sin quitarme ojo. De pronto, me di cuenta de que con su dedo pulgar se empezaba a rascar y acariciar el capullo que marcaba en el bañador mientras me miraba con cara pícara. Respondí con una sonrisa, a lo que el respondió apretándose con disimulo el paquete. Para mi, quedó claro que buscaba tema, así que cuando salió Sergio y se secó, nos metimos a la pinada para ver si nos seguía.

Y lo hizo. No tardó más de 10 de minutos en aparecer por allí y bueno, empezamos a jugar al ratón y al gato. Pero tal que así. Mirada va, mirada viene, te sigo, me sigues, te hago un gesto, te respondo. Pero nada. No concretaba y se marchó.
"Bueno", pensé, "a ver si le vemos otro día y la cosa se pone más interesante". Pues bien, al poco tiempo se volvió a dar la misma situación en la caseta, volvió a darse en la playa gay y volvió a darse en la caseta. Jueguecitos tontos de te sigo, pero luego me doy la vuelta. Vamos, lo que viene a ser un calientapollas de toda la vida, al que en los días que coincidimos nunca le vi hacer nada con nadie. Y con esa actitud no me extraña.

A las tres veces de pasar lo mismo, ya me di cuenta de qué iba, y decidí bautizarlo como la mamarracha, porque su actitud, desde luego, se identificaba con este adjetivo. Así que cada vez que veía su Megane color blanco aparecer por la caseta, directamente me sentaba a contemplar las vistas y a esperar a que se fuera.


¿Os ha pasado esto alguna vez? ¿Que se gana con tanto tonteo, tanto mareo que nunca lleva a nada? ¿Por qué hay gente a la que le gusta hacer perder el tiempo a los demás? Mirad que a mi me gustan los juegos previos ya que me parecen muy morbosos, pero una cosa es tontear un poco y otra nunca pasar a la acción. Una pena, el chico prometía.

14 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 35: EL DÍA DESPUÉS

Me desperté a eso de las 12:30 porque mi teléfono empezó a sonar. Antes de levantarme de la cama para cogerlo, sabía perfectamente que me llamaban de casa y recordé que tan siquiera había avisado de que pasaría la noche, o mejor dicho la madrugada, en casa de Santi. Lo cogí y, efectivamente, mi madre cabreada empezó a sermonearme. La tranquilicé, le dije dónde estaba y cuando colgamos escuché la voz de Santi:

- Ah... ¿pero que todavía estás aquí? No te encapriches, ¿eh? Que a mí me van las tías y....

- Para el carro Santi, que me parece que has visto muchas pelis- le interrumpí. Te he comido la polla, hemos pasado un buen rato y yo tengo la boca sellada, así que tranquilo, que sólo diré que hemos estado viendo pelis y bebiendo cervezas.

- Anda, ven aquí - contestó.

Me cogió de la cintura y me tumbó en la cama, mientras me bajaba los calzoncillos. Yo no salía de mi asombro, pero me dejé hacer:

- Imagino que te has quedado con un buen calentón - dijo Santi - déjame que te alivie...

Me cogió la polla con su mano derecha, comenzó a acariciarla lentamente para ponerla dura, mientras también bajaba a los huevos y los acariciaba con cuidado, de vez en cuando, bajaba con un dedo casi hasta el culo, pero paraba antes de llegar y cuando la tuve completamente dura empezó a hacerme una paja mientras me comía la oreja y me decía en susurros: "no sabes lo bien que la chupas, recuerda lo de anoche, recuerda como te la metías entera, eh, acuérdate de cómo disfrutaba con tu chupada...". Y entre el calentón que, en efecto, tenía y todo lo que me susurraba al oído, tardé poquísimo en correrme. Para mi asombro, que ya de por sí era grande, cuando fui a levantarme para limpiarme, no me dejó, se puso encima de mi, y me limpió el toda la lefa... con su boca. Me dejó más limpio que una patena. No hubo más conversación que esa. Cuando éramos adolescentes pasaba más o menos lo mismo: primero le pajeaba yo a él y luego él a mí, pero después no había ninguna conversación. Siempre terminábamos actuando como si nada hubiera pasado. Y parecía que por él, debía de seguir siendo así.

Nos vestimos y arreglamos y bajamos al piso de abajo. Me tocó saludar a su familia que se alegró mucho de verme por allí y decidí irme a mi casa para pasar un rato con la familia. Típica despedida de Santi con un apretón de manos. Lo más hetero posible.

Y, como ya me había pasado algunas veces, por mi cabeza apareció Sergio y empecé a darle vueltas al asunto. ¿Le tenía que contar algo? Tenía mensajes en el móvil suyos para ver qué tal había pasado la noche con mis amigos, y no se me ocurría qué contestar: "Bien, al acabar me fui a casa de Santi y le comí la polla, además esta mañana me ha hecho un pajote con el que he disfrutado como hacía tiempo". No, no podía decírselo. No tenía que decírselo. No había ninguna obligación. Además, lo de Santi había sido casual, no se volvería a repetir porque él no querría, tenía que seguir guardando las apariencias de su vida....


Qué equivocado estaba. 

12 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 34: SANTI

No supe qué responder. O yo era muy mal pensando y con su pregunta había entendido algo que no era y Santi sólo quería que subiera a su casa para hablar y charlar, o realmente quería recordar los tiempos de cuando teníamos 15 años. Me quedé en blanco y con el alcohol no era fácil decidir, sólo me venían a la cabeza los recuerdos de su polla dura con 15 años y mi mano masturbándole. El morbo pudo conmigo, me venció y nos dirigimos a su casa. Sabía que me había propuesto su casa porque vivía en un dúplex, su habitación estaba arriba y sus padres y hermana no se enterarían de nada si es que algo terminaba por pasar.

Entramos en silencio y subimos arriba, cerrando la puerta detrás nuestra. Aquello estaba muy cambiado a como yo lo recordaba, ahora su habitación ocupaba toda la parte de arriba, con un pequeño baño y una mini nevera, de donde sacó unas cervezas, mientras nos tumbamos en la enorme cama de 2x2 que tenía (la que yo recordaba era una cama típica de 90).

- Ponte cómodo, hombre - dijo Santi, mientras se desabrochaba el pantalón vaquero, se quitaba la camiseta y se quedaba luciendo unos boxer negros CK ajustados que contrastaban muy bien con su morena piel y dejaban entrever todo el poderío de su paquete.



Santi era un chico no muy alto, delgado y como diríamos ahora, marcadito, trabajadito de gimnasio y del fútbol. Era resultón, siempre lo había sido y no le habían faltado las pretendientas. Pude ver que se depilaba, ya que no tenía pelos en ninguna parte de su cuerpo. Así que yo hice lo mismo y me quedé en slips blancos que llevaba ese día. Total, el calor del verano era la excusa perfecta para ponerse cómodos.

Mientras hablábamos de todo un poco como dos buenos amigos y bebíamos el tercio de cerveza que había sacado, se acercó al ordenador portátil y me pidió, sin venir mucho a cuento, que le contara aventuras de la caseta, que le apetecía oír lo que se cocía por allí. Así que mientras, de espaldas a mí y sentado en la cama, buscaba en el ordenador, yo le contaba algunas historias que habíamos vivido. Cuando se dio la vuelta, había puesto un vídeo porno de temática bi: dos tíos que se lo estaban montando con una rubia pechugona, y pude ver que estaba totalmente empalmado. Se puso de pie, y se bajó el boxer dejándome ver sus 18cm de polla circuncidada:

- ¿Te acuerdas de ella? Tiene ganas de saludarte.... - dijo, de forma picarona.

No me contuve, me acerqué al borde de la cama y directamente me la metí en la boca. Sentía un deseo casi incontrolable por hacerle una buena mamada, no se si quizá debido a una atracción sexual no resuelta desde los 15 años, pero se la mamé con mucho ansia y él parecía encantado. Le tumbé en la cama para que viera el video que había puesto y le sobé todo el cuerpo, para después comerle los huevos y seguir con la polla. Santi estaba a mil y yo lo sabía, así que le puse sus manos sobre mi cabeza para que marcara el ritmo:

- Joder, cabrón, te la tragas entera... Ufff.... - decía y gemía Santi.

Tras pasar unos cuantos minutos mamando, comiéndole los huevos y volviendo a meterme su estaca el boca para volver a comérmela con todo el ansia que me pedía el cuerpo, empecé a notar que estaba a punto de correrse, así que aceleré el ritmo hasta que empecé a saborear su leche caliente invadiendo toda mi boca. La contuve, me levanté al baño para escupir, asearme un poco y la cosa quedó ahí. Cuando volví del baño Santi estaba casi dormido, tumbado boca abajo, dejándome ver su culo... así que apagué el ordenador y me acosté a su lado. 

10 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 33: MIS AMIGOS PLAYEROS

Llevaba casi toda la vida veraneando en el mismo lugar, a pesar de que algún año nos habíamos ido alguna semana a conocer otros lugares turísticos del país. De tal forma que, como conté capítulos atrás, tenía amigos con los que una vez llegada la adolescencia bajaba a la playa, salíamos de fiesta o hacíamos botellón. Desde hacía algunos veranos, con la irrupción en mi vida del mundo del cruising y mis ganas de pasarlo bien, los había dejado bastante abandonados. Cuando llegaba a casa después de venir de la caseta o de la playa gay, muchas veces mi familia me decía que habían venido a buscarme (sí, a pesar de los teléfonos móviles, los sms y últimamente el Whatsapp, mis amigos seguían quedando llamándose al telefonillo del portal) y lo cierto es que no veía tiempo para quedar con ellos. Pasaba mucho más tiempo con Sergio y Dani que con ellos, donde va a parar, y la verdad es que hasta cierto punto lo prefería.

También les echaba de menos, pero sabía que en el momento de quedar de nuevo con ellos habría preguntas. Preguntas que no querría responder del tipo: ¿dónde te metes? Seguro que hay alguna pivita por ahí, ¿no?, etc. Alguno de ellos podría tener sus sospechas sobre mis gustos sexuales, puesto que con 15 años nos hicimos alguna paja mutua, pero lo típico que se hace a estas edades y no quiere decir nada muchas de las ocasiones. Aunque claro, lo que para él era una simple paja viendo una peli porno hetero, para mi el momento de agarrar su polla con mi mano y masturbarle hasta que se corriera era todo un clímax en mi vida por entonces. Más de una vez sentí la tentación de agacharme y hacerle una buena mamada, pero nunca me atreví.

Así es que como ese año estaba allí para las fiestas patronales, me decidí y quedé con ellos para salir. Llegaron las preguntas, a las que mil excusas inventé. Pasamos un buen rato, recordando viejos tiempos, bebiendo, echándonos unas risas, me dijeron de bajar a la playa con ellos, que ya les tenía abandonados y tal. Conversaciones típicas de un reencuentro. Pero lo más interesante llegó en la despedida, con Santi, el chico con el que me hacía pajas a los 15 años. Era el que más cerca vivía de mi y siempre nos volvíamos juntos cuando salíamos por las discotecas del polígono. Así que, ya de madrugada con los últimos efectos del alcohol, de vuelta a casa el y yo solos, me dijo:

- Si llego a saber que la chupas tan bien, años atrás te habría cogido de la cabeza hasta que te cansaras - dijo Santi con una sonrisita.

Mi cara fue un auténtico poema. Al principio me hice el loco, diciéndole que no sabía de lo que me hablaba. Pero fue insostenible. Resulta que uno de los chicos que había conocido en la caseta, aquel al que se la chupamos Sergio y yo que llevaba una esclava que ponía "María", era primo segundo de Santi. Y ya no sólo es que fueran primos, sino que eran muy buenos amigos. En ese momento recordé años atrás y vagamente me acordé de un chico que algunos veranos se venía con Santi a la playa. Era él. Y Santi era quien le había llevado a la caseta y quien nos vio desde el coche cuando salimos de entre los pinos para irnos.

- Estos (por los demás amigos) no saben nada, así que tranquilo, que no seré yo quien se lo cuente - dijo, para tranquilizarme- pero ten en cuenta que el pueblo es pequeño y coincidencias como estas se pueden dar- remató.


- ¿Te vienes a casa y recordamos viejos tiempos? - propuso Santi.

6 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 32: EL MUNDO DE LOS CASADOS

Si había algo que me había llamado poderosamente la atención desde que comencé mis andanzas en el mundo del cruising alicantino, ese algo era desde luego la cantidad de hombres supuestamente heterosexuales, casados o con novia, que abundaban en estos lugares. Más en la vieja caseta o en estaciones de servicio, que en la playa gay. 

Aún me faltan muchas historias por contaros en este blog, pero mis andanzas con hombres que cumplen este prototipo fueron abundantes: tanto hombres de más de 35 en adelante que estaban casados, y así te lo decían sin muchos tapujos, o lo veías en sus coches, hasta chavales bastante más jóvenes con esclavas donde podías leer el nombre de una chica, anillos de compromiso e incluso chavales a los que luego veías por el pueblo muy cariñosos con sus novias o mujeres paseando tranquilamente. Como reflexión siempre me hacía la misma pregunta: ¿cómo puede ser que chavales jóvenes tengan necesidad de seguir engañando y viviendo en la sombra con el avance que ha habido en el reconocimiento del mundo gay? 

Podía ser bastante más comprensivo con hombres maduros, que vivieron los últimos coletazos del franquismo o que se desarrollaron con la democracia recién iniciada y no era fácil para ellos aceptarse o salir del armario. ¿Pero la gente joven? Mira que no tengo necesidad de sacar a nadie del armario, soy de los que piensan que cada uno es libre de hacer con su vida lo que quiera mientras no perjudique a los demás, pero muchas veces me ponía en la piel de esas chicas o mujeres con las que luego les veías en un bar, o en la playa, con esa mirada de ilusión por estar con el hombre al que aman, mientras tu por dentro piensas: "ay, si tu supieras a quién se la mete tu marido/novio cuando te dice que se va a hacer la compra".

Tengo que decir a su favor que este tipo de hombres casados o con novia eran los que más solían satisfacerme, bien por su actitud en la que no había un rescoldo de pluma, bien por la forma de tratarte o bien porque siempre tenían claro lo que querían, para mi eran los mejores. De esta forma también tenías asegurada discreción: si te encontrabas por la calle no habría saludos, ni prácticamente miradas, con lo cual no habría lugar a preguntas incómodas por parte de las personas que te acompañaran ese momento.

Me gustaría conocer la opinión de los que seguís este blog sobre este asunto: ¿qué impulsa a un chaval de menos de 30 con novia o mujer a buscar sexo con hombres en sitios de cruising? En el caso de los maduros con mujer e hijos; ¿qué pasa por sus cabezas cuando llegan a casa después de haber echado un polvo con un hombre? Dejadme un comentario!

4 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 31: LA PAREJA DE SITGES (Parte 2/2)

El pollón se metía un par de dedos en la boca y de la boca los pasaba al culo de Dani, se lo iba trabajando, aunque sin mucho tacto y con ansia. Dani se sacó un condón de la mochila y se lo puso con la boca al pollón, algo que pareció gustarle. Éste se la empezó a meter despacio, jugando con su glande dentro del culo, metiendo y sacando, pero cada vez metiendo un poquito más, para luego clavársela entera y empezar a darle con fuerza. No se el rato que pudieron estar follando, pero fue largo. Dani apoyado en un árbol con las piernas bien abiertas, el otro follándole sin tregua, el de blanco cogiendo de la cabeza al jovencito con ímpetu y el resto del público empalmadísimos todos. 

Sergio y yo nos quitamos el bañador y empezamos a comernos la boca y hacernos una paja el uno al otro, hasta que un chico de unos 25, delgado y moreno se plantó delante nuestra, nos miró con cara de tener mucha hambre, asentimos, se puso de rodillas, cogió nuestras pollas con sus dos manos y se las fue pasando por la boca. (Justo lo que nosotros solíamos hacer con otros tíos, la situación se había dado la vuelta).

El cabrón de Dani se giraba y al vernos se sonría entre jadeos y gemidos del pollón que se estaba metiendo entre pecho y espalda, que le follaba cada vez más rápido. Era sorprendente ver como esa polla tan grande entraba hasta el fondo sin grandes impedimentos. Cuando estaba a punto de correrme, me saqué la polla de la boca del chico que me la estaba chupando, pero me dijo que ni de coña, se la volvió a meter y me corrí dentro suya sin remedio. Después hizo lo mismo con Sergio, mientras se pajeaba a sí mismo con la mano que ahora tenía libre y ambos se corrieron en poco espacio de tiempo.

Si a mi me temblaban las piernas del placer, estaba seguro de que Dani acabaría con agujetas. Pocos minutos después, el pollón sacó su polla del culo de Dani, le dio la vuelta, se pajeó durante pocos segundos y se corrió con largos chorros de leche en la cara de Dani. En ese momento me giré, y vi que el de blanco ya había terminado también y que la gente empezaba a dispersarse. El show había terminado.

Resultó que el de blanco y el pollón eran pareja, vivían en Sitges y se venían algunos veranos a Alicante, intercambiando con Ibiza, Gran Canaria u otros destinos. Como ambos eran activos, sobre todo el pollón, ofrecían la polla y cuando tenían a uno chupándola, le decían que si quería seguir tenía que dejarse follar. Le contaron a Dani que mucha gente se echaba atrás por el tamaño y que no les era fácil encontrar un culo donde meterla. Que bocas tenían de sobra, pero el quería follar.


Cuando se despidieron, Dani nos buscó y cuando llegó a nosotros tenía la cara desencajada y andaba con dificultad, eso sí, estaba encantado. Nos contó que se había corrido sin apenas tocarse mientras el otro le follaba. Pasó unos días fastidiados después de ese polvo, de hecho estuvimos cerca de tener que llevarle al hospital, ya que sangraba... Pero a los pocos días se le pasó y todo volvió a la normalidad. La playa gay había cumplido las expectativas de todos, estaba claro.

2 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 30: LA PAREJA DE SITGES (Parte 1/2)

El primer día que visitamos la playa gay no nos comimos ni un colín, pero tras lo que habíamos visto teníamos muchas ganas de volver y así lo hicimos. Nuestro segundo día por allí fue mucho más a saco que el primero, estuvimos menos tiempo tomando el sol en la playa y menos tiempo bañándonos, precisamente para pasar más tiempo a la sombra de los pinos. Debe ser que escogimos bien el fin de semana, porque si el anterior había habido gente, lo de que este fin de semana era ya exagerado. Al menos para el conocimiento del mundo del cruising que yo tenía. Nada más llegar a la zona del foro, ya tuvimos varias proposiciones de tíos que querían montárselo con los tres a la vez. Así que decidimos separarnos, como siempre, Dani por su lado y Sergio y yo por el nuestro. A pesar de que en ocasiones nos lo habíamos montado los tres juntos, cuando íbamos de caza solíamos hacerlo así. 

Como ya he contado en alguna ocasión, en el momento en que aprecias que la mayoría de la gente comienza a irse hacia un sitio en concreto, significa que hay show. Y hasta ahora no ha fallado nunca. Comenzamos a seguir un grupo de hombres que se dirigía en una dirección concreta y dimos con una zona donde estaba concentrado el 80% del público que había por allí aquel día. Todos observando a un chaval de unos 26 años, bronceado, castaño claro, delgado, completamente desnudo, sentado en una toalla, a la sombra de varios pinos en una estancia circular, con una polla gorda de 20 cm dura en la mano y acariciándosela cada vez que alguien pasaba por delante. Era un caramelito, todos esperaban a ser seleccionados, era la impresión que daba. Mientras tanto, otro chico, un poco más moreno, con pantalones pirata blancos, se acercaba de vez en cuando a él y hablaban en tono muy bajito mientras miraban a todos los que estábamos por allí observando. En ese momento aquello me pareció un casting, ¿qué era esto? ¿Operación Polla?

Vimos a Dani apoyado en un árbol observando el tema y, por detrás, me acerqué sigilosamente a él y le susurré: "qué? quieres llevarte el pirulo a la boca, eh?". Se sobresaltó, me miró y riéndose dijo: "ya ves, a ver quien lo consigue antes, ¿apostamos?".
No quise apostar: ¿una pareja buscando otros dos tíos? No. Dani tenía muchas más posibilidades. Así que pasó al ataque. Se puso delante del chico que estaba sentando pajeándose, le miró a los ojos, le sonrió, el otro asintió con la cabeza y Dani se agachó a comerse la enorme polla del chaval, primero empezando por el glande, despacio, para después acelerar el ritmo mientras con otra mano le sujetaba su par de huevos con fuerza. La gente que miraba empezó a bajarse los bañadores o a tocarse mientras miraban la escena. El pollón, mientras Dani se la chupaba, se estiraba para tocarle el culo... Y mientras tanto, el chico de pantalón blanco que susurraba al pollón, se bajó la bragueta y enseñó otra enorme polla. "Vaya tela, qué dos maromos", pensé. No tardó en acercarse un chaval bastante jovencito a ponerse de rodillas y empezar a tragarse la polla del chico de blanco. A pesar de ser una polla grande, la polla del chico de blanco era torpe, de estas grandes y gordas que nunca se acaban de poner duras del todo, pero el mamón parecía disfrutarla.


En ese momento, el pollón le quitó a Dani el caramelito de la boca y le dijo algo al oído. Pude ver en Dani cara de sorpresa y un cierto miedo. El pollón quería follárselo. Y claro... el tamaño de aquello era enorme, más o menos como la de Mario, pero Dani, tras unos segundos de reflexión, aceptó. Se levantaron y fueron un poco más lejos, e inmediatamente todos los que allí estábamos comenzamos a seguirles. El chico del pantalón blanco se llevó a su joven mamoncete, y mientras el pollón le trabajaba el culo a Dani, el de blanco volvía a meter su polla en la boca del jovencito mientras miraba. Y comenzó el auténtico show, con más de veinte pares de ojos mirando.